Escena + 18 - Capítulo treinta y tres - TyEm
TYLER
Sonreí ampliamente al notar que Emma continuaba en el baño, tenía la puerta abierta y estaba muy concentrada cepillando sus dientes ajena a lo que provocaba en mí. Demonios, la había extrañado tanto, incluso había echado de menos verla realizar su larga rutina de cuidado de la piel por las noches.
Deposité en la mesa de noche el vaso con agua que había ido a buscar y dejé también el pequeño regalo que mi amigo Taylor me había dado al pasar. Una caja de condones. Bendito mejor amigo, él sabía lo que necesitaba. Me acerqué entonces a la puerta del baño y golpeé con mis nudillos la madera. Los lindos ojos sobrenaturales de Em se encontraron con los míos y me dedicó una sonrisa llena de espuma.
ꟷ¿Puedo pasar?
Asintió y se inclinó hacia delante para escupir la pasta de dientes dándome un espectáculo increíble de su trasero. Esa noche estaba vistiendo un sencillo camisón de seda que le iba un poco corto y la visión que me brindaba de sus piernas y trasero era maravillosa.
Me acerqué a ella y la abracé por la espalda, dejando descansar mis manos sobre su vientre. Posé un beso sobre el hueso de su mandíbula y sonreí cuando se estremeció bajo mi toque.
ꟷNunca creí que diría esto ꟷsusurró sin apartar su mirada de la mía a través del espejoꟷ, pero había extrañado estas provocaciones sutiles.
ꟷNo estoy provocándote.
ꟷ¿Estás seguro?
Dirigió su mirada hacia mis manos y lo mismo hice yo. No noté hasta ese momento que mis dedos se habían desplazado como si tuvieran vida propia y mientras una de mis manos se había acercado a su pecho izquierdo, la otra había creado un puño con la tela fría de su pijama.
ꟷMi cuerpo te extraña ꟷrepuse sin más y me encogí de hombros.
ꟷ¿Si? ꟷSonrió burlescaꟷ. Debe ser tu máximo período de abstinencia sexual.
ꟷNo, pero sí el más doloroso.
Esa vez lo hice con toda la intención del mundo, subí mi mano hasta cubrir su seno y lo masajeé lentamente. Un gemido ahogado escapó de sus labios y eso fue todo lo que necesité para ponerme duro como una roca. Joder, no mentía con la abstinencia sexual dolorosa. Los testículos me dolían de solo pensar en la manera en que su trasero rozaba contra mi entrepierna.
ꟷDeberás seguir sin acción, Murphy. Estoy muy cansada.
A pesar del tono bromista en su voz, lo tomé como un reto. Sin apartar mis ojos de los suyos, deslicé mi mano sobre su vientre hasta el borde del camisón y lo levanté para tener acceso a su piel. Sonreí de lado al notar las bragas de encaje blanco y sus mejillas se volvieron rojas al instante.
Claro, yo era el único que había esperado ese momento con locura.
Sin dejar de masajear su seno, llevé mi otra mano hacia sus bragas y con lentitud busqué con mis dedos su clítoris. Otro gemido inundó la habitación y esa vez no fue solo de Emma sino también mío. Estaba tan mojada, maldición.
Besé su mandíbula, acaricié su pecho y comencé a mover mis dedos sobre ese botoncito húmedo que la estaba haciendo estremecer. No retiré en ningún momento mi mirada del espejo para poder apreciar sus reacciones con cada movimiento que hacía. Presioné mi dedo índice sobre su clítoris y realicé un movimiento circular que provocó que se apoyara en mí. Su redondo trasero se presionó aún contra mi entrepierna y gruñí por lo bajo. Estaba tan duro y aun así esa situación no se trataba de mí.
Nos habíamos separado por mi culpa y habíamos vuelto a estar juntos por su valentía, se merecía toda mi atención y un orgasmo era el primer paso.
Emma cerró sus ojos cuando presioné mi mano contra su monte de Venus y un jadeo caliente escapó de sus lindos labios rosas.
