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25: Universidad y más peleas

Llegó el primer día del examen de admisión a la Universidad nacional de ingenierías. Los dos amigos fueron muy nerviosos, era un largo examen, uno de tres horas. Estar nervioso no era para menos.

Ya en la salida los esperaban las chicas.

—¿Y? ¿Y? ¿Y? —les atormentaba María.

—¡No sé! ¡No sé! ¡No sé! —respondió Ditmar, impacientado.

—Espero haber respondido bien —murmuró Eliot.

—Sólo queda esperar a más tarde… A ver si pasamos a la segunda prueba.

—Sí, pero por el momento no quiero pensar más en el examen, vamos a ver algo o lo que sea, pero lejos de aquí.

—¡Sí!

***

En la noche empezaron a oír los resultados. Todos se habían reunido en casa de Eliot.

“…Vamos con el resto de resultados” —anunció el locutor en la radio.

—No, no, no, ME MUERO —se quejó Ditmar, preso de los nervios.

—No quiero escuchar.

”…Detenemos los resultados brevemente para dar el boletín noticiero…”

—Uch —renegó María—, les gusta poner suspenso.

Ditmar se aventó al sofá.

—Rrrrrayos —refunfuñó.

—“…Cosas raras han pasado, cuéntenos, señora, ¿cómo fue que se salvó de su asalto?

—Un joven me ayudó, podía mover la tierra, pero lamentablemente no pude ver quien era”

—Oh-oh —murmuró Eliot.

—Eliot —le riñó Jadi mirándolo de forma amenazadora.

—“Habrá sido un joven de unos diecisiete o dieciocho años —relataba la señora.

Interesante, primero cortes de luz, bichos enormes salen de la tierra y ahora personas que la pueden mover… ¿Señales claras de que el fin del mundo se acerca?” —cuestionó el locutor.

—¿Qué?

Su papá, que pasaba por ahí, logró escuchar.

—Hijo, tienes algo que ver con eso, ¿verdad?

—Es que…  justo pasaba y no podía dejarlo ahí —se excusó.

—Lo sé, lo sé, no te angusties, estoy orgulloso.

“¡Y AHORA VOLVEMOS A LOS RESULTADOS! —exclamó el locutor.

—¡Así es! Nos quedamos en Ingenierías, ¿creo?

—Todos son ingenierías, es la UNI”

Empezaron a escuchar atentos. Eliot prefirió subir a su habitación y se quedó ahí, nervioso por el silencio que venía de abajo. De todos modos, si no lo lograba, que era lo más probable, sería la próxima, no iba a rendirse.

En eso escuchó que empezaron a gritar y subían las escaleras. Abrió la puerta y Jadi se le abalanzó, abrazándolo, también María y Ditmar, haciendo que cayeran al suelo.

—¡LO LOGRÉ Y TÚ PASASTE TAMBIÉN! —gritó su amigo.

Se pusieron de pie, tanto peso había hecho que el castaño respirara con dificultad.

—¿Eliot?

—Au… —Lo ayudaron a ponerse de pie también—. Guau. No puedo creerlo, no, ¡es increíble!

—Pero aún falta el otro examen —les recordó Jadi.

—Ya lo sé, no agües la fiesta —le reclamó el ojiazul.

***

Llegó la segunda etapa, Eliot tenía que dar un examen especial para medir la aptitud que se tenía para la carrera de arquitectura. Era la que había elegido.

—Bien, ¡vamos! ¡Sí se puede! ¡Sí se puede! —exclamaba Ditmar.

Fueron nuevamente a la universidad para el otro examen.

Eliot quedó pasmado al ver la extraña prueba.

Um… a ver… —Meditó—.“Exprese con una composición abstracta un sentimiento”… uh… Mejor la otra por mientras, a ver… “memoria visual”…uch… “para usted, ¿qué es arquitectura?” “¿qué entiende por arquitectura orgánica?” oh-oh… Rayos, “sentido estructural”… Bueno será mejor que empiece ya con cualquiera…

Al finalizar salió algo desanimado.

—¿Cómo te fue? —le preguntó Jadi apenas lo vio.

—No sé, creo que ahora sí me quedé.

—Ánimos.

—Ya me voy —suspiró—, cualquier cosa me avisan.

***

Ya casi anochecía, Eliot estaba recostado en su cama, no había tenido ninguna noticia de nada así que ya suponía que no había ingresado. Su padre se asomó.

—¿No querrás escuchar a ver si en la radio hay algo?

—No, ya no es necesario, ya sé que no pasé.

—¿Cómo sabes?

—No sé… Lo presiento. Además, no creo que haya hecho bien el examen.

—Um.

Sonó el timbre y su papá bajó a abrir. 

Alguien subió corriendo las escaleras. Su pequeña rubia abrió la puerta muy alegre, él se sorprendió al verla, ella corrió y se le lanzó.

—¡ELIOT! —Cayó en su encima—. ¡INGRESASTE!

—¿Ah?

No podía creer lo que escuchaba.

—¿Ya ves? ¡Te dije que podías!

—¿De verdad? ¡No puedo creerlo! —La chica se puso de pie, dejándolo libre, él también lo hizo y le sonrió—. Ven aquí… —La abrazó y empezó a dar vueltas.

Ella se ruborizó y se sintió volar, no precisamente por los giros.

—¡Basta! —reclamó mientras reían.

Los padres de Eliot entraron emocionados a su habitación también, él corrió y los abrazó.

—¡Ese es mi hijo! —lo felicitó su papá.

Subieron Ditmar con María.

—¡LO LOGRAMOS! —gritó Ditmar.

—¡SÍ!

—¡Pero claro!

—Bien, sólo queda una cosa por hacer —amenazó el padre.

Sacó una rasuradora, ya que la costumbre era que si alguien ingresaba a la universidad, debían raparle la cabeza.

—¡AAAHHH! ¡NOOO! —gritaron ambos.

Salieron corriendo y su papá fue tras ellos.

—Amor, déjalos, si no quieren no —le dijo su esposa.

—¡No le quites la emoción! —le respondió él.

—¡NO, PAPÁ!

—¡AUXILIO!

Salieron al jardín, Eliot abrió un portal y pasaron a la otra dimensión. Su padre salió y no los encontró.

—No puede ser —se quejó—. ¡Así no se vale!

***

—¡Uf! —respiró con alivio el castaño.

—¡Te amo “otra dimensión”! —exclamó su amigo.

Ambos rieron, miraron las estrellas.

—Lo hicimos ¿eh?

—Sí.

—Ahora empezará una nueva etapa.

Apareció Káiser feliz, pero al verlos se decepcionó.

—Lo siento —le dijo Eliot—, hoy no.

—Bien vamos ya, quiero seguir abrazando a mi chica —dijo Ditmar.

***

Su papá prometió no intentar hacer nada y se quedó en una esquina con una nube negra de tristeza encima.

Jadi estaba planteándose de forma seria el ver cómo era la carrera que había elegido su castaño, así quizá entraba también ahí, por su impulso de querer estar cerca de él. Pos su parte, María no tenía idea aún de qué elegir.

***

Empezaron las clases en la universidad. Eliot entró al aula, todos estaban sentados esperando al catedrático. Muchas caras nuevas, llegaron los arquitectos y les hablaron de la carrera.

—¿Qué? ¿Son dos los que nos van a enseñar este curso? —le preguntó a Eliot un alumno.

—Así parece.

—A ver, alumno —lo llamó el arquitecto—, que está tan emocionado. Preséntese y diga por qué eligió la carrera.

—Eh… —El chico se puso de pie—. Bueno… Eh... Buenos días, mi nombre es Miguel, bueno… Tengo un tío arquitecto y él me decía cómo era la carrera y le ayudaba a veces…

—¿Te decía cómo era la carrera? —preguntó el arquitecto—. ¿Sabes bien, bien, cómo es la carrera?

—Mm, sí.

—¿Y aun así decidiste postular, creyendo que sobrevivirás?

Los alumnos se rieron.

***

Al salir, Eliot se encontró con Ditmar.

—¿Qué tal te fue? —quiso saber.

—Ya me dejaron un trabajo —comentó el castaño, resignado—, y es bastante, ya veo lo que me espera, tenían razón en cuanto a la carrera…

—¿Ah? Nosotros sólo hemos hablado de cómo será el curso y nada más, chau, chau, nos botaron —se burló.

***

Eliot llegó a su casa, algo agotado, y enseguida empezó a hacer el trabajo de taller de diseño que aún no había hecho y era para el día siguiente. Jadi llegó a verlo junto con los demás, que se quedaron abajo conversando.

—¿Y cómo va todo en la pre? —le preguntó él.

—Como siempre, ¿qué haces?

Él tenía una pirámide hueca a la cual le daba vueltas, observándola con detenimiento.

—Um… Para taller. Nos pidieron que en esta pirámide hueca hagamos una composición con hilos y no sé qué sentimiento hacer…

—Bueno… haz lo que sientes ahora —sugirió ella.

El chico la vio unos segundos y la rubia se puso algo nerviosa ante esa fija mirada. Él sonrió y volvió su vista a la pirámide, luego su expresión cambió.

—Y… ¿has sabido algo de Gabriel?

—Bueno, sólo sé que está en la Católica.

—Um… Quizá podría hacer el sentimiento de celos —murmuró apenas para sí mismo.

—¿Ah?

Se puso de pie sin responderle.

—Ya sé me ocurrirá en la otra dimensión.

—¿Qué? Ay no…

Eliot salió, Jadi lo siguió, bajaron y llamó sus amigos, quienes se quejaron. Abrió el portal, y Nira apareció frente a ellos riendo.

—¡¿Tú?! ¡Espero que estés preparada! —le amenazó Eliot.

—¡Lo estoy, pero ustedes no! ¡Así que les presento a mis bebés!

De ella salieron dos espíritus negros largos, pero estos emitían una fuerza más poderosa que los otros. La mujer desapareció.

—¡UCH! ¡COBARDE! ¡VUELVE Y PELEA! —gritó Jadi.

—¡JADI!

Jadi volteó y uno de los espíritus la iba a atacar pero Eliot la protegió con su cuerpo. Cayeron contra la tierra.

—¡Eliot!

—Estoy bien —respondió adolorido—. No te distraigas, ¿sí?

Los espíritus volvieron al ataque. Mithril llegó y les lanzó una bola de luz a los espíritus alejándolos por un momento.

—¿Eliot, cómo estás? —Corrió preocupada a verlo—. ¿Te hirieron?

—¡Él está bien! —la interrumpió Jadi.

—¡Tú no hables, que no sirves para nada! ¡No puedes cuidar bien de mi chico!

—¡¿QUÉ HAS DICHO?!

—¡Cuidado, ahí vienen! —advirtió Ditmar.

Los espíritus atacaron y ellos también los atacaron. Jadi se dio cuenta de que eran más débiles al fuego que a los otros poderes.

—¡Déjenmelos a mí!

El espíritu se metió a la tierra, Eliot intentó sacarlo alzando trozos de esta pero no aparecía, el espíritu salió sorpresivamente de un costado a atacarlo.

—¡NI TE ATREVAS! —gritó Jadi.

Le lanzó fuego, pero el espíritu se desvió y la golpeó, luego volvió a meterse bajo la tierra. Jadi casi pierde el equilibrio por el golpe.

—¡Jadi!

—¿Estás bien? —preguntó ella.

—Sí, pero te están hiriendo, ¡mejor ponte a salvo!

—¡Ni loca!

—Mithril también está herida —avisó María.

El otro espíritu la estaba atacando y ella se defendía lanzándole esferas de luz.

—¡Esa niña debilucha! —renegó Jadi—. ¡APARTATE, DÉJAMELO A MÍ!

El otro espíritu salió de golpe de la tierra y lanzó a Jadi un buen tramo lejos.

—¡JA! —se burló Mithril—. ¡MÁS ES LO QUE FANFARRONEAS!

—CALLATE, ¿QUIERES?

Volvió a atacar al espíritu y le lanzó fuego, pero este se volvió a meter bajo tierra. El segundo quiso atacarla pero Mithril lo evitó con otra de sus esferas.

—¡No te daré las gracias! —le gritó Jadi a la chica.

—¡Mal educada! ¡Mal agradecida!

Los espíritus seguían atacando.

—¿Qué hacemos? —preguntó Ditmar, preocupado y desconcertado.

