17
RUUD
Después de tres días intensos de acción que me los proporcionó todos mi madre llevo ya tres días relajado, con la rutina que llevaba antes de que pasara todo esto.
No se si debo ver bien que mi madre me haya dejado en paz o temer un poco. No confío nada en ella en cualquier momento se puede plantar en la puerta de mi casa con alguna sorpresa de las suyas. Lo que si sabía a la perfección es que Annelien no ha salido de Lake Louise en estos días.
Como mi padre no se fiaba demasiado y no me quería dejar solo por sea caso su mujer venía aquí mientras el estaba ausente comprando en el pueblo. Bajaba con él y volvíamos rápidamente.
Las miradas curiosas de los pueblerinos no faltaban, parecía que haya donde vayamos nos seguían con la mirada sin despegar sus ojos de nosotros, mientras cuchicheaban entre ellos.
Las conversaciones eran distintas, pero al fin y al cabo, habablan de la misma persona; de mi.
Ahora mismo nos encontrábamos en el mercado del pueblo para comprar la comida de hoy y de mañana. Ya que al día siguiente era domimgo, por lo tanto es festivo, y estaba todo cerrado.
—¿Siempre se comportan así? —mi padre seguramente esta algo desconcertado por cómo se comporta la gente que nos mira cada dos segundos es algo incómodo, pero yo ya estoy más que acostumbrado. La gran diferencia de ahora es que algunas personas, te miran con desdén por los rumores que se han esparcido por todo el pueblucho.
—Sí, aunque ahora me miran con extrañeza y terror plasmadas en sus caretos. Por eso mismo no estoy prestando atención —mis ojos se desvían de los de mi padre, para ponerlos en frente; una mala idea en mi opinión. Venia caminando por ahí mi hermano y Ewout que ahora parecían mejores amigos de toda la vida —. Lo más importante ahora es limpiar mi nombre —vuelvo a mirar a mi padre. Sin embargo este tiene fijo sus ojos en Mannes; mierda lo ha visto —. ¿Papá? ¿Me escuchas? —intento llamar su atención.
Mi padre menea la cabeza de un lado a otro para despejar sus pensamientos y vuelve a prestarme atención.
—¿Qué decías hijo? —si no fuera mi padre, lo mandaría a la mierda.
—Necesito limpiar mi nombre, por lo menos que no me incriminen con un asesinato. ¡Hay que hacer algo! —digo desesperado.
—¿Y qué propones?
No estoy muy confiado en decirle mi plan, el cual tengo de hace días. Puede que no me deje ni hacerlo. No obstante, había que intentarlo.
—Hay que entrar en la morgue —bajo mucho el tono de mi voz, para que nadie excepto él escuche.
Paramos en seco a la entrada del mercando, ya que nos estábamos yendo de allí, las compras ya estaban hechas. Mi padre se pone frente a mí dejándome sin visión.
Le hice un gesto a mi padre para que nos quitáramos de en medio de la puerta del mercado y me hizo caso.
—¿Tú estás loco?
Estaba seguro que no le iba a gustar nada esta idea de entrar la morgue infringiendo la ley.
—Papá, pero es la única forma de saber y estar seguro que yo no le hice nada. Que mi sangre se la inyectaron por vena.
—Primero, relajémonos —pide —. No quiero que ilumines la cuidad ahora —razón tenía.
—Papá, esto no es una ciudad —me rio.
—Lo mismo da —le resta importancia.
Nos quedamos en completo silencio, aunque sabía que esta charla no había acabado, seguiríamos en casa porque aquí en la calle no era el lugar adecuado para poder hablar de esto temas.
Alguien se aclara la garganta justo detrás de mi padre, y este lentamente se pone a la par mía para que lo veamos. Justamente son mi hermano y Mannes que los habíamos visto a la lejanía.
—Cuanto tiempo sin veros —si piensa que lo he extrañado la lleva clara.
—Si hubieras pasado de largo nos hubiéramos ahorrado este momento tan lamentable que tengo que vivir en estos precisos momentos al ver tu cara fea —y no le digo otra cosa porque primero por sus venas corre la misma sangre que yo y segundo, tenemos los mismos padres y como les insulte, mal vamos. Aunque por parte de mi madre no me importaría hacerlo.
—¿Quién ha dicho que no queríamos saludaros? —¿ahora se comporta como mamá?
Este va de mal en peor. Como siempre dicen, siempre se pegan las cosas malas en vez de las buenas.
—¿Tienes complejo de Annelien? —mi hermano me mira confundido — ¿O es que no tienes personalidad propia y suplantas la de tu propia madre? —sonrío de lado — Que bajo caes hermanito, y yo que creía que al menos sabías pensar —señalo su cabeza haciendo referencia a lo último dicho.