ꟷMírame ꟷle pedí.
Parpadeó con lentitud para luego fijar sus ojos sobrenaturales sobre los míos a través del espejo. Su mirada estaba nublada por el deseo y su boca entreabierta mientras gemía bajito. Se veía tan apetecible que tuve que contenerme para no llevar mi boca a su entrepierna en ese mismo momento.
Deslicé mi dedo índice por su sexo, separando a mi paso sus labios vaginales hasta encontrar la pequeña abertura. Introduje con lentitud mi dedo en su vagina y jadeé al sentir la humedad que esperaba por mí. Me moví circularmente en su interior y finalmente me detuve al hallar esa pequeña zona que la hacía gemir mi nombre con fuerza. Me concentré en hacerla temblar y mordí mi labio cuando sus caderas comenzaron a moverse al ritmo que marcaba mi mano.
Detuve las caricias sobre su seno y llevé mi otra mano hacia su clítoris a la vez que metía dos dedos en su interior. Soltó un largo suspiro que se tradujo en una corriente eléctrica en mi interior y reposó su peso contra mí, sus piernas comenzaban a fallar. Su orgasmo estaba cerca, pero no quería que acabara todavía.
Quité mis manos del interior de sus bragas y sonreí al notar la expresión de enojo en su bello rostro. No me dejé intimidar por su ceño fruncido y la giré hacia mí hasta que su pecho quedó presionado contra el mío.
ꟷTodavía no, Em.
Cerré mi mano alrededor de su cuello y presioné mis labios contra los suyos en un beso apasionado y sin pausas. Mi lengua no tardó en abrirse paso hacia el interior de su boca y en recorrerla por completo mientras la sentía presionar su sexo contra mi pierna. Emma estaba caliente, muerta de deseo y yo no iba a negárselo.
Sin dejar de besarla, deslicé sus bragas por sus piernas y ella movió sus pies para deshacerse de la prenda interior cuando ésta cayó al suelo. Me separé de su boca dándole un mordisco a su labio inferior provocando que un gemido ahogado se quedara atorado en su boca.
Me puse de rodillas frente a ella y con delicadeza le indiqué que separara sus piernas. Emma no tardó en seguir mi indicación y la recompensé con un beso presionado sobre su muslo. Se apoyó rápidamente contra el mueble del baño y una de sus manos fue a parar a mi cabello. Enredó sus dedos en las hebras enviándome una orden silenciosa.
Subí con lentitud mis besos por sus muslos hasta llegar a su entrepierna y relamí mis labios antes de llevar mi boca a ese botoncito pulsante que pedía a gritos mi atención. Mi pene dolió de deseo cuando acaricié con la punta de mi lengua su clítoris y mi nombre escapó de sus labios en un susurro ronco.
Acaricié su glúteo con una de mis manos sin dejar de lamer y absorber su clítoris con mi boca. Llevé un dedo hacia su interior y comencé a sacarlo e introducirlo lentamente mientras mi lengua se movía más rápido sobre ella, brindándole el placer que me exigía con sus jadeos.
Su respiración comenzó a agitarse y sus caderas se movieron hacia adelante indicándome que su orgasmo estaba cerca. Mordí con cuidado su punto débil e introduje otro dedo en su húmedo interior.
ꟷTyler ꟷgimió.
La forma en la que pronunció mi nombre me resultó tan sensual que temí correrme en mis pantalones. Sus dedos se aferraron con fuerza a mi cabello y su vagina comenzó a cerrarse alrededor de mis falanges. Lamí su clítoris una vez más y moví mis dedos sobre su punto sensible en el momento exacto en que llegó a su orgasmo. Se corrió con un gemido ronco que resonó en mi pene con fuerza y besé su monte de Venus sin querer alejarme de ella.
Quería causarle otro orgasmo y otro hasta que sus piernas no pudiera sostener su peso, pero también quería estar en su interior, sentir como los músculos de su vagina se cerraban alrededor de mi pene mientras jadeaba mi nombre.
