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15


RUUD

Ahora que todos estábamos sentados, nadie se atrevía a mirar a nadie. Yo tenía la mirada puesta en el techo, y no tenía ninguna intención de apartar de ahí mis ojos, ni mucho menos hablar todavía. A parte no era el único que se encontraba en estas condiciones.

—Bueno, ya nos hemos mantenido por varios minutos callados —yo diría que fue más que varios minutos —. ¿Ruud? Si no recuerdo mal, dijiste que ibas a seguir relatando lo que quedaba —siendo sincero, no tenía ninguna gana de hacerlo.

En cuanto pongo en la posición adecuada mi cabeza, tengo que sobar un poco mi cuello, porque esta algo adolorido. En eso oigo murmullos pertenecientes de dos personas que son las más cercanas que tengo: Annelien y Ewout.

—¿Qué estaba contando anteriormente? —la voz le temblaba. Sería bueno disfrutar de esto.

—Sigue Ruud —indica mi padre con un asentimiento. Yo lo afirmo moviendo la cabeza.

—Cuando llegue a mi cabaña esa noche, aquí dentro me esperaban los oficiales. Mannes estaba también —aprieto mis labios para no decir alguna cosa que no debo e irme de la lengua más de la cuenta.

Desvié mis ojos para ver a mi hermano abriendo muchos los ojos, para luego verme de malas formas. ¿Qué quiere? Si estaba ahí no voy a mentir.

—¿Los oficiales vieron...? —mi padre no termino la pregunta, pero me podría imaginar a que se refería al formularla y dejarla a la vez en el aire. Yo asentí con la cabeza.

—No llevaba la capucha puesta —hago una mueca —. Además, casi nunca hay personas por aquí, rara vez las hay —me encojo de hombros —. Y siéndote sincero, yo no imaginaba que me esperarían dentro ni fuera de mi casa porque ya era bastante tarde. Pensé que esperarían hasta el día siguiente. Me encontraba agotado mentalmente y tú mujer no es que fuera precisamente una buena cura para que me relajara. Desde que pisó este pueblo no ha parado de atosigarme.

Las miradas van a parar a mi madre y ella emboza una sonrisa y se ensancha más cuando sus ojos se posan en los míos.

—Víbora.

—Perdona, pero yo por lo menos no soy un fenómeno que lleva tres sangres en su sistema y que se convierte al atardecer en medio reptil —ella creo que no es consciente de que me ha parido y tiene quizás algo de culpa de que sea así.

—Igual tú eres el primer fenómeno de esta familia y todavía no nos hemos enterado —digo vacilante mientras que me divierto al ver las caras de asco que hace Annelien.

—No te entretengas más Ruud, ve al grano —acatando las órdenes de mi padre vuelvo a lo mío.

Era bastante difícil contar lo que tengo que hacer con estos tres delante, porque por una parte te pueden interrumpir cientos de veces diciendo gilipolleces y también molestarte con lo que ha pasado días anteriores.

—Lo voy hacer corto esto. Me llevaron a la estación de policía y me retuvieron allí hasta la mañana siguiente. Llame a Mannes para que me viniera a buscar, lo hizo —inhalo y exhalo, porque aquí viene una mentira más de mi querido hermano mayor —. Cuando estábamos de camino, le dije que me dejara en el pueblo, porque quería descansar; no me hizo caso y siguió de largo, pasando el pueblo y yendo a no sé dónde.

—¿A dónde te llevó? —pregunto muy metido en la conversación. Al menos estaba atento.

—Con tranquilidad —mi padre puede ser un poco impaciente —. Antes de decirte eso, hay otras cosas. Le pregunte de nuevo a ver si te había contactado, ¿sabes que me dijo? —mis ojos van de mi Ludger a Mannes y así unas cuantas veces, la mantengo por más tiempo en mi hermano y le sonrío falsamente e interiormente grito: Jodete.