Las personas que iban de un lugar a otro por la calle estaban empezando a aglomerarse alrededor de nosotros, seguramente para enterarse de lo que estábamos discutiendo y para tener otro rumor del cual poder hablar.
—¿Se os ha perdido algo? —levanto mi barbilla para poder mirar por encima a toda la gente que no se movía ni para ir a hacer sus cosas, es más interesante quedarse viendo como hablan varias personas de temas que no les incumben. En resumidas cuentas, querían cotillear un rato —Que yo sepa no estáis invitados a uniros a la conversación —digo totalmente serio —, ya visteis demasiado anoche —elevo una de mis cejas posando mis ojos en cada uno de ellos —. ¡Largaros! No lo quiero volver a repetir —advierto severamente.
—Relájate, baja tus revoluciones —mi padre se ha acercado un poco a mí cogiéndome del brazo me ha de nueva a su par, para poder susurrarme cerca del oído —, que estés enfadado con tu hermano lo entiendo y comprendo, pero esas personas no tienen la culpa.
¿Qué no tienen tampoco la culpa? ¿Quiénes les manda que estén escuchando conversaciones ajenas? ¡Ellos mismos!
Bufo en respuesta.
Siempre soy yo el que me tengo que comportar de buena manera, ¿y ellos qué? ¿Ellos pueden decir lo que quieran después de mí? ¡Eso no lo paso! Que se busquen sus propios cotilleos.
—Entonces me largo yo —lo digo en voz alta para que todo el mundo lo escuche —. En cuento a ti —me dirijo solamente a él —, la próxima vez busca un lugar con menos personas que tú quieras la atención de la gente no significa que yo quiera lo mismo —pasando por su lado, le doy un par de golpecitos en su hombro.
Mi padre que iba tras de mí, vuelve a ponerse a la par mía en cuanto dejamos atrás a todas las personas que se encontraban concentradas allí.
—¿Por qué tratas así de mal a tu hermano? —estoy por abrir demasiado los ojos por la impresión que me ha dado al escucharle decir tal cosa.
¡Un día me dará un patatús!
¿Cómo lo trato? Él me trata mucho peor de lo que lo hice yo. Así que, que no me salga con esas.
—Cada uno tiene lo que se merece —me encojo de hombros —, y él se lo ha venido buscando desde hace días. Ahora se cree que es mamá y puede ser una víbora más.
—Tu madre —gruño —, no es la más cruel en todo esto, ¿te vuelvo a repetir otra vez? —niego con la cabeza, pero el sigue en sus trece y me lo acaba diciendo —Ella es una marioneta más en este circo que tienen montado. Y la persona con la que hay que tener más cuidado es la que está postrada en una cama con un montón de tubos alrededor de su cuerpo.
—¿Y tú piensas que un anciano en cama va a dar más miedo que mamá? —elevo una de mis cejas.
—Si tú supieras...—deja en el aire la continuación de la frase.
¿Era tan malvado como lo pintaba mi padre? No quería tener las expectativas tan altas porque luego me podía dar un golpe mayor.
—¿Dónde se encuentra él? —no le dejo responder todavía, ya que sigo hablando —Quiero ir, me ha entrado la curiosidad.
Sigo andando en línea recta hasta que decido mirar hacia el lado izquierdo donde se supone que mi padre se mantenía a mi lado, pero no estaba. Por lo cual, mire por encima de mi hombro y ahí estaba estático sin mover ni un musculo de su cuerpo y con los ojos muy abiertos.
—¿Qué pasa papá? ¿He dicho algo fuera de lugar de nuevo? —retrocedía mi paso hasta llegar donde se había quedado él.
Mi padre había cambiado tan drásticamente que no lograba reconocerlo. Me retaba al encarar a cualquiera —sabemos a quienes nos referimos perfectamente —. Y como esas no eran las formas adecuadas, venían las riñas. En poco tiempo estaban cambiando mucho las cosas y eso me daba un poco de respeto.
—¿Papá? —vuelvo a insistir. No sé qué le ocurría, pero creo que se ha quedado sin habla.
Me detengo frente a él, manteniendo un margen entre ambos, nos mantenemos en silencio por varios minutos hasta que mi padre abre su boca para hablar de nuevo.
—Ruud —alarga uno de sus brazos y coge uno de los míos para acercarme más a él y así no tener que hablar alto —. Prométeme que no preguntaras ni insistirás en querer saber o ir en busca de Lodewijk.
