9: Romance erróneo
Empezó la última semana de vacaciones. Heidi venía insistiendole a Eliot que quería verlo, así que finalmente aceptó sin preguntarse el porqué de su urgencia. Quedaron en verse en un parque para hablar. Cuando llegó y la vio, notó la diferencia. La chica castaña se había tratado de poner lo más guapa que podía, sin rozar lo exagerado.
Cuando su conversación tocó los temas de los gustos, empezó a sospechar.
—Entonces —decía ella—, ¿estás enamorado de alguna chica?
—No...
La vio dudar unos segundos, como tratando de juntar valor. Rogó que no dijera lo que creía que iba a decir.
—Tú me gustas —confesó avergonzada, para temor de él—, quisiera estar contigo…
Se sintió incómodo, sin saber exactamente por qué.
—Yo… No sé qué decir, perdón. Te considero una buena amiga, eso quizá te causaría dolor, te lastimaría.
—No. Vamos, intentémoslo, no pierdes nada, ¿verdad? —Tenía que insistir—. Haré que me quieras, y si no, pues… ya sé a qué me enfrento.
—Heidi…
—Mejor piénsalo y en unos días nos volvemos a ver, ¿qué te parece?
Al chico le sentaba mal rechazarla. No había tenido que hacer algo así antes, pero ahora no se sentía en su mejor momento, y menos con el asunto ese de la dimensión. Sin embargo verla con esa mirada de casi súplica terminó por vencerle.
—Bueno… está bien.
—Bien. —Le dio un beso en la mejilla, sorprendiéndolo—. Nos vemos.
Quedó pensando. Suspiró y negó. Ella era una buena chica y muy simpática, pero sentía que había estado esperando a alguien más, sabía que le había gustado Jadi un poco desde la primera vez que la vio pero sólo quería ser su amigo, entonces no quedaba más que intentarlo.
Pasaron dos días y decidió llamarla.
***
Una hora antes de que la chica llegara, Eliot apareció en la otra dimensión junto con Jadi.
—No otra vez —renegó él.
La rubia se alegró de verlo, pero notó que estaba un poco tenso. Aunque bien podría ser por saber a qué enfrentarían ahora.
—Hola —le saludó.
—Hola…
Sin duda estaba raro. Se le acercó.
—¿Y los chicos han quedado en salir de nuevo? —quiso saber.
—Um… No que yo sepa —respondió él con desinterés.
Los arbustos se sacudieron, llamando su atención. Unos cienpiés gigantes los rodearon, ambos quedaron nuevamente horrorizados.
—¡Ay no! Más bichos —exclamó Jadi tratando de prepararse para atacar.
Se empezaron a acercar pero Eliot formó una muralla alrededor de ellos, lamentablemente, los cienpiés la treparon con facilidad.
—Genial.
—¿Otra brillante idea?
Jadi seguía preguntandose qué le pasaba al castaño. Quizá ya no quería verla, o era por estar ahí. Se enojó y frustró mucho con esas ideas, quería acabar de una vez con eso. Empezó a lanzar fuego a los bichos.
—Jadi, ten cuidado, no quiero que pase lo de la otra vez.
—¡Estoy cansada de que no pueda hacer nada bien!
Eliot tiró de su brazo y empezaron a correr, ya que los bichos estaban casi sobre ellos. Jadi estaba tan enojada que sus brazos también se encendieron pero ya no se asustó, la furia la estaba dominando, se sentía cansada. Uno de los cienpies le brincó y ella gritó. Todo el fuego la envolvió.
Eliot se horrorizó al verla, temió por su vida. El fuego salió expulsado a en llamaradas hacia todos los lados, lo único que pudo hacer fue cubrirse con tierra. Al asomarse, vio que los bichos ya no estaban, había dos piezas en el suelo y más allá estaba Jadi que recién empezaba a volver en sí. Corrió a verla.
—¿Qué ocurrió? —murmuró ella.
—¡¿Estás bien?! —La tomó de los hombros y la abrazó fuerte, soltando un suspiro de alivio.
Jadi se ruborizó y otra vez su corazón se disparó. Él se dio cuenta de lo que había hecho y se apartó.
—Estás loca —le riñó—, ¿cómo hiciste eso? ¡Puedes salir lastimada!
—No sé —murmuró confundida—. No puedo controlarme… Es más, no puedo controlar el fuego, quizá no soy tan fuerte como para él.
—Claro que lo eres. Eres más fuerte que el fuego, no lo olvides, aprende a dominarlo, no dejes que te controle.
Volvieron a su mundo y el celular de Eliot sonó. Era Heidi.
—¿Dónde estás? Ya estoy en tu casa.
—¡Huy! Discúlpame, tuve una emergencia, ahorita voy. —Vio a Jadi que había escuchado y ahora le pedía explicaciones con la mirada—. Tengo que irme. —Le dio un beso en la mejilla por puro impulso al verla queriendose poner celosa—. Cuídate ¿sí?
Ella quedó desconcertada, y otra vez con el pulso por las nubes.
***
—¿Qué te paso? —preguntó Heidi al verlo entrar—. Estás cubierto de polvo.
—Ah, sí, sí. —Se sacudió la tierra de la ropa.
La chica rió apenas.
—Eres muy misterioso —murmuró—. Tú mamá está en su oficina. Dijo que te esperara sin problemas...
—Claro. —Sonrió un poco y le señaló el sofá.
Podía palpar el nerviosismo de la castaña. Al sentarse vio su mirada de esperanza aún así.
—Y bien… —preguntó con cierta impaciencia—, ¿qué has decidido…?
—Bueno. —Suspiró. Iba a dar una especie de paso inseguro—. Debo admitir que me pareces muy dulce y amable… y…
—Quiero darte mi cariño —le interrumpió—. Además, creo que nadie en ese colegio es para ti, eres muy centrado como para todas esas voladas del aula. —A él se le cruzó por unos segundos la imagen de la carita de muñeca. Ella no era una más del aula, pero solo era amiga, una amiga muy loca—. Entonces, ¿sí aceptas lo que te dije? —quiso saber haciendo que volviera a prestarle atención.
Eliot sonrió, aunque aún tenía duda.
—Sí… creo que sí.
—Bien. —Su alivio y felicidad ahora eran obvias—. Entonces…
—Heidi… —Le tomó la mano—. ¿Quieres ser mi novia?
La chica se emocionó más de lo que ya estaba.
—¡Claro que sí! Qué dulce. Es que, no sé, creí que simplemente íbamos a quedar, no que me lo pedirías...
Se mordió un poco el labio para contener su sonrisa, se acercó y lo besó. Eliot sintió una especie de nudo, sin darse cuenta siquiera, se apartó.
—Eh… —Debía dar alguna escusa—. Bueno, vamos lento, ¿sí?
—Ok —aceptó ella con facilidad—. Como quieras… amor. —Guiñó un ojo.
***
María había ido a ver a Jadi, estaba emocionada contándole de su nuevo romance con Ditmar.
—Hemos salido en estos días ¡y él es tan dulce! —parloteaba—. Es el primero que no me juzga por mi fama de “zorra” que dicen todos, ¡dice que los hombres son más fáciles que las mujeres! Y el que yo sea mal pensada no significa que sea zorra, simplemente veo la realidad. —Soltó una risa.
—No, no —dijo Jadi—, a veces sí exageras.
—¡Ah! Como tú en el cine con Eliot, no me vas a decir que no pasó nada.
—¡Pero si no pasó nada!
—Bueno, yo no sé… ya sabes —suspiró gozando—, estaba distraída.
Jadi resopló.
—Debo decirte que me dieron envidia —murmuró.
—¿Y por qué no hiciste nada? De repente ahora ya serían novios.
—Oye, yo estoy con Gabriel…
—¿Qué? ¡No estás con él!
—¡Sí estoy!… —Pensó un par de segundos y su enojo se transformó en tristeza—. Pero creo que él no lo sabe… y… ve a otras chicas.
—No me sorprende…
—Oye, apóyame —le reclamó.
—Bueno anda y ponle las cosas en claro, así como tú le eres fiel y ni siquiera le das un besito a otro chico, pues él también debería, ¿no?
Jadi se puso nerviosa.
—Eh… Bueno, que no haya dado ni un besito, como que no es cierto.
—¡¿QUEEE?! —chilló su amiga—. ¡CUENTA! ¡CUENTA!
—Ya —dijo asustada—, tranquila. Es que… unas semanas de empezado el colegio estaba discutiendo con Eliot como de costumbre y… me besó.
—¡¿QUEEE?! ¡Ajaaaaaa! ¡O sea que yaaa!
—¡¿Ya qué?! ¡Nada! Fue sólo… —Sacudió la cabeza—. Es que yo mucho lo molestaba y eso fue como un alto o algo así.
—Y conociéndote, le diste su merecido me imagino.
—Eh… No.
—¡¿Qué?!
—¡Yaaa! ¡Escandalosa!
—¿Fue “pico” o “agarre”?
Jadi se ruborizó más de lo que estaba.
—Oye. ¿Qué dices? —balbuceó.
—¡Es una pregunta simple, mujer!
—Estas cosas no te incumben.
—¡Ajá! Quieres que Eliot te vuelva a besar, ¡pillina! ¡Te gusta!
—No, ya no quiero hablar de eso, fue sólo casualidad… —Tensó los labios—. Quiero mucho a Gabriel —confesó casi en susurro—. Eliot y yo sólo somos amigos.
—Sí, amigos que se han “chapado”…
—¡Basta! Ya no lo repitas.
—Umm. —Se encogió de hombros—. No sé qué decirte, nunca me ha pasado, pero bueno, vamos a tu sala de cine, ya hay que dejar de pensar en hombres por ahora.
—Sí, mejor…
Así se pasó la semana. Eliot salía con Heidi, se llevaba bien con ella pero aún no se sentía cómodo y ese no era el plan, siendo supuestamente novios, no le nacía el impulso de darle un beso. María salía con Ditmar o él la iba a ver, y Jadi sólo se consolaba con el internet. Le timbró a Gabriel y él le devolvió la timbrada dos horas después, así que le mandó un mensaje.
“Hola. ¿Cómo has estado? Espero que bien, quiero hablar contigo, espero que cuando volvamos a clases se pueda, cuídate…”
Dudó varios segundos con el dedo listo para enviarlo. Suspiró y lo hizo. Dejó el aparato a un costado y se recostó sobre su escritorio. Se sentía tan aburrida. Justo ahora la dimensión esa no molestaba, al menos eso la haría ver a Eliot. Sacudió la cabeza. Otra vez pensando en él, como si lo extrañara.
***
El lunes, todos llegaron temprano para la formación de inicio de clases.
—Jadi, ven —le llamó María—. ¿Sabes de qué me he enterado?
—¿Qué sucede?
—Amiga, no sé cómo decirte… es que… —Suspiró—. Tómalo con mucha madures, ¿ok?
La rubia se sintió muy nerviosa de pronto.
—¿A qué te refieres? Me estás asustando.
—Es que me enteré por ahí que… —Miró de reojo a sus costados—. Eliot está con Heidi.
Jadi frunció levemente el ceño, sintiendo todo un bajón por el estómago.
—¿Eh?
—En serio, no sé cómo pasó.
—No, no. —Parpadeó y negó. Forzó una sonrisa, disimulando su tristeza que no sabía por qué tenía—. ¡Qué bueno! Es decir, a mí no me concierne, tú ya sabes…
Ditmar se acercó.
—Jadi, ¿no tendrás el horario de clases? Lo tenía hace un rato pero no sé qué se hizo, parece que me lo quitaron.
—N-no, no lo tengo —murmuró alejándose.
—Pero si ahí lo tienes en tu mano…
Jadi no escuchaba lo que le decía, su mente estaba en otro lado. Estaba llena de cólera y de tristeza y no sabía por qué. Era horrible, era muy horrible.
—¿Me escuchas? —preguntó él acercándose.
—Aléjate no tengo nada —respondió la chica mientras seguía caminando.
—¿Qué te pasa?
Le tocó el hombro, eso molestó terriblemente a Jadi, que no sabía qué hacerse en ese momento.
—¡Te dije que me dejaras! —Le dio un empujón, y todos los que estaban cerca se quedaron asustados. Reaccionó y se sintió culpable—. ¡Disculpa! No me controlé. —Se apartó corriendo.
—Au —susurró el pelinegro.
María se le acercó.
—¿No has estudiado con ella toda la secundaria como para que no te acuerdes que cuando se altera no conoce a nadie? —le recordó.
—Es que lo olvidé…
Eliot llegó corriendo porque se había hecho tarde, felizmente la formación aún no comenzaba.
—Hola —saludó. Miró a Jadi que estaba lejos—. ¿Qué tiene Jadi que está por allá en un rincón?
—¡No vayas! —le advirtió su asustado amigo.
Él no hizo caso y se fue hacia ella.
—Jadi...
—Hola —respondió la chica, de forma seca, mirando a otro lado.
—¿Qué sucede? —quiso saber él mientras buscaba su mirada.
—Nada, estoy bien, simplemente no quiero estar allá, ¡¿algún problema con eso?!
—Eh... no.
—¡Bien! Entonces ya puedes irte con tu amiguita. —Se alejó un poco más.
Eliot arqueó las cejas. Supuso que ya se había enterado. Sus labios formaron una linea recta.
—Bueno, si necesitas algo solo dímelo.
***
En recreo. Ditmar andaba con María y Eliot con Heidi. En la salida ellos se iban juntos. Jadi se sentía triste, otra vez estaba sola como en los viejos tiempos, y peor, su amiga tenía novio y también la dejaba sola. Ahora estaba más sola que antes.
La próxima semana iban a empezar a estudiar en la tarde también, intercalando semanas, luego en setiembre empezaban las amanecidas de estudio, y ella era la única que no estaba feliz, para variar.
—Miren quién está sola nuevamente —se burló Rodríguez cortándole el camino a Jadi.
—La pequeña Jadi —completó Ramírez.
—¡Déjenme en paz! —les desafió ella.
—Desde que ese tonto de Eliot te cuidaba las espaldas hemos estado muy aburridos. Prepárate, se viene la mejor temporada de diversión, ¡¿sí o no?!
—¡Claro que sí! —La empujó sorpresivamente hacia el otro, quien también la empujó y la hizo caer al suelo.
Se rieron y empezaron a recoger tierra de un costado del camino para tirarle encima. Ella quiso ponerse de pie pero uno de los dos se sentó a horcajadas sobre su espalda mientras el otro le cubría de tierra el cabello. Empezaron a reír más.
—Vámonos ya, tendremos tiempo para divertirnos más otro día —sugirió Rodríguez.
Una vez que estuvieron lejos, Jadi se levantó muy molesta e impotente, con lágrimas en los ojos. Limpió su rostro, aguantando el nudo en su garganta y se fue corriendo del lugar.
***
—Gracias por acompañarme —le decía Heidi a Eliot—, es muy dulce de tu parte.
—No es nada. —Le había parecido haber visto a los amigos de Gabriel rondar por la salida del colegio, eso le había parecido extraño.
Heidi lo abrazó y le dio un beso en los labios, tomándolo por sorpresa otra vez. Le vino a la mente la imagen de Jadi y quedó frio, no movió ni un músculo. Heidi se separó.
—Eliot —murmuró en forma triste—, si le hubiera dado un beso a tu fotografía… quizá hubiera sido más afectuosa.
Eliot se quedó sin saber qué hacer, porque no le correspondió el beso.
—Perdóname, es que me agarraste de sorpresa… yo…
—Quizá si tú amiga Jadi te hubiera dado un beso sí le corresponderías. Alguien corrió el rumor de que la besaste.
Eliot abrió los ojos casi de golpe.
—¿Qué? No, no fue lo que crees.
—Entonces es cierto —dijo ella juntando las cejas y acentuando su expresión de tristeza.
—No, no, espera, no te pongas así. —Se sentía mal a pesar de que no había mucho motivo.
—Te gustaba, ¿verdad?
—Sólo un poco —confesó—, sólo un gusto. Ese beso fue producto de un momento de locura… Ya pasó, no quiero lastimarte, sólo dame tiempo, por favor.
—Está bien —suspiró ella—, no te preocupes. Sé que no es fácil. Prácticamente te forcé, y no es correcto molestarme por algo que pasó antes de que estuvieras conmigo.
—Perdóname. Mira, te lo compenso, ¿sí? ¿Qué tal si el viernes salimos?
—Umm —sonrió apenas—, ok.
Así quedaron y Eliot se fue, preguntándose qué pasó.
Tan fácil que era dar un beso, y no había podido. Ahora la otra duda. ¿Quién le habría visto besar a Jadi aquel día? O en todo caso, ¿quién corrió el rumor?
—Te noto preocupado hijo, ¿qué pasó? —le preguntó su madre al verlo llegar.
—¿Alguna vez no has podido dar un beso?
—¿Eh? ¿Por qué me preguntas eso?
—Es que… hoy no pude, si es tan fácil. Es decir, nunca antes me había pasado.
Después de todo, había besado a Jadi. Pero ahora que lo pensaba, no eran las mismas chispas que sintió. Frunció el ceño con extrañeza.
—No puedes estar con alguien si quieres a otra persona, la estás usando.
—No, mamá. No quiero a nadie, y ella quería estar conmigo… O sea, cómo te explico…
—Lo que yo te recomiendo es que intentes quererla, si en estos días ves que no puedes entonces es mejor que seas sincero. Quizá la cosa fue muy forzada para ti, no recuerdo que hayas estado de novio con alguna de esas chicas con las que estuviste sólo por estar, tú no eres así.
—Sí, también había pensado lo mismo. No es justo porque aunque ella diga que no, yo sé que sí la estoy lastimando.
—Entonces, ¿por qué me preguntas algo que ya sabes?
Eliot sonrió.
—¿Ah? ¿Que ya no puedo consultarle nada a mi sabia madre? —dijo abrazándola.
Su mamá rió.
—¡Hijo, qué meloso!
—Gracias mamá.
Fue a su habitación. La semana recién empezaba, luego de unos días ya toda el aula sabía que él estaba con Heidi, algo que no le agradaba ya que sospechaba que no duraría mucho y luego quizá todos lo verían como a una rata.
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