Con una última caricia a sus piernas, me puse de pie y observé su rostro sonrojado. Una sonrisa tiró hacia arriba mis comisuras y mi corazón latió desbocado cuando jaló de mí hacia ella. Su lengua se enredó con la mía en un beso en el que el control no era mío y mis bolas llamaron mi atención. Si no aliviaba la presión pronto iba a explotar.
ꟷ¿Quieres seguir? ꟷSusurré.
ꟷSí.
Llevé mis manos hacia sus muslos y sin esfuerzo la levanté. Enredó sus piernas alrededor de mi cintura y necesité toda mi fuerza de voluntad para no hacerla mía sobre la encimera del baño. Tendríamos tiempo para eso luego; sin embargo, quería que nuestro primer encuentro luego del "tiempo" fuera sobre una cama, de la manera en la que correspondía.
La deposité sobre el colchón con suavidad y no me asombré cuando tiró de mí hacia ella. Alcancé a colocar una mano sobre la cama antes de caer sobre su cuerpo y le permití devorar mis labios sin quejarme. La había extrañado tanto. Había extrañado todo de ella y no solo la manera en que sus pezones duros se rozaban contra mi pecho desnudo, el sabor de su vagina ni la manera en que se rozaba contra mí para calmar el ardor que se posaba en su entrepierna.
Emma giró sobre el colchón llevándome consigo y me dedicó una sonrisa cuando quedó sobre mí. Con una mano sobre mi pecho, llevó la otra lentamente por mi abdomen acariciando con la punta de su dedo las líneas que comenzaban a borrarse por falta de ejercicio. Jadeé cuando presionó su palma contra mi miembro y sus labios se curvaron demostrando lo mucho que le gustaba hacerme sufrir. Por fortuna esa noche no tenía muchas intenciones de hacerme rogar y llevó su mano bajo la tela de mis pantalones y ropa interior para cerrar sus dedos alrededor de mi pene.
Acarició el capullo con los dedos y un temblor se apoderó de mi cuerpo. No iba a durar mucho, estaba tan caliente y tan deseoso de tener su boca alrededor de mi pene que me llevaría dos minutos acabar. Ella lo sabía tan bien como yo y esa fue la razón por la que me indicó que me quitara el pantalón y el bóxer para luego sentarme sobre el borde de la cama.
Respirar se volvió una tarea imposible para mí cuando la observé arrodillarse en el suelo frente a la cama y buscar mi mirada. La imagen de ella con su boca a centímetros de mi miembro me parecía tan sensual que podría haber llegado a un orgasmo sin siquiera tocarla.
Gemí con fuerza cuando sus labios calientes se cerraron alrededor de la punta de mi erección y dibujó un círculo sobre el capullo con su lengua. Mi cuerpo se sentía tan débil que me recosté sobre mis codos mientras Emma introducía cada vez más mi pene su boca. No aparté mis ojos de ella ni un segundo y jadeé con dificultad cuando una de sus manos se cerró entorno al tronco de mi miembro y lo acarició de arriba abajo acompañando los movimientos de sus labios.
ꟷEmma ꟷle avisé.
Ella no era de las que dejaban que acabara en su boca y mi sorpresa fue absoluta cuando aumentó el ritmo para hacerme explotar. Cerré mis ojos mientras sentía mis nervios volverse fuego y el líquido escapar de mi interior con una intensidad arrolladora.
Mi fantástica novia no se apartó hasta que terminé por completo y deslizó mi pene fuera de su boca con lentitud. Pasó la punta de su lengua por sus labios al terminar y la imagen fue tan increíble que eso fue suficiente para empalmarme de nuevo.
ꟷEso fue rápido ꟷse burló.
ꟷVen aquí.
Tiré de ella hacia mí y busqué sus labios mientras se acomodaba sobre mi regazo. Me froté contra ella a propósito y gimió contra mis labios en consecuencia.
ꟷHazlo ꟷsusurró.