—¿Pues qué más? ¡Seguir intentando darles! —ordenó Eliot.

Empezó a tratar de golpearlos con trozos de tierra que iba lanzando, hasta que logró darle a uno y este cayó al suelo.

—¡Eso es!

Mithril y Jadi se fueron a atacarlo y el otro espíritu apareció para evitarlo. Lanzó a Jadi contra Mithril y ambas cayeron y se arrastraron un par de metros sobre el suelo. La chica blanca se levantó enseguida.

—¡MIRA LO QUE HACES, BRUTA, ESTORBAS! —le gritó.

Eliot corrió hacia su rubia, se arrodilló a su lado y la sostuvo en sus brazos.

—Jadi —la sacudió suavemente—, háblame.

Jadi abrió los ojos.

—¡No te angusties por ella Eliot —le dijo Mithril con desprecio—. Conmigo basta para destruir esas cosas!

Fue a atacar al espíritu, Jadi se dio cuenta de que el otro se había escondido bajo tierra nuevamente y se puso de pie.

—Espera, Jadi —intentó detenerla Eliot pero ella no hizo caso.

Corrió detrás de Mithril.

—¡Esa tonta no sabe lo que le espera! ¡Oye, detente!

—¡No molestes! —respondió la chica.

Jadi encendió su fuego, lista para lanzarlo.

—¡HAZTE A UN LADO! ¡Si no te quitas te quemaré también! —De la tierra salió el otro espíritu, directo hacia Mithril, asustándola—. ¡MUERE! 

Lanzó una enorme ráfaga de fuego. Mithril pudo escapar por poco. Los espíritus fueron destruidos y aparecieron cinco piezas.

—¡Lo hice! —exclamó Jadi.

Mithril la empujó.

—¡¿ACASO QUERÍAS MATARME?! ESO ES LO QUE QUIERES, ¿NO?

—¡Claro que no!

—¡Voy a matarte!

Eliot las separó.

—YA, YA, ¡no peleen!

—¡Ni siquiera avisó! Sólo lanzó su fuego —acusó la blanca.

—Tú eres veloz —le explicó él—, Jadi sabía que lo esquivarías, ¿verdad, Jadi?

—¡Uch! —resopló Jadi—. ¡Eres una insolente! ¡Ya que tanto te quejas te enfrentarás a mi fuego!

—¡Con mucho gusto!

—¡Jadi, basta! —la detuvo Eliot, haciéndola sorprender—. Mithril, mejor vuelve a tu aldea, estás un poco herida.

—¿Qué dices? —renegó Jadi.

—Tú también estás herida, Jadi. Y debes medirte, ¡no sólo debes pensar en arreglar las cosas peleando! —Miró a la otra chica—. Gracias por ayudarnos.

—No creo que ella se vaya tan fácil —murmuró María.

—A que no —apostó Ditmar.

Mithril tomó las manos de Eliot, él la miró sorprendido.

—Eliot, recuerda que eres mi prometido y me disgusta que esa tipa testaruda ande junto a ti —declaró.

—DESGRACIADA ¡¿CÓMO LE DICES ESO?! —renegó Jadi.

—Siempre vendré a ayudarte cuando estés en problemas —terminó de decir sin hacerle caso a la enojada rubia. Se envolvió en su esfera de luz—. ¡Adiós!

Se fue veloz como siempre.

—¡UCH! ¿A DÓNDE VAS? —rabió Jadi.

—Jadi…

—¡Eliot! ¡Dejaste que otra vez te diga cosas raras!

—Relájate, sólo es una chiquilla.

—Yo podría vencerla fácilmente.

—Bueno, vamos ya. Tengo que curarte.

—¡No necesito que me cures! ¡¿Por qué dejas que te coquetee?! ¡Y ahora eres amable conmigo! —Guardó silencio al verlo fruncir más el ceño—. Eliot... ¿por qué pones esa carita? —preguntó asustada.

—Vamos —ordenó.

La alzó en brazos y regresaron a casa. Ya estando ahí, la curó.

—De aquí, ¿cuantos días más estarán enojados? —le susurró Ditmar a su novia.

—No sé, hasta el día en que les pase algo romántico —dijo ella, emocionada.

—Nah…

—Aun así, Eliot sigue cuidando de ella.

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