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15. Una semana

Despertarse con el aroma de Jeno llenando sus fosas nasales debía considerarse el paraíso, despertarse con el latido del corazón de Jeno debía considerarse uno de los mayores placeres.

Pero todo eso era imposible de apreciar si los golpes en su puerta no fueran tan insesante. Levantó su cabeza con esfuerzo, no quería levantar al chico que dormía a su lado, lo observó a él y después a sus cuerpos enredados bajo las sábanas. Acomodó un poco más las sábanas para que está cubriera lo más posible sus cuerpos desnudos.

—¿Quien es?— Pregunto con voz ronca a la persona que seguía golpeado su puerta.

—Soy yo— La voz de su compañero de piso lo sorprendió, ayer le había dicho que pasaría la noche en la casa de un compañero para terminar un trabajo.

—¿Que sucede?— Escucho un quejido del otro lado.

—Debías contestar "¿Que vienes a buscar?”— Soltó una pequeña risa, esperando a que continuara—Ya, abre la puerta—

—Espera un segundo— Muy a su pesar, debió levantarse y separase de aquel abrazo. Buscó por el suelo donde había quedado su ropa interior, encontrándola en una esquina. Con la molestia en su parte baja se vistió lentamente, con un impaciente Yuta esperando del otro lado.

—Llegaré tarde Mark— Con la camiseta aún en su mano, camino hasta la puerta quitándole el seguro. Dejo pasar al japonés quien fue directo a su armario.

Acostumbrado por la intromisión en su guardarropa, se acomodó al lado de su chico. Le sonrió al ver como abría sus ojos perezoso, este se la devolvió de manera dulce, su cabello desordenado y una pequeña marca en su cuello, llevó su mano al suyo ¿No tendría una igual? Jeno dirigió su mirada al chico que revisaba la ropa en el mueble contra la pared, con una mueca le pregunto qué hacía.

—Les gusta revisar mi ropa y robar algunas prendas— Ya estaba acostumbrado, tenía mucha ropa en su armario y no le molestaba regalar un poco o dejar que se la quitarán.

—¿Que?— Volvió a mirar al japonés que seguía metido en su labor.

—Nada, le hablaba a Jeno— Le explicó. El muchacho dejo su vista del armario y observó al par.

—Buen día Jeno— La sonrisa de lado que tenía Yuta al decir eso no era una buena señal, la comprendió al darse vuelta y ver a su novio con el torso descubierto, dejando poco a la imaginación de la figura de su cuerpo. Sintió su cara arder al darse cuenta que la belleza que el estaba admirando también era vista por su amigo.

—Tapate— Jeno rió fuerte al ser tapado con las sábanas en un rápido movimiento.

—Tranquilo Mark, todo esto es tuyo—
Su rostro enrojeció a más no poder, una cosa era leerlo en un mensaje o escucharlo. Otra muy diferente era que otra persona lo escuchará también, más aún cuando esa persona soltaba un grito como fanática en concierto.

—Mark, me agrada tu novio. Yo lo apruebo— Fantástico, estaba rodeados de pervertidos que les gusta saber de su vida privada. Perdió el hilo de la conversación por estar pensando en la vergüenza que lo carcomía.

No supo en que momento el mayor había abandonado la habitación y quedaba en silencio junto a Jeno, junto a un Jeno desnudo y jodidamente sexi con esa mirada cargada de deseo.

—¿Que sucede?—

—Nada. Es la primera vez que hablo con el, me agrada— Eso no lo sorprendió, es extraño que alguien no se llevara bien con el japonés. Todavía no conocía persona que no lo hiciera.
Jeno lo miró de arriba abajo, no supo que era lo que causaba el calor en su rostro, su mirada, su posición con las manos tras su nuca o su cuerpo que se mostraba poco a poco. —Si quieres puedes tocar— No se había dado cuenta de su vista recorriendo el cuerpo ajeno hasta que dijo aquello.

—¿Desde cuándo eres tan atrevido?—

—Desde que te volviste mi adicción— Se levantó con una sonrisa estúpida en sus labios. Debía darse un baño, esa tarde debía ir a trabajar y Jeno tenía práctica.

