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Cap: 11 El encuentro.

El encuentro...

Narra Julio.

¡Debo estar loco! pensé sabiendo lo que haría y que no iba a arrepentirme.

Caminé firme a la celda de la chica castaña. Llamé a los guardias y le di a la chica la señal, le pase una nota donde le explicaba el camino por los ductos de ventilación. 

Con los guardias distraidos y lejos ella no tendría inconveniente en usar su poder para abrir el ducto, mientras tanto subí a la azotea, hoy y únicamente por esa noche estaría vacía.

Definitivamente esta chica o es muy suertuda o tiene un ángel que la guarda y la protege —pensé—.

Abrí la salida de aire, tarde algo porque debía hacerlo con cuidado para poder cerrarla de nuevo otra vez sin dejar ningún indicio.

Era una noche de verdad maravillosa, algunas nubes pero entre ellas se dejaban ver las estrellas brillando alrededor

En eso veo una figura salir del ducto, saco el arma por precaución.

Solo era Aleyda, gracias a Dios.

— ¿Que tal el viaje en el ducto? —inquirí—

— Pudo ser peor, por suerte no soy muy alta.

—Somos dos. Pensé que llovería te hubiera ayudado la lluvia para volar.

— ¿Esperas que me vaya volando? — me preguntó—.

Yo asentí ella repuso.

— No puedo, aun no se hacerlo bien. Creo que metería la pata.

—Que bueno que te encontré esto. Se le cayo a la señora cascarrabias.

Era una esfera amarilla pequeña.

— Esto lo he visto poco, piensa donde quieres ir y te llevará.

—Honestamente no se ni donde estoy. pero creo que podría tratar de ir al ultimo lugar seguro que recuerdo.

—Bien, no te digo que pienses en tu casa porque no se si esto funciona solo hasta una distancia determinada.

Ella me miro y sostuvo la esfera en sus manos frágiles.

—Me sorprendiste, yo... No confiaba del todo en tí.

—La UDAP es lo que dijiste, hoy lo descubrí...

—¿Estas bien?

Mi cara reflejaba mi decepción, como hoy mi padre estaría ocupado con mi hermano me arriesgue a revisar sus archivos y su ordenador. Debí hacerlo mucho antes.

— Si, ya nada me sorprende.

—¿Igual te quedaras? — preguntó confundida—,

— Las únicas con el poder de detener esto son ustedes, tu y tus amigas portadoras. Yo debo aprovechar que estoy aquí y buscar cada debilidad, sabotear lo que pueda. Evitar que destruyan todo y a todos...

Baje la mirada y miré mi arma enfundada.

— Quizás yo sería una mejor persona de no ser por todo esto.

— Te aseguro que eres una buena persona— contestó la chica castaña colocando su mano en mi hombro—.

— Yo no soy una guerrera, pero si no tengo opción pelearé.

—Yo creo que hay una guerrera dentro de ti.

— Muy dentro — bromeó la castaña—. 

Entre risas Aleyda saco algo de su bolsillo, era un brazalete digital. Me comentó que los guardias jugaban ludo con piezas y metales que utilizo para hacerlo, y la pantalla la había sacado de su reloj. Me explico las funciones y como usarlo para enviar claves y mensajes.

— Si alguna vez necesitas ayuda no dudes en pedirla. Espero que te guste el color negro.

Con suavidad lo colocó en mi muñeca, en un impulso la abraze, no se como pero me había encariñado con ella, un poco incomoda ella no me rechazó. Terminó por abrazarme igual, su piel era fría, y no era así por el clima. Realmente no me molestaba.

—Disculpa es que creo que me recuerdas a alguien que no veo hace mucho tiempo.

La chica de ojos azules sonrió, procedí a agradecerle por el brazalete, me caía genial porque mi padre no nos permitía tener celulares, debía asegurarme de esconderlo muy bien.

—Creo que debemos despedirnos.

La chica se preparó y sostuvo las esfera entre sus manos. Estaba a punto de usarla cuando se acercó y me abrazó una vez más.

— Gracias de nuevo por todo Julio. No te imaginas lo mucho que le doy gracias a Dios por tu vida, eres prácticamente un ángel enviado para salvarme. Nos mantendremos en contacto.

—Tampoco soy un ángel no, aunque si se que soy irresistible— bromeé, ambos nos reímos—. No lo dudes te escribiré — sonreí—. 

Coloqué mis manos en sus hombros y me aparte uno pasos.

— Cuídate Aleyda.

—Igual Julio.

En eso la activo y desapareció. Me puse un poco nostálgico peor me alegraba que estuviera a salvo, ahora debía irme para no levantar sospechas.

Cerré el ducto y miré el brazalete que me obsequió Aleyda. 

Si hay una esperanza contra la UDAP, no dudo que sea ella... 

Narra Aleyda.

La puerta del armario de Carolina se abrió lentamente pero al hacerlo no se veía nada solo una fulgurante luz blanca que por poco me deja ciega. Era algo muy parecido al portal que Miriam había creado así que simplemente cruce aquella puerta, sentí un cosquilleo en todo el cuerpo y fue solo cuestión de segundo cuando abrí los ojos y me di cuenta de que estaba en un sitio completamente diferente, pero a la vez muy familiar.

—¡Aleyda! –Gritaron todas al unísono-,

Todas se aventaron directo a abrazarme.

—¡Chicas no saben cuánto las extrañe!—Exclamé aliviada por haber llegado—.

Me sentía en casa, abrigada, segura. A salvo.

— Mujer... ni se te ocurra volvernos a asustar así, no lo soportaría— Chilló Carolina abrazándome con fuerza prácticamente llorando de alegría—.

—Aleyda ¡Aun no puedo creer que estés aquí!— me abraza la rubia castaña—. 

— ¡Niña!—exclamó Miriam seria— Más te vale no volverte a escapar así ¡Tengo 54 años! casi haces que me dé un paro cardíaco—expresó seria, pero a la vez sabía que estaba muy feliz de verme.

—Chicas no saben todo lo que paso, ósea ¡Dios mío pude haber muerto!

Dije anonadada por todo.

— Lo importante es que no fue así— intervino mi amiga de cabello oscuro—.

—¿Y como lograste escapar tu sola?— pregunta la entrenadora—.

—Pues no escape solo, un chico llamado Julio me ayudo a escapar.

—¿Julio? ¡¿Hablas de Julio David García Torres?! —se levanta Miriam con seriedad y a la vez sorprendida.

—Pues solo sé que se llama Julio y que su padre es el director de la UDAP.

—¡Paren el mundo!— exclama Lira mientras se levanta posicionándose al lado de Miriam, cruzándose de brazos— ¿Dices que el hijo de nuestro mayor enemigo te ayudo a escapar de los cuarteles de la UDAP?

—Pues sí—contesté con ironía—,

—Pero ¿No se supone que por ser su hijo el debería ser tan malvado y despiadado como él?—me pregunta Carolina—.

— No necesariamente, no todos los hijos son iguales a sus padres—conteste fría—.

Honestamente me estaba molestando aquel interrogatorio.

— ¿Y como sabes que no lo es? ¿Acaso lo conoces bien?—pregunto seria clavándome su mirada y enarcando una ceja.

—No—me encogí de hombros—.

—Entonces ¿Como sabes que no es igual de malvado que su padre?

—Pues al principio parecía malo, pero después hablé con él. Me dijo que no sabía nada de los planes de su padre y se vio de verdad muy sorprendido cuando le dije que iban a matarme.

— ¡Y tú le creíste semejante cuento chino! — me reclama tirando a un lado su cabello oscuro y levantándose con ferocidad y posicionándose al lado de las otras dos—.

Las tres literalmente me comían con la mirada, respire hondo para no reclamarles por sus preguntas. Estaban preocupadas era normal que pasara. De pronto me recordaron a mis padres.

—No le creí a la primera solo le di el beneficio de la duda—contesté sin inmutarme a sus miradas, seguía sentada y tranquila—.

—Aleyda te quiero pero ¿En serio? —expresá Lira— ¿Beneficio de la duda en un cuartel de gente peligrosa? ¿En que estabas pensando? ¿Cómo pudiste ser tan inocente?

Me canse de levantar la cabeza para mirarlas así que me levante pasiva.

¡Señor dame paciencia!

—Primero y principal en ese cuartel de una u otra forma iban a matarme, en segundo lugar no fui inocente por que de todas formas estaba pensando en una forma de escapar con o sin su ayuda. Además no tenía muchas opciones,  por ultimo y esto va sobre todo para ti Carolina, este chico del que estamos hablando me ayudo a escapar, así que en lo que a mí concierne creo que es mejor juzgar un libro por su contenido y no por su portada.

Carolina me mira con desdén y respira profundo para controlarse, acercándose desafiante.

¡Yo soy la que debería estar molesta no ellas! Ya me estoy cansando de esto.

— ¿Como sabemos que no es una trampa que él te colocó?— me mira preocupada—.

Su mirada de preocupación es muy diferente a la seria y fría que suele mostrar. De pronto me sentí triste, me transmitió tristeza como si en realidad siempre estuviera preocupada o algo así. Muy raro.

—¿Aleyda?— dice sacándome de mis pensamientos—.

Al notar que tenía nuevamente mi atención suspiró.

—Te pregunte ¿Cómo podemos saber que no es una trampa que él te coloco?

—¿De que hablas?, más bien hasta me dijo que trataría de hablar con su padre y así obtener información sobre sus planes y dármela a mí, para que estemos al tanto y podamos evitar cualquier desastre que quiera hacer.

Las tres se miraron entre sí.

—Vamos a darle una oportunidad a este amiguito tuyo, pero eso sí, no le cuentes nada de ninguna de nosotras ni de ningún elemento, no vaya a resultar una trampa, no confío mucho en el pero... Tú al parecer si lo haces, tal vez nos resulte beneficioso tener a un miembro de la UDAP de nuestro lado.

—Bueno está bien, creo que puedo vivir con eso —bufe para mí misma— ¡Hey! cambiando de tema ¿Qué hora es?

—Son las 8:10pm—me contesta la rubia castaña.

— ¡Esperen! como pueden ser aquí las ocho si del lugar donde estaba el cuartel y la casa de Miriam eran las 10 en punto de la noche cuando me vine.

—Creo que se cómo explicar eso, lo que pasa es que mi casa, no está exactamente en este país.

— ¿Qué?— dije inmutada— Entonces ¿En qué país acabamos de estar?

— Acaban de estar en Argentina.

— ¡En serio! ¿Estuvimos en Argentina?-le pregunto mi amiga de cabello oscuro preocupada—,

La señora asintió con la cabeza.

—¿Y cuántas son las horas de diferencia de Argentina hasta acá?—pregunte.

—Son 2 horas de diferencia—contestó la entrenadora algo irritada.

Tal vez ya fueron muchas preguntas.

—Ah ok eso explica todo— dije más para mí que para ellas—.

— Aleyda ¿Por qué te interesaba saber la hora?—me pregunta Lira—.

— Por mis padres, les dije que estaría aquí pero nunca dije hasta que hora, pero igual es un alivio que no sea tan tarde les mandaré un mensaje ¿ Alguna tiene mi teléfono?

— Diles que yo te llevo—agregó la rubia castaña entregándome mi teléfono.

Luego de escribirles y de respirar al ver que no tenía ningún mensaje de ellos.

—Listo, ya les dije, bien creo que será mejor que nos vayamos ya, no quiero que se haga más tarde..

—Ok espera un minuto voy a abrir el portal e iré a buscar algo para ustedes.

Yo asentí.

Ella creo el portal y entro en el. Este se cerró.

Pasaron 5 minutos, el portal se abrió y ella nos entrego los libros a cada una. Me había olvidado de ellos.

—Ya me estabas preocupando ¿Por qué te tardaste tanto?—Preguntó Carolina.

Ella no tardo casi... Pero a Carolina no le gusta esperar

—Porque cierta señorita—Expresó mirándome con seriedad—. Había estado leyendo su libro y no lo conseguía por ningún lado, hasta que de golpe quise venir a preguntarle en donde estaba y lo conseguí justo al lado del portal, como ya dije estoy vieja para esto.

Al recordarlo no pude evitar reírme un poco. De solo imaginarme la escena de la estresada Miriam buscando mi libro.

—Bueno al menos encontró mi libro—sonreí—. Bien nos vemos mañana.

—¿Vendrás mañana?—pregunta mi amiga de cabello oscuro—.

—Pues si, después de la clase de danza podre venir para acá.

—Bueno vayámonos Aleyda—Dijo la rubia castaña tomándome del brazo.

—¡Espera! —chilló Miriam llamando nuestra atención—. Aleyda una pregunta ¿Como hiciste para abrir el portal?

—Julio me dio la esfera que perdiste. 

Después de las explicaciones tomamos un taxi hasta mi casa Lira parecía más nerviosa que yo.

 Ella saludo a mis padres y se fue. Mi mamá me dejó la cena lista, me dijo que lavara los platos y se acostó a dormir.

Después de cenar y lavar los platos me acosté en mi cama y me puse a leer el tan misterioso libro de mi elemento, era increíble narraba toda la leyenda que nos contó Miriam solo que un poco más detallada, también aparecían varias cosas que mi elemento podía hacer, pero en si mi poder no tiene un rasgó definido, una función en específico, sino que las limitaciones se las coloca el portador o portadora, uno de los poderes que aparecían en el libro era el de controlar el clima así que me concentré en calor y sentí como la temperatura estaba subiendo en mi cuarto.

¡Perfecto! Intentaré otra cosa.

Pensé en frío y de golpe me estaba congelando la temperatura bajo drásticamente. Debía arreglarlo o por el cambio brusco de temperatura podía darme una parálisis o algo así.

Simplemente pensé en un ambiente normal y cotidiano como el de todos los días y todo regreso a la normalidad, era todo muy raro ¡Muy raro! Pero genial.

Comencé a practicar y de todos los poderes el que más me gustaba era el de nieve cree unos copos de nieve bellísimos. Estaba jugando en mi cuarto cuando de golpe alguien abre la puerta.

— Ale ¡¿Podrías hacer silencio?! Trato de dormir. Oye ¿qué paso aquí?—preguntó sorprendido e inmutado por...

¡Ah! ¡Lo que me faltaba! ¿Cómo le explico a mi hermanito sobre la nieve en mi cuarto? Intentaré hacerme la loca.

—¿Qué paso de qué? —pregunté nerviosa.

— ¿Como qué de qué? ¡Todo tu cuarto está lleno de nieve!— exclamo colocando los ojos como platos—. Pareciera que Jack frost hubiera pasado por aquí.

¡Perfecto! ¿Y ahora qué?

— ¿Hermanito te sientes Bien? Aquí no hay nada, solo lo estás viendo tú.

¡Bravo Aleyda! ¿No se te ocurrió nada mejor? ¡Está claro que no te creerá! Debo sacarlo de aquí.

Le toque la frente con mi mano.

— ¡Uh si! Tienes fiebre— comente tratando de distraerlo— Ven creo que necesitas descansar, descuida ya no haré tanto ruido—dije tomándolo del brazo y llevándolo a su cuarto literalmente a rastras.

—No, pero ¡No estoy loco! ¡En tu cuarto hay nieve!— chillo zafándose de mi agarre y corriendo de regreso—.

De inmediato me concentré en que todo desapareciera cuando el llegara.

Abrió la puerta de mi cuarto y miro decepcionado.

—¿Pero qué paso? ¡Aquí había nieve! ¡Se que la había!— expresó con tristeza—.

—Estas muy cansado, ven vamos a llevarte a dormir.

—¡Espera! si nada de eso era verdad entonces debo estar Volviéndome loco—chillo a punto de llorar— ¡Llamaré a mama!

Despues de pelear con él y convencerlo de no hacerlo decido inventarle una historia.

—Bien fue un jueves hace mucho tiempo, pero no era cualquier jueves, ese jueves iba a ser el mejor día de todo el año, iba a haber un Eclipse de Luna roja, obviamente yo estaba emocionada por verlo me puse a buscar en las noticias y decía que el eclipse se vería entre las 2:30 am y las 4:00am. Me quede despierta hasta las 12:30 am, no aguante el sueño y coloqué la alarma. 

Desperté rápido, me asomé por la ventana y la luna estaba normal, bueno lo poquito que pude ver de ella, porque el clima era muy nublado. Tiré el teléfono hacia la cama y me volví a acostar.

Al rato me levanté y vi la luna, estaba totalmente roja. La mire por 2 segundos y dije: ¡Ay qué bonita la luna!

Miré la hora y el teléfono decía las 4:20 am faltaba una hora para comenzar a alistarme para ir a clases así que me dispuse a dormir; Al rato me volví a despertar para ir al liceo y mi teléfono decía que eran las 3;30am, yo quede en shock porque estaba segura que antes había dicho 4: 20 am, y lo peor fue que después de esto mamá me dijo que el eclipse no se vio por el clima nublado, que lo esperó toda la noche y que nunca paso nada. En conclusión estaba tan cansada que me imaginé un eclipse que nunca se vio y creí ver una hora en el teléfono que no era.

—¿Y cuantos años tenias en aquel entonces?

—Tenia 12 al igual que tu, bueno ¿ya te sientes mejor?—pregunté —

— Sí, claro ¡ah! Por cierto Aleyda una última cosa.

— ¿Si?

—No le digas nada a nadie de que creí ver nieve en tu cuarto, no quiero que piensen que estoy loco.

—Claro si, creo que es lo mejor.

Yei mi cuento chino funciono.

—Bien ¿Será nuestro secreto entonces?

—Claro—asentí—Bueno que duermas bien Samuel.

— Igual tu Ale.

¡De la que me salve! Menos mal que él es niño y no se toma las cosas tan enserio, de ser un adulto se volvería loco, pensaría que lo drogaron y quien sabe que otras cosas más, creo que para la siguiente cerrare la puerta con llave.

(...)

Era sábado, me recogí el cabello en una cola metida, y me coloqué uno de mis conjuntos para ensayos de danza.

Honestamente con todo lo que paso en estos días no pude pensar en que decirle a Daniel, pero creo que tendré simplemente que hablar directamente lo que pienso en el mismo momento, no me queda de otra, porque la verdad mientras más trato de pensar en algo que decirle es más lo que me confundo, es como cuando intentas escribir un mensaje de texto y no encuentras las palabras entonces borras y escribes, borras y escribes pero aquí no, aquí no puedo hacer eso, si cometo un error en el momento lamentablemente no podre borrarlo, bueno que sea lo que Dios quiera.

Entre a la sala de ensayo y me encuentro con Daniel, la diferencia fue que no le dije nada me quede helada como por dos segundos que para mi fueron eternos.

Él me mira y lo veo diferente, creo que enojado ¿ Estará molesto conmigo? 

(...)

¿Qué pasará con Aleyda y Daniel?

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