Especial: Un híbrido sediento
Esto es un relato sobre Owen. Espero les guste.
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Owen levanta la mirada al salir de la tienda admirando el cielo de un azul opaco, casi gris; hace frio; le echo un vistazo a su reloj, 5:42 . Abrió un poco la bolsa rojo oscuro que llevaba en la mano, sonrió al recordar el collar con la pequeña piedra blanca y pensó totalmente seguro: le encantará.
Caminó una calle abajo en busca del auto; al meter la llave en la puerta del Ford Fairlane azul oscuro, escucho un sonido: una respiración.
Siguió moviéndose con calma, captando todos los sonidos a su alrededor mientras entraba en el vehículo; puso la bolsa en el asiento del copiloto y encendió el auto, notando por el retrovisor que un hombre estaba en la otra acera, recostado de la pared de manera despreocupada y encendiendo un cigarrillo.
Se puso en marcha sin dejar de vigilar al hombre, el cual no parecía tener intenciones de irse; llegando a la esquina de la tranquila, casi desierta calle, justo cuando un auto pasaba por en frente del sujeto, dejo salir el humo en un suspiro que le erizo la piel al hombre lobo.
Cruzo a la izquierda encontrándose con una calle más concurrida; semáforo en rojo, detrás de él paro un Volkswagen escarabajo verde limón, esperando a que cambiaran las luces para avanzar, no dejo de pensar en lo escalofriante que se había visto el hombre o el porque lo había afectado tanto ¿Porque le daba tan mala espina?
Afincando el codo en la puerta dejo caer la cabeza en la mano, sin poder evitarlo, inconscientemente llevo la mirada al espejo y vio un auto detrás del escarabajo, pero se alarmo al reconocer que era el mismo que paso por enfrente del sujeto en la calle de la joyería.
Luz verde. Se dirigió en línea recta, vigilando el auto negro que seguía detrás de él a una cierta distancia.
En lugar de seguir en línea recta cruzo a la derecha, bajo la velocidad y apago las luces; no hay nadie, paró a esperar en el siguiente cruce a la izquierda con la mano en la palanca y el pie en el acelerador. El auto negro hace su aparición.
Tengo que perderlo.
Se aleja cada vez más de la casa, y avanza a gran velocidad; ya no se ven tantas casas, y el auto sigue detrás de él. Acelera haciendo rugir el motor, dejando al que lo sigue rezagado.
Sigue avanzando; piensa en llegar a ski hill, abandonar el Fairlane allí y volver a casa caminando.
Llega hasta el estacionamiento de tierra, apaga el auto, saca el collar de la caja y lo guarda en su bolsillo junto con las llaves mientras salía del auto.
Escucha un ruido, un disparo, y en un momento está cayendo, al chocar contra el suelo sintió que un dolor abrumador se esparcía por su espalda; Owen se arrodillo y trato de levantarse al apoyarse en los brazos pero fue en vano, casi no tenía fuerzas; estaba sudando, la bala debían estar envenenada; unas pisadas se acercaban. Owen movió la cabeza a un lado y vio unos zapatos de cuero negro, intento levantar la mirada pero el segundo disparo lo detiene.
El hombre patea a Owen dejándolo boca arriba. No tiene fuerza para evitar que otros dos lo sujeten de los brazos para que el hombre lo golpee; dejándolo así en una inmensa oscuridad.
Inconsciente.
Débil.
Total y completamente débil.
.....
Owen no había abierto los ojos cuando sintió unas palmadas en la cara.
—Es hora de despertar —dijo una voz grave pero melódica.
Abrió los ojos, sin poder enfocar la mirada en un solo punto; mareado y confundido trato de llevar una mano a su cabeza, sintió mucho dolor, en ese momento entendió que sus manos estaban sujetadas por encima de su cabeza con una cadena, trato de zafarse pero el dolor de los disparos en la espalda lo detuvieron y apenas tenía fuerzas para mantener el balance sobre sus pies.
Notó que el cielo se había oscurecido, ya era de noche y estaba rodeado de al menos ocho personas que no reconocía.
El hombre más cercano a Owen lo tomo por el cabello empujando su cabeza hacia atrás y arriba, hizo una mueca mientras se acercaba un hombre de cabello negro que empezaba a ponerse canoso. Debía tener unos 47. Sin duda tenía apariencia un poco mayor que el señor Morgan.
—¿Cuál es tu nombre? —preguntó el hombre canoso de voz grave y melódica.
Owen enfocó la mirada en el sujeto que lo sostenía, tenía una cicatriz vieja que iba desde su frente atravesando su ojo izquierdo y llegando a la mejilla; no dijo nada. El hombre canoso hizo un gesto cansado y le dio una señal al tipo que lo sujetaba; el cual lo soltó y salió del área de visión de Owen.
