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23


RUUD

La llamada de mi hermano me había trastocado bastante, no sabia como reaccionar. Me encontraba en cuclillas con las manos tapando toda mi cara. Los ojos los mantenía cerrados con fuerza.

¿No voy a tener una vida libre? Me estoy comenzando a cansar verdaderamente de esto. Estoy cansado, agotado y no solamente físicamente, también me repercute mucho mentalmente.

Mi bombilla de ideas, esta estropeada y no funciona, no se me ocurre nada, pero, ¿voy a tener que huir de mi madre toda mi santa vida? ¡Seria agotador!

Suelto un grito para desahogarme, no creo que me escuchen, estoy en el garaje y la casa de Gerben es inmensa.

Me quedo así por un rato no quiero subir, se me está ocurriendo una locura, pero en el estado en el que se encuentra mi padre, no podemos hacerlo. Además, de que nos ha costado mucho salir de Louis Lake.

No sé cuántos segundos, minutos u horas pasan porque para mí, es como si se hubiera detenido el tiempo. Siento una mano posarse en mi hombro derecho. Me sobresalto por la impresión, ya que pensaba que me encontraba solo. Caigo al suelo de lado, haciéndome algo de daño en mi hombro izquierdo. Mis ojos van hacia la única persona que podría bajar hasta aquí y me sorprende verle con un semblante serio y preocupado, bajo rápidamente la mirada.

¿Me habrá escuchado gritar?

—¿Te encuentras bien, Ruud? —aun no estoy seguro de poder mirarle a la cara por mucho tiempo. Me encuentro indefenso, sin una brújula la cual me guie por donde seguir y lo más importante, que debo hacer.

—Sí, me encuentro bien, ¿por qué has bajado? —pregunto algo inseguro y con muchos nervios.

—He escuchado gritos que venían de aquí abajo, ¿qué te sucede Ruud? Puedes confiar en mí —ahora sí que mis ojos suben para mirarle a los ojos y no apartar mi mirada de allí.

Suelto un largo suspiro y empieza un debate en mi mente para decidir si le digo lo que me pasa o lo reservo para mí mismo. Llego a la conclusión de que siempre va a ser mejor que alguien te escuche y te aconseje.

—Mi hermano ha llamado —suelto de golpe. No lo he dicho demasiado alto, es más, lo he dicho más en un susurro, pero creo que Gerben tiene el oído muy fino, y ha escuchado a la perfección.

Inmediatamente abre mucho los ojos.

—No puede ser—da un zapatazo al suelo —. ¿Por qué las cosas siempre se tienen que complicar? Es un estrés continuo para las personas. ¿Qué te ha dicho? —habla de carrerilla que casi no logro entender las palabras que ha dicho.

—¿Cómo? —al decir eso me da un margen de tiempo para poder procesar lo que me ha dicho mi hermano y poder relatarle como se han dado las cosas —Me ha dicho que mi madre está furiosa y si viene es para matarnos.

La cosa cambia de un momento a otro. Me fijo en Gerben que ahora se encuentra pensativo con la mirada fija en un punto muerto sin decir nada.

—¿Gerben? —le llamo.

—Silencio Ruud, estoy intentando pensar en cómo tu madre ha podido averiguar tan rápido que os habéis ido de Louis Lake y sobre todo que lo hayas hecho tú —no me rio para que no se lo tome a mal.

—Gerben, deberías aprender más cosas sobre mi madre. Ella tiene muchos contactos, es normal que lo haya averiguado ya. No obstante, también me ha sorprendido.

Mi madre ya nos tenía vigilados y sabía a la perfección que nos íbamos a ir de Louis Lake, solo era cuestión de tiempo. Seguramente habrá tenido a alguno de sus hombres vigilándonos, a la vez que nos seguían y veían que hacíamos.

—¡Tu madre es una gran hija de puta! —no dice nada nuevo —Con perdón de tu abuela —me incorporo sentándome en el suelo y me encojo de hombros.

—No sé nada de mi abuela hablando sinceramente.

Conozco más a mis abuelos paternos que a los maternos y se debe a la relación que mantiene Annelien con ellos, que es casi nula. Solo ellos saben porque se distanciaron y ahora no se dirigen la palabra, pero lastimosamente, Mannes y yo no tenemos relación con ellos.

—Vamos —me tiende la mano para ayudarme a levantarme —, seguramente cuando se despierte tu padre querrá verte.

Mientras le doy la mano para que pueda levantarme del suelo.

Lo miro fijamente a los ojos con mucha seriedad.

—No le diremos nada está demasiado delicado para que esto le trastoque más. Es mejor que no esté al tanto de esto —Gerben niega con la cabeza —. Soy consciente de que esta igual de metido hasta el fondo como yo, pero sabemos que mi madre solo lo está utilizando para poder llegar a mí y eso es indiscutible.

