Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 15: Los tóxicos del matadero.

Tras acabar con Tania, agarré a Airón con todas mis fuerzas y conseguimos salir de allí. Ambos con nuestras pistolas disparando a todo aquel tóxico que se pusiera en nuestro camino. Una vez salimos de aquel hospital, pudimos sacarnos la soga del cuello que llevábamos desde que entramos, y respirar nuevamente, estábamos sanos y salvos.

***

—Uff... Ha estado cerca —dijo Airón volviéndose hacia atrás continuamente y un poco más alegre.

Yo iba detrás suya y mucho más cansada. Comenzaba a encontrarme mal y a tener algunos temblores y mareos en mi cuerpo. El muchacho esperó junto a la puerta y me miró desde lo lejos algo preocupado

—¿Estás bien?

—Si... es solo que necesito... —en ese momento perdí fuerzas en las piernas, intenté apoyarme en la pared pero caí al suelo.

—¿Sonia? ¡¡Sonia!! —el muchacho se acercó rápidamente y me ayudó a levantarme—. No me jodas ahora.

—Vamos fuera—le dije poniendo mi brazo sobre su hombro

El muchacho obedeció y me llevó por el pasillo del hospital con algo de torpeza

—¿Qué narices te pasa? ¿Te han mordido?

—No... Me he mareado un poco.

—¿Y qué hago? —dijo saliendo por la puerta del hospital. Yo miré a mi alrededor y señalé unos bancos.

—Déjame ahí. Necesito un pequeño descanso.

Airón me llevó hacia un pequeño banco a las afueras del hospital y me dejó ahí sentada. Comencé a sudar por mi frente y a notarme muy acalorada. Sabía que era temporal y que era solo por la presión del momento, pero no dejaba de preocuparme.

Él se sentó en el suelo bastante firme.

—Descansa un rato. Yo vigilaré —comentó.

—Quédate —le dije frunciendo el ceño por el dolor de cabeza y echándome una pequeña cabezada.

—Tranquila —dijo seriamente.

Por mi parte, cerré los ojos confiando por primera vez en Airón. Espero que por favor no se mueva, ni nos meta en problemas. Me encuentro mal.

***

Pasado un tiempo, David y yo nos cansamos de leer, y él se dirigió a ver como estaba Alex mientras me mantenía mirando continuamente por la ventana. A lo lejos solamente alcanzaba a ver esa interminable avenida industrial de las afueras de Plasencia, sin nadie y sin noticias. Pronto v a pasar la mañana entera y aún no han llegado ni los oigo venir. Alex parece que está bien, se mantiene estable, pero no sé qué será de la herida en el tobillo, si habrá que cortar, si Sonia podrá realizar una buena operación o si por el contrario se complicaría... Estoy muy nervioso.

En un momento en el que observaba por la ventana,

—Sergio... —David se acercó a mí.

—Dime.

—Dice Alex si tenemos agua ¿Tienes un poco?

—Eh... sí, claro. —Me dirigí hacia mi mochila y cogí una botella.

Me acerqué a Alex con cuidado y poco a poco. Traté de despertarlo pero no parecía moverse.

—¿Alex? —traté de mover los brazos para que despertase—. ¡Alex! —me recosté en su pecho para ver si había pulso o respiración.

—¿Qué le pasa? —preguntó David preocupado.

—Un momento...

Afortunadamente sí que seguía vivo, solo que estaba muy dormido. Estuve un tiempo más intentando despertarlo hasta que consiguió abrir los ojos seguido de un movimiento algo brusco.

—Se-Sergio... —balbuceó.

—David me dijo que necesitabas agua ¿No es así?

—Oh... —pestañeó ligeramente dolorido—. Gracias

—No es nada —le tendí la botella pero se quejó al intentar incorporarse. David le tendió la mano y lo ayudó.

—Me duele mucho, sinceramente —Alex bebió algo de agua y se secó la boca con la manga. Posteriormente giró la cabeza hacia nosotros—. Os estáis portando genial, chicos.

—Gracias —dijimos a la vez.

—¿Quieres volver a tumbarte? —preguntó David. El simplemente negó con la cabeza.

