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10


RUUD

En este lugar no han dejado nada que pueda utilizar yo de prueba, deben haberlo guardado en otro sitio, pero la pregunta es donde. Todavía no he salido del cobertizo y no sé si me esperan mi hermano con Ewout afuera de esta.

Con la cara cabizbaja salgo de ese sitio. No hay nadie alrededor, se han ido todos. Hasta la persona desconocida que solo se el nombre: Teunis.

¿Cómo salgo de aquí? No hay ningún vehículo y no tengo la suficiente fuerza para ponerme a andar varios kilómetros.

—Porque habré dicho que se fueran —hablo a la nada y llevándome las manos a mí pelo desordenándolo.

De la nada escucho pasos. No sé a dónde dirigirme, porque no tengo ni idea de quién es el que viene andando en dirección a donde me encuentro.

Mis ojos miran en todas las direcciones posibles rápidamente para ver en donde me puedo esconder, pero justo cuando mi pie va a dar el primer paso, alguien habla.

—¿A dónde ibas Ruud Tholberg? —me quedé en el sitio si moverme ni un centímetro. Esa voz solo la había escuchado hoy varias veces, es de la persona que al parecer se llama Teunis.

¿Qué hace aquí? Pensaba que se había ido como Ewout y Mannes.

Sigue detrás de mí, yo no me doy la vuelta y él se mueve conmigo para no quedar en esa posición. ¿No quiere que le vea? ¿No quiere ser revelado ante mis ojos?

—¿Te ha comido la lengua al gato o estás pensando mucho? —hago una mueca. ¿Quién es esta persona tan misteriosa?

No lo sabré si no me doy la vuelta para encararlo.

Hago lo que mi cerebro ha pensado y cuando estoy haciendo esa acción, otra vez la voz me lo impide diciéndome que haga lo contrario.

—¡No! Quédate ahí, no te gires, no me puedes ver aún.

¿Qué misterio guarda que no puede ver quien es ni ponerle cara? Esto cada vez es más extraño.

—¿Y porque no puedo verte? ¿Acaso eres alguien importante? —me empiezo a reír de mis propias palabras —¡Da la cara! —me estoy desesperando. Esta persona desconocida ante mis ojos, me podía dar con algún material como hizo Ewout.

—¿Y si no lo hago que pasara? —genial, se está divirtiendo a costa mía —No estás en posición de exigir nada, Ruud.

—¿Y por qué? Que yo sepa, no hay nadie más aparte de ti y de mí. Mi madre, mi hermano y Ewout se han ido —hago una pausa para respirar y mirar al cielo que empezaba a oscurecer —. La que me tenía en el cobertizo sin poder salir era mi madre, no tú. Así que, si no me vas a decir nada más me marcho.

Sin darme la vuelta para saber quién es la persona, empiezo a caminar dejándolo atrás. Me pongo la capucha, soy consciente de que no hay nadie por el camino que voy a tomar para llegar a mi cabaña, pero me siento más seguro y cómodo llevándola. Las mangas del chaquetón que llevaba estaban remangadas, enseguida me las bajo hasta cubrir del todo los brazos.

De pronto alguien me coge del codo desde atrás y me hace frenar, la única persona que estaba detrás de mí era Teunis.

—¡Suéltame y déjame ir! No lo diré otra vez —de nuevo estábamos en la misma situación que antes, yo le doy la espalda mientras él no me deja girarme.

¿Cómo pienso salir de aquí? No me deja ni caminar dos metros cuando ya me ha detenido para que me pare.

—¡Ruud! ¿Dónde estás Ruud? —otra voz se escucha y sé que es la de Ewout. ¿Por qué ha vuelto cuando le dije que se fuera?

Hago que deje libre mi brazo y me llevo las manos primero a mi cara y después las subo al pelo echándomelo para atrás. ¿En que estaba pensando en venir aquí? Soy consecuente de que no se el viaje de vuelta. La mejor opción era quedarse quieto.

—Estoy aquí —hablo con desgana mientras mi pie izquierdo está en constante movimiento.

—¿Aquí donde? —resoplo. ¿No sabe guiarse por medio de la voz? Este chico no sabe hacer nada. Miento, solo sabe acatar órdenes de mi madre.

—No me hagas perder la paciencia por favor. Escucha mi voz y guíate con ella hasta llegar a donde me encuentro —digo lo último más calmado.

Me pongo en cuclillas sin poder sostenerme más de pie. No sé cómo me moveré, no tengo fuerzas en mi cuerpo ahora mismo. Escucho los pasos de alguien y sé que Teunis no se fue, así que de cajón debe ser Ewout.

Veo unas zapatillas de deporte ponerse justo a la altura en donde puedo verlas y me doy cuenta que ha llegado mi mejor amigo, pero aún no voy a subir la cabeza para poder mirarle a la cara.

—¿Qué haces agachado? ¡Levántate! —tengo mis sospechas de que Ewout no tiene ni idea de que Teunis sigue ahí. Coge mi antebrazo y me hace levantarme.

—No estoy con demasiadas energías para mantenerme en pie —me quejo.

En cuanto me levanto y subo mi mirada. Veo que Ewout mira detrás de mí así que ya puedo afirmar que lo ha visto.

—¿Qué haces aquí? ¡Lárgate de una vez! —le indica con las manos. Parece ser que a esta persona no le teme más que a Annelien, si no, no le hubiera soltado así esas palabras. Ese tono de enfado lo habría oprimido.

—Que yo sepa no te tengo que dar ninguna explicación —escuchar la voz de esta persona es como estar en la Antártida. Gélida y sin sentimiento.

No tenía intenciones de dirigirme a él, pero las palabras salen solas de mi boca.

—¿Y tú te crees que con ese tono de voz intimidas a alguien? —mientras tanto me voy girando lentamente hacia él. Y para mi propia sorpresa, no puedo ver su cara, ya que la tapa una máscara de payaso. Retrocedo unos pasos. Los payasos no son de mi agrado, pero es que la careta es muy horrorosa, intimida por ella misma —La máscara da más miedo que tu voz, ¿qué tienes metido en la boca? Casi me dejas sordo por tu tono de pito.

Ewout, ahora a mi espalda se estaba descojonando de la risa y yo solo sonrío de lado sin mostrar mi dentadura.

—¿Para eso querías que no me girara? —señalo lo que lleva puesto en la cara, poniendo una cara de desprecio o eso creía yo —Casi me da un patatús al verte —exagero llevándome la mano al pecho.

—¡Eres un mocoso insolente! —parece ser que se le ha pegado las palabras de mi madre.

—Un niño no mide tanto como yo. Así que no soy un niño —miro al suelo mientras me intento relajar para no soltar más de las mías —. Si intentas intimidarme, no lo vas a conseguir. No lo hace ya mi madre, tu menos —lo digo con un desprecio impresionante grabado en mi voz.

—Eres valiente Ruud — ¿es un halago? Vaya hombre no me lo esperaba —, pero a mí las chulerías no me van.

Ni a mí, tus estupideces.

—¿Por qué no te quieres quitar eso? ¿Tienes algo en el rostro que no se apto para que las personas lo veamos?

—Vámonos Ruud, no le hagas cabrear. No es bueno verle así — ¿tiene miedo de ese panoli ahora? Lo que me ha dado a mí hasta ahora es risa.

Tiene que tener bastante poder para que mi madre le tenga respeto, porque ella no se lo debe tener ni a ella misma.

Lo malo de que lleve eso es que no se ve que expresiones pone con su cara, ya que no sabemos si está enfadado o feliz de la vida.

Como no me apetece que me venga con rodeos cuando le estoy preguntando cosas que en verdad quiero saber, le voy a hacer caso por primera y última vez a Ewout y nos vamos a largar de aquí. No sé dónde habrá dejado a mi hermano, pero espero que no se haya ido por su cuenta una vez que mi mejor amigo se haya ido en mi busca.

Vuelvo a mi posición inicial. A estar cara a cara con Ewout, le hago un gesto de que nos vayamos y le paso de largo para empezar a caminar. No obstante, no me olvido de Teunis.

—¡Hasta otra, payaso! —alzo la mano por encima de mi cabeza en forma de despedida y sigo en lo mío yéndome con el pelirrojo pisándome los talones.

—¿Dónde has dejado a mi hermano? —cuando ya está a mi altura, giro para mirarlo y saber su respuesta.

—Cerca de aquí —lo veo dubitativamente. Se lo está pensando. ¿Se ha olvidado donde ha dejado el coche en el cual se habían ido?

—¡Mientes! ¿Recuerdas al menos más o menos donde lo dejaste? —respiro hondo para no trabarme y sigo —En primera no lo tendrías que haber dejado solo.

—¿Por qué? Ya es mayorcito.

No le doy un golpe porque no soy de los que pegan a los demás, pero se merece una buena hostia bien dada. ¿No sabe pensar un poco antes de hacer las cosas? Parece ser que las personas de mi entorno ninguna saben pensar, y yo en algunas ocasiones me incluyo.

—Mayorcito es, pero también le puede suceder cualquier cosa. No quiero veros ni en pintura a ninguno de los dos, pero prefiero teneros vigilados y a salvo—confieso.

—¿Tanto asco te damos?

—Asco no sería el término más correcto para definirlo, pero podemos dejar esa palabra hasta que encontremos una que se asemeje más.

Es que ellos no saben lo que siento dentro al saber las cosas que han tenido que hacer por culpa de mi madre. Annelien tendrá infinidad de defectos por todos lados y aunque ellos estén amenazados o cualquier cosa de esas. Si ellos ponen resistencia a eso pueden alejarse de esas malas cosas y poder estar libres de culpas. Pero en estos momentos están llenos de mierda igual que mi madre, están hasta el cuello, y no se librarán ninguno de los dos.

Por otra parte, también estoy yo, que tampoco me libro de ese tema, ya he encubierto de alguna manera el delito que se cometió hace un día. Parece que ha pasado más días, pero no.

Dejo de prestarle atención a mi acompañante para poder ver por dónde vamos, ¿estaremos andando en círculos?

—¿Soy yo o nos hemos perdido? —al posar la mirada en Ewout, hace una mueca dándome la razón. Y aquí viene otra bronca de parte mía —Si habéis venido más de una vez por este sitio, ¿cómo te puedes perder?

—El camino es algo confuso —se intenta quitar las culpas.

Quizás esté siendo bastante exagerado a la hora de decirle las cosas, pero el sueño y las ganas de descansar me pueden más que la razón en este momento.

—Puedes parar de regañarme por un rato. Eres insufrible, y te advierto una cosa, no solo tú estás cansado —razón no le falta, lo he pagado con él este asunto.

—Lo siento. Me he pasado, lo reconozco —me disculpo. Pienso lo que voy a decirle, antes de que meta la pata más de la cuenta —. ¿Al menos te suena algo de lo que ven tus ojos? Si lo hicieras sería un logro.

Le oigo resoplar. No, si ya me veo aquí quedándome esperando a que venga alguien a buscarnos.

Mientras esperamos le voy a hacer otra preguntilla que quiero que me resuelva, si él lo sabe, claro.

—¿Sabes a donde se ha escapado mi madre? —este niega con la cabeza casi forzando una media sonrisa.

—No se ha escapado —dice serio.

—¿Y entonces como explicas que haya salido del cobertizo sin mirar atrás? Y que yo sepa no se encuentra aquí —miro a mi alrededor haciendo como que la estoy buscando, para luego encogerme de hombros.

—No estoy ni en el cuerpo ni en la mente de tu querida madre —contesta.

Puede que tenga razón, pero podría caber la posibilidad de que Annelien les contara algo a Ewout y a Mannes.

—Está bien —me siento derrotado. Si quizás sabe algo y no me lo ha dicho juro que el día que me entere de la verdad, le voy a pegar una paliza que ni él se lo cree.

Siento la mirada de Ewout. Algo sabe, que no lo quiera decir por miedica es otra historia.

Puedo descifrar su mirada a la perfección, le conozco como si fuera mi mejor amigo, y se encuentra sumamente nervioso con ganas de soltar algo, pero a la vez hay algo que se lo retiene. Podría poner las manos en el fuego a que es la lealtad que le tiene a Annelien.

—¿Algo que decirme Ewout? —intento no mirarle, porque sé que él lo va hacer y no me quiero enfrentar a su mirada.

¿Soy un cobarde? Puede, pero también precavido, para lo que quizás pueda decirme y me caiga muy mal.

—N-no te-ten-tengo na-nada pa-para decir-te —su tartamudeo es lógico. Esta demasiado nervioso diría yo.

¿Ya no tiene la suficiente confianza de contarme las cosas? Sé que lo que me debe contar y no me quiere decir no es bueno, pero podría sacarle de ese pozo que se ha formado él solito junto mis dos parientes.

—Puedes contarme lo que quieras Ewout. Soy consciente de que no has ido por el buen camino —hago un gesto con la cabeza —. No obstante, puede mejorar mientras tú estés dispuesto a hacer las cosas de una buena manera, no como las estabas haciendo hasta ahora.

Tengo la mala impresión de que lo que le pueda estar hablando ahora, le entre por un oído y le salga por el otro.

Ha pasado demasiado tiempo con mi madre, siendo su cómplice. Así que lo más seguro es que no haga caso a lo que le digo y que no me cuente ni media palabra de donde ha podido ir mi madre a esconderse.

No llego a entender a Annelien. Como puede tener esa habilidad que a las personas que ve más vulnerables les lava el cerebro y son sus sumisos más fieles.

Mi hermano creo que es un caso bastante diferente al de los chavales y Ewout. A él debe de darle algo, para que lo pueda manejar porque de por si no le ayudaría ni en sus más bonitos sueños.

—Aunque quisiera no puedo Ruud, le soy fiel a Annelien —voy a jugar un poco con él.

—¿Sabes? Aunque yo no quiera y me mata decir lo que estoy a punto de decir, es la verdad. Annelien es mi madre y ella necesita ayuda psicológica de inmediato —me llevo uno de mis dedos a la cabeza y hago un gesto con él.

No ha surtido efecto.

—Lo siento, pero no me convences. No te diré donde ha ido tu madre —cuando se ha dado cuenta de que ha hablado más de la cuenta, se lleva la mano a la boca y se ha un par de golpes en ella. Yo le retiro esta, para que no se haga daño, ya que cada vez se pega más fuerte.

—No tienes por qué pegarte a ti mismo Ewout —no entiendo sus reacciones. En lo que tampoco le veo la lógica es en la parte donde se ha golpeado en la boca.

—Vamos —le indico cuando veo que no está a mi lado; como lleva todo el camino —, hay que encontrar a Mannes.

—Está justo allí —me señala un coche aparcado en la carretera.

¿Siempre ha sabido el camino y no me lo ha dicho? ¡Vaya cara que tiene el cabrón!

—Eres un canalla y un mentiroso de primera —le hablo muy borde —. ¡Esto es increíble! —bufo.

—No es lo que piensas — que excusa más antigua y simplona de toda la vida y que no me sirve.

—Has hecho que demos vueltas como dos idiotas por un largo tiempo para luego decirme que está ahí el coche y por aquí hemos pasado unas quinientas mil veces, ¿no me lo has podido decir antes? —grito al bode de la histeria. ¿Este que piensa que soy? ¿Un imbécil? —La próxima vez, no vengas a buscarme, estaba todo en orden. Ayudas como la tuya, mejor que no las haya.

—Yo... — ¿qué quiere decir ahora? ¿Qué él pensaba que sí? ¡Anda y que no me joda! —Tenías a Teunis pisándote los talones, él no se anda con chorradas, te iba a hacer algo.

Este tío tiene más cara que espalda.

—Me está causando risa todo lo que me estás diciendo. ¿Tú no eres el que me ha dado con la pala en la cabeza para que no despertara y me pudierais atar en la silla? Ni contigo, ni con mi hermano estoy a salvo. No eres el más indicado para decir lo que has dicho. Si me iba hacer algo, que lo hiciera. Más daño del que me han hecho mis propios familiares no va a ser —y no he dicho todo lo que pensaba, ya llegará el día que suelto todo por mi boca, y callaré otras.

Avanzo hasta el coche sin ver si viene detrás de mí. Cuando mis ojos aprecian el coche, de inmediato me doy cuenta de cuál es, el de mi hermano, en el mismo que he venido horas entes. Mannes se encuentra en la parte trasera del coche dormido.

—¿Qué le ha pasado a mi hermano? —pregunto a Ewout, que creo que va tras de mí.

—La bebida con algún ingrediente extra que le da tu madre para que pueda manejarlo, le da sueño.

—¿Cuántas veces ingiere esa bebida? — ¡Dios de mi vida! Mi madre está peor de lo que me imaginaba. ¿Qué será lo que le hecha? Es le debe dañar a su organismo. ¿Annelien no se da cuenta de esas pequeñas cosillas? ¡Qué cegada se encuentra ya! No sé qué pretende hacer o porque lo hace simplemente. En resumidas cuentas; le gusta hacer el mal —. Lo estáis matando lentamente dándole esos químicos en la bebida. No son ni ilegales esas mierdas que toma.

Me apoyo en la parte trasera del coche y lo miro, tiene la mirada puesta en el suelo. ¿Se siente mal por lo que le han hecho? ¡Debería!

—No es vuestro conejillo de indias para experimentar con él. Es una persona como tú o como yo —le señalo para después hacer lo mismo conmigo mismo. Resoplo revolviéndome el pelo —. Larguémonos de aquí —ando hasta llegar a la puerta del copiloto y entro. Me acomodo en el asiento hasta que a Ewout le da por entrar también en él. Aunque en vez de meter la llave y arrancar, se queda mirando a la nada —. Si no es mucho pedir, me querría ir lo antes posible de este lugar. A propósito —cambio de tema —, ¿qué hora es?

Él agita su muñeca para que el reloj, que lo lleva flojo se le baje y pueda ver la hora. Frunce el ceño mínimamente y contesta:

—Las cinco de la tarde — ¿tanto tiempo me he estado metido en el cobertizo?

—Llévame rápidamente a casa, pronto anochecerá, y no me gusta estar fuera de mis cuatro paredes a estas horas del día.

—Antes hay que hacer una paradilla —con los dedos apunta atrás —había olvidado por unos minutos que mi hermano iba en la parte trasera.

—Hoy se quedará en mi cabaña, así que no hace falta que hagas paradas extras —sentencio. El resto del camino nadie habla ni dice nada. 



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