—Te explicare una cosa, ahora yo soy quien decide si vives o mueres y en estos momentos tú no cuentas con fuerza sobrenatural, así que me dirás todo lo que yo quiera saber y te dejaré vivir —el hombre hablo con una calma y serenidad inigualable—. Es un buen trato ¿no lo crees? —dijo lo último sonriendo.
Owen no hizo un solo movimiento para contestar. El sujeto anterior volvió cargando una caja y otras cosas que el hombre lobo no veía por tener la atención fija sobre el "jefe" de los que creía eran cazadores.
—Bien, intentémoslo una vez más ¿Cuál es tu nombre? —pregunto nuevamente el hombre canoso; Owen volvió a guardar silencio, el hombre le dio una mirada al sujeto de la cicatriz que había traído la caja y este procedió a tocar unos botones y luego chocar unas láminas de metal contra el cuerpo de Owen, el cual empezó a ser recorrido por 430 voltios de electricidad—. ¿Qué eres? —pregunto el hombre mientras el chico de ojos verdes grisáceos seguía electrocutándose.
Sin que Owen pudiera controlarlo sus ojos se volvieron amarillos como reacción ante la electricidad y la descarga paró.
—Oh, eres un hombre lobo.
—Y ustedes cazadores. —dijo Owen cerrando los ojos y tragando.
—Sí, ¿Cuál es tu nombre? —no respondió; obtuvo otra descarga eléctrica, el hombre sonrío de lado— ¿Crees que me gusta hacer esto? Yo no quiero matarte, sin embargo, tengo gente que debo proteger y también darme a respetar, así que mi amigo seguirá dándote descargas, o tal vez cambie de método, hasta que tú hables y me digas lo que quiero saber —explico levantando la cabeza un poco y Owen logró notar que sus ojos eran gris plomo—. Lo diré una vez más ¿Cuál es tu nombre?
—Christopher. —respondió con su segundo nombre, ocasionando una sonrisa en el hombre.
—Muy bien estamos avanzando, ¿Naciste así o te convirtieron?—pregunta sentándose en un banco que un chico más delgado trajo. Owen no respondió.
Descarga eléctrica.
—Me convirtieron. —dijo con un hilo de voz, jadeando.
—¿Quién? —no hubo respuesta ya que no sabía que responder.
Descarga eléctrica.
—¡No lo sé! —exclamó tratando de no pensar en el dolor que le causaba la electricidad— No lo sé... Nunca lo he sabido...
El hombre canoso acerco la mano a su boca pensando en lo que decía Owen.
—¿Tienes manada? —pregunto sin verlo a los ojos.
—No y aunque la tuviera ¿en serio crees que te lo diría? — respondió Owen recibiendo otra descarga, el hombre desde su puesto lo miro frunciendo el ceño, luego le dio una mirada al tipo que le daba descargas eléctricas, el cual se agacho oprimiendo unos botones en la caja y se levantó sacando una inyectadora la cual le clavo en el cuello a Owen.
—Esto es lo que pasará ahora, me dirás donde esta tú manada y cuál es tu verdadero nombre porque no he creído nada excepto el hecho de que de verdad no sabes quién te convirtió, cada vez que no respondas él te hará un corte más profundo que el anterior y con el acónito que te pusimos, sabes que es mejor hablar de una buena vez. — dijo el hombre de ojos gris oscuro mientras encendía un cigarrillo y expulsaba el humo por su boca.
—Eras tú. — dijo Owen con un hilo de voz al recordar ese mismo movimiento horas antes. —Tú eras el hombre recostado de la pared, el que estaba fumando cuando salí de la tienda.
—Sí —al responder de su boca salió humo— Ahora ¿Cuál es tu verdadero nombre?
—Ese es mi nombre. Si no me crees que mal. —expreso con calma balanceándose sobre sus pies mientras empezaba a sudar, el acónito empezaba a hacer efecto en su cuerpo. Una navaja se clavó en su estómago.
—Más respeto, idiota—dijo el sujeto de la cicatriz mientras sacaba su navaja del abdomen de Owen quien gruñó.
—Está bien "Christopher" ¿Dónde está tú...? ¿Qué es eso? —pregunto el hombre canoso mientras se levantaba y se acercaba al chico encadenado. Revisó su bolsillo sacando las llaves y el collar, el cual inspeccionó con mucha atención— Es muy hermoso, pero ¿Para quién es?
—¿Porque tendría que ser para alguien? —pregunto abriendo y cerrando los ojos para aclarar su vista, notando como salía sangre de su herida.
—No te ofendas pero no es tu color —se oyeron unas cuantas risa por la broma del cazador— ¿Esta chica es como tú? ¿Es una perra apestosa? —Owen gruñó por el comentario. El sujeto puso la navaja en el abdomen de Owen esperando una respuesta y al no tenerla la clavó un poco en él— O ¿Tal vez una chupa-sangre asquerosa? —Dijo el hombre canoso arrugando la nariz. El sujeto terminó de clavar el filo por la falta de respuesta— ¿Es una hibrida o una bruja? —El hombre canoso vio algo en los ojos de Owen— Es una hibrida ¿cierto? —hablo con una pequeña sonrisa por haberlo descubierto en su descuido.
El hombre de ojos gris oscuro le dio la espalda a Owen, mientras observaba la piedra blanca aperlada.
—Si tú me dices donde está la manada yo dejaré a tu hibrida en paz.
Owen no respondió; El sujeto de la navaja la giró y empujo hacia arriba abriendo su piel aún más; el hombre lobo ahogo un gemido de dolor, mientras trataba otra vez sin lograrlo de liberar sus brazos.
—Ya estas empezando a cansarme. Dime donde está la manada o mataré a la chica —Dijo el jefe de manera amenazante, botando el cigarrillo, irritado por no tener respuestas. El de la cicatriz presionó la navaja hacia abajo logran una marca en forma de V invertida y un poco torcida. Owen apretó sus puños para soportar el dolor.— ¿La chica forma parte de la manada?—pregunta el hombre canoso con entendimiento.
El teléfono del hombre canoso suena antes de darle tiempo a Owen para responder, claro que no tenía intención de gacerlo. Lo pone en su oreja —¿Qué? —Dice contestando con frustración.—¿Por dónde? —Espera una respuesta.— Mierda —susurra colgando y guardando el teléfono.—Un auto viene con varios de estos, así que nos vamos. —Anuncio y los demás se pusieron en movimiento retirándose. El sujeto de la cicatriz retiro la navaja del abdomen de Owen y la puso en su cuello.
—Ya no te quedan esperanzas ¿cierto? —dice el de la cicatriz presionado la afilada navaja y logrando una pequeña herida de la que brotó sangre.
—K, recoge tus cosas, yo me encargo— dijo el hombre canoso refiriéndose al sujeto de la cicatriz.
—Hubiera sido mejor para ti que yo lo hiciera. —Susurro K yéndose con la caja y la navaja.
Todos se fueron dejando a Owen encadenado al árbol y sangrando; el hombre canoso estaba dándole la espalda; se dio la vuelta caminando hacia el chico y lo miro a los ojos.
—Esto es tuyo. —dijo poniéndole el collar en el cuello— Así sabrá que fue por ella — explico viéndolo a los ojos, saco un cuchillo de un gris impresionante que brillo con la luz de la luna—. Es de plata, ambos sabemos que es solo por costumbre pero cumplirá su función —vio el cuchillo con un poco de melancolía. Lo levanto y clavo con fuerza en el pecho de Owen, quien ahogo un grito. Se acercó a su oído mientras giraba el mango —Siéntelo, no vas a sobrevivir; pero tranquilo yo le diré que la amas, cuando vaya y la mate con mis propias manos —Escupió sus palabras con odio e ira contenida, se apartó sacando el puñal—. Ha sido un placer conocerte, Christopher —dijo mientras se iba.
Owen no despegó la mirada del hombre aun cuando su vista se nublaba, intento liberar sus brazos pero le dolía cada movimiento; sus parpados empezaron a pesar, y él maldijo en voz baja por eso, no podía dormirse, no ahora, si duerme cae, y si cae ya no se levantará. Eso él lo sabía.
Miro sus heridas esperando que estuvieran sanando, pero no, su abdomen estaba destrozado como si una manada de lobos hubieran luchado por llevarse la mejor parte de él; su suéter antes color crema estaba rasgado, era un desastre de sangre, piel y lana. Algo que no le importaba demasiado con tal de que sanara. Pero si las heridas en su espalda ni siquiera dejaban de sangrar, era obvio que no tendría mejor suerte con su parte delantera.
Luchaba por mantener los ojos abiertos, pero termino cerrándolos; pidiendo a gritos un descanso del dolor, el sufrimiento y la agonía; el sueño y el cansancio lo absorbieron, ahogándolo en la infinita oscuridad.
...
Sus ojos se abrieron de golpe por el inmenso dolor en su cuello, no podía moverse, ya no estaba encadenado al árbol y solo podía ver las estrellas desde su posición en el suelo; sentía que una persona lo sujetaba con una mano en su hombro y la otra en su cara.
Genial. Un vampiro se está tomando lo que queda de mi sangre. Pensó viendo la oscuridad de la noche y sintiendo como su cuerpo perdía aún más fuerzas.
Te estoy salvando. Escucho una voz que le era familiar en su cabeza.
El dolor seguía en su cuello hasta que paró, sus ojos estaban cerrados cuando sintió que algo caía en su boca. Era espeso, caliente, un poco amargo y con cierto sabor metálico.
—Vamos, idiota, traga de una vez. —escucho la voz de Simón.
Owen quería hacerlo pero no podía el dolor volvió esta vez invadiendo todo su cuerpo.
—Si no la tomas morirás. — La voz del señor Morgan se hizo presente.— Hazlo.
Owen trago al sentir el dolor en la cabeza, el dolor disminuyo un momento.
—Toma más. —Obedeciendo a Tom, Owen abrió los ojos y siguió bebiendo su sangre; logrando levantar su brazo tomo la muñeca del vampiro y la atrajo a su boca.— Eso es; sigue.
Tragó un poco más y el dolor casi se había ido; un impulso se adueñó de él diciéndole que debía tomar más y más.
—Es suficiente. —dijo Tom con tono firme tratando de zafarse, pero Owen no lo soltaba. Le estaba clavando sus garras.
Simón, Luis y Tony tuvieron que sostener a Owen, mientras Dan alejaba al señor Morgan. El señor Morgan trastabilló al ser separado del chico.
—¡Más! ¡Más! ¡Necesito más! —gritaba Owen con sangre en su labio inferior, a pesar de sus heridas luchaba para quitarse a los demás de encima y sin despegar la mirada de Tom.
La mirada de Owen transmitía ira, frustración pero más que todo desesperación. Eso nunca lo habían visto en él y aunque les sorprendiera no iban a decir nada. No era el momento.
—¡Sostenlo! —gritó Simon al notar que Owen arremetía contra Luis.
—¡Suéltenme! ¡Necesito más! ¡Necesito..! —exclamaba hasta que gritó mientras caía y se retorcía en el suelo.
Simon veía como su amigo gritaba de dolor, él sabía muy bien como era ese proceso; tal vez fue hace mucho tiempo pero aun recordaba el sufrimiento, el deseo de querer morir, de que todo acabara de una vez por todas. Pero no podía hacer nada hasta que se completara el proceso.
El cuerpo de Owen se sacudió violentamente durante unos minutos que parecían interminables, mientras todos lo observaban atentos a cuando terminara. Él en medio del dolor, seguía tratando de acercarse a Tom, y aunque fuera arrastrándose llegaría hasta el vampiro.
Owen terminó inconsciente durante los temblores los cuales fueron haciéndose más débiles y cuando pararon, él ya no se movía, no abría los ojos, no respiraba.
Pasaron unos segundos en los que todo fue silencio; Owen empezó a moverse y trataba lentamente de sentarse mientras abría sus ojos verde grisáceos; veía todo y a todos a su alrededor confundido.
Al ver a Tom movió la cabeza en un gesto bestial y empezó a levantarse con extrema lentitud y cuidado, sin quejarse por las heridas; había dejado de sangrar y estaba sanando pero aún se podía ver parte de la piel que le faltaba en el abdomen.
—¿Qué le sucede?¿Apago su humanidad? —preguntó Luis.
—Ese ya no es Owen. — Respondió Tom Morgan— El hambre lo está controlando; ahora solo es un hibrido sediento. Y quiere mi sangre.
—Señor —llamó Dan mentalmente para que Owen no pudiera escuchar— ¿Qué quiere que hagamos?
—Conténganlo y déjenlo inconsciente, hay que llevarlo al sótano; no podemos dejar que este suelto. ¿Entendido?
Owen hizo que sus uñas se volvieran garras, mientras los observaba a todos.
—Entendido. —repitieron al unísono.
—Tony, tú por la derecha, yo por...—explicaba Simon mentalmente hasta que Owen se movió rápidamente atacándolo.
Corrió esquivando a Tony para llegar a Tom, pero Luis lo sostuvo antes de que lo tocara y logró empujarlo en dirección contraria mientras Tony lo sostenía del brazo junto con el rubio.
—¡Simon! —exclamó Tony, sosteniendo a Owen junto con Luis.
El de ojos verdes grisáceos se sacudía y gruñía, como un animal salvaje tratando de liberarse de sus captores.
—Maldición —susurró Simon acercándose al saber lo que tenía que hacer.
—¡Hazlo de una buena vez! —Luis intentaba evitar que Owen lo destrozara con las garras.
El pelinegro cerró su mano en un puño y empezó a golpear la cara de Owen una y otra y otra vez. Pero no cedió, seguía tratando de zafarse incluso con la cara cubierta de sangre.
¡Maldita sea!. Pensó Simon mientras tomaba la cabeza de Owen y le rompía el cuello. Los otros dos sostuvieron el cuerpo del chico para que no cayera cuando dejo de moverse.
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Gracias por leer :D
Aquí dejo un boceto de Owen y si necesitas una foto real pues ahí está Cody Christian <3
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