De repente escuchamos un fuerte ruido afuera. David y yo entramos en alerta, y nos levantamos.

—¿Qué ha sido eso? —preguntó Alex mirando hacia los lados.

—Los tóxicos del matadero... —explicó David—. Joder, Sergio, ¡te lo dije antes! —dijo mirando desde lo lejos por la ventana.

—Mierda...

—¿¡Cómo!? —Alex pasó a estar bastante más nervioso—. Cerrad todas las ventanas y puertas. Aguantaremos aquí.

Me asomé a una ventana que daba al sitio desde donde salimos David y yo, fue entonces cuando vi varios tóxicos saliendo de la esquina, me quedé mirando bastante sorprendido cuando un tóxico apareció en frente mía y me trató de agarrar, solo que la verja de la ventana me cubrió. Me eché para atrás rápidamente asustado y cerré la ventana.

Acto seguido David colocó una silla encima de las manillas de la puerta.

—¿¡Ahora qué hacemos!? —preguntó David desesperado.

—No nos queda otra que esperar —comentó Alex.

Si pudieron abrir la valla de metal en una mañana, es cuestión de tiempo que acaben con esta...

***

Comencé a desperezarme y vi que Airón no estaba.

—¿Airón? ¡Airón!

—¡Dime! —enseguida volvió a aparecer, no se había ido lejos.

—¿Dónde estabas? Me habías vuelto a preocupar.

El chico se acercó corriendo, estaba algo preocupado

—Estoy aquí. Había escuchado un ruido en el hospital y me aseguré de que no viniera nadie. Me daba miedo de que lograran salir del sitio.

Suspiré más tranquila.

—Gracias... Esta vez lo has hecho bien.

El muchacho sonrió.

—¿Estás mejor? —dijo impaciente.

Yo bostecé al tiempo que me levantaba y me llevaba la mano para tapar la boca, hacía tiempo que no conseguía lavarme bien y posiblemente oliera todo mal. El mareo se había ido, y el dolor de cabeza, aunque persistía, era menor.

—¿He estado mucho tiempo tumbada?

—No... unos 20 minutos o así. ¿Ya estás mejor? —preguntó—. Alex necesita que estemos allí cuanto antes.

—Sí... Vamos anda.

—¿Qué te había pasado antes?

—No lo sé. A partir de tenderte la mano comenzaron a venir los mareos.

—Hiciste demasiada fuerza. ¿Fue por eso?

—Puede ser.

Avanzamos unos pocos metros, atravesando la valla que había enfrente del hospital. Observamos el camión blindado aparcado de mala manera y el reguero de tóxicos que había a nuestro alrededor. De repente Airón comenzó a mirarme.

—¿Y si volvemos en el camión? Llegaríamos antes.

—Esto llama demasiado la atención. No me gustaría atraer enemigos a donde estamos.

El chico me miró algo enfadado. Pero no dijo nada. Se observaba como sus mechones de pelo azabache que caían sobre su frente se levantaban con una fría brisa de aire. Con su mano se cubrió la cara y rápidamente se volvió a peinar.

—Joder que frío... —comenzó a abrazarse a sí mismo y a acariciarse los hombros a la par que caminaba.

—Si... de vez en cuando pegan fuertes ráfagas. Continuemos lo más rápido posible.

El chico asintió apretando los dientes.

Continuamos por las calles de Plasencia, mirando a nuestro alrededor y tratando de pasar lo más desapercibido posible. Había algunos tóxicos por las calles pero nosotros pasábamos ocultos junto a los coches y a las barricadas que hicieron los taurus en la ciudad.

Dimos a la autovía, y de ahí, volvimos a casa en un buen tiempo ya que decidimos ir corriendo, aunque nuevamente el chico iba bastante más rápido.

—Airón, ¡espera! —me paré junto a un coche de la autovía. Llevaba la mochila bastante cargada. Sumado al cansancio que venía acumulando. No podía correr mucho.

—¿Ya estás cansada?

—Airón, llevo una metralleta ligera en la mochila, claro que estoy cansada.