Si ellos pensaban que de aquí iban a salir de rositas, ya podían quitarse de la cabeza esos pensamientos que no los iban a llevar a ninguna parte. Igualmente, que lo hubieran pensado antes de ponerse en el bando de mi madre, encima es el peor de todos, parece que tienen unas mentes demasiado manipulables.

—Primero me dijo que sí que te había intentado llamar... —no llego a seguir hablando cuando mi padre ya está hablando.

—No recibí ninguna llamada —se encoje de hombros.

Veo a Mannes removerse incómodamente. Si es que, si sabe que la verdad siempre sale por alguna parte, no entiendo para que miente. Vale es el camino fácil, pero de igual manera te pillan tarde o temprano.

—Ahí tienes mentiroso —dejo caer eso para enderezarme en mi asiento y poder seguir —. Después de eso me llevo por un camino lleno de árboles, que por cierto me dejo tirado ahí, vino a por mí —intercalo la mirada entre Mannes y Ewout, porque viene el momento en el que ellos aparecen en escena—. No venía solo, por detrás mío se encontraba Ewout —señalo al recién nombrado —, que me dio con una pala en la cabeza y me desmaye.

Mi padre se mantenía callado. Ewout y Mannes intercambiaban miradas sin formular palabra alguna, creo que no se podían creer que lo estaba contando todo a mi padre.

Peor lo iba a tener mi hermano para poder decir algo coherente al ser quizás preguntado porque hizo esto al que es su hermano pequeño, con el que supuestamente se llevaba bien.

—Me desperté en un cobertizo atado a una silla y con una vía en el brazo, esta me estaba sacando sangre para algún experimento de tu mejer. Annelien entró y pues como no puede faltar discutimos, me clavó una aguja en mi cara —llevo mi dedo índice a mi rostro para poder señalar la zona.

—¿Cómo puedes ser así de mala? —mi padre no se podía creer la persona tan inhumana que era su propia mujer.

—Es una víbora, ¿qué esperas de ella? Lo que no entiendo es con qué fin hace esas cosas —me encojo de hombro.

—¿Por qué hace esto Annelien? —un silencio rotundo se expande por toda la cabaña, esperando que mi madre responda, pero su orgulloso, seguramente la detiene — ¿No tienes nada que decir? —ella levanta su cabeza con superioridad y sonriendo.

¡Odio su sonrisa!

Como sabía a la perfección que ella no iba a dar su brazo a torcer y no abriría su boca para articular alguna palabra, aunque sea algo venenoso, seguí hablando yo. El ambiente es demasiado tenso, quería terminar ya con este tema y cerrarlo de una vez.

—Hay una persona también que lleva una careta de payaso, ¿te suena? —le pregunto a mi padre. Veo de soslayo a mi progenitora removerse en su asiento, ¿a qué teme? ¿Mi padre conoce a Teunis?

Ludger primeramente se encuentra desencajado, lo veo reflejado en sus facciones, y contra más pasan los segundos su rostro cambia a uno pensativo.

—¿Acabas de decir que una persona utiliza una careta de payaso? Si quiere parecerse al Joker, está muy mal de la cabeza —reprimo una carcajada que quiere salir —aunque en realidad él, no lleva una máscara, lleva pintada la cara.

No retengo más la carcajada y me empiezo a reír. Mi padre al principio me ve algo confundido, pero en poco tiempo me acompaña con su risa también.

—Pues esa persona se llama... —antes de poder decir el nombre del hombre, mi madre me corta.

—¡Alto, basta ya! Has tenido suficiente Ruud —se pone seria, como siempre es ella. Esto no es nada bueno —. Si quieres que no haga nada más con tus sangres, lo haré. Te dejaré en paz, pero para con esto.

Sé que escondía algo, ella no daba su brazo a torcer tan fácilmente. Ella siempre se salía con la suya. No he podido ganar tan sencillamente. ¿Teme acerca de algo? ¿Qué mi padre sepa algo más? Por ejemplo, ¿el nombre de Teunis?

—¿Y ese repentino cambio de pensamiento? Ya sabe lo que has hecho estos días y eso que no le he contado lo de hoy —bajo un segundo la mirada para ver mis pies, y tener un poco de fuerzas para seguir hablando.

Será una mala persona, pero como digo siempre, toda la vida será mi madre.

—Será tu deber hacerlo —finalizo.

Ella se levanta rápidamente de donde se encontraba sentada y casi a la par que ella, hacen lo mismos sus perros fieles, los que le persiguen y hacen todo lo que les diga su ama.

—¿Ya os vais?

—Tendré que empezar a cumplir lo que hemos hablado bastantes veces.

¿Por qué será que no le creo nada? A la mínima que vea que estoy solo y vulnerable, atacará.

Me levanto igualmente y me acerco a ella que ya está caminando hacia la entrada con Ewout y Mannes a dos pasos por detrás de ella.

Antes de poder rodear la butaca para llegar a ella mi padre me coge del antebrazo para frenarme y seguramente decirme algo.

—No le digas alguna estupidez que le cabree, por favor —me pide. No puedo prometer que no haría o diría algo estúpido y entonces hago lo que peor sé hacer; mentir.

—No papá —sigo mi camino hasta llegar donde ellos y me dispongo a hablar —. Annelien, espera.

Ella no se gira, aun así, detiene su paso. Paso entre Ewout y mi hermano hasta llegar donde mi madre quedándome a un paso de ella, me acerco a su oído y le susurro:

—Para cumplir con lo que has dicho, deberías irte a Vancouver o a otro lugar más lejos. Te quiero fuera de este pueblo —paso por su lado rozando su hombro con el mío para abrir la puerta y teniendo una sonrisa que no iba a desaparecer.

Annelien se recompone moviendo su cabeza un par de veces, como para despejar varios pensamientos que tiene en mente y vuelve a caminar de nuevo.

—Adiós —agito mi mano desde el umbral de la puerta mientras los despido.

—¿Que le has dicho a tu madre? No creas que no te he visto.

¡Mierda! Nunca puedo ser discreto.

Mientras me doy la vuelta para encarar a mi padre, intento poner la cara más angelical que pueda tener, aunque realmente no veré que cara pongo.

—Soy totalmente inocente —niego con la cabeza. No le he dicho nada malo papá, te lo prometo.

—Tendré que creerte —resopla.

—Por fin va a ver paz —alzo un poco más de lo normal la voz.

Me doy la vuelta de nuevo porque me cabo de acordar de que habíamos dejado la puerta abierta. ¡Qué cabeza tengo! No me pueden hablar cuando debo hacer otra cosa. ¡Me desconcentro!

—Vamos a sentarnos —pide mi padre, yo simplemente no queriendo discutir, asiento con la cabeza siguiéndole a donde estábamos antes sentados.

Una vez que los dos estamos cómodos en nuestros respectivos sitios, mi padre habla de nuevo.

—¿Qué ganas con enfrentarte a tu madre? —me sorprende la pregunta de él y no escondo mi sorpresa —No ganas nada Ruud —se contesta él mismo.

—Ella se lo merecía —murmuro con los ojos puestos en el suelo —. Ella hace lo mismo conmigo.

—¿Y porque lo haga ella, debes hacerlo tú? —Levanto mi cabeza para observarlo y tenía el semblante serio.

—Lo siento, ¿sí? No pienso mucho cuando de Annelien habla.

Al siempre pincharte para que caigas en su trampa y así contestarle lo que quiere escuchar ella, no es fácil contenerte, ni morderte la lengua para no decir ni pio.

—Debes intentar hacerlo Ruud. Por decirle lo que piensas y sé que lo sabes a la perfección en tu interior no ganas la batalla —tenía razón —. Y aunque seguramente estés cantando victoria en tu interior por decirle cuatro cosas, has perdido —vuelve a tener razón. ¿Por qué la verdad duele tanto?

La mayoría de las veces soy consecuente de lo que hago y no hago. De que puedo hacer o no hacer, pero una vez más mi madre lo cambia todo con su manera de ser tan arrogante, como si todos los demás seamos mediocres y no valgamos nada por nosotros mismos.

—¿Para qué has venido papá? No sé con qué fin has venido a Lake Louise.

Mi padre tenía su mirada fija en la pequeña chimenea que tenía. Parecía que se estaba entreteniendo como saltaban las pequeñas chispitas.

La tranquilidad de la noche no duro mucho. Puesto que, sonidos fuertes provenían desde fuera de la cabaña, aunque algo alejados aún.

—¿Qué pasa afuera?

Nadie había venido nunca en los años que he estado viviendo aquí y desde hace apenas dos días, este lugar se había convertido casi como en un sitio turístico, ¿ya no daba miedo?

Vuelven de nuevo los sonidos, aun eran algo alejados, pero se dirigen hacia aquí, sean quienes sean.

¿A qué horas son estas de molestar a alguien?

—¿Hay personas nueva? — ¿no se ha inmutado hasta ahora o qué?

—Eso parece —me encojo de hombros fingiendo indiferencia.

Estaba cagado, me encontraba al borde de la histeria. Si fuera un cobarde, pues podría salir por la ventana de mi habitación, pero no lo voy hacer. He enfrentado todo lo que me ha pasado hasta ahora, esto no va a ser menos.

—Hijito —llaman desde afuera.

¿Esto es una broma o algo? No ha pasado ni diez minutos y ya ha vuelto para dar por saco. Lo de insoportable no se lo quita nadie. Ningún individuo le puede bajar del primer lugar.

—¿Acabo de escuchar la voz de tu madre o es un delirio? —mi padre se encuentra desorientado ahora mismo.

Yo niego con la cabeza en su dirección.

—Es ella y con más gente. No viene ella sola —jamás la voy a ver sola enfrentando a algo. Ella sí que es algo cobarde, ¿tiene miedo de que le suceda algo?

—No hagas nada estúpido —me advierte mi padre e ignoro sus palabras.

—¿Te has olvidado algo madre? Ya es un poco tarde para estar viniendo a las viviendas de las personas.

Al parecer Annelien no capta lo que se le dice, ¿no me va a dejar descansar ni un mísero segundo? Estoy agotado mentalmente. A parte de que mi cuerpo pide un descanso.

—Te venía a visitar y te he traído a unos cuantos amigos —el tono de su voz no era de los amigables. Es más, era uno de: soy la más hija de puta de todas.

Lo malo de todas estas situaciones que me mete ella, es que salgo perdiendo en todas. Yo estoy solo no tengo a nadie como apoyo, y ella siempre viene con respaldo.

—Podéis ir dando media vuelta, por hoy no hay show que valga.

Annelien parecía más un robot que una persona de carne y hueso, ¿Dónde tenía el botón de apagado? ¡No paraba nunca!

—¿Y si no quiero?

—No estoy para tus jueguecitos a estas horas de la noche. ¡Vete! —si me quería sacar de mis casillas lo está consiguiendo.

Aplaudo fuertemente para a ver si se escuchaba fuera.

Me levanto furioso de mi asiento y camino de mala leche, casi llevándome lo que había por mi camino conmigo. Abro la puerta tan fuerte que se golpea con la pared. A la primera persona que veo en primera fila y con una media sonrisa de poder es a mi querida progenitora.

Me fijo bien y había cinco filas de personas detrás de ella, la mayoría me están observando con temor a que les haga algo. Como si tuviera una mirada asesina reflejada en mi mirada, por favor.

Inmediatamente me llevo mis manos a la cabeza para verificar que tengo puesta la capucha y lastimosamente, no la llevo puesta. Seguramente de tanto levantarme y sentarme se me haya caído. Rápidamente me la pongo, cuando termino, cojo las mangas y me las estiro para que no se me vean las manos. Quizás así la gente no me mire como si fuera algo despreciable.