Antes de siquiera contestar afirmativamente me lo pensé un largo tiempo. Había cosas en juego. Lo primero saber quién era ese anciano y saber que poder tan grande poseía. Tenía que verlo con mis propios ojos es lo que ansiaba hacer. Segundo si lograba dar con Lodewijk tenía unas cuantas preguntas para hacerle, aunque teniendo en cuenta que su cuerpo se mantenía con vida gracias a los tubos que tenía por todo su cuerpo, no entiendo cómo me podría hasta hablar, pero esa duda me la podría quitar cuando lo tuviera cara a cara. Tercero, podría saber más cosas de mi madre y ser plenamente consciente del porqué de su actitud hacia mí.
—Lo siento papá, pero no voy a prometer algo que quizás a la larga puede que rompa —el asombro en las facciones de mi querido padre era notorio.
—Ruud —advierte con solo pronunciar mi nombre.
¿Qué quería que hiciera? Necesito acabar con todo esto. Tengo una gran responsabilidad sobre mis hombros, que es ser cómplice de quedarme callado y no decir nada al respecto sobre la muerte de ese chico.
—Papá entiéndeme de una vez —suspiro con pesadez —, necesito limpiar mi nombre —me señalo a mí mismo con mis dos dedos índices en mi pecho.
—¿Y tú no entiendes que es demasiado arriesgado? ¡Es muy peligroso! —Ludger al decir eso tan deprisa tuvo que parar unos segundos para respirar y poder seguir hablando adecuadamente — ¿Te piensas que es fácil ir hasta su casa y hablar con él? —mi padre niega con su cabeza y prosigue de nuevo —No creo que puedas burlar a sus guardaespaldas —cuando creo que ya no va a decir nada más, se dispone a decir lo último —, que no son pocos cabe destacar.
No íbamos a llegar a ninguna parte, cada uno teníamos nuestro punto de vista y no creo que podamos ceder.
—¿Cómo puedes saber tanto sobre ellos? —tengo mucha curiosidad por la respuesta que me puede llegar a dar —No serás uno de ellos, ¿verdad? —mi padre estalla en carcajadas al escucharme decir aquello.
—Vamos a casa estas bolsas pesan —alza un poco las bolsas para que mis ojos las aprecien —, claro como tú no llevas ningún peso te da exactamente igual, pero lastimosamente para ti, a mi si, así que andando.
Antes de poner rumbo hacia la cabaña mi padre me tiende una de las bolsas para que la lleve.
Resignarme a hacerlo sería una total estupidez y poner una excusa tonta no iba a valer para nada. Así que sin decir nada cojo la bolsa y me pongo a caminar derecho a la cabaña.
Pensaba ya que íbamos a mantenernos callados en todo el camino. Sin embargo, ya cerca de casa mi padre prefirió abrir la boca para decir algo.
—¿No te ha parecido extraño que tu madre no estuviera rondando por allí?
Siendo sincero, no. No me ha parecido raro que Annelien no estuviera, posiblemente ella los habría mandado a hacer cualquier cosa. Lo que no alcanzo a entender es por qué siempre se aparecen donde me encuentro yo. ¿Por qué saben el lugar concreto? ¿Será mera casualidad?
—No, tendrá cosas que hacer —le resto importancia.
El resto de camino lo hacemos en silencio, seguramente que tanto para él como para mí necesitábamos paz mental en estos momentos. Ahora bien, siempre pasa algo inesperado últimamente. El cielo se vuelve negro, aunque en los relojes marquen el mediodía. ¿Qué estaba pasando? ¿Algo iba a ocurrir? Mis ojos se enfocaban en una sombra que se estaba moviendo de árbol en árbol. Aun así, no lograba ver quién o qué era. No es hasta que se planta frente a nosotros que veo quien es.
—Teunis...—pronuncia mi padre su nombre con algo de temor y sin creer que lo tiene a solo dos pasos de distancia.
Yo aprieto mis dientes de mala leche.
¿Qué quiere? ¿Qué hace aquí?
—Relájate fenómeno —me habla directamente a mí yo simplemente miro hacia otro lado para no verle la careta de payaso que lleva —. No me conviene que ilumines todo el bosque se está mejor de esta manera, ¿no? Además, si ocurre algo. No se verá nada si no amanece —giro mi cara para verle como intercala su mirada de mi padre a mí.
¿Qué pretende? ¿Darnos miedo? ¿Quiere matarnos? ¿Puede hacer que no salga el sol?
—¿Estáis de acuerdo con eso? —ni mi padre ni yo responde. Estábamos bastantes cohibidos con lo que nos acaba de decir para que respondamos a algo de lo que dice —Os he preguntado algo —grita tan fuerte que casi me revienta los tímpanos. Este ser no sabe que si alguien está cerca no hace falta gritar. Si tengo que ir al otorrino por mi mala audición auditiva le haré pagar por ello.
—¡Me vas a dejar sordo, hombre! —Teunis no me mira con buena cara, pero como me da igual sigo con lo que tenía ya pensado decir —Que por gritar no vas a tener la razón, es más, te la quita —le apunto con el dedo. Me encojo de hombros —. Y aparte de eso te tengo que decir otra cosa —mi pie izquierdo se desplaza hacia delante y mi cuerpo se inclina con el —. Nunca —le digo —, mírame bien —me mira desafiante y yo sonrío al mismo tiempo —, nunca, te voy a dar la razón en algo.
—¡Mocoso!
—Gracias —se piensa que diciendo esas cosas me sentiré mal. Niego con la cabeza. Este no sabe nada.
—¿Así educas a tu hijo? —mi mal genio estaba creciendo y solo ha bastado que este zopenco de persona abra su grande bocaza.
Se ha vuelto parlanchín de la noche a la mañana. Desde que lo conocí ese día mucho no ha abierto su pico para parlotear.
—Tengo mejor educación que tu gracias a mi padre —pongo mi mano izquierda en su hombro —, porque si dejaba que me educara mi madre... —dejo suspendida en el aire la oración.
—Cuidado con lo que dices de tu madre —advierte amenazándome. Mi padre y yo compartimos un par de miradas e incredulidad de parte de Ludger.
Él sabe cosas que yo no, pero quiero averiguarlas sí o sí.
—Vamos Ruud —mi padre ya avanzado un poco su paso, apartando el cuerpo de Teunis —. No te acerques a nosotros —le advierte severamente a Ludger. Él otro lo único que hace es soltar risas a diestra y siniestra. Parece un loco descerebrado.
—¿Tienes miedo, Tholberg? —sus gestos verdaderamente daban escalofríos y su mirada ni te cuento. No me ha gustado nada que se haya quitado la máscara.
Las tantas cicatrices que tiene por toda su cara resaltan bastante y más porque no es que se hayan cicatrizado de buena manera, no, estas no se han cerrado para dentro, sino todo lo contrario, y están rojizas como si se las hubieran hecho hace poco.
—Miedo debería darte a ti cuando veas tu cara—mi rostro gira tan rápido para ver a mi padre. Al hacerlo me hago daño, me sobo la parte donde me duele y de mientras veo a mi padre perdido.
¿Cara de espanto? Yo la veo y podría salir corriendo en cualquier momento, da escalofríos con solo verla.
—Porque no has visto la de tu hijo —con algo de temor vuelvo a mirarle.
—Normal, con esas cicatrices en tu cara es normal que la gente se espante. No sé cómo se atreven a mirarte —Teunis bufa, pero mi padre ignora ese sonido —. Menos mal que tu padre no te puede ver que seguro que saldría corriendo —Ludger me coge del codo y hace que camine junto a él.
En menos de cinco minutos llegamos a la cabaña y dejamos las bolsas encima de la pequeña encimera que hay.
—Papá —le llamo mientras él está colocando las cosas dentro del armario. Hace un sonido con la garganta para que sepa que me está escuchando —. ¿Te puedo hacer una pregunta?
—Claro —dice tranquilo.
—¿Quién es el padre de Teunis? —tengo la sensación de que sabe quién es y a mí me lo ha dicho. ¿Será Lodewijk? — ¿Es el anciano llamado Lodewijk? Algo has dicho de que no lo podía ver, pero si oír, y recuerdo que me has comentado que ese hombre mayor estaba en una cama.
—Eso han sido dos preguntas. Pese a ese hecho, te las responderé —rio suavemente. Mi padre estaba más raro de lo común. Hace cosas raras con los brazos para relajarse. Después de eso empieza a decirme lo que quiero saber y con ansias de saberlo, escucho atentamente —. El padre de Teunis efectivamente es Lodewijk —Ludger soltó un largo suspiro —, te contaré un poco de lo que sé.
«Teunis y Lodewijk siempre han tenido sus más y sus menos, ha habido épocas en las que no se han dirigido la palabra en lo absoluto. Es más, yo llegué a pensar que no se hablarían más en la vida, pero una vez más la vida da un giro inesperado y Teunis fue en busca de su padre cuando se quedó sin nada, que fue poco después cuando conoció a tu madre y fue ahí cuando la reclutaron. Lo que no sé muy bien es como volvió a tener la plena confianza de su padre cuando pasó lo que pasó.»
—¿Y qué sucedió con Teunis para que no se hablará con su padre? ¿Y tú como sabes tanto? Que yo sepa cercano de ellos no eras o eso me has dicho —de nuevo mi padre se encontraba nervioso.
—Aún no puedo decírtelo, lo siento —se lamenta.
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