Él asintió sin hablar y comenzó a andar, se peinó un poco el pelo y continuamos algo más calmados pero a paso rápido.

—Tenemos que ir lo más rápido posible —se giró para hablarme—. No sé como estará Alex.

—Calma chico. Llegar lentos es mejor que no llegar —dije jadeando.

—Vale —en ese momento otra fuerte ráfaga de viento que se acurrucara de nuevo sobre sus hombros.

—¿Te pasa algo?

—Antes... con la explosión, mi chaqueta se cubrió de sangre y me obligaste a quitarla. Tengo frío —dijo andando algo más rápido

—Está bien, espera —dije quitándome la mochila.

—¿Qué haces? Vamos lentos.

—Espera un poco, muchacho —dije mientras me quitaba la chaqueta—. Ven, tómala. 

Le tendí la chaqueta y él me miró algo sorprendido.

—Pero... ¿Tú no tienes frío? —preguntó antes de aceptarla.

—Tómala y calla —dije, fingiendo enfado con un toque de cariño.

—Mandona —la aceptó con una sonrisa y decidió ponerse mi chaqueta—. Gracias. Ahora estás siendo buena.

—No te acostumbres —le respondí esbozando una pequeña sonrisa—. ¿Mejor?

Él asintió. —Podemos continuar —dijo continuando el camino.

A medida que íbamos dejando la autovía para pasar por la carretera hacia el matadero, íbamos escuchando más gruñidos de tóxicos que comenzaron a ponernos en alerta. Los escuché más o menos por la zona del concesionario.

—Escucho tóxicos —saqué rápidamente mi navaja y quité el seguro a mi pistola—. Estate atento y no te separes de mí.

Él asintió y se mantuvo cercano a mí.

Comenzábamos a ver algunos infectados a nuestros lados, en medio de la carretera. Estos no estaban aquí cuando nos fuimos a por material...

—Sonia —Airón me miraba fijamente—. ¿Qué ha pasado aquí?

—No lo sé. Pero ahora estoy bastante preocupada. Vayamos poco a poco e intentemos escondernos lo máximo posible. Y hazme caso.

El suspiró algo cansado.

—Vaaale.

Continuamos en tensión mirando a nuestro alrededor, pretendíamos irnos por la zona del concesionario, en cuya entrada se encontraban varios coches destrozados. Donde unos tóxicos se estaban apoyando sobre el capó del coche. Acuchillé a ambos y continuamos por la zona industrial.

—A tu derecha, Sonia —me indicó Airón.

Miré hacia mi derecha y encontré un tóxico dirigiéndose a nosotros. Nos estaba olisqueando, hice señales a Airón para que fuera por otro lado, él me hizo caso y flanqueó al infectado, que notó una mayor presencia del chico y se dio la vuelta, permitiendo que yo lo acuchillase por la espalda y pudiésemos continuar.

—Bien hecho, sigamos así

A medida que nos íbamos acercando el barullo era mucho mayor y comenzaron a oírse disparos que retumbaron por todo el lugar lo que hizo que muchos de los tóxicos que nos habíamos saltado comenzasen a venir hacia nosotros.

—¡No me jodas! —grité asustada—. ¡Airón sígueme!

Agarré de la mano a Airón y nos escondimos en la parte trasera del concesionario con Airón detrás mía. En seguida un tóxico apareció y le clavé el puñal. Pronto comenzaron a venir más y más.

—¡Sonia por el otro lado!

También comenzaron a venir otros tóxicos por mi flanco izquierdo.

—¡Atrapados! ¡¡¡Corre y dispara!!!

Saqué la pistola y disparé a dos tóxicos que se encontraban a nuestra salida. Airón hizo lo mismo con los tóxicos que nos seguían por detrás. Escalamos el muro que nos llevaba a otra nave industrial para descubrir que había una enorme cantidad de tóxicos esperando.

Avanzamos por la carretera para descubrir que había muchísimos más, algunos arrastrándose por el suelo y otros casi esqueléticos... eran los tóxicos del matadero.

—¿¡Cómo cojones se han escapado!?

—¿¡El qué!? —Airón comenzó a retroceder un poco

—¡¡Son los tóxicos del matadero!!