—¿Para esto querías que saliera? —mi furia crecía de poquito en poquito, pero lo hacía. La gente estaba empezando a murmurar y a señalar a la vez que me veían atentamente.

—Está sucediendo de nuevo —dice lentamente mi hermano, colocado al lado derecho de nuestra madre.

¿Suceder otra vez? Me quedo igual con lo que ha dicho. ¿Algo me ha pasado mientras estuve con mi hermano?

En cuanto a mis recuerdos llega el día en el que llegaron aquí y bajaba junto a mi hermano. La furia que llevaba acumulada en mi interior se desato y el detonante fue al pensar las bonitas palabras de bienvenida con las que me iba a recibir mi madre, aunque también era por si me dejaba mal en público, como suele hacer la mayoría del tiempo, es su pasatiempo favorito.

—¿Vuelvo a brillar? —pronuncio despacio y casi tartamudeo al decirlo. Mis ojos se posan en mi hermano y este asiente.

¡Joder!

—¿Brillar? —la voz de mi progenitor se escucha detrás de mi espalda algo confundido —¿Quién brilla?

Ludger me aparta con poco tacto para poder fijarse bien en mí, y para ello se tiene que alejar un poco para tener una perspectiva mejor.

Porque su labio no puede caer hasta el suelo, si no allí estaría, rozando la nieve. Mi padre en estos momentos está alucinando en colorines.

Mi madre por otro lado no parecía tan sorprendida. Seguro que se lo había dicho Mannes, pero es casi indudable que pensara que era tan asombroso y que iluminase tanto.

—¿Te he dejado pasmada? —me rio —Esto es lo que provocas tú —me pongo más serio —. Al llevarme casi al límite de mi paciencia sucede lo que todos los presenten están admirando.

—Te viene al pelo la palabra fenómeno —su pie izquierdo está en un constante golpeteo —. ¡Es maravilloso! —intenta dar pasos para llegar a mi posición. Antes de que lo haga, la detengo.

—Ni un paso más —le señalo el suelo, que en este caso es la nieve —. No vas hacer más experimentos conmigo. ¡Basta! Tendré y me pasaran cosas peculiares que a los demás jamás les va a pasar, pero no soy tu conejillo de indias con el que te diviertas.

Estas cosas me ponían enfermo y repetirlas tantas veces me cansaba a tal punto que me dolía la cabeza.

—No puedes ir por la vida en ese plan, descubres algo nuevo que hace tu hijo, ¿y ya quieres saber cómo sucede o por qué?

Todas las personas se habían posicionado a los lados para poder ver mejor lo que pasaba. En estos momentos parecía que estaban viendo un partido de tenis, girando la mirada de uno a otro para no perderse de nada.

—Ya te he dicho la teoría del porque me pasa esto, ¿con eso no te basta y sobra? ¿No te puedes quedar tranquila y quieta con ello?

—No —chilla —, no puedo hacerlo.

—¿Por qué tanto ímpetu en investigar? No me ayudas con eso, simplemente agotas mi cuerpo.

Se que no le voy hacer entrar en razón. Ahora bien, al menos en esto no me estoy rindiendo y cada vez que tengo una oportunidad, se lo intento decir de nuevo. Sin embargo, es una cabezota y no le puede entrar por un oído, ya que al segundo le sale por el otro. ¡No va a cambiar!

—¿Quieres matar a gente inocente? Hazlo si quieres, pero con mi cuerpo y mi sangre no. Hasta aquí he llegado, madre. Si necesito irme para poder estar tranquilo y tú no me hagas nada lo haré.

A estas alturas la gente está atónita y sin respiración alguna. Sospecho que jamás han presenciado algo similar.

—Vayas donde vayas, voy a ser tu sombra.


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