—Como es posible si solo lo hicimos dos veces— Abrió su armario para buscar algo que ponerse y bajar un poco la alegría que tenía ¿Sería muy apresurado decir que esa fue la mejor semana de su vida? Una semana, había pasado tan rápido, llevaban una semana de novios y se sentía tan bien.

—Si regresas a la cama serán tres—

—Ire a bañarme— no miro atrás o caería en su juego, así como la noche anterior había caído.

Al principio le parecía una locura, llevarlo a su hogar un día de semana sabiendo que estarían solos. No lo pensó cuando Jeno le dijo que quería estar con el, pero debía aprovechar en ese momento, luego vendrían los exámenes finales, Jeno tendría los últimos partidos de la temporada y debía enfocarse. Lo había convencido tan fácilmente, Mark era débil ante el menor. "Para los partidos importantes no debo tener ningún tipo de desgaste físico de más" como un idiota, tardo en entender a que se refería.
El desayuno estaba casi listo cuando Jeno apareció con una sonrisa, su uniforme listo y su aspecto arreglado. Desde que lo conocía lo había visto vestido de diferentes formas, su favorita hasta ahora era cuando llevaba ese conjunto escolar. Aunque todavía le faltaba verlo fundado con el uniforme de su equipo de fútbol, estaba seguro que se vería más apuesto de lo normal.

—Huele delicioso— Rió al sentir los brazos al rededor de su cintura. Los besos suaves en sus labios no tardaron en llegar. Los correspondió lo mejor que pudo, era demasiado tierno para su pobre corazón que se derretía cada vez más.

—Es solo café instantáneo, cualquiera puede hacerlo—

—¿Quien dijo que hablaba del café?— Largó una carcajada cuando sintió las cosquillas que provocaba la nariz de su novio. Intento escapar de su agarre y salir del escalofrío que le provocaba el cuerpo ajeno, se dejó hacer cuando la humedad de unos labios cayeron en su mejilla. —Eres lindo— Abrió los ojos y se encontró con la sonrisa ajena.

—Y tu eres muy pegajoso— Le devolvió el beso en la mejilla, aprovechando el estado de shock de Jeno para separarse e ir a buscar las tazas de café.

Desayunaron en su mesa, compartiendo charlas, hablando un poco más sobre ellos y los planes que tenían una vez que el receso invernal llegara. Recordó que ya era noviembre y faltaba un mes para que llegaran las fiestas, con ella los padres del castaño. No quiso hablar sobre ellos, el pelinegro tampoco insistió, ya habría tiempo para conocerlos, no sabía que podrían llegar  a pensar y por eso decidió dejarlo para cuando sea el momento. No se iba a preocupar de más, estaba demasiado feliz en ese momento para arruinarlo con algo, qué tal vez, sea tonto.

—¿Quieres que te acompañe a la universidad?— Estaba a punto de asentir como idiota cuando sujeto su mano y le sonrió, con ese brillo en sus ojos.

—¿No debería ser al revés?— A pesar de sus palabras, empezaron su andar. Caminando con sus manos entrelazadas por la calle. La caminata era silenciosa y Mark la disfrutaba, podía estar haciendo cualquier cosa junto a Jeno y aún así se sentía tranquilo, en paz, como si todo el tiempo lo que estaba esperando era su llegada.

Aquel pensamiento lo inquieto un poco, las cosas estaban llendo demasiado rápido para su gusto. Jeno le gustaba y mucho, pero debía quedar así. ¿Amor? No creía que lo fuera, no aún. Lo vio de reojo, apartando su vista cuando lo vió darse la vuelta para verlo.

—¿A dónde estamos llendo?— Habló por fin, Mark freno su andar. Ni el sabía hacia donde se dirigían.

Miró a su derecha y a su izquierda intentado desifrar donde se encontraban, una vez que logro ubicarse en donde estaban, continuó su andar. Solo por esta vez dejaría que lo acompañará a la universidad, después de todo se encontraba más cerca. Al llegar a la puerta de la misma tuvo que respirar fuerte para enfrentarse a las miradas y seguramente a las preguntas que le llegarían después. Le sonrió una vez más al chico, algún día le preguntaría a su abuela si era normal sonreír tanto.

—Creo que debo irme— Lo sabía y se negaba. Algo le decía que durante un tiempo sería difícil poder hablar junto a él.

—Nos vemos. Ten cuidado de camino a clases— Llevó una de sus manos al rostro del chico frente a él y unió sus labios, un beso dulce y cariñoso. Solo labios uniéndose en sincronía.

Hasta que las manos de Jeno lo acercaron más a su cuerpo, soltó un quejido provocando que su boca se abriera y dejara paso al sinhueso del menor, la recibió a gusto con una sonrisa, tomo de su cabello y ladeó la cabeza para profundizar. Rogaba que el tiempo se frenará y les dejara tiempo para seguir así, en un beso largo, lleno de suspiros.

—¿Nuevo amigo Mark?— Se separo al escuchar la voz de su amiga.

—Hola chicas— Las saludo como si nada hubiera pasado.

—¿Nos presentas?— Quería escapar, cuando decía que nadie sabía de su amistad con las chicas, era nadie. Absolutamente y ahí estaba Jeno presentándose frente a ellas.

—Hola, soy Jeno Lee. Un gusto—

—Mucho gusto Jeno, yo soy Yerin—

—Y yo Su Jung— Ambos pares de ojos viajaron a un punto de su cuerpo, aquello le dió miedo. Se movían en sincronía, llevó su vista al lugar donde sus amigas veían y sonreían. Jeno sostenía su cintura con una mano, un agarre firme y tan natural, encajando perfectamente en la curva de su cuerpo.

—Chicas. Él es mi novio— Decirlo en voz alta se sentía bien.

—¡Oh! Me siento como una madre— Chasqueo su boca, ahí estaba la chica alta con sus bromas.

—Por un momento pensé eras caníbal, te estabas comiendo al muchacho— Esta vez golpeó en el hombro, de manera juguetona, a la chica. —Eso duele Mark— miró a su alrededor, notando que estaban entrando a clases. Jeno debía marcharse, se dió media vuelta para decírselo cuando vio que su novio decía algo.

—Mañana tendremos uno—

—¿De qué hablan?—

—El hermano de Yerin es fanático de mi equipo— Hablo orgulloso el pelinegro. Mark no sabía nada de fútbol, mucho menos de los equipos de la ciudad. Solo entendía que Jeno jugaba en uno de los más conocidos de la ciudad, en una categoría baja a la de un profesional.

—Mark ¿has ido a algún partido de tu chico?— Negó con la cabeza baja, tenía demasiadas cosas que hacer que le impedían  poder ir a verlo.
—Deberiamos ir juntos—

—Siempre tendrán un espacio en las gradas— Recibió un rápido beso en los labios y el chico se retiró del lugar, debía asistir a clases. Dejó una sonrisa de bobo en su cara y camino junto a las chicas que empezaban a caminar a su camino a la primera clase del día.

—Esperen— Había algo de la charla que no le cuadraba. Yerin y Su Jung lo miraron— Yerin, tu no tienes hermano—

—El chico es lindo y es popular en el club deportivo— Llegaron a la puerta del aula, confundidos por las palabras de la chica —Bien, me gusta el fútbol y si Jeno llega a jugar en el club profesionalmente podría pedirle que me dejara ir a ver los juegos en una categoría de primera—

—Eres una interesada—

La charla le había dejado un sabor extraño en la boca, cada vez que creía estar más cerca del chico aparecía una información nueva. En este caso no era del todo nueva, pero siempre salía algo nuevo a la luz. A ese ritmo nunca terminaría de conocer del todo a Jeno, era una caja de sorpresas, llena de misterios y enigmas que debía resolver.

Debían conciderarlo un lunático por pensar que descubrir cada uno de los secretos de Jeno sería divertido, exitante y hasta podría llegar a pensar que lo que descubriría haría que se rindiera ante él. Llegaría al punto donde se dejaría enamorar por cada parte de Jeno.

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