—Tú sabrás lo que haces —empieza diciendo —. Al fin y al cabo, sabes a la perfección que tu padre no te va a dejar solo en esto, si tiene que morir para salvarte lo hará. Él sabe más cosas de las que crees, Ruud —suelta un suspiro, ya que seguramente ha visto mi cara de no entender una pizca por donde está yendo la conversación —. Tus padres se conocen de hace años. Bueno primero, antes de decirte algo más te aclarare algo. Todo lo sé por tu padre, no imagines cosas raras. No conozco a tu madre.

¿Tantas veces debía aclararlo? Escuchare todo no quiero sacar conclusiones antes de tiempo.

—Como he dicho anteriormente, conozco a tu padre hace años. Ludger siempre había sido muy reservado, y muy cerrado al conocer a otras personas. Tu madre por el contrario, por lo que me hablaba él, siempre le ha gustado estar rodeada de personas, tener a un séquito detrás de ella haciendo lo que ella diga; una manipuladora nata, resumiéndolo.

¿Cómo es que han podido terminar juntos, si son completamente distintos? ¿Ludger también fue manipulado por esa víbora?

—Deja de pensar en negativo Ruud — ¿cómo sabe que estoy pensando en lo peor? ¿Ahora lee mentes?

Gerben niega con la cabeza.

—Que desastre de niño —murmura lo bastante alto para que yo pueda escucharle —. Voy a seguir —me comunica —. Tu padre jamás, y escúchame bien con esas orejas que tienes. Nunca fue uno de los sumisos de Annelien. Ella es demasiado inteligente y malévola a la vez —lo sé a la perfección ese hecho —, ella se hizo la buena, Ludger al principio no le creía ni un pelo, pensaba que estaba haciendo un papel para ganarse su confianza, engañarle y así poder controlarle. Así que el decidió jugar al mismo juego que ella. Tu padre siempre ha pensado que tu madre siempre ha tenido un lado bueno, aunque nadie lo haya visto, lo esconde muy en el fondo. Palabras textuales de Ludger.

—Tengo una pregunta —Gerben asiente con la cabeza, diciéndome sin hablar que me condecía la palabra para preguntar —. ¿Al jugar, se olvidó que eso era un simple juego?

Gerben apartó la mirada, y justo en ese momento supe la respuesta. Si había caído a los pies de la víbora. Por lo menos podemos decir, que él es inmune al veneno que desprende las serpientes, y más de lo que es ella. Se enamoró, pero jamás fue igual que ella, la ama por lo que vio en ella, no por lo que se convirtió y lo que ya era en su momento.

—Creo que una parte de él era consciente de que estaba mal y que solo era un juego, pero hay momentos en la vida que el corazón es el que manda y no hay manera de llevarle la contraria.

Es algo nuevo para mí. Jamás he sabido una parte de su historia y ahora por lo menos se una pequeña parte de ella; no está nada mal para ser el comienzo.

—En fin, resumiendo, tu padre conoce a la perfección a su mujer, no tendrá su maldad los dos lo sabemos, pero tienes sus cartas guardadas —lo veo respirar y cierra los ojos mientras lo hace, y cuando termina de hacerlo vuelve abrirlos y sigue diciéndome lo que estaba hablando —. Si Annelien te toca un pelo él va a responder, no te dejara solo. Si debe morir a causa de lo que haga tu madre solo para defenderte lo hará.

Mucha información para poder procesar en un solo momento, no doy abasto. Mi cuerpo se tensa y las sensaciones que tengo no son para nada buenas. No tengo intención de que la única persona que tengo en este mundo a mi lado, me deje a la deriva y sin ninguna referencia. ¡Me niego!

—¿Y tengo que dejar que venga conmigo? ¡Puede morir! —estoy al borde de perder los nervios y no es bueno.

—¡Es por tu bien!

—No está en condiciones y lo sabes bien. Ahora mismo se encuentra en la cama.

La discusión tan absurda que tenemos no nos va a llevar por un buen camino. Así que, sin más, paso por su lado y empiezo a andar hacia las escaleritas para salir del garaje de una vez, no sin antes coger las dos mochilas.

Subiendo las escaleras oigo por detrás de mí los pasos de Gerben siguiéndome. Obviamente ira también al primer piso. Miro de reojo por encima de mi hombro y lo veo con la mirada puesta en los escalones, como siga así, se va a dar tal porrazo que vamos a tener que ir al hospital.

—¿En qué habitación se encuentra mi padre? —pregunta con un tono bastante bajo.

—En la primera planta, si vas por el ascensor a mano derecha, la segunda puerta —muevo la cabeza en un asentimiento y acabo de subir las escaleras de caracol para ir directo a donde me ha dicho.

No me fijo en nada de lo que hay a mí alrededor, ya tendré tiempo de inspeccionar bien la casa porque muy pronto de aquí no me voy a ir, tengo ese presentimiento.

—En una hora te llamaré —escucho a Gerben decirme.

—¿Para qué me necesitas? —me giro para estar cara a cara.

—En nada el sol se va a esconder, y la piel de serpiente va a aparecer por todo tu cuerpo, es el momento perfecto para poder investigar tus condiciones, aparte que podemos descubrir de dónde vienes.

¿Tengo curiosidad por saberlo? Muchísimas. Pero a la vez, tenía muchos nervios encima.

—¡De acuerdo! En una hora ve a buscarme a la habitación de mi padre. Me encontraras allí, no me moveré de su lado —lo digo seriamente. No quiero que le pase nada más, estoy harto de que siempre por una cosa o por otra acabemos afectados por algo.

Me doy la vuelta, cuando Gerben se dirige a alguna parte de la casa, y pulso el botón del ascensor. La puerta se abre enseguida y me adentro en el interior. Pulso el uno y se cierran las puertas inmediatamente, una vocecita habla en cuanto llegamos al primer piso. Salgo del pequeño cubículo el cual se llama ascensor y empiezo a caminar por el pasillo que tengo a mi derecha.

Llego a la puerta que me ha dicho Gerben que es en la que se encuentra mi padre y toco flojito. Entro sin que me den permiso, ya que estoy casi seguro que se encuentra dormido. Efectivamente; una vez que estoy en el interior de la habitación y reafirmo lo que he pensado segundos antes de entrar.

Ludger se encuentra plácidamente dormido boca arriba y tapado hasta los hombros con una colcha azul marino.

Me acerco despacio hacia la cama tan enorme en donde se encontraba, le sobraba cama por los dos lados. Dejo en un sillón las dos mochilas que llevo colgando del brazo y me acerco a él.

En cuanto me siento a uno de los lados de la cama, Ludger se remueve entre las sábanas. Empieza a balbucear cosas sin sentido, en este momento parece un niño que está teniendo una pesadilla.

—¿Papá? —lo llamo mientras intento que se despierte, zarandeándolo con cuidado.

—¡Es peligroso, no entres ahí! —grita y de repente abre los ojos de par en par y se sienta en la cama con la espalda bien recta, segundos después vuelve a tumbarse y cierra los ojos.

¿Qué coño acaba de pasar? Pongo los pies en el suelo y voy muy rápido para salir de la habitación e ir en busca de Gerben. Hago el mismo recorrido de antes para poder bajar al piso de abajo, pero cuando iba a darle al botón del ascensor, el mejor amigo de mi padre venia andando desde la otra dirección.

—Gerben, necesito preguntarte algo. Acaba de ocurrir algo extraño —hago una mueca.

—¿Ha sucedido algo con tu padre? —asiento.

—Sí, es como si hubiera tenido una pesadilla —se queda pensando por unos segundos, hasta que por fin abre su boca para articular alguna cosa.

—No hay que dejar que se duerma. No sé qué le han implantado en su sistema, que le producen esos efectos. También tendré que investigar su organismo. ¡Vamos! —si cuando digo que esto no podría ir peor mentiría. Vamos cuesta abajo y sin frenos. Le sigo mientras el sigue diciéndome cosas —Vamos a llevarlo al laboratorio, pero antes hay que intentar despertarlo, si no podemos, me ayudaras a llevarlo —suspira pesadamente y sigue hablando —. Lo tuyo va a tener que esperar un poco más.

—No hay problema, necesitamos a mi padre sano. Esto no va a funcionar si él no se encuentra con sus cuatro sentidos y activo.

—Razón no te falta Ruud —abre la puerta y la deja abierta para que yo me adentre igualmente al cuarto —. Ponte al otro extremo de la cama —me indica, él ya está justo delante de una de las mesitas. Cuando llego a la posición que me ha indicado me subo a la cama e intento despertare.

—¿Papá? —nada, duerme como un bebé de nuevo —Quítale la cocha —le indico a Gerben, ya que yo no puedo por haberme subido encima.

—¿Qué es esto?

—¿Qué es qué? ¿Qué sucede? ¿Qué tiene? —mis alarmas se encienden de nuevo.

—En el antebrazo tiene una raja agrietada que parece como si tuviera lava y estuviera viva.

Vaya cosas extrañas nos ocurren a los Tholberg, increíble. Parece ser que a mi madre le gusta la química y ha decidido experimentar a lo grande.

—Vamos a llevarlo al laboratorio inmediatamente, no puede esperar más. Quizás es esa raja la que le consume por dentro, le produce inconscientemente las pesadillas y es por ello ese comportamiento que está teniendo.

Antes de bajar al suelo me paso una mano por mi cara, para poder despejarme un poco, pero no puedo. Necesitaría dormir. Sin embargo, haría todo menos relajarme.

—Ayúdame Ruud, solo no puedo —me deslizo por la cama y llego a los pies de la misma, por ahí bajo al suelo y me sitio a uno de sus lados.

—Cógele del hombro, porque como tires de su brazo le va a doler cuando despierte.

—Es verdad —con cuidado Gerben hace lo que le digo. Sigo dándole instrucciones de cómo moverlo. Poco a poco y con paciencia se va acercando a la orilla —. Mierda, se me ha olvidado coger la silla de ruedas para poder desplazarlo hasta allí. Quédate aquí, vengo en unos minutos —me comunica mientras se va como una bala de la estancia.

Mi mirada se posa en las cortinas semi abiertas por donde ya casi no entra luz natural porque el sol ya se está ocultando dando paso a la noche.

Justo un poco más arriba de la mesita de noche se encuentra el interruptor de la luz, la enciendo, y se ve todo más claro.

La piel de serpiente empieza a aparecer poco a poco, hasta que se asienta en mi cuerpo. La hendidura que tiene mi padre en el brazo, late lentamente que parece como si tuviera un rio de lava allí. Me acerco un poco más y parece que va a explotar y va a salir todo para afuera. Me alejo y me apoyo en la pared a esperar a que venga Gerben con la silla. A mi parecer tarda bastante, y yo no puedo acercarme mucho a mi padre en estos momentos, así que no seré de gran ayuda.

El sonido de la puerta se hace presente, cuando ya estaba despotricando mentalmente sobre él. ¡Qué oportuno!

—¿Qué haces ahí? ¿Por qué no estas supervisando que no se caiga?

—No me puedo acercar, y por eso lo hago desde aquí.

—¿Qué es eso de que no puedes? ¿Qué ocurre? —dice sin entender lo que pasa, y es normal.

—Cuando me he acercado, su hendidura del brazo, parece que va a explotar en cualquier momento y creo que es por la piel de serpiente, no sé —me encojo de hombros —. Por sea caso no me hagas acercarme mucho a él hasta mañana por la mañana que ya no la tendré.

—Vale, te mantendrás al margen. Por si te necesito estate cerca —me pide.

—De acuerdo. ¿Dónde está el laboratorio?

—En el piso de arriba, por obvias razones vamos a ir en ascensor —cuando estamos ya en el pasillo, voy hacia el elevador, pero Gerben me para.

—En ese no iremos, aparte de que no es muy grande, hay uno en la otra ala, que conduce directamente al laboratorio.

No quiero sorprenderme mucho, pero es que esta casa está muy bien equipada, hay de todo, yo con mi cabaña estoy de lujo. Esto parece una selva en comparación y con miles de casas a su alrededor.

—Pareces bastante sorprendido.

—No parezco, lo estoy —recalco. Él suelta una carcajada y niega con la cabeza.

—Camina anda. Aquí están las llaves —me las tiende para que las coja —. Cuando estemos en el ascensor, hay que meter la llave para que pueda subirnos si no nos deja en el mismo sitio parados.

—¿Sin esta llave no puede entrar nadie?

—Exactamente, y es la llave original. No hay ninguna copia, solamente puedo entrar yo con personas que yo autorice que entren.

—Entendido —quiero verlo ya estoy ansioso. Nunca he entrado a uno y me pica la curiosidad de cómo es uno.

Nos introducimos los tres al ascensor y yo pongo la llave en la ranura para que pueda girarla y poder subir. Otra vez la vocecita habla e indica que hemos llegado. Primero dejo que salga Gerben con la silla de ruedas en la que lleva a mi padre y finalmente salgo.

En este momento querría tener más de dos ojos para poder ver todo lo que tengo a mi alcance. Avanzo pasito a pasito, muy despacio para no perderme nada.

—Alguien por aquí parece estar maravillado —veo a Gerben asomarse por encima de unos estantes llenos de probetas —. Ven aquí, estoy poniendo a tu padre en esta silla. Tengo que remangarle la manga, para poder sacarle sangre y examinarla —fija su mirada en la pared para no mirarle y creo que no vienen buenas noticias. Por otro lado, yo me pongo recto y cruzo mis brazos —. Mis peores temores son que la sangre, no sea sangre.

—¿Qué dices?

—No debería ser tan raro para ti, la tuya no es sangre normal tampoco.

—¿Y cómo sería? —mi ceño se frunce.

—Lava.

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