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Capítulo 29: Relatos ebrios


Luego de ese beso fue un poco difícil para ambos que se fuera y no pudiéramos continuar con lo que empezamos. Volvió a ir al techo y supongo regresó a Seattle volando antes que los primeros rayos del sol dieran alguna señal de existencia. No había rastro de lo que había pasado en esa madrugada más que los recuerdos.

Yo regresé al departamento y tras darme una ducha fría volví a la cama durmiendo mejor de lo que esperaba aunque solo fue por unas horas. Para las 11 ya estábamos desayunando en la cocina. Laia y Eve cocinaban mientras Mel casi volvía a dormirse sobre sus brazos apoyados en la mesa.

— ¡Agh! —gruñó Eve con desespero. — Me duelen los pies.

—Claro, estuviste bailando casi todo el tiempo. —dije restregando mis ojos un poco para aclarar mi vista.

Laia soltó una pequeña risa al decir: —No querías soltar al pobre Rick.

—Cierto, en ese momento no te quejabas. —comentó Melody sin moverse de su lugar.

Sonreí al ver la expresión de Eve que casi no podía disimular la sonrisa por lo que estábamos diciendo.

—Descaradas. —soltó ella volteándose para tomar su taza, pero luego nos miró sobre su hombro. —Aunque debo decir que Rick es un buen bailarín.

Todas liberamos exclamaciones ante eso. Luego las risas y comentarios se fueron desvaneciendo mientras poníamos los platos y empezábamos a comer o mejor dicho devorar el desayuno-almuerzo.

— Oye, iras a tu casa ¿no? —preguntó Laia mientras engullía su sándwich.

—Sí, hoy no entrenaremos pero igual iré porque supongo que papá querrá felicitarme. — dije al levantarme por la azúcar para el café.

—Voy contigo. —dijo Laia encogiéndose de hombros.

— ¿Quieres ver a Dan? —preguntó Eve entrecerrando un poco los ojos y una sonrisa maliciosa en su boca.

Oh.

—Ja, ja, ja. — Soltó ella con sarcasmo. Melody me miró con una sonrisa divertida. — Deberían estar felices de que ya no peleamos tanto, arpías.

...

Entramos a la casa y fui directo al estudio dejando que Laia fuera hasta el refrigerador por un refresco. Iba a tocar la puerta pero me di cuenta que estaba abierta así que entré, no vi a nadie en el escritorio.

— ¿Papá? —pregunto pensando que es posible que esté arriba

—Por aquí. —Escucho y camino hasta la biblioteca. Lo veo cuando se levanta del sillón y se acerca a mí—. Feliz cumpleaños. —Dice al abrazarme.

—Gracias. —Digo disfrutando del sentimiento. Siempre me han gustado sus abrazos.

Es una pena que no sean tan frecuentes.

—Te amo. —Me aprieta un poco más y hundo mi cara en su pecho. Huele un poco a alcohol.

—Yo también te amo, papá.

Al separarme me mira a los ojos y sonríe un poco.

—Sé que tu madre estaría orgullosa.

Sonrío aunque no sé qué pensar ante esa frase, quiero que sea verdad pero ¿cómo podría saber si realmente es así? No la conocí y en realidad... no creo que esté muy orgullosa de las últimas cosas que he hecho.

—Papá, cuando conociste a mi madre ¿supiste que era la indicada en ese instante? —pregunto desviándolo un poco del tema que no quiero tocar.

— No, me tomó un poco de tiempo. —dijo mientras en su cara se formaba una pequeña sonrisa viendo a la nada. —En realidad, fui un estúpido al no saberlo de inmediato. —Admitió sorprendiéndome. —Yo solo veía a alguien que me fascinaba con cada cosa que hacía y antes de que me diera cuenta se había convertido en mi mundo.

Eso es hermoso.

No puedo evitar sonreír sorprendida al escuchar eso, aun después de tanto tiempo, él la ama de la misma forma y es increíble que esté hablando de ella de una manera tan fluida. Tal vez no debería hacer la pregunta que ya he hecho antes, no quiero arruinar su sonrisa pero quiero saber.

