4
RUUD
—Empieza a decirlas antes de que me arrepienta —mi hermano en el fondo es un cotilla. No se puede quedar con la mosca.
Para contarle todo lo que tengo para decirle, me pongo cómodo y me siento en mi butaca y me relajo un poco antes de decirle todo lo que he oído sobre Noor.
Tengo algo en mente para poder sacarme una de las tantas dudas que tengo en mi cabeza, pero para obtenerla hay que hacer algo un poco peligroso y que infringe las normas seguramente. Aunque tengo que sacarme esa espinita sí o sí.
—¿No iras a hacer algo verdad? Algo ilegal — especifica. Mi media sonrisa me delata —. Tu verdaderamente estas zumbado de la cabeza —hace gestos con las manos.
—Tengo que ver el cuerpo de Noor —al decirlo así, me da un escalofrío de solo pensar en el cuerpo de la chica.
—Tú vas listo si crees que vas a ir hasta la morgue solo para saber si le ha mordido una serpiente o le han hecho algo más retorcido para aparentar que se ha muerto por una mordida de un crótalo azul.
—Es lo que voy hacer Mannes, no me puedo quedar con la incertidumbre de que le sucedió. Se al dedillo que yo no le hice nada, así que alguien hizo algo y para ello tengo que estar convencido de tener las verdaderas pruebas en mis manos.
—¿Tú lo que quieres es que te encarcelen? Porque lo vas a conseguir con creces —Mannes se había enfadado y era consciente de eso.
Comprendía su enojo, pero es la única manera de probar que soy totalmente inocente. Más allá de que tenga más que seguro de ir a la cárcel acusado injustamente.
—¡Es una completa locura! —sigue reprochándome no está para nada convencido de lo que quiero hacer.
—¿Te sabes el dicho? —Mannes me mira de reojo y bufa —El que no arriesga no gana, hermanito y yo necesito hacer esto.
—¿Cómo vas a entrar allí y como sabrás donde se encuentra su cuerpo? —vaya, parece que ha cambiado de opinión rápido y quiere respuestas.
—Ewout es enfermero, pero a él no le pediré ayuda. Tengo que entrar por mí mismo.
—¿No confías en tu amigo?
En realidad, es que en estos momentos puedo estar sospechando de todas las personas que están a mi alrededor. Aunque lo más seguro es que haya sido alguien del pueblo o que me conoce a la perfección y que me quiere hacer algo. ¿La razón? No tengo ni la menor idea.
—No confío ni en mí mismo en estos momentos.
—Lo tienes crudo entonces —niego con la cabeza.
—Tú me ayudaras.
—¿Te falta un tornillo en esa cabeza? —me la señala.
—Tienes un amigo que, aunque no me caiga muy bien, te puede servir de ayuda y te puede proporcionar seguridad y tú no quieres ni decirle nada en lo absoluto.
Tenía mis propias razones para no querer que Ewout supiera de lo que iba a hacer. Sin embargo, no lo voy a desvelar, es muy temprano para hacerlo, solo cuando sepa al cien por cien de quien ha sido lo pondré sobre la mesa y no habrá vuelta atrás a eso.
—¿No vas a decirme nada?
—Cuando llegue el momento de decirlo, lo diré. A día de hoy mi boca estará sellada —en estos momentos no quiero decirle nada al respecto. No le voy a desvelar lo que tengo en mente.
—Bueno como sé que esta conversación no va a llegar a ninguna parte, voy a cambiar de tema radicalmente. Papá me ha llamado —todo se queda en silencio por un par de minutos. La cara de Mannes es demasiado seria.
¿Habrá pasado algo?
—Le he preguntado como esta y porque no ha venido junto a mamá, ¿sabes lo que me ha contado? —sube las dos cejas en mi dirección.
—Resulta que nuestra querida Annelien nos ha mentido en la cara. Ludger no está enfermo, es más está en perfectas condiciones.
—¿Entonces porque no ha venido con mamá? —algo raro debe haber ahí para que mi padre no haya venido.
—Annelien le ha dado por querer jugar con la vida de los demás. Le dio a Ludger unas pastillas para que no despertara a la hora acordada a la que vendrían ellos para así venir ella sola.
—Esconde algo —declaro —, jamás dejaría a papá solo en alguna parte, siempre tiene que saber dónde está.
—Nuestra madre se hace la malvada, pero en el fondo no lo es —vaya chiste que se acaba de marcar en un segundo.
—Claro hermano —digo sarcásticamente —, que tu propia madre te deje por los suelos y casi sin una pizca de dignidad, es ser una buena mujer. Ve a otra parte y cuéntale a otra persona este cuento, porque yo no creo que Annelien sea ni una buena madre, ni persona.