—¿¡Tantos eran!? —me miró asustado.

—¡Pilla y cúbreme! —le lancé la escopeta que la cogió torpemente pero en seguida la cargó de un golpe en el suelo.

En la mochila tenía guardada una de las metralletas ligeras que pillé del tanque. No dudé en sacarla y en disparar a quemarropa con los tóxicos. Sin embargo, el retroceso era muy grande y no me permitía mantener el disparo mucho tiempo.

—¡Son demasiados! —gritaba muy asustado lanzando un potente escopetazo que mató a 3 tóxicos de golpe.

—¡¡No pares!!

De repente notamos más disparos desde el final, eso hizo que los tóxicos se dieran la vuelta.

—¿¡Quienes nos disparan!?

—¡Podrían ser Sergio y David!! —maté a los tóxicos que se dirigían a nosotros con la metralleta y me dispuse a flanquear por la derecha a los tóxicos para evitar que hubiese fuego cruzado.

—¡Airón vamos por el lateral! —pillé otro cargador de la metralleta y la recargué lo más rápido que pude mientras Airón dio dos disparos con la escopeta

—¡¡Vale!!

Corrimos hasta acabar con bastantes más. Seguí disparando hasta que me quedé sin cargador en el peor momento, comenzaban a venir a por mí.

—¡¡Airón, retrocedamos!!

—¡¡Bien!! —el chico se puso a mi lado y disparó a los dos tóxicos que venían hacia nosotros, consiguió acabar con ellos, pero de repente me di cuenta de que un tóxico venía hacia Airón muy rápidamente y consiguió darle un fuerte golpe en la espalda que lo empujó, golpeé con la metralleta al tóxico y disparé volando su cabeza por los aires.

La multitud comenzaba a desvanecerse, y Airón volvió a mí—. ¡Buen trabajo! —volvimos a escuchar disparos cada vez más cerca.

—¡¡¡AAAAA!!! —escuché un grito seguido de varios disparos

—Son David y Sergio ¡¡Corre!!

Corrimos por la avenida matando a infectados por las calles hasta dar con una callejuela muy estrecha en la cual estaban David y Sergio atrincherados pero sin munición. Unos tóxicos se dirigían a ellos.

—¡Cubrirse los dos!

Comencé a disparar a cada uno de ellos tratando de no darle a ninguno de los chicos. tras acabar, cada uno salió empujando la multitud de cadáveres estancados. Salieron muy asustados

—Sonia... ¡Soniaaa! —vino corriendo hacia mí temblando por los nervios.

David también fue corriendo hacia Airón.

—David, ¿Qué ha pasado? ¿Y... y Alex?

El chico tenía un nudo en la garganta, apenas podía hablar. Pero de golpe comenzó a hablar entre lágrimas.

—Nos... nos encontrábamos atrapados en la caseta por los tóxicos, comenzó a romperse la puerta y... —tragó saliva mientras se secaba la lágrima.

—No... ¿Y Alex? —Airón miró a la caseta asustado.

—Nos dijo que escapemos por la puerta trasera y corriéramos todo lo que pudiéramos. —se secó las lágrimas—. Tuvimos que dejarlo...

—Pffff —me aparté del sitio dándome la vuelta. Mi mente era un mar de remordimientos ahora mismo—. Chicos... voy a ir a la caseta. No se si queréis venir pero... no os lo recomiendo

—Yo quiero ir—Airón hizo un esfuerzo por no llorar, pero no podía aguantar las lágrimas y comenzó a llorar en silencio.

—Nosotros también vamos —dijeron los niños.

Yo asentí sabiendo que lo que iban a ver sería algo traumante. Nos fuimos acercando poco a poco a la puerta de la caseta. Oímos gruñidos dentro. Abrimos la puerta y vimos a unos 3 tóxicos devorando a Alex. Nada más ver aquello, Airón en un ataque de ira disparó contra los tóxicos con la pistola.

—¡¡¡¡OS ODIOOOOO!!!! —gritaba mientras unos enormes lagrimones caían de su rostro...Una vez los tóxicos murieron, él seguía disparando al suelo sin control, hasta que le quité el arma y lo abracé ligeramente, pero él enseguida me apartó de un empujón—. ¡Déjame!

—Airón... Yo...

—La puta siestecita de los cojones, Sonia. ¡¡¡La puta siesta de mierda!!! —dijo acercándose a Alex llorando.

—Airón, lo siento

—¿¡Lo siento!? —dijo encarándose a mí—. Tampoco quisiste traer el camión blindado por si "nos perseguían". ¿¡Cuántas personas viste en la puta ciudad para que sean una amenaza!?

Con ojos llorosos le di un empujón y me aparté de la escena.

—Que te jodan —salí por la entrada y di un portazo alejándome del lugar.

—¡Sonia! —escuché a Sergio ir detrás de mí—. ¡Espera!

—¡No! —grité mientras me alejaba de ahí llorando—. ¡Ahora no!

—¿A dónde vas? —el chico ignoró el hecho de que no quería hablar y comenzó a seguirme.

—¡No me sigas!

Me subí a lo que parecía un cobertizo grande, cubierto por un techo de metal y sostenido por pilares, sin paredes. Parecía ser una zona de almacenamiento por la enorme cantidad de materiales que había aquí. Me senté sobre una caja de materiales tratando de calmarme. Pero unas lágrimas comenzaron a caer por mis mejillas.

De repente vi cómo Sergio se subía al cobertizo y me observaba con cierta tranquilidad. Él también estaba asustado y mal.

—Lo siento —dijo Sergio acercándose lentamente, con una expresión de preocupación en su rostro—. No sé qué decir, Sonia.

—No sé si hay algo que se pueda decir en este momento —respondí con la voz entrecortada por el llanto—. Todo está mal. Todo salió mal.

Sergio se sentó a mi lado, guardando silencio por un momento mientras dejaba que me desahogara.

—Quiero que sepas que por mucho que me digas que no, sé que es un sí —dijo finalmente.

Hubo un breve silencio y giré la cabeza para observarle. Él estaba mirando al horizonte tal y cómo yo. El viento azotaba ligeramente ese mechón castaño desenfadado, giró también su cabeza y me miró unos breves instantes. Posteriormente se recostó sobre mi cintura y me dio un ligero abrazo por la espalda.

—Gracias... —dije cerrando los ojos y con la voz entrecortada. Pasé a acariciar su pelo, cosa que le encantaba que le hicieran y a mí me relajaba que estuviera conmigo.

—¿Qué podemos hacer ahora?

—No lo sé, Sergio. No lo sé —susurré, sintiendo un nudo en la garganta—. Me siento fatal ahora mismo. Os puse en peligro, me enfrenté con Airón, atrasé el viaje de vuelta... Soy una completa inútil. —dije secándome las lágrimas.

El chico se apartó de mí y me miró fijamente.

—No te culpes. No sé realmente qué ha pasado, pero quiero quedarme contigo. ¿Vale?

Asentí. Agradecí mucho que Sergio se quedara a mi lado. Nos quedamos en silencio por un momento, contemplando el caos que nos rodeaba cuando en la caseta vi a David y Airón gritar nuestro nombre.

—¡¡¡Sonia!!! ¡¡¡Sergio!!! —veía a Airón gritando y dirigiéndose hacia nosotros. Parecía bastante emocionado.

Me levanté pensando qué podría ser. Detrás de Airón venía David también emocionado.

—¡Ha sobrevivido! —exclamó Airón al tiempo que David

—¿¡Qué!? —Me levanté de la caja en la que estaba, provocando que Sergio casi se cayera. El muchacho también se levantó bastante contento—. ¿¡Cómo!?

—Estábamos junto a él y de repente vemos que no tenía heridas en el pie. Alex se ha cubierto con un infectado.

—Qué cabrón... —dije para mí misma bastante sorprendida.

—¡Haz la operación ya, por favor! —decía David preocupado.

Bajé de un salto, allí estaba Airón más relajado y nervioso por salvar a su primo. Ambos cruzamos nuestras miradas con cierta tensión debido a las palabras que nos dirigimos

—Vamos —dije yendo hacia la caseta.

—Gracias, Sonia —dijo David siguiéndome hacia la caseta.

Una vez dentro, los chicos y yo removimos los cadáveres de los tóxicos que había por la zona, limpiamos de sangre el suelo y preparamos los utensilios para realizar la operación. Procedí primero a quitarle el abrigo que tenía totalmente manchado de sangre. Posteriormente le rasgué la sudadera que tenía, bastante sucia y estropeada para poder quitársela, estaba en camiseta interior. Toqué el pecho para comprobar el pulso y vi que lo tenía ligeramente débil

—Necesito solo un voluntario. El resto me gustaría que esperase fuera. —comenté.

Airón se dirigió a mí con una expresión bastante decidida.

—Yo lo haré. ¿Qué tengo que hacer?

—El respirador. Es manual. Necesito que le des aire apretando suavemente y sueltes también suave. La idea es simular una respiración ¿Lo has entendido?

El chico asintió decidido. Mientras tanto, el resto permaneció alejado.

—En cuanto coloque la anestesia, Alex no podrá respirar por sí mismo y necesitará toda tu ayuda para poder respirar. No me falles.

—Lo mismo digo —dijo Airón bastante serio—. No nos falles.

Aún incrédula por lo que acababa de ver, me di cuenta de que el sentimiento de pensar que has perdido a alguien y de golpe reemplazarlo por el sentimiento de ver que sigue vivo, no tiene precio alguno. Es demasiado agradable. Pensando esto, levanté el pantalón de Alex y coloqué la dosis de anestesia local. Quería hablar algunas cosas con Airón, pero sentí que no era el momento.

El chico colocó el respirador y le asistió manualmente mientras yo realizaba la operación. Pasado un rato, observé que algo iba mal.

—Joder...

—¿Qué? —dijo Airón preocupado—¿Qué ha pasado?

—Está perdiendo sangre. Bastante.

—¿Y qué vas a hacer?

—Acerca su mano al pecho. ¿Late?

—Ee... —el chico hizo lo que me dijo—. Noto algo, pero es débil

—Mierda...

—¿Qué? —dijo algo enfadado.

—Vale. Coloca su mano en el pecho de vez en cuando. Si para de latir, va a haber que hacer CPR inmediatamente.

—Joder Sonia... Pero ¿está bien?

—Ahora mismo no. Haz lo que te digo.

Volví a la herida y comencé a coser. Había demasiadas heridas provocadas por el cepo y algunas de ellas profundas. Tras cerca de una hora, conseguí realizar una operación que a mi juicio era bastante complicada. El pie quedó lo mejor posible pero deduje que no podría andar del todo bien hasta dentro de algunas semanas. El hueso había quedado algo roto, y además en un día y sumado a la operación había perdido bastante sangre.

—Bien... He acabado—dije observando el tobillo lo mejor que podía—. No ha parado en ningún momento, ¿no?

—No —añadió bastante cansado

—No han habido tantas complicaciones. Ahora está estable.

—No sé qué has hecho pero pintaba mal —miraba Airón con cara repulsiva.

—Si soy sincera, no sabía por dónde empezar—comentaba mientras acababa de coser.

—¿Qué?... Pero lo habrás hecho bien ¿No? —dijo preocupado.

—Si, eso sí. Pero había demasiadas cosas que hacer y no sabía cual era más grave —le confesé—. No soy médico, solo hice algunas prácticas de medicina básica que incluye coser, limpiar y hacer pequeñas operaciones.

—Esperemos que eso nos sirva para que Alex se recupere —continuó prestando atención al respirador.

—Voy a por vendas, espérate aquí.

—Como si pudiera moverme —se encogió de hombros.

Pillé algunas vendas de la mochila y le vendé la pierna con el fin de que el hueso se fuese recuperando con el tiempo. Tenía fe en que esto quedase bien y que Alex pudiera caminar de nuevo.

Al acabar la operación, David y Sergio vinieron a verme.

—¿Ya has acabado? —David levantó la mirada bastante rápido, moviéndose parte del flequillo hacia arriba.

Asentí y enseguida el chico fue a verlo. Sergio permaneció a mi lado. El ambiente de tensión había finalizado. Estaba satisfecha de la operación que había realizado y mi humor cambió bastante. Me sentía más relajada. Me senté en el suelo y le hice un gesto para que se sentara a mi lado. El muchacho accedió

—¿No tienes nada que contarme? —le dije con algo de sarcasmo.

El chico se puso algo nervioso y comenzó a gesticular demasiado.

—No tengo nada que ver con lo de... O sea, ¿Qué pasa? ¿Por qué?

—Te iba a hablar sobre la venda de la pierna, pero veo que tienes cosas más importantes que explicarme.

—Mierda —tosió—. A ver... culpa mía no fue. Me di cuenta de que la pared que había en el matadero estaba medio rota. Pero no pensaba que la romperían tan pronto.

—¿De qué hablas? —enarqué una ceja.

—Que tengo la pierna muy bien, voy a por algo de agua —se levantó algo nervioso.

—Seeeergio. Ven aquí —el chico se paró en seco.

—Jo —se sentó nuevamente a mi lado.

—Solo quiero charlar contigo. Nada de sermones —suspiré—. ¿Qué ha pasado?

—Ah. Vale. Me parece bien. —se relamió el labio y luego se secó con la manga—. Pero ¿te parece que vaya primero a por agua? De verdad que tengo sed.

—Anda, va, tira. No tardes mucho. —El muchacho se fue corriendo a su mochila a por algo de agua y al poco rato regresó dando algunos trotes.

—Ya he vuelto —dijo sentándose a mi lado—. A ver... la cosa es que cuando os fuisteis, David y yo salimos fuera a charlar hasta que escuchamos un ruido.

—Hm hm —asentí—. Y decidisteis investigarlo ¿no? No os podíais estar quietecitos —le reproché con cierto sarcasmo

—Eso lo aprendí de ti, fijate.

—Ya ya ya.

—El caso, nos dirigimos para allá y luego vimos que toda la zona estaba llena de tóxicos empujando la valla. Y en ese momento nos asustamos. Estuvimos discutiendo qué hacer David y yo. Hasta que decidimos esperar a que llegaras. Pero no llegabas y fue cuando se rompió la ¿valla? ¿Pared de metal? y ahí comenzaron a venir muchos tóxicos. ¡¡Me llevé un susto enorme cuando uno apareció en la ventana!! —dijo emocionado.

—¿Y decidisteis huir?

—Nos lo dijo Alex. Estaban rompiendo la puerta y... nos dijo que marchemos. ¡Fue una pasada, Sonia! No nos estaban viendo, pero entonces uno de ellos se acercó demasiado y... ¡Pam! ¡lo acuchillé y lo maté yo solo! Pero otro a lo lejos nos acabó viendo y... tuvimos que correr, pero luego ¡Nos quedamos atrapados y tuvimos que disparar! Nos escondimos en un pasillo super estrecho y tenían que venir de dos en dos y entonces David y yo ¡Pium! Uno menos ¡Pium pium! Dos menos. Así hasta que escuchamos una metralleta a lo lejos y entonces nos acojonamos pero en seguida supe que seríais vosotros. 

—Si —asentí sonriendo al ver lo emocionado que estaba de contarme la historia.

—En verdad estaba cagado de miedo. Pero ahora que todo ha salido bien estoy contentísimo —dijo bebiendo algo de agua—. ¿Y cómo fue disparar con una metralleta? ¡Tiene que estar guapísimo!

—Es más difícil de lo que parece... tienes que...

—¡Sonia! —dijo Airón desde el fondo—. ¿Puedes venir?

—¡Voy! —levanté la voz—. Luego te cuento más si quieres.

—Vale

Me acerqué a donde estaban los chicos con Alex.

—¿Qué pasa? —le pregunté.

—Alex ha hecho una cosa rara.

Airón arrugó un poco la cara.

—No sé, como... ¿un espasmo?

Me acerqué a Alex y me recosté sobre el pecho. Escuchaba latir normalmente.

—Podría ser hipo. Es relativamente normal —dije asintiendo. Posteriormente me giré hacia donde estaba él—. ¿Tú cómo estás? ¿Cansado?

—Bastante. Llevo como una hora así.

—¿Puedo ponerme yo? —me preguntó David.

—¿Sabes cómo es?

—Te escuché cuando se lo explicabas a Airón, es apretar suavemente y soltar también suavemente, como cuando respiras.

Asentí y dejé a David asistiendo la respiración a Alex. Mientras tanto, Airón y yo nos sentamos juntos en la otra sala, ambos teníamos ganas de hablar sobre lo sucedido de antes, pero ninguno nos atrevíamos por el miedo a estropear la serenidad del momento.

—Sonia... lo de antes... bueno, yo...

—Déjalo estar—dije observándole con una mirada firme—. Ya todo pasó y acabó saliendo bien.

El chico mantuvo la mirada durante unos segundos, su rostro, de pobladas cejas, casi siempre se mantenía fruncido por la seriedad del momento, pero en este caso notaba cierta preocupación y calma.

—Está bien —sonrió—. Y bueno, ya no tendrás que estar más con un inútil

—Cambiar esto último depende de ti —comenté mientras me acariciaba el pelo

—Nunca me ha gustado que me ordenen.

—No te gusta que te manden, no te gusta obedecer, no sabes combatir pero no te gusta aprender... no te gusta nada. Nadie nace sabiendo. 

—No es eso. Deja de intentar darme lecciones —comenzaba a tambalear las rodillas arriba y abajo. Se notaba incómodo.

—Pfff. Como quieras —dije bebiendo algo del agua que se había dejado Sergio encima de la mesa—. Solo decirte que la vida no tiene marcha atrás. La estás desperdiciando con esa mentalidad

Desde la otra sala David dio una voz.

—¡Sonia, Alex está comenzando a respirar por sí mismo!

En seguida Airón y yo nos levantamos, atravesamos la pequeña sala y nos encontramos a Alex tumbado en el suelo junto a David y Sergio a su lado pendiente de él. Me acerqué y observé que poco a poco la anestesia dejaba de hacer efecto.

—Vale, puedes quitarle el respirador

El chico quitó el respirador con algo de cuidado, noté que en un principio no respiraba por sí mismo, pero tras presionar un poco en el pecho en seguida noté que comenzaba a respirar.

—Oficialmente lo tenemos. Está vivo —dije sonriendo.

—¡Genial, Alex! —dijo David emocionado.

Poco a poco sus ojos castaños comenzaron a abrirse lentamente.

—Hmmm —musitó nada más abrir los ojos—. Lo habéis conseguido...

—Si —dijimos Airón y yo al mismo tiempo.

—Gracias... Tengo sueño...

—Alex, debes descansar, has perdido sangre. Vas a necesitar mucha agua. —dije yendo a por una manta. David vino conmigo y ambos lo arropamos mientras el hombre comenzaba a cerrar los ojos.

***

Ya entrada la noche, Airón se puso a dormir con Alex, yo con Sergio y David a nuestro lado. Caí redonda a la cama, pero a las pocas horas, comencé a tener frío. Me desperté y vi que la ventana estaba abierta de par en par. Fui poco a poco evitando despertar a los chicos, pero cuando me acerqué a la ventana... vi lo que parecía ser un tóxico agachado a lo lejos. Me miró fijamente y posteriormente se escondió entre los restos de chatarra que había por la zona.

No le di demasiada importancia, pero al volver al saco de dormir, comencé a escuchar ciertos gruñidos...

—Abriiiid la pueeeertaaaa... —no sé si es por el cansancio pero... juraría que había dicho esas palabras...

Sergio se despertó debido a que comencé a temblar de miedo.

—Sonia, ¿Qué pasa? —me miró bostezando...

—La ventana...—señalé con bastante miedo mientras evitaba mirar hacia ella.

—¿De qué hablas? En la ventana no hay... nadie —me tocó el hombro para que mirase hacia allí.

Tenía razón, el infectado se había ido. Pero seguía aterrada. 

CONTINUARÁ

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro