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27


RUUD

Mi abuela se hallaba justo a un costado de mí, mantenía una de sus manos reposada en el respaldo de la silla donde me encontraba sentado.

—¿Cuál es la habitación de Ludger? Querría ir a verlo —Hannie le pregunta directamente a Gerben.

—Antes que nada —interrumpo —, quiero saber algo, algunas cosas no me cuadran.

—Adelante muchacho, suéltalo —cuesta creer que este hombre que me está hablando de lo más tranquilo sea el padre de Annelien. Antes de decir cualquier cosa, inhalo y exhalo para poder decirlo —. Si en verdad sois los verdaderos padres de Annelien, ¿cómo es que conocéis a Gerben? ¿Y cómo sabéis del estado en el que se encuentra mi padre?

—Son preguntas muy sencillas de responder hijo —Hannie arrastra la silla que tengo a mi derecha según estoy colado, y la pone de forma, que cuando se sienta, este de frente —. Aun cuando nuestra hija no sabía nada, Ludger siempre estuvo en contacto con nosotros. Sin embargo, tuvo que esconderlo por Annelien, será nuestro retoño —hace referencia a Marten y a ella —, pero eso no quiere decir que haga las cosas bien y la apoyemos. Y pues a raíz de que estamos en contacto con tu padre, vimos en varias ocasiones a Gerben, en uno de los tantos viajes que suele hacer a varias ciudades —tiene lógica lo que dice. Ludger va a y viene por las tantas reuniones que tiene concertadas —. Sabíamos que algo iba a suceder, no a tan magnitud como está sucediendo, pero bueno —se encoge de hombros —ha sucedido así y no se pueden remediar las cosas que ya están hechas. Lo siento hijo, me voy por las ramas —me dice apenada.

—No tiene importancia, sigue contando —digo interesado.

—Como he dicho anteriormente, Gerben a veces venía junto a Ludger y en uno de esos días, nos dio el número de él —indica con el índice hacia el mejor amigo de mi padre —y por eso mismo se ha puesto en contacto con nosotros. Nos ha relatado todo con pelos y señales para que estemos al tanto de todo. Por eso mismo sabemos del estado de tu padre y también podría decir, que tú tampoco estas en las mejores condiciones.

—Ruud —me llama Gerben desde la otra punta de la mesa, dirijo mi atención a él —. Conduce a tus abuelos a la habitación donde descansa Ludger —mi cabeza sube y baja coordinadamente.

Arrastro la silla hacía atrás, haciendo con ello un ruido seco, me levanto y pongo mis manos en la mesa dejando el peso en ellas.

—Un placer conoceros a todos —me despido de ellos, aunque lo más seguro es que los vea antes de salir al menos a Niek y a Diederik que iría con ellos a casa de Lodewijk—. ¿Me podéis acompañar? —me dirijo a mis abuelos.

—Será un placer —hablando los dos al unísono.

Cuando ya estaba en el último tramo de la escalera, me acuerdo de algo, yo no puedo ir a la habitación de mi padre y menos aún acercarme a él. Tengo la piel de serpiente y con la raja de lava que tiene abierta en el brazo no puedo estar. Así les pido a Marten y a Hannie que suban las escaleras y que me esperen allí, y yo bajo las escaleras corriendo. Llego a bajo en cero coma y cuando entro al salón me encuentro a Gerben sonriendo.

—Sé a qué vienes, y puedes entrar a la habitación sin problema. La grieta en su brazo está estabilizada, no va a ocurrir nada, así que no te pongas nervioso ni nada por el estilo. Ve tranquilo, disfruta estos momentos, en nada salimos.

—¿Va a funcionar?

—Si no se prueba, jamás lo sabremos.

—De acuerdo.

—Niek, ve con él y luego repórtame si pasa algo fuera de lo normal —el aludido se levanta inmediatamente.

—Sí señor —suelto una carcajada y cuando lo hago se me quedan mirando raro.

—¿Qué? Me ha hecho gracia como lo has llamado, nada más. Me miráis como si estuvierais viendo a un extraterrestre.

—Id ya, tus abuelos te están esperando —salimos de la habitación, Niek se mantenía a mi lado sin hablar. Mientras subimos las escaleras, siento la mirada de Niek puesta en mí continuamente.

—Si quieres decirme algo, adelante, pero por mucho que me mires la piel de crótalo azul no se va a ir por arte de magia.

—No era por eso —se ríe —, nuestro tío jamás se ha preocupado tanto por alguien. Sabíamos que tenía un mejor amigo, pero nunca le habíamos visto tan implicado tanto en algo.

¿Diederik y Niek son los sobrinos de Gerben? ¿Esto es una broma? ¡Estoy aluciando en colores!

—¿Por qué te veo tan sorprendido?

—Tu querido tío no me dijo que tenía sobrinos y cuando os presentó, no hizo referencia a ello —digo con obviedad —. Además, que te has referido a él como señor.

—Llevo trabajando con él desde los 1os dieciocho, igual que mi hermano —así que relativamente, hace poco comenzó a trabajar para su tío. ¡De lo que se entera uno!

Estábamos llegando al tramo donde deje a mis abuelos, subo la mirada, y los veo al final de la escalera esperando impacientes.

—¿Hemos tardado mucho? ¿Estáis cansados? ¿Precisáis dos sillas? —pregunto rápidamente.

—No, no tranquilo, ¿vamos?

—Niek ha venido por sea caso ocurre algo extraño —mis abuelos asientes comprensivos.

Tuerzo a la derecha según estamos. Cuando pasamos el ascensor de largo, pronto encontramos la puerta de la habitación de Ludger.

—Es aquí —pongo la palma en la puerta de madera —. ¿Entramos? —los tres asienten repetidas veces y es cuando bajo mi mano a la manilla de la puerta para poder abrirla me aparto para que puedan entran y yo soy el último en adentrarse en el cuarto.

Avanzo por la estancia hasta situarme en la pared que está justo en frente de la cama de mi padre, no quiero acercarme más.

Ludger se encuentra dormido con la cabeza de lado mirando a la ventana que se encuentra allí, tiene los brazos estirados por encima de la colcha. La grieta en su brazo se puede apreciar desde aquí. Está latente, parece como si estuviera viva, como si la lava de un volcán estuviera a punto de desbordarse.

Marten se encuentra observándolo con tristeza, ese sentimiento estaba pasmado en su rostro. Mientras que su mujer se encontraba mirando a mí con los ojos entrecerrados.

—¿Por qué te quedas ahí? ¡Ven aquí en este instante Rudolf! —habla con fingido enfado Hannie, pero manteniendo la cara serie.

—¿Rudolf? —se mofa de mi Niek, parece que mi nombre le ha hecho gracia.

—¿Te produce risa mi nombre? —Niek quien no había hablado hasta hace unos segundos, asiente a mi pregunta. Pongo mis ojos en los de mi abuela materna y cojo el valor que no tengo ara contestarle.

—No puedo hacerlo, y sabrás la razón de ello. Os lo habrás comentado Gerben.

—Pues claro que sí. Sin embargo no le ocurrirá nada Ruud. Además, si sucede por algún casual algo, Niek se lo dirá rápidamente a Gerben y él intentará solucionar el percance —estoy en mis cuatro sentidos para saber que no lo hacen con malas intenciones, pero yo he visto la magnitud de los hechos y por eso mismo no quiero acercarme —. Venga Ruud.

Mi piel empezaba a sudar descontroladamente. Me temblaban las piernas de una manera indescriptible. Estoy a punto de caerme al suelo por los temblores que me dan, mi cuerpo lo sujeta la espalda que está bien apoyada en la pared.

—¿Te encuentras bien, Ruud? —llega hasta mi Niek. Niego con la cabeza.

—Las piernas me fallan —digo sin tener fuerzas ni para hablar.

—¿Por qué se ve tan mal? —ya se a quien ha salido tan directa Annelien. No tiene pelos en la lengua Hannie.

—Según me ha dicho mi tío que son los efectos que le produce estar cerca de su padre —le explica Niek a mis abuelos —, mientras sea de noche y Ruud tenga la piel de serpiente visible a los ojos, no podrá acercarse a su padre. No solo le hace mal a Ludger, sino que a él también —apoya una de su mano derecha en mi hombro izquierdo.

Al hacerlo me desestabiliza y caigo al suelo de golpe, no tengo ni fuerzas para levantarme. Es Niek quien me ayuda a enderezarme y ponerme de nuevo de pie.

—Llévatelo abajo —le indica Marten a Niek —, dile a tu tío que Ruud necesita reposo antes de ponerse en marcha, por favor —el aludido asiente concentrado con la cabeza y me lleva a la salida sin soltarme en ningún instante.

—¿Por el ascensor o las escaleras? —intenta bromear, pero no estoy para esas cosas ahora mismo.

—Sabes la respuesta —digo recobrando mi voz, ya que nos estamos alejándonos del curto de mi padre.

—¿Puedes mantenerte tu solo de pie?

—No estoy tan seguro de ello —no estaba recuperado del todo, pero alguna mejora me veía al menos, espero que podamos irnos pronto.

Niek llama al botón del ascensor cando lo tenemos en frente, solo toca esperar a que abra sus puertas metálicas y podamos bajar al piso inferior donde seguramente Gerben nos esté esperando para que le contemos las novedades que hayan ocurrido.

Nos adentramos al minúsculo cubículo que odio con toda mi alma y Niek hace que mi espalda toque una de las paredes laterales, donde al lado están los números para pulsar el piso a donde quieras ir. Suspiro pesadamente, no me gusta sentirme enfermo. Todo esto es una mierda. La próxima vez que me digan de ir a alguna parte y no pueda, voy a negarme rotundamente. Siempre cedo, al fin y al cabo, eso no es bueno.

—Ya estáis aquí —nos dice en cuanto nos ve aparecer cuando salimos el ascensor. Ya no se encuentran en el comedor, sino en el hall de la casa.

—¿Ya nos vamos? —por cómo estaban Diederik y Gerben, juraría que sí. Cada uno llevaba una mochila colgando de su espalda, listos para partir.

La pena de eso es que nos vamos a tener que retrasar un poco más de lo esperado, aunque en verdad estoy ya casi recuperado.

—En teoría si, ¿no estáis preparados? —me fijo en Niek que está a mi lado, y hace una mueca.

—Pues habría que esperar un poco la verdad. Ha habido un percance con Ruud en la habitación —veo a Gerben entrecerrar los ojos en mi dirección. ¡Mierda! —. Le temblaba todo el cuerpo, cuando me he acercado a él y le he tocado el hombro y al segundo ha caído redondo al suelo —mucha información innecesaria dicha, pero bueno, no voy a discutir por ello.

—¿Te encuentras bien? —repaso mentalmente como me encuentro, si me duelen las piernas, los brazos, la cabeza, pero me encuentro bastante bien. No obstante, me siento algo cansado.

En los estados que me pongo cuando ocurren cosas similares, es que venga el agotamiento a mi sistema y no salga.

—¿Podemos irnos ya? Antje nos está esperando allí desde hace rato. Me ha informado que esta todo tranquilo por ahora, pero que ha escuchado a uno de los guardias que dentro de una hora y media se hará el relevo. Así que hay que darnos prisa. El lugar cerca no se encuentra. Mínimo cuarenta y cinco minutos vamos a tardar en llegar, si pisamos el acelerador, en menos.

Una sonrisa se le asoma a Diederik. Vaya, vaya, parece ser que le gusta la adrenalina y la velocidad a este chico.

Resoplando, avanzo junto al hermano del chico adrenalina hacia la puerta de la entrada. Cuando estoy cerca del cuerpo de Gerben, me habla en susurros para que no lo escuche nadie más.

—Sé que deberíamos quedarnos para que puedas descansar. Sin embargo, debemos hacer esto lo antes posible. Estaríamos un paso más cerca de ellos, de saber la verdadera razón por la que tienes esas dos pieles, más de una sangre y porque tienes esos problemas con los que ya te estas familiarizando.

—A eso se podía ir mañana perfectamente, ¿por qué tienes tantas ganas de ir? ¿Qué secretos guardas Gerben?

Como yo no estaba hablando en susurros. Las personas presentes en el hall de la casa se nos estaban quedando mirando sin entender la situación.

—Yo lo necesito para saber la verdad de mi propia existencia, ¿tú que excusa vas a poner? —hablo entre dientes.

Sin querer esperar una respuesta de su parte, quito el brazo de Niek, que aun sostiene mi cuerpo y salgo de la casa dando un fuerte portazo. Todas las personas guardamos secretos, pero esto es algo importante y más para mí. Y él sabe a la perfección que no es problema suyo. Ahora bien, ayuda en todo lo que puede, aunque el tema no le toque a él.

Entonces, ¿por qué tanto ímpetu por descubrir cosas? Es que no me entra en la cabeza, algo no cuadra en este rompecabezas.

¿Puede estar trabajando para Lodewijk y me va a llevar directo a la boca del lobo? Ya me está dando miedo todo esto y la desventaja que tengo es que mi padre esta postrado en una cama sin poder despertarse y con una grieta en su antebrazo, que me impide acercarme a él.

Me siento en el último escalón, cierro los ojos y me llevo la mano a la cara. Necesito un poco de paz mental para poder pensar todo bien.

El sonido de un móvil hace que me concentre en el sonido e intente buscarlo. No sabía que lo llevaba encima el mío, pensé que estaba en mi cuarto. Meto mi mano en el bolsillo de mi pantalón y lo saco de ahí, viendo el nombre de la persona la cual me llama.

¡Creo que me ha extrañado!

Dime querida mamá —digo nada más coger la llamada —, ¿se te ha perdido algo? ¿Algún llavero? ¿Un perro? Perdón, me estaba refiriendo a alguno de tus más fieles acompañantes —digo en un sarcasmo bastante notable.

No estás en condiciones de hacerte el gracioso. Te tenemos comiendo de nuestras manos querido Rudolf.

¿De qué habla la víbora?

Antes de que me sueltes alguna estupidez de las tuyas, ¿sabes quién ha venido a visitarme? —silencio tras la otra línea. No oigo susurros del otro lado — ¿Te ha mordido la lengua el gato? Ya que no me quieres contestar, te lo diré de una vez. Hannie y Marten están aquí conmigo, cuidando de mi padre.

La llamada se corta al momento.

¿Ahora quien está en las manos de quién? ¿A caso se pensaba que era manejable? No me conoce en lo absoluto.

Antes de ni siquiera guardar el móvil me llega otra llamada. Estoy a nada de tirar el teléfono lejos de mí y no saber nada más de estas personas que lo que van a hacer es volverme loco para toda la vida.

Me llevo el teléfono a la oreja y espero a que la persona que está al otro lado comience a hablar. No pienso ser el idiota que lo haga.

¿Qué le has hecho a mamá?

¿Este que se piensa? ¿Qué Annelien es una santa? ¿Un ángel caído del cielo?

¡Habla Ruud, no te quedes callado joder! ¿Qué le has dicho? —aparto el móvil de mi oreja, al final tendré que ir a un otorrino para que me pongan un sonotone porque me van a dejar sordo a mi corta edad con tanto grito que dan.

¿Puedes dejar de ser un nene de mamá y abrir los ojos? Ella sabe a la perfección que no me voy a quedar callado como un niño pequeño cuando le regañan. No le tengo miedo. Me ha hecho miles de cosas y aquí sigo, enfrentándola. Y si tanto te preocupas por ella, pregúntale.

Quiero saberlo por ti, dímelo —exige saber Mannes. ¡La lleva clara! —pongo el móvil en el escalón a mi lado para poder quitarme la sudadera. Es en ese momento cuando me doy cuenta de que una luz roja me está apuntando justo en mi hombro izquierdo.

Me levanto rápidamente, olvidando mi teléfono ahí y avanzo hasta llegar al muro que hay para separar el terreno de la casa con la calle al otro lado.

Quizás mi madre tenía razón, me tenían en la palma de sus manos. Me tienen vigilado las veinticuatro horas, ¿tendrán órdenes para disparar?

Me quedo pegado al muro sin moverme, miro si puedo ir hasta alguna parte para poder entrar en la casa sin que me estén apuntando, pero no veo nada.

Oigo la puerta de la entrada abrirse y mi mirada se dirige a ese lugar. Mis ojos se abren a más no poder, y solo me da para decir:

—¡Cerrad la puerta! —grito —el que creo que es Diederik mira en todas las direcciones para saber quién le ha hablado —¡Entrad dentro y no salgáis! —no hace caso. El punto rojo se instala parpadeante en la parte donde se encuentra su corazón —¡Joder Diederik, metete dentro, te están apuntando! ¡Hazme caso por el amor de Dios!

—¿Qué está pasando? —sale de dentro Gerben y se pone al lado de su sobrino mayor. ¡Estupendo! Parece ser que la cita para el otorrino va a ser para ellos, lo necesitan más que yo al parecer.

—¿Qué pasa? Que os están apuntando y vosotros no me hacéis caso. Meteos de una vez en casa y poneros a salvo por favor.

—¿Dónde estás Ruud?

—Frente a ti, en el muro, pegado a la pared, ¿Sabes por donde puedo entrar en la casa que no sea subiendo las escaleras?

—Por el garaje, pero esta algo lejos, hay que dar casi toda la vuelta a la casa para poder llegar.

¡Joder!

—Frans, Kort —mete la cabeza Gerben por la puerta semi abierta, llamando a los dos guardias.

Las dos robustas personas salen de dentro de la casa y se ponen delante de Diederik y de Gerben con sus armas en mano.

—Cubrirle a Ruud, tiene que llegar sano hasta aquí —les indica el amigo de mi padre muy serio.

Menos mal que lo está diciendo alto, si no, no me enteraría de nada de lo que están diciendo, ya que estoy lejos, y hay que agregarle que estamos a oscuras, ya que el sol ya se ha ido hace un buen tiempo.

—Cuando te de la señal corres como si tu vida dependiera de ello, Ruud —me explica lo que tengo que hacer.

—Tengo que coger el móvil primero.

—Se puedes comprar otro.

—No, voy a coger el móvil, será solo un momento —como lo conozco, sé que se está cagando en todos mis muertos, pero me da exactamente igual.

—¡Ahora Rudolf! ¡Corre!

En el momento que mi cerebro capta las palabras de Gerben, mis piernas se ponen en funcionamiento y salgo corriendo hasta coger el móvil.

Un primer disparo roza mi brazo, en cuanto estoy por la mitad de la escalera, debo parar, el escozor inunda mi sistema. Con mi otra mano intento que pare el sangrado. Cuando separo mi mano, me doy cuenta, de que no solo ha sido un roce.

¡Serán hijos de puta! Me voy a cagar en ellos cuando los tenga en frente de mí.

—Sube ya Ruud, te vas a desangrar —no va a pasar nada, el escozor no dura tanto, ya que por mi condición las heridas se regeneran muy rápido, mis tejidos se ocupan por ello, y expulsan la bala de mi sistema.

Esta Gente no sabe con quién se mete. ¿Mi madre no les ha dicho que a mí no me pueden hacer daño? Quizás solo debilitarme.

Y eso es lo que siento de nuevo. Antes de cerrar los ojos y quedarme dormido, veo mi piel amarillenta. 


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