—Ruud, es tu madre.
—¿Y? ¿Dónde estaba esa madre cuando me humillaba delante de las personas? Esa no es una madre ejemplar como debería de serlo.
—No seas tan duro, tú no sabes las cosas que se le pueden pasar por la cabeza a ella.
—No, pero seguro que en la cafetería se ha aguantado lo que no está escrito para decirme algo hiriente, ¿qué te crees? Sé que es ella a la perfección. Se perfectamente cuando está a punto de soltar cualquier cosa. Incluso te digo una algo, se ha aguantado como una jabata. En cambio, como me pille solo me va a cantar las cuarenta por hacerla rabiar y que ella no pueda responder.
—No va a hacer eso —suelto una carcajada y me levanto de mi asiento.
—¿En serio te crees esa mentira que acabas de decir? Porque ha sonado muy a cuento chino barato.
—Antes la negatividad era tu enemiga, ¿qué ha pasado? ¿Han cambiado las tornas?
—Para nada, lo único que digo es simplemente lo que sucede. Por el contrario, tú tienes una venda en los ojos que no te deja ver la realidad de las cosas. Sé que tienes un gran aprecio a nuestra madre, pero no pretendas que yo esté de acuerdo en lo que hace. En tu interior me estarás dando la razón, pero ahora prefieres mentirme al parecer.
Mientras él se mantiene callado, asimilando lo que le he dicho. Yo me paseo por el pequeño espacio de mi sala de estar y la entrada, me llevo las manos a la cabeza y me estiro del pelo desesperado y sintiéndome un poco culpable de lo que le acabo de decir a mí hermano anteriormente.
—Estas exagerando demasiado las cosas —quizás lo estaba haciendo, aunque solamente lo hago para que el callera en la cuenta de que lo que pensaba de mi madre no era cierto.
Él tiene cariño por nuestra madre y la respeta. Incontables veces le cansa su comportamiento, por eso mismo también se alejó y se fue a vivir solo. Eso no quita que sea su madre y la quiera. Luego estaba yo, que era su hermano pequeño, se a la perfección que me quiere, pero claro estar entre dos personas que casi se odian mutuamente y están en una guerra constante debe ser bastante frustrante.
—Lo hago para que te des cuenta de una maldita vez como es Annelien. No es como se muestra —hago una pausa para después continuar —. Y ahora cambiemos de tema, que no quiero tener una discusión contigo por nuestra progenitora.
—Antes de terminar estas conversaciones locas, tengo algo que preguntarte —yo me giro para verle, ya que le estaba dando la espalda mientras andaba.
—Dime.
—¿Cuándo tienes pensado ir a la morgue? —una media sonrisa me sale. Sabía que me iba a acompañar y no me iba a dejar ir solo.
—Cuando tenga un plan que este a la perfección para que no me pillen al entrar ni al salir. No quiero que nada salga mal.
—Va ir todo a la perfección, yo te voy a ayudar e iré contigo.
—Sabía que no me dejarías solo en esto.
—No negaré que es una completa locura, pero eres mi hermano y te voy a apoyar.
Sabiendo que mi hermano vendría conmigo a esta aventura tan descabellada me tranquilizaba un poco. Porque, aunque dijera que lo iba a hacer, no quiere decir que por dentro no me esté muriendo de los nervios por saber que va a pasar o si me pillaran con las manos en la masa.
Vuelvo a mi asiento, dejándome caer en él. Resoplo.
—¿Estás pensando en cómo lo haremos? —niego con la cabeza.
—Pensaba en otra cosa diferente.
—¿En qué? —insiste en saber cuál era mi preocupación y a donde iban mis pensamientos.
—¿Hace falta que te lo diga? No es nada malo.
—Aun así, lo quiero saber Ruud —no va a parar hasta que lo sepa, lo conozco como la palma de mi mano.
Respiro hondo y me incorporo para sentarme bien antes de decirle el porqué de mis preocupaciones.
—Estoy pensando que, si fuera solo, tendría menos posibilidades de hacerlo bien, contando también con que los nervios los tendría a flor de piel por si algún guardia o personal de allí me encontrase.
—Te ahogas en un vaso de agua hermanito. Relájate —me pide.
—No me digas eso cuando estoy al borde de un ataque de nervios —Mannes lo único que hace es reírse de mi estado emocional que ahora mismo está al borde del colapso.
—¿Puedes dejar la mente en blanco por una vez en tu vida? Deja de pensar en que puede suceder y vivir en el presente.
¿Por qué tiene que tener la razón la mayoría de las veces? No lo entiendo.
—Yo creo que no, pero también lo podríamos poner en duda ya que mi mente está siempre en funcionamiento pensando en cualquier cosa, sea negativa o positiva.
