24. El regreso
—¡Nos vemos esta noche!— Mark grito antes de salir por la puerta de la casa de su abuela, no escucho respuesta, tampoco espero ninguna.
Luego de ver cómo Jeno se caía en sus brazos, gritar por ayuda y correr lo más rápido que pudo por una ambulancia. Trasladaron a su novio al hospital donde le indicaron que Jeno había estado a punto de un colapso debido a una hipotermia debido al intenso frío a su alrededor. Mark creyó que su mundo se derrumbaba cuando Jeno no respondía a su voz, pero ahí estaba a punto de ir hasta su casa. Le habían dado el alta justo a tiempo para festejar la noche vieja y recibir juntos el año nuevo, su cabeza aún repetía el llanto de su madre pidiendo perdón, la conocía y no caería tan fácil a su teatro. ¿Estaba arrepentida? Tal vez, pero a Mark aún le dolía todo lo que había causado.
Por otro lado, estaba el hecho de que unos segundos antes de caer en el infierno que había causado el desmayo de su novio, ambos habían dicho en voz alta. Fuerte y claro lo que sus corazones sentían.
“Te amo”
De solo recordar el momento, la sonrisa nacía en su rostro y era difícil no poder evitar chillar de emoción, Mark llevaba su mano hasta su pecho donde sentía que su corazón podría explotar en cualquier momento. Tantas emociones juntas. Paso los últimos días del hospital a su casa, tratando de ignorar a su progenitora. Su padre fue quien lo convenció de pasar juntos la noche vieja, por eso dentro de unas horas irían hasta la casa de Jeno y sus padres para celebrar las dos familias juntas, así como habían planeado desde un principio. Realmente no le importaba, tal vez su madre aprendería a cuidar más de sus palabras y conocería a las grandiosas personas que eran sus ¿Suegros? Rió de sus propios pensamientos.
Golpeó cuatro veces seguidas la puerta, dando una señal que era él y rápidamente un alegre DongHae atendió la puerta, con una sonrisa dejando que pase. Por alguna razón se lo veía más feliz que nunca, cuando días atrás lloraba en los pasillos del hospital, preocupado por su pequeño. Fue doloroso verlo así, pero comprendió el cariño que le tenían a su único hijo, su hijo adoptivo.
Mark camino lentamente hasta las escaleras y subió por ellas con un paquete en su mano, había preparado el regalo en el último momento y se suponía que se lo entregaría en navidad, pero estaba esperando un mejor momento y este era el indicado.
Jeno estaba en su cama, con sus lentes puestos, los que usa únicamente para leer y es raro encontrarlo con ellas. Con muchas mantas sobre él y su libro favorito en las manos, marcado por ser leído tantas veces. Mark le sonrió y se acercó hasta el, dejando en un costado el obsequio.
—¿Cómo te encuentras bebé?— Se acomodó a su lado, sentándose en un costado. Le dió un casto beso en los labios, esta vez más tibios que antes.
—Mejor, aunque aún tengo un poco de frío— Fingió hacer una cara triste y decepcionada.
—¿Quieres que te abrace?— Jeno sonriendo, asintió a la pregunta. Rápidamente Mark apartó un poco las mantas para colocarse bajo de ellas, se acercó hasta su novio y este sin pensarlo lo abrazo por la cintura. Sus brazos abarcando todo lo que pudieron y lo atrajo hasta que solo una minúscula partícula pudiera pasar entre ellos.
Y
—Asi está mejor— Volvió a besarlo.
—Creo que solo es una excusa— Rió. Jeno se acomodó más cerca, colocando su cabeza en el pecho de Mark. Mientras esté sonreía, nervioso de ser descubierto por la forma en la que su corazón palpita.
—Callate— Jeno vibró en su pecho —¿A ti te gusta?— Lo miró desde abajo, como un niño pequeño. Mark busco una de las manos de su novio y las entrelazó.
—Me encanta— Admitió y Jeno se acomodó mejor, satisfecho por la respuesta.
Se quedaron unos minutos así, tan solo recostados en la cama. La cabeza de Jeno sobre su pecho, sus manos entrelazadas en un costado, el brazo de él pasando por su estómago, sus piernas enredadas, el cabello de Jeno haciendo cosquillas en su nariz. Mark cerro los ojos y creyó que podría dormirse así, quedarse en esa posición para el resto de sus días o por lo menos hasta que su brazo se durmiera, cambiar de posición y seguir durmiendo juntos. Hasta que escucho la voz de Jeno venir desde abajo, pausada y baja.
—¿No podemos quedarnos así para siempre?— Mark rió bajo, era lo que estaba pensando.
—Debenls comer, ir al baño, bañarnos— Puntualizó. Jeno se quejó, se levantó quedando su rostro cerca del otro.
—Entonces, comamos juntos aquí. Si quieres ir al baño dejas tu mano afuera mientras la sujeto— Lo dijo tan serio que Mark creyó que realmente estaba pensado en ello. Pero la risa juguetona y el beso que llegó después le indico todo lo contrario.
—¿Y bañarnos?— Le siguió el juego.
—Crei que quedaba claro— El mayor levantó una ceja —Nos bañamos juntos— Y entre risas lo volvió a besar. Había extrañado esa sensación, Jeno abarcando toda su boca, controlando sus movimientos, mordiendo sus labios y quitándole el aliento.
Sujeto el cabello de Jeno para profundizar el beso, era una posición extraña y sabía que su novio estaba poniendo todo su peso en un solo brazo, estaba débil y no debía hacer eso. Por eso con mucho pesar se separó, aunque Jeno busco sus labios para no cortar el beso que cada vez se hacía más húmedo.
—¿Quieres bañarte ahora?— Preguntó cuando por fin logro separarse. Jeno rió fuerte y volvió a su lugar en el pecho de Mark —¿Eso es un no?—
—Aun estoy débil, más adelante lo hacemos—
Y volvieron a sumergirse en el silencio. Jeno prendió el televisor y se quedaron mirando una serie al azar, solo hablando para comentar de vez en cuando alguna escena. Y así era perfecto, ambos unidos como uno solo, tan doméstico y normal. Mark por un momento creyó imaginar está situación pero en su propia casa, el volvía de una tarde de estar enseñando historia a jóvenes y Jeno se acomodaba en su pecho luego de una larga práctica. Un escalofrío lo recorrió, se imaginaba un futuro de ambos y su mente pensó en lo que debería hacer para conseguir una casa propia, irse de aquella que compartía con su abuela, sabía que luego de terminar su carrera debía dejar el departamento que la universidad le prestaba.
Jeno rompió nuevamente el silencio.
—Mark—
—¿Si?— Su voz salió como un murmullo, con miedo de romper el momento.
—Te amo— Mark Chilló otra vez. Con su mano tapando su rostro y su novio riendo divertido por la reacción.
—No lo digas asi tan de repente—
—¿Y como se supone que lo diga?— Se encogió de hombros y supo que Jeno no lo podía ver, pero si sentir.
—No lo sé— Jeno se giró y volvió a la posición anterior.
Mirándolo a los ojos le repitió:
—Mark Lee. Te amo— El nombrado sonrió ampliamente.
—Jeno Lee. Yo te amo mucho más—
Juntaron sus labios unos segundos antes de escuchar como alguien golpeaba la puerta.
—¿Están vestidos?— La voz de HyukJae retumbó mientras ingresaba con una mano en sus ojos y la otra en el aire. —No quiero que me suceda lo mismo que Hae—
—¡Te dije que no dijeras nada!— Ese fue DongHae que golpeaba a su marido. —Mark, tus padres llegaron—
—Esta bien. En unos momentos bajo— Jeno lo miró y luego a sus padres.
—Prendere la calefacción y te avisaré cuando puedas bajar— le indico HyukJae y con una sonrisa se alejó del lugar.
DongHae los miraba con una sonrisa y antes de irse les comento
—Se que no debimos escuchar, pero entiendan que era por precaución— Empezó excusándose —Estoy sumamente feliz que ambos se amen—
Mark se quedó mirando a la puerta ahora cerrada, con la boca abierta y sus mejillas ardiendo. Los habían escuchados mientras se declaraban otra vez el amor que sentían, Jeno se rió de el mientras se levantaba despacio.
Antes de poder reaccionar, estaban discutiendo por una estupides. Mark no quería obligarlo a salir de su cama solo para saludar a sus padres y Jeno sostenía que era tiempo de levantarse, así no podría mejorar y además debía hacer las pases con la madre de Mark y explicarle que no tenía la culpa de nada.
—Esta actuando—
—Fue a visitarme al hospital— Mark bufó.
—Pero no entró— Dijo a lo bajo. Molesto de que Jeno fuera capaz de perdonarle lo que hizo.
—Tu no la dejaste—
Aunque Mark peleará con todas sus fuerzas, sabía que era débil ante Jeno y que haría cualquier cosa por su niño. Dejo de discutir y acepto al hecho de que bajara y saludara a su familia.
Para sorpresa de todos, fue una cena bastante amena. Su padre no dejaba de preguntarles sobre la diferencia entre las distintas ligas de fútbol, no era gran aficionado pero la familia Lee (la que no eran parte ellos) se encargó de entusiasmar al hombre, su madre se llevó la sorpresa de que DongHae manejaba bien el inglés y se comunicaban en su idioma natal, según el hombre "para comodidad de los invitados". Hablaron, rieron, comieron y se conocieron. Mark observó la escena con una sonrisa imborrable, una sensación de orgullo en su pecho y para mejorar cualquier cosa; la sonrisa de Jeno era el mejor regalo de todos.
Mark observó sus manos unidas y los anillos, la noche buena parecía tan lejana ahora. En unos minutos, el año se acabaría y uno nuevo empezaría y como Mark era un chico obsesivo con la organización, ya estaba pensando en el próximo año y sus nuevas metas. Un gran porcentaje de ellas estaba involucrado el chico que lo miraba a los ojos.
—¿Sucede algo?— Miró alrededor y vio a todos levantados de sus mesas, que se acomodaban en las ventanas para mirar hacia afuera.
—¿Qué hora es?— Su novio lo miró extrañado, pero le contesto que faltaba poco para las doce. —Estoy bien— Le respondió al ver todavía esa mirada preocupada.
—¿Quieres ir a mi habitación?— Mark miró a sus familias. Nadie les daba atención, aún así se sentía mal. —Mis padres ya lo saben—
—¿Qué quieres hacer?— Se sintió confundido. ¿En qué pensaba Jeno? Y más importante ¿Por qué últimamente sólo podía pensar en doble sentido? Eso sólo era culpa de sus amigos.
—Solo sígueme—
Ambos se dirigieron hasta el piso de arriba, al lugar donde pasaron muchas cosas y muchas horas juntos. Por alguna razón, se sentía nostálgico por lo más mínimo. Podría ser a causa de todos los sucesos últimamente o el simple hecho de ser treinta y uno de diciembre.
—Esto debí darte hace una semana, pero ya sabes— Dejo las palabras sueltas en el aire. Aún arrepentido de su compartimiento, Mark se le acercó y negó con la cabeza.
—Eso ya no importa— Acepto el paquete que le entregaba y lo beso rápidamente. Se estiró para tomar el que él había traído y se lo entrego también —Este es el mío—
Se miraron a los ojos y con una señal se acomodaron nuevamente en la cama, frente a frente. Contaron hasta tres y abrieron a la vez los obsequios, no eran la gran cosa pero la primera navidad juntos era importante. No importa si ya había pasado una semana de aquello, el futuro sería mil veces mejor.
—¡Es hermoso!— Jeno acarició el portaretrato donde se encontraba una foto de ambos, al chico le gustaba sacar fotos juntos en todo momento y aunque Mark lo odiaba, esa foto en el retrato era su favorita. Luego de la que se sacaron en la cama y tenía en su celular.
—¿Te gustó?—
—Claro que sí— Respondió rápidamente y luego volvió a mirarlo —Voy a ahorrar para comprar uno digital y poner muchas fotos de ambos— Mark rió, sabía que le gustaba esa clase de cosas. —No te preocupes, siempre tendré este— Volvió a acariciar la foto.
Mark observó el libro que tenía en sus manos, Jeno realmente lo escuchaba cuando hablaba. No recordaba en que momento, pero sabía que una vez le hablo sobre aquel libro. Una simple edición de su historiador favorito, fue el que lo atrajo a la historia universal y entender las diferentes etapas de las civilizaciones humanas. Lo abrazo con fuerza, era algo tan estúpido, sencillo y con mucho significado.
—¡Chicos! ¡Empezó la cuenta regresiva!— La puerta se abrió y el padre de Mark les indico.
Bajaron rápidamente por las escaleras donde todos estaban contando para atrás, los vio tomarse de las manos y esperar ansiosos a que el reloj indicara las doce de la noche y diera inicio a un nuevo año.
El contador llegó a cero y antes de poder gritar a los vientos el conocido “Feliz Año Nuevo” se giró para envolver sus brazos en el cuello de Jeno, atraerlo a él y fundirse en un beso. El primero del año, un año que los recibía con las manos abiertas para nuevas oportunidades, nuevas historias y una puerta que les abría a escribir sus aventuras juntos.
Un beso que les decía que ese era el regreso de ambos, a la primera vez en la que sus labios se habían conocido.
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