42: Despedida
Ditmar y María estaban aterrados, la sangre se les había enfriado, no habían podido hacer nada. Se lanzaron al ataque llenos de rabia, mientras Jadi abrazaba el cuerpo inerte del chico.
—¡Eliot! —lloraba ella—. ¡Despierta por favor! ¡POR FAVOR! ¡No me dejes así, lo prometiste! ¡DIJISTE QUE VOLVERÍAS, TONTO!
Nira lograba contrarrestar los ataques de los otros, usaba la tierra también para atacarlos.
—¡Maldita! ¡No te atrevas a usar su poder! —gritó el pelinegro.
Inmensas masas de agua se lanzaban contra la mujer, María empezó a formar muchos huracanes inmensos, pero Nira seguía casi ilesa.
—¡Es inútil! ¡A ustedes también les espera el mismo destino que a su amigo!
Un rayo impactó de golpe contra ella, asustándolos, y dejándola algo débil en el suelo.
—¡Gabriel! —exclamó María.
—¿Qué haces aquí? Vete —renegó Ditmar.
—¡Sin mí no podrán! ¡¿Dónde está Jadi?!
Ambos quedaron mudos. Gabriel volteó y vio cómo a unos metros la rubia estaba sentada en el suelo abrazando a Eliot.
—¡ESTO SE PONE MÁS DIVERTIDO! —exclamó Nira.
Se lanzó al ataque.
Jadi cansada de gritar, seguía aferrada a su Eliot, no quería que su cuerpo se enfriara más, lamentablemente éste no dejaba de hacerlo. Las lágrimas no dejaban de correr por sus mejillas.
—Despierta, por favor, no te dejaré hasta que despiertes —sollozaba—. Despierta, dime que me quieres, por favor, sólo quiero escucharte decir que me quieres.
Sintió que alguien le tocó el hombro.
—Jadi, te necesitamos —le pidió su amiga.
—¡No! —Se aferró más a él.
—¡Jadi! —insistió, tratando de jalarla.
—¡No! ¡No! ¡No lo dejaré aquí!
—¡JADI, POR FAVOR! —Volteó a verla y quedó un poco sorprendida al ver que ella también tenía lágrimas en los ojos—. No lo hagas más difícil… por favor.
Bajó la vista.
—Ya les alcanzo —dijo casi en susurro.
—Bien, no tardes. —Se limpió las lágrimas—. Gabriel está aquí, supuestamente ha venido a ayudarnos.
Se fue a seguir luchando. Jadi acarició el rostro del castaño, respiraba con dificultad por la angustia que sentía.
—Aun así, sigues siendo el más radiante, siempre serás el más radiante para mí —le susurró mientras lo contemplaba, pensando en que parecía estar simplemente dormido—. Dame fuerzas para seguir.
Tomó su mano, se acercó a él y le dio un beso en los labios. Lo recostó suavemente en el suelo, juntó valor y se puso de pie. Su mente estaba enfocada en sólo una cosa, destruir completamente a Nira, desaparecerla de la faz del planeta.
—¡Mary, arma un tornado de agua conmigo! —ordenó Ditmar—. ¡Gabriel, ponle tus rayos también!
Armaron un tornado de agua lleno de electricidad.
Lanzaron con toda su fuerza el tornado contra Nira. Esta vez al parecer sí logró afectarla, pues quedó atrapada en él. Jadi llegó corriendo y sin dudarlo le apuntó con el arma.
Pensó en Eliot una vez más, su sonrisa, sus besos, sus caricias.
Disparó.
—¡NO! —exclamó Nira.
Del arma salió un fino rayo dorado dirigido hacia ella, pero éste no le hizo daño. Todos quedaron perplejos, Nira empezó a reír y deshizo el tornado.
—¡Vaya! Creí que los seres blancos eran más inteligentes —se mofó—. ¡¿Cómo se les ocurre darles esa cosa que no sirve para nada?! ¡Ahora morirán!
Jadi no podía creerlo, había sido en vano. Cayó de rodillas, atónita. Los otros también lo estaban.
Nira se lanzó al ataque pero un fuerte dolor en el pecho la detuvo, todos quedaron más que impresionados y alarmados. ¿Alguien más la había atacado? ¿O era el efecto del arma?
La mujer cayó al suelo, débil y quejándose de dolor al mismo tiempo que Eliot abría los ojos e inhalaba con todas sus fuerzas.
Jadi no podía creer lo que veía. Su Eliot se estaba poniendo de pie.
Su cuerpo le dolía mucho, la luz blanca lo rodeó y empezó a respirar con más tranquilidad. Sus amigos corrieron a él, excepto Gabriel que aún no lo creía. Ditmar ayudó a reincorporarse.
—¡Sabía que volverías, pero tardaste demasiado! —exclamó feliz.
—¡Mentiroso! —le dijo María—. No le creas, ¡él ya estaba luchando en tu nombre!
Eliot soltó una leve risa. Jadi se le acercó con lágrimas en los ojos, él la miró con ternura y se las limpió.
—Perdóname por hacerte llorar otra vez —le dijo.
La chica sollozó y lo abrazó fuerte, enterrando su rostro en su pecho.
—Volviste —murmuró apenas.
Gabriel veía la escena, hasta que se percató de que Nira empezaba a reaccionar.
—¡No puede ser! —se quejaba la mujer con dificultad—. ¿Cómo pudiste volver? —cuestionó tratando de levantarse—. ¡Debí matarte bien!
—Concéntrense ya —les avisó Gabriel—, ¡esto aún no acaba!
—Vamos, Mary —la llevó Ditmar.
Eliot y Jadi quedaron solos. Él ya se había recuperado y la luz dejó de rodearlo.
—Tonto —se quejó Jadi—, ¿acaso no sabes por el dolor que me has hecho pasar? —Le dio una leve sacudida.
Él sonrió y ella volvió a abrazarlo fuerte.
—¿Ya estás lista para acabar con esto?
—Contigo a mi lado estoy lista para todo.
Gabriel logró escuchar eso y respiró hondo. Se les acercó.
—Vamos —les dijo.
Eliot asintió y Jadi se separó, miró a Gabriel pero él desvió la vista al instante y se empezó a dirigir hacia Nira.
Ditmar y María habían armado un enorme tornado de agua, el más grande que pudieron. Gabriel enseguida lo llenó de rayos, y todas las nubes empezaron a lanzar más de éstos a la tierra. Jadi rodeó con fuego el tornado.
Nira, que estaba débil, no pudo esquivarlo y fue atrapada nuevamente. Eliot tomó el arma y le apuntó.
—¡IDIOTAS! ¡¿Otra vez?! ¡¿Qué no ven que no me hace nada?!
—¡Idiota tú! ¡Hay una cosa a la que sí eres débil, y no es ninguno de los elementos, es la luz!
Empezó a concentrar la luz blanca en el arma, esta empezó a brillar fuerte como el sol. Todos quedaron impresionados, era muy bello. Disparó y un potente y enorme rayo dorado salió.
—¡QUÉ! ¡NOOOOOO!
El rayo impactó contra ella y hubo una enorme explosión de luz, los seres oscuros salieron de su cuerpo y se desintegraron a los pocos metros en su huida. El cielo se iluminó completamente y la oscuridad desapareció al fin había acabado todo.
***
Todos se sentaron suspirando de alivio, excepto Gabriel que ya se disponía a irse. Los espíritus negros empezaron a desaparecer en toda la dimensión, las aldeas fueron liberadas, los seres blancos empezaron a salir y ver la luz después de mucho tiempo. Jadi se recostó en las piernas de Eliot, sonreía feliz, él también le sonrió.
—Bueno —dijo María—, creo que al fin tendremos una vida normal.
—Yo no quiero una vida normal —contestó Ditmar—, ¿y ustedes?
Rieron un poco. Gabriel no pudo evitar mostrar una leve sonrisa al verlos, la cual enseguida la desapareció de su rostro serio y volteó. Ellos eran espontáneos, pero él no. Abrió un portal y volvió a su casa.
Los seres blancos se aproximaron. El líder Amir se acercó a Eliot, los demás se alejaron un poco al ver que el líder sólo quería hablar con él, y siguieron haciéndose bromas.
—Estamos inmensamente agradecidos con ustedes —le dijo—. ¿Qué podríamos darles como agradecimiento?
—No se preocupe.
—Pero, debe haber algo.
—Es que… lo que yo deseo —miró a Jadi que estaba riendo con los demás— no puede darse así.
Amir se dio cuenta y sonrió.
—Está bien, pero recuerda, cualquier cosa que desees tan sólo ven aquí, siempre estaremos para ayudarte.
—Gracias, no sabe cómo aprecio eso… ¡Ah, pero…!
—¿Sí?
—Quería preguntarle, ¿por qué yo?
—Te refieres a ¿por qué te elegimos a ti?
—Y a los demás…
—Ustedes tienen potencial… En especial tú, saldrías vivo de casi cualquier situación, eres un superviviente por naturaleza, fuerte y decidido.
Eliot sonrió al escuchar eso. Llegó la hora de volver, se despidieron de los seres y volvieron al parque.
—Nos diste un susto de muerte —Reclamó Ditmar.
—¿Cómo pudiste volver? —quiso saber María.
—Um. —Frunció un poco el ceño—. Nira había absorbido mi esencia o algo así, estaba dentro de ella, todo era oscuridad, fría oscuridad. Me di cuenta de que yo era una especie de energía blanca, lo único que brillaba en su interior y… escuchaba cómo Jadi me llamaba, eso me dio fuerzas para volver. Ahí me di cuenta de que Nira era débil a mi luz y nunca se había puesto a pensar en eso ya que nunca la usé contra ella.
Asintieron al entender.
—Bien… vamos ya.
Se despidieron, Eliot fue a casa de Jadi y ella lo llevó a su habitación.
—Estás sangrando —le dijo.
—No es nada, la herida ya fue curada…
Ella se acercó a su closet y sacó la camisa de él que tenía ahí guardada.
—Creo que esto es tuyo —murmuró.
—Ja, la habías guardado todo este tiempo… Ya no me quedará grande.
—Póntela, no puedes salir con esas manchas de sangre a la calle.
—Tú también estás herida.
—No te preocupes.
Él se le acercó y empezó a curar sus heridas con la luz. Ella no podía quitarle la vista de encima, se sentía tan feliz y aliviada de que estuviera a su lado, en su mente no cabía más que toda esa conmoción. Sus ojos volvieron a encontrarse y él le sonrió.
—Como nueva —le dijo al finalizar.
Se dirigió al espejo, se sacó la camiseta que tenía y se puso la camisa de su antiguo uniforme. Jadi no pudo dejar de mirarlo. Mientras él abrochaba los botones, se dio cuenta de que ella se veía reflejada en el espejo, sus ojos volvieron a encontrarse. Se quedaron mirando unos segundos hasta que su pequeña rubia reaccionó y salió de la habitación. Eliot bajó la vista con tristeza, ya se venía la hora de la verdad.
Jadi lo esperaba cerca de su puerta.
—¿El lunes vas a la universidad? Ya empiezan las clases…
—Supongo.
—¿Te veré ahí? Quisiera poder decirte algo… es importante.
Eliot pensó unos segundos. Enseguida se le vino a la mente lo que Gabriel le había dicho, que lo había escogido a él. Tragó saliva con dificultad.
—Claro, cuídate mucho, ¿sí?
Se fue. Jadi cerró la puerta y se sintió algo preocupada. Tomó asiento en el sofá y abrazó un cojín. Algo como la decepción la golpeó, su castaño no le dio un beso de despedida.
***
Los padres de Eliot se sentían preocupados por él, jamás lo habían visto tan diferente, su mirada había cambiado, ya no era alegre. Se hacían una suposición de lo que pudo haber pasado.
Su papá entró a su habitación. Eliot estaba echado en su cama mirando al techo.
—Oye… ¿Qué te parece si vienes conmigo a Trujillo? Tengo un trabajo allá, como que me ayudas y te distraes, son unos meses…
El chico se reincorporó.
—¿Irme?
—Creo que necesitas cambiar de ambiente, mírate, ya no eres tú.
***
Jadi no se sentía bien, no había logrado ubicar a Eliot, eso no era normal en él, tendría que ir a su casa como antes. Se sentía cansada después de un largo día en la universidad, en tan poco tiempo sintió que las cosas habían cambiado mucho. Ya casi no hablaba con nadie, todos parecían pertenecer a otra realidad ajena a la que estaba ella.
Tampoco lograba ubicar a Gabriel y le empezaba a desesperar el pensar que pasaría otro día más sin aclarar las cosas y decirle a Eliot la buena noticia. Se recostó en su cama y resopló.
***
Eliot armaba una maleta, miraba un poco nostálgico su habitación.
—¿Estás listo? —lo apuró su padre.
—Sí, ya voy.
***
Jadi abrió los ojos, ya era de noche. Se levantó un poco mejor, había tenido un sueño muy agradable que le había subido los ánimos.
Suspiró triste. Fue un lindo sueño, estaba con él, feliz, sentía como si esos días hubieran sido hacía mucho. No podía esperar más, iba a ver a su chico, besarlo mucho como siempre, y quizá más que aquellas veces. Ya luego hablaría con Gabriel, cuando se dignara a aparecer otra vez.
Se dio cuenta de que su teléfono tenía un mensaje de voz, lo tomó y puso para escucharlo.
«¡Jadi!, ¿por qué no contestas? ¿Dónde estás? ¡Eliot se va, fuera de la ciudad!» —Al escuchar eso sintió que el mundo a su alrededor se empezó a derrumbar—. «Se va a las ocho, en “Móvil tours”, espero que escuches este mensaje pronto, adiós.»
Se desesperó, miró al reloj y eran las siete y quince. Sus ojos se llenaron de lágrimas.
Salió corriendo de su habitación y tomó un taxi directo a la agencia. El tráfico estaba loco como de costumbre, ya estaban un poco cerca pero el tráfico se había estancado.
—¿A qué hora sale su bus? —preguntó el chofer.
—A las ocho.
—Entones es el que ya está saliendo, por eso el tráfico se ha atascado.
El bus logró salir y empezó a avanzar.
—¡No deje que se vaya, por favor!
—Le daré alcance por otra calle —dijo el hombre.
Volteó a toda velocidad y empezó a ir por calles alternas hasta que logró darle alcance. El bus estaba parado por el tráfico otra vez. Jadi agradeció y bajó corriendo, Llegó al lado del bus y empezó a buscar mirando las ventanas, hasta que logró verlo.
—¡ELIOT!
Él volteó sin querer y la vio, se sorprendió y el bus empezó a avanzar nuevamente.
—Jadi…
La rubia corría al lado del bus, este volvió a parar por el tráfico. Eliot marcó su número en su celular y ella le contestó enseguida.
—¡¿Cómo te atreves?! ¡¿Cómo te atreves a irte así sin decirme nada?!
—Perdóname, pero…
—Soñé contigo, ¡y moría por verte! ¡¿Y ahora te estás yendo?! —El bus empezó a avanzar—. ¡NO!
Echó a correr de nuevo, pero el bus empezó a tomar velocidad. Eliot al ver que ya no pararía, la miró por la ventana.
—Me voy… Pero descuida, son unos meses, tal vez el tiempo te sirva…
—¡No, no te vayas! —interrumpió—. Tenía que decirte que…
—Lo siento. —Colgó.
La chica se detuvo agotada mientras veía cómo el bus se alejaba. Las lágrimas no dejaban de salir, no podía creer que él se había ido, todo por haber mal interpretado las cosas. Se sentía culpable por no haber actuado nunca a tiempo.
Se encontraba sola en la acera, las personas pasaban sin siquiera notarla, la soledad la envolvía.
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