—Haz un esfuerzo Ruud, no me contradigas en esto que es para tu propio beneficio.
—¿Te has dado cuenta que hemos vuelto al punto de partida de nuestra conversación? Es un vicio esta ruleta de nunca acabar.
—Te doy toda la razón —suelta un suspiro y ahora es él, el que se levanta de su asiento para plantarse frente a mí —. ¿Vamos a bajar al pueblo? —lo miro con rareza.
¿Yo bajar al pueblo de nuevo? ¿Estamos locos?
—Si quieres ir tu ve, yo me quedo aquí en la comodidad de la cabaña que, si pasa algo parecido a lo de antes, no habrá nadie aquí para impedir que entre alguien.
—Faltan horas para que empieza anochecer, por una vez en tu vida salir de tu zona de confort no te va a hacer daño. No te va a ocurrir nada.
—No quiero cruzarme con Annelien —replico.
—No seas bebé Ruud, mamá está en el pueblo, pero eso no quiere decir que vayamos a estar en el mismo lugar que ella. Vamos, levanta —me tiende la mano para ayudarme a levantarme de mi butaca.
—Gracias —le contesto después de coger su mano —, no tengo ninguna gana de volver a salir, pero si no tengo más remedio... —Mannes a estas alturas niega con la cabeza mientras que ríe por lo bajo.
—Sé que eres un ermitaño, pero intenta que no se note tanto.
No bajaba al pueblo casi, solo para lo prescindible e intentaba bajar solamente una vez para no tener que bajar tantas veces y solamente era por las mañanas. Aunque puede ser que a veces salga fuera de mi cabaña, muy entrada la noche debo decir. Cuando se a la perfección que nadie de los pueblerinos de Lake Louise vengan a husmear por los alrededores de mi cabaña, que hay veces que pillo a algún grupo de chavales mirando por aquí, a ver qué hago y dejo de hacer. Es bastante incomodo que lo hagan.
—Vámonos entonces —cambio el chip de mi mente y encuentro positividad en mi —, ¿comeremos en el pueblo?
—Efectivamente hermanito, comeremos donde hemos estado antes, es un lugar con unas vistas preciosas a las montañas nevadas.
—Como si no las tuviera vistas ya... —mi acompañante suelta una carcajada.
—Ruud siendo Ruud —mi hermano me mira para seguir hablando —. ¿Vamos? —señala la puerta de la entrada.
—Si no hay más remedio pues habrá que ir —Mannes suelta una carcajada —. ¿Puedes dejar de descojonarte de mí? Parece que te ríes de mí, en vez de conmigo. Al final me enfado contigo y no voy al pueblo —un poco de drama no le viene mal a nadie.
—Jamás me he reído de ti hermanito, ¿cómo crees que yo haría algo así? —el muy cabrón se está aguantando la risa. Hoy creo que se ha levantado muy vacilón.
—Antes de que me arrepienta, empieza a andar —le digo señalándole el camino que se sabe a la perfección.
—Gracias por indicarme por donde tengo que andar, pero no hacía falta. Me lo se casi de memoria —yo solo niego con la cabeza.
Hacemos el mismo recorrido que hace una hora y media aproximadamente; salir de casa y bajar hasta el pueblo. No sé para qué quiere bajar tan temprano al poblado, si no son ni las doce del mediodía. No hay nada para hacer allí, solo contemplar las hermosas vistas que hay. Aunque tanta insistencia de parte de mi hermano, me parecía sospechoso. Dentro de mi cuerpo se estaba instalando un miedo y todavía no había ocurrido nada para que el temor creciera dentro.
Mannes me mira reiteradas veces mientras caminamos por las calles con un poco más de personas que antes.
—¿Tienes pensado a donde nos dirigimos?
—¿Por qué tanta insistencia en saberlo? —inmediatamente subo mis dos cejas retándolo. ¿Tengo que empezar a sospechar de mi hermano ahora?
—Hasta que lleguemos al lugar no.
—Se totalmente sincero, ¿me llevas donde Annelien? —posiblemente parezca que lo digo en bromas. Sin embargo, va totalmente en serio.
No me dirige ni siquiera una mirada y tampoco responde a mi sencilla pregunta. ¿Qué le ocurre? ¿Qué oculta? No me va a torear.
Freno en seco y me planto en el sitio. De aquí no me muevo hasta que me diga a dónde vamos.
—¿Qué haces ahí? No llegaremos — ¿de qué habla? No entiendo ni una palabra de lo que dice.
—¿A dónde no vamos a llegar? —subo un poco el tono de mi voz, ya que mi hermano no está precisamente al lado de mí.
—A dónde nos dirigimos.
—¿Y a donde estamos yendo? Y que no se te ocurra callarte nada —me estaba empezando a cabrear y eso no era del todo bueno, ya que empezaría a brillar como me ha pasado más temprano — ¡Respóndeme! ¿A dónde nos dirigimos? ¿Vamos con Annelien? Si es así, no pienso ir —repito lo mismo. Doy media vuelta y empiezo a caminar en la dirección de la que acababa de venir.
—¡Espera! —mi hermano me coge del brazo mientras me hace parar completamente.
—¿Qué quieres? ¡Suéltame! —me libro de su brazo con algo de brusquedad —No me toques. Me voy, no me sigas ni me busques. Y dile a tu madre que ya sabe dónde buscarme, pero que no espere que le vaya a abrir la puerta o le invite a entrar.
—¡También es tu madre! —me chilla.
—Las madres no deben ser las enemigas de sus hijos, no son las que los dejan en ridículo y las que se alegran porque les pase cosas ruines. Esa es Annelien, te la he descrito tal y como es. Si no lo quieres ver allá tú, pero por lo menos antes querías estar lejos de ella, ¿qué ha cambiado? ¿Y para que te quedas en mi cabaña? Te ha lavado el cerebro.
Después de decirle todo lo que llevaba guardándome, me dispongo a seguir mi camino, no iría a mi cabaña, pero estaría cerca de allí.
—Te arrepentirás de todo lo que has dicho —cierro los ojos con fuerza. ¿De verdad me está diciendo eso?
—Ya lo veremos —antes de que se me vea como alguien que ilumina a todo el pueblucho intento relajarme, respirando pausadamente.
¿Qué ha podido pasar en cuestión de horas? ¿La llamada habrá sido de mi padre o era con Annelien? Estoy bastante confuso con la actitud de mi hermano.
Necesito hablar con mi padre para saber que todo está en buenas condiciones, aunque para ello tengo que cargar mi móvil y estar en un sitio que tenga cobertura.
Mis pies caminaban sin que yo me diese cuenta, me encontraba subiendo la montaña. Pasaba cerca de mi cabaña, cuando escucho varias voces y una la reconozco a la perfección.
—¿Dónde se ha metido este chico? —me escondo tras un árbol y sigo escuchando lo que dicen.
¿Habla de mí?
—Mi otro hijo me ha dicho que venía hacia aquí —confirmado, hablan sobre mí y puedo secundar otra cosa, que Mannes no sabe respetar la decisión de no querer que me siga y tiene que ir a donde mi madre para chivarse.
Puede que no me haya seguido mucho tiempo, salo ver qué camino cogía, para seguidamente llamar a la víbora y contarle hacia donde tenía pensado ir.
Traidor.
Sigo en la misma posición observando que hacen y lo que veo no me gusta un pelo. Serán policías, pero estoy muy segura que una orden no tiene para entrar en mi propiedad y están infringiendo las leyes.
—¡Abrid ya la puerta! —si sabe a la perfección que no hay nadie en la cabaña, ¿para qué hace uno de sus shows? No tiene ninguna lógica.
¿Esta mujer quien se ha creído que es? Son policías o eso creo. En estos momentos lo estoy dudando bastante. Sí fueran realmente, la frenarían y no lo hacen.
—Señora estamos haciendo nuestro trabajo, no traemos con nosotros una orden para poder entrar. ¡Esto es ilegal! Espérese a que venga un compañero con dicho papel.
—Al menos la ha puesto en su lugar —susurro para mí mismo.
—Señora —llama el oficial a mi madre. Ella tras varios segundos hace caso a sus llamados y le atiende.
—Si oficial, dígame —le habla con respeto, aunque lo disimula bastante mal, el desagrado en su voz es notorio, no sé cómo al policía se le pasa por alto eso.
—Porque quiere que entremos a su casa, si su hijo no se encuentra allí —aplausos para ti hombre.
Estoy detrás vuestro colega.
—Aparte con lo que me has dicho de él, no hay nada allí dentro —señala mi casa —, que lo inculpe, todo está en su organismo como usted me contó o también otra opción es cuando oscurezca, le salga esa segunda piel y sepamos a la perfección que este en el interior del lugar.
No, no ha dicho eso. Ahora sí que no le voy a perdonar jamás lo que acaba de hacer. Ha desvelado a un policía mi mayor secreto, que lo sabían pocas personas. En esos instantes estaba frito. Me cogerían si o si por culpa de Annelien y Mannes.
Me doy la vuelta sin querer escuchar nada más y empiezo a subir la montaña. Quiero estar lo más lejos de ahí, tarde o temprano vendrán a por mí, así que solo queda esperar a que lleguen y me lleven a la sala de interrogatorios.
Inocente y voy a ir preso.
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