No necesité más para desvestirla, quitándole su camisón de un tirón y observé sus senos firmes con la misma devoción que un artista mira una obra maestra. Me llevé su pecho a la boca y jugué con su pezón rosado mientras mis caderas se movían bajo las suyas en un toque que solo anticipaba lo que venía a continuación. Hice lo mismo con su otro seno y cerré los ojos cuando las manos temblorosas de Emma se encontraron con mi cabello. Me encantaba cuando tiraba de las hebras presa de la pasión y me encantaba aún más cuando lo hacía mientras soltaba por lo bajo mi nombre.
ꟷTyler...
Mi nombre escapando de sus labios fue todo lo que necesité para saber que era momento. La alcé hasta posarla sobre la cama y moví sus extremidades hasta dejarla en cuatro frente a mí. Su lindo trasero me saludó desde lo alto y me contuve para no morderlo y buscar con mi boca nuevamente su sexo.
Tomé un condón de la caja que estaba sobre mi mesa de noche y tras abrirlo, lo coloqué sobre mi miembro erecto. Separé sus piernas ubicándola de la mejor manera posible y llevé mi pene hasta su entrada húmeda con la ayuda de mi mano.
Me deslicé lentamente dentro de ella y ambos gemimos a la par debido a las corrientes de placer que el movimiento trajo consigo. Cerré mis manos en torno a sus caderas y comencé a moverme hacia delante y hacia atrás penetrándola más y más profundo con cada embestida que daba. Mi idea era ir lento, disfrutar el momento y alargarlo tanto como me fuera posible, pero no pude evitarlo y comencé a penetrarla con mayor rapidez.
Sus gemidos ahogados y la manera en que movía sus caderas para que llegara más profundo me estaban enloqueciendo y por un momento imploré que Theo hubiese sido lo suficientemente listo para ponerse sus audífonos y así evitar el concierto de jadeos que estábamos protagonizando.
Con mis manos en su cintura, tiré de ella hacia arriba y la abracé cuando su cabeza quedó apoyada contra mi hombro. Busqué sus labios sin dejar de moverme dentro de ella y sumé mis manos al juego para que recibiera el mayor placer posible. Froté su clítoris con uno de mis dedos mientras la otra acariciaba sus pechos endurecidos y mi boca recorría su cuello llenándolo de besos.
Continué entrando y saliendo de su interior a una velocidad que era la idea para hacernos ver estrellas. Mi caricia sobre su punto sensible nunca terminó y el sonido de mi cuerpo impactando con el suyo me resultaba hipnotizador. Sentí los músculos de su vagina contraerse y comenzar a cerrarse alrededor de mi pene, tuve que distraer mi mente con otra cosa para no acabar en ese preciso instante. La penetré con mayor fuerza, hasta el fondo y froté su clítoris llevándola más cerca del clímax.
Sus labios pronunciaron mi nombre mientras se corría sobre mí y eso fue lo único que necesité para dejarme llevar también y llegar a mi propio orgasmo.
Respiramos con dificultad, sin abandonar nuestras posiciones y sentí su corazón latir con fuerza contra mi mano. Estaba satisfecho y un poco cansado, pero podría haber seguido por el resto de la noche; no obstante, sabía que Emma estaba agotada por el viaje y quería que descansara esa noche.
Mis manos volvieron a su cintura y me salí de su interior despacio sintiendo como mi cuerpo lloraba la ausencia del suyo. Me quité el condón y caminé hacia el baño para depositarlo en el interior de la papeleta, no sin antes envolverlo en un trozo de papel para que el empleado que tuviera que limpiar mi baño no se llevara una sorpresa.
Cuando volví a la cama, Emma estaba recostada dentro de las sábanas y no dudé en colocarme a su lado. La abracé contra mi pecho y aspiré el delicioso aroma de su perfume.
Había escuchado en repetidas ocasiones que no había nada mejor que el sexo de reconciliación. Demonios, esa gente estaba en lo cierto y yo lo había comprobado de una manera maravillosa.
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