Siempre he querido saber.

— ¿Cómo murió?

Y pasa lo que temía, su sonrisa tiembla hasta desvanecerse y el brillo de hace un momento en sus ojos se apaga.

—No es un buen momento para hablar de eso. —dice casi amablemente restándole importancia.

—Nunca será un buen momento para hablar de eso. —digo y la comisura de su labio se levanta un poco. Claro, él lo sabe, por eso lo dice. — Tan solo dime algo y lo discutiremos más a fondo luego.

Me mira un momento sin ninguna expresión en su rostro y cierra los ojos suspirando antes de decir: —Un monstruo la mató y... yo no pude salvarla. Debí protegerla y no lo hice. —susurra lo último con la mandíbula tensa.

Esto no me dice tanto como esperaba.

Ya tenía conocimiento de que ella no había muerto por ninguna enfermedad, mis dos teoría principales eran un accidente o asesinato. Si hubiera sido un accidente tal vez sería más fácil de comprender y aceptar. Sería solo eso, un accidente. Pero ese no es el caso, parece que Owen y yo tenemos más cosas en común después de todo, la diferencia es que su tragedia familiar es concreta, tiene un final, mientras yo apenas sé que es eso, una tragedia.

Necesito saber.

— ¿Cómo...?

—Erin, —dice mi padre interrumpiéndome— hablaremos de esto después.

—Espera, no ¿Cómo que un monstruo? No habías dicho nada de esto antes.

—Eso no importa ahora —abrí mi boca pero continuó hablando antes de que pudiera hacerlo— porque en cuanto pueda yo mismo me desharé de ese monstruo, así que no te preocupes por eso.

— ¿Qué? ¿Lo conoces? ¿Tú...?

—Hoy no. —dijo de manera calmada. — Hoy ve a divertirte con los chicos y no pienses en eso.

—Pero...

— Mejor piensa en el ángel que me debes. —su cara cambió a una más calculadora.

Sé que mi expresión cambia ante su intento de desviar el tema, porque su rostro también lo hizo volviéndose más serio.

— ¿En serio? ¿Vas a hablar de eso ahora?

—Tú fuiste la que quiso profundizar en un tema que no me gusta. Ahora estamos a mano. —Asintió y sonrió un poco, conozco esa sonrisa porque es la misma sonrisa que yo uso cuando sé que he ganado una discusión— Cada cosa tendrá su momento.

—Bien. Hablaremos luego y te aseguro que no olvidaré nada de lo que has dicho. —dije y tan solo sonrió suavemente.

...

Dejamos la casa con Mason y Simón y nos dirigimos de nuevo al departamento. Al llegar Zafiro estaba de pie en la entrada del edificio.

—Hola, pensé que vendrías más tarde. —la saludo, ya cuando los demás estaban subiendo las escaleras luego de saludarla.

—Sí, pero estaba aburrida. —dijo encogiéndose de hombros mientras entrabamos al edificio. Y luego se acercó enroscando su brazo con el mío mientras hablaba más suavemente. — Oh, y estate atenta a tu celular. Podrías recibir una sorpresa.

Sonreí al ver su mirada cómplice.

—Tiene que ver con Alux ¿cierto? —inquiero elevando una ceja.

—Sí pero no diré más. Me cuentas todo más tarde. Aun puedo quedarme ¿cierto?

—Por supuesto, eres bienvenida.

—Genial, y no lo digas muy fuerte porque terminaría mudándome.

Reímos por eso mientras subimos pero terminé pensándolo seriamente. Laia y Melody se tendrán que ir en algún momento para volver a sus vidas en Birren y Eve por más que quiera quedarse, tendrá que volver a Seattle para ocuparse de sus obligaciones también.

...

Vi mi teléfono y sonreí un poco al leer el mensaje.

—Ya vuelvo. —dije a Mason que estaba distraído acariciando a Ricky.

Él frunció el ceño cuando las comisuras de sus labios se elevaron un poco al decir: — ¿Qué te sucede?

¿Qué respondo?

No encuentro palabras así que solo me encojo de hombros y me dirijo a la puerta antes de que pueda preguntarme algo más.

—Oye, ¿A dónde vas? —preguntó Simón volviéndose en su lugar junto a Zafiro mientras comen... Realmente no sé qué es lo que comen.

—Ahora regreso.

Salí y subí las escaleras hasta el techo y abrí la puerta para encontrarme con sus ojos azules viéndome al mostrar esa estúpida sonrisa. Estaba allí parado con las manos en la espalda. Pensé que no lo vería hasta dentro de unos días.

—Feliz cumpleaños... de nuevo. No estés tan sorprendida. —dijo encogiéndose de hombros y sonriendo, y como si lo hubiera practicado mostró lo que ocultaba en sus manos. Un ramo de rosas rojas en la derecha y una caja de chocolates en la izquierda. — Te dije que debías tenerme fe.

—Lo sé. —respondí caminando hacia él y antes de que lo notara ya estaba sosteniendo su rostro y él me rodeo con los brazos acercándome más a él cuando nuestras bocas se encontraron.

Mis manos se hundieron en su cabello acercándolo más, mordí un poco su labio logrando que abriera la boca y entendió mi intención de profundizar el beso al instante porque su lengua se coló en mi boca. Podía sentir su nerviosismo y la leve confusión en su cuerpo al lidiar con el tratar de no soltar lo que cargaba en sus manos para continuar con lo que yo empecé.

Parece te tomé por sorpresa.

Al separarnos me miró con los ojos adormilados, un leve sonrojo en sus mejillas mientras una suave sonrisa se formaba en sus labios que ahora estaban un poco hinchados al decir: — Si vas a reaccionar así cada vez que te regale rosas, entonces lo haré todos los días.

No puede ser.

Rio ante eso, ignorando el sonrojo que sé ya debe estar mostrándose en mi rostro y niego con la cabeza.

—No es por las rosas. —aclaro y él sale de su ensueño para levantar una ceja al su sonrisa ensancharse con suficiencia. — Es por el chocolate. —digo señalando la caja y su facciones se relajan como preguntándome si es un chiste y no puedo contener mi sonrisa burlona.

— Es más fácil conseguir este tipo de cosas cuando es de día. — dice dándome las rosas y los chocolates. Huelo las flores, su cálido y suave aroma me encanta.

—No te quedarás por un trago y algo de comer ¿o sí? —pregunto y el niega con un movimiento de cabeza.

—No, debo volver al trabajo, mi descanso termina en unos minutos.

— ¿No es difícil volver cuando hay tanta claridad? —señalo algo preocupada por el cielo que aún era claro. — Alguien podría verte.

—Erin, no soy un novato, sé cómo ocultarme en la luz. —dice seguro y asiento al entender a lo que se refiere. O al menos creo que lo entiendo.

Mis dedos rompen el tallo de una de las rosas haciéndola mucho más corta.

—Es una pena que no puedas quedarte. —Digo dejando la rosa sobre su oreja. — Te queda bien.

— ¿Combina con mis ojos? —pregunta sonriendo pícaro y sonrío porque se ve demasiado bien.

—En realidad, sí. Quisiera tener una cámara. —digo comiendo un bombón.

Dios, que rico.

—Bien. —sonríe con desgano. — Debo irme. —dice con algo de molestia.

—Al menos toma uno antes de que te vayas. —dije apuntando a la caja al tomar otro chocolate.

—Está bien. —soltó y antes de que me diera cuenta su boca estabas sobre la mía. Sus labios presionaron ligeramente y terminó mordiendo levemente mi labio para darle paso a su lengua dentro cuando aún quedaba un poco de chocolate. — Están buenos. —comentó al separarnos con una sonrisa juguetona al tomar uno de la caja.

— ¿Sabes? Aún no me decido si eso fue sexy o asqueroso. —digo ignorando el hecho de que mi voz está rara y mi cara debe estar roja como un tomate.

—Eso fue por atacarme cuando estaba desprevenido.

— ¿Qué yo te ata...?

—La venganza es dulce. —Dijo encogiéndose de hombros y me dio un beso en la frente antes de pasar rápidamente a mi lado. — Te veo luego.

— ¿Qué? Pero... — cuando volteé ya se había quitado la camisa quedándose con una franela, sus alas estaban fuera y trataba de ocultar su sonrisa. — ¡Oye! ¡No huyas, pajarraco! — y despegó al soltar una carcajada que seguí escuchando incluso cuando dejó de ser visible. Incluso luego de que se fuera, seguí sonriendo.

Estúpido pajarraco.

...

Al volver al departamento traté de ignorar el que Simón, Laia, Eve y Zafiro me miraban con sonrisas cómplices al ver lo que traía, Mason estaba devorando la caja de galletas que había olvidado esconder mejor en la cocina y el hecho de que Adrien estaba contando billetes antes de entregárselos a Melody. Puse las rosas en un florero con agua en la ventana de mi habitación y guardé la caja de bombones en el closet antes de salir.

Los demás llegaron más tarde, incluso Ben vino y pasamos el rato hablando y comiendo pastel que al parecer Owen, Luis y Tony hicieron. Les quedó delicioso. Fue una noche tranquila, al menos hasta que decidimos hacer un concurso de bebida. Yo me rendí en la primera ronda en cuanto empecé a ver las luces distorsionadas. Eve tomó hasta la segunda ronda. Laia salió en la tercera con Luis y Tony porque tenían hambre. Para la cuarta Melody terminó yendo a vomitar y Adrien se rindió al darse cuenta que si tomaba más estaría perdido. En la final quedaron Owen, Rick, Dan y Zafiro, la rubia salió victoriosa mientras Owen y Rick dormían en el sofá y Dan corría al baño.

Ben quería participar pero el hecho de que el alcohol birreniano podría dejarlo en un coma etílico con tan solo un vaso lo detuvo y se limitó a emborracharse con cerveza. Al menos hasta que se robó un trago del vaso de Melody; el completamente humano pasó por tres fases antes de quedarse dormido. La primera, no dejaba de reírse; la segunda, no dejaba de ver a Mel; y la tercera, vomitar luego de más cerveza.

Mason desapareció durante un rato hasta que nos dimos cuenta que se había quedado dormido en mi cama y Simón estaba enojado porque solo le dejaron tomar unos cuantos tragos ya que era su turno de ser el conductor designado. Al mismo tiempo Ricky trató de comerse el pastel pero Laia lo salvó antes de que el canino lograra su cometido, en cambio lamió la cara de Ben hasta que Melody lo detuvo.

A las 2 los chicos se fueron, unos cargando y ayudando a los que no podían irse completamente por su cuenta, entre esos Ben. Rick estaba tan ebrio que tomó a Eve y le dio unas vueltas como si estuvieran bailando antes de que Dan lo halara por el cuello arrastrándolo fuera al reír con Tony sobre algo que este le había dicho. Mason me dio un abrazo, tomó una rebanada de pastel y siguió al grupo de ebrios que trataban de evitar caerse por las escaleras. Vi a Simón susurrar maldiciones contra ellos mientras se iban y solo paró para despedirse, me dio un beso en la mejilla y siguió con sus insultos al cerrar la puerta tras él.

Y con la salida de los chicos oficialmente empieza la noche de chicas. Zafiro se fue a cambiar por ropa más cómoda y terminamos sacando ambos colchones hasta la sala.

Zafiro y Melody estaban un poco ebrias pero aunque su fabulosa idea de subir al techo para que ambas pudieran volar como superhéroes era algo que sin duda sería entretenido me negué rotundamente hasta el punto en que tuve que cerrar con seguro la puerta para asegurarme de que no lo harían.

—Entonces Eve y yo estábamos subiendo la pendiente a toda velocidad cuando escuchamos un grito y al ver hacia abajo vimos a una Erin furiosa con sangre en la cara que escalaba como si su vida dependiera de ello. —explicaba Laia a Zafiro conteniendo su risa.

—Mierda. Pero ¿Qué pasó? ¿Cómo terminó cubierta de sangre? —preguntó a Laia para luego verme interrogante.

Eve no pudo evitar soltar una carcajada que fue seguida por Melody y Laia, y aunque quería mantenerme seria no podía, terminé apretando mis labios en una sonrisa.

—Mejor explícalo tú. —comentó Eve viéndome mientras acariciaba a Ricky que dormía en el sofá detrás de mí.

¿Ya qué?

—Luego de pasar las cuerdas, Verónica, una chica de nuestra clase...

—Una perra. —dijo Laia por lo bajo tosiendo dramáticamente.

—Sí, una perra. Supuestamente ella tropezó conmigo aunque yo fui la única que cayó al lodo mientras ella se adelantó hasta la escalada. —dijo tomando otro bombón de la caja cuando Melody me la pasó. — Cuando comencé a escalar estaba muy enojada por eso. —pasé la caja al centro.

—Enojada es una palabra suave. —dijo Eve tomando un bombón. —Tú estabas furiosa, casi pude ver fuego en tus ojos.

Exagerada.

—No, tiene razón. —añadió Laia al ver mi expresión. — Cuando te vi me asustaste y casi caigo de la pendiente. —aseguró Laia apuntando a Eve y ella asintió seguramente recordando. — Aun recuerdo la mirada que tenías.

—Sí, claro. —dije para continuar. — Sí, estaba enojada cuando comencé a ascender pero lo que me puso realmente furiosa fue que Verónica golpeó unas rocas sueltas y una de las grandes cayó en mi cabeza. —Zafiro abrió la boca un momento sin poderse creer que lo hiciera. — Sí, entonces empecé a sangrar y para cuando terminé de subir tenía una máscara de mi propia sangre y sudor.

—La cara del profesor cuando la vio fue épica. —dijo Laia soltando una risa.

—Y casi se desmaya cuando recordó tu apellido. —comentó Melody señalándome.

—Y a todo esto si ellas estaban en la carrera ¿Dónde estabas tú? —preguntó Zafiro a la rubia de cabello más corto.

—Yo estaba esperando, me tocaba en el siguiente grupo así que pude ver todo desde lejos. —explicó la de ojos oscuros tomando un bombón.

— Claro, cuando no estabas viendo a otra persona. —dijo Eve sonriendo mientras tomaba un trago.

—Y esa persona se llama Andrew. —aclaró Laia.

Sonrío al recordarlo. Melody estuvo flechada por él durante un tiempo pero no llegaron a ser nada más que amigos.

—Oh, así que hemos llegado a ese momento de la noche. —dijo Zafiro sonriendo curiosa.

—Oye, él y yo solo fuimos y somos amigos.

—Los amigos también pueden convertirse en algo más. —contratacó la de cabello rubio pálido. — Créeme, lo sé.

— ¿Crees que no te creo? Fui testigo de ellas dos durante la escuela. —exclamó Mel señalándonos a Eve y a mí. — Ellas son la prueba viviente de que lo que dices es verdad pero en este caso Andrew y yo solo fuimos eso. Amigos.

—Interesante. —Dijo la ángel. — ¿lista la botella?

Tomé la que tenía al lado y bebí lo poco que quedaba para luego dársela a Zafiro mientras sentía el ardor quemar mi garganta. Ella la puso en medio de nosotras.

—A la que apunte debe confesar algo. —dijo y la hizo girar. La botella dio muchas vueltas pero al detenerse apuntó a Melody.

— ¡Ay, por favor! —exclamó esta logrando que riéramos.

—Confiesa. —dijo Zafiro.

—Confieso que las odio. —No pude aguantar la risa al igual que Laia por la cara de Mel.

—Vamos, Mel. —dijo Laia.

Y tras un suspiro Melody dijo sonriendo un poco: —Confieso que le cobré de más a Adrien por las botellas de alcohol birreniano.

—Rata. —dije tomando otro trago.

—Fue solo un poquito más de lo que pagué. —dijo ella tomando la botella y haciéndola girar y está tras unas vueltas se detuvo apuntándome.

—Tu turno, Erin. —señaló Eve mientras se levantaba para ir a la cocina. — ¿Quién quiere más pastel?

Todas dijimos "yo" al mismo tiempo.

¿Quién no querría?

—Vengan a la mesa. —dijo Eve dejando claro que no había otra opción.

Nos levantamos para ir con ella a la cocina y Laia trajo la botella. Tomé un vaso para beber algo de agua.

—Erin, no te vas a salvar. —dijo Mel.

Me senté en la encimera mientras me terminaba el agua.

—Confieso que las amo. —dije recibiendo un plato con pastel de Eve y atragantándome un poco al ver la mirada de las chicas. — ¿Qué?

Tengo que pedirles la receta a los chicos.

—Habla. —dijo Laia.

—No sé qué decir. —acepté cubriendo mi boca al comer otro bocado.

—Di lo que quieras. —dijo Eve.

—Lo primero que te venga a la cabeza. —añadió la de ojos violeta.

¿Qué se me ocurre? ¿Qué digo? ¿Qué se me ocurre? ¿Qué digo? ¡Mierda!

—Confieso que... —comencé mientras algo llegaba a mi cabeza.

Confieso que lo que siento por Alux tal vez es más grande de lo que pensé.

—... odio las reuniones de la Orden.

—Hasta yo. —dijo Eve asintiendo.

—Sinceramente pienso que no cuenta pero sigamos. —dijo Melody.

Tomé la botella y la hice girar en la mesa rezando para que no me volviera a tocar mientras ese pensamiento siguiera en mi cabeza y prometiéndome a regañadientes que si no se me ocurría algo lo diría. La botella se detuvo apuntando a Eve.

—Confieso que Rick realmente está ganándose mi atención.

Todas soltaron exclamaciones ante lo que la vampiresa había dicho y esta procedió a hacer girar la botella esta vez deteniéndose en Laia

—Confieso que me agrada Dan. —dijo Laia y Zafiro frunció un poco el ceño viéndola.

—Eso es algo ¿sorpresivo?

—Mucho. —aseguré a la ángel mientras Eve asentía en aprobación.

La de piel morena tomó la botella haciéndola girar y esta se detuvo en Mel nuevamente. Logrando que esta apretara los labios y lanzara una mirada desaprobatoria a la botella.

—Confieso que forcé a Ben para que me dijera lo que tramaba y terminó confesando que le gusto. —habló rápidamente haciendo una mueca mientras sonreía y sus mejillas se volvían rosas.

Laia soltó una carcajada y no tardé en unirme sin poder creer lo que acababa de decir.

—No puede ser. —dijo Zafiro tapándose la boca para tratar de dejar de reír.

— ¡Se te confesó! —gritamos Laia y yo.

— ¡Sí y me creía bruja porque no podía dejar de pensar en mí! —exclamó la híbrida sin aguantar la risa logrando que riéramos aún más fuerte. Luego respiró calmándose y tomó la botella. — Bien, sigamos.

La botella apuntó a Zafiro al detenerse.

—Mmm ¿Qué puedo decir? —lo pensó un momento y no se le ocurrió más que: —Confieso que no había tenido amigas así desde hace unas buenas decenas de años. —dijo sonriendo amigable y tomó su vaso invitándonos a chocarlos. Y lo hicimos. — Ah, y Tony y yo lo hicimos anoche. Salud. —agregó antes de tomar un trago.

Las exclamaciones y risas continuaron hasta que en algún momento caímos rendidas.

...

Los chicos ya estaban durmiendo dentro de la casa Morgan, excepto dos de ellos que tras dejar a todos dentro, salieron y se sentaron en las escaleras de la entrada. Adrien tenía la botella que le había comprado a Melody y Simón traía los dos vasos.

— ¿Entonces...? —preguntó Adrien mientras servía el licor.

—Déjame tomar el primer vaso y luego hablaré. —respondió un poco cortante Simón estirando sus piernas sobre los escalones que quedaban.

Ambos tomaron en silencio escuchando el sonido de las hojas al ser movidas por el débil viento. El vampiro miró su vaso cuando ya solo le quedaba un trago y suspiró antes de beberlo.

—Bien. ¿Por dónde quieres que empiece? —inquirió Simón tomando la botella para servirse más del líquido ámbar.

— ¿Año de nacimiento?

—1767.

—Oh, entonces eres viejo. —dijo Adrien con tono burlesco, apoyando los codos sobre sus rodillas y sonriendo un poco para romper la tensión.

—En términos cronológicos, sí, pero en términos biológicos, tú eres mayor que yo por un año. —dijo sonriendo un poco.

— ¿Sí? ¿Cuándo te transformaron? —preguntó el de ojos castaños buscando la mirada del otro.

—Cuando tenía 22. —El vampiro frunció un poco el ceño por sus palabras. — En 1789.

— ¿1789? —meditó un momento Adrien. — ¿Ese no es el año...?

—En que la Revolución Francesa comenzó. —interrumpió Simón con calma. —Desde ese año todo se fue a la mierda. —Dijo con enojo. — De por sí las cosas no eran buenas pero todo fue de mal en peor.

Simón tomó todo lo que tenía en el vaso en ese momento para volver a tomar la botella ante la mirada de Adrien que apenas se estaba sirviendo el segundo vaso.

—Ok, entonces soy biológicamente mayor que tú, eres francés y...

Simón levantó una mano agitándola, interrumpiéndolo, mientras bebía enderezándose para luego tragar haciendo una mueca por el ardor y decir: —No soy francés. Soy italiano. —con el tono un poco extraño. El alcohol empezaba a hacer efecto.

— ¿Italiano? —el de cabello negro asintió con la mirada cansada.

—Nací en Italia pero mis padres y yo emigramos a Francia en busca de una mejor vida. —explicó con sus ojos azules perdidos en su vaso. — Ya en Francia mi padre trabajó limpiando y cargando costales de harina en una pastelería. El hombre de allí le tuvo compasión y le enseñó algunas recetas. —un atisbo de sonrisa se asomó en sus labios y tomaba más forma con cada palabra. — Tras ver su buena mano para las masas decidió contratarlo. Ahora con más manos en el negoció las cosas fueron en ascenso. La pastelería llamó más la atención, mi hermano nació y mi padre nos enseñó a ambos las recetas, incluso mi madre las aprendió; —Al mencionarla realmente sonrió. — aun cuando era mal visto que una mujer hiciera cualquier cosa en ese entonces. A ella no le importó.

—Debió ser maravillosa. —admitió el hombre lobo pensando en voz alta.

—Lo era. —aseguró Simón sonriendo pero luego su sonrisa flaqueó y levantó su vaso. — Quisiera que estuviera aquí. —y con esas palabras bebió más.

—En serio no quieres recordar ¿o sí?

El vampiro negó con la cabeza volviendo a recostarse contra el escalón a sus espaldas.

— ¿Por qué?

La mirada de Simón se volvió oscura absorbiendo cualquier rastro de luz y emoción satisfactoria que tenía antes. Ahora solo ira y tristeza se colaban en el azul.

—Porque me duele. —admitió suavemente. — Me duele recordar todo tan bien. Me duele recordar los rostros y saber que todos están muertos mientras yo sigo vivo. —susurró entre dientes con molestia en el pecho. —Me destroza el pensar en todos los que amé... y que ya no están...—Simón guardó silencio un momento al tragar con dificultad aceptando lo que ya había pensado muchas veces y nunca había dicho en voz alta. — Me aterra pensar que podría perder a alguno de ustedes en cualquier momento. Y me aterra sentir que no soy lo suficientemente bueno para la vida que tengo.

Adrien guardó silencio pensando en lo que acababa de decir el de cabello negro. Bebió lo que quedaba en su vaso y se sirvió otro trago para luego ofrecerle a Simón, y este solo movió su vaso para que pudiera darle más alcohol. Ambos tomaron viendo la nada por un momento.

—No nos vas a perder tan fácil. —dijo Adrien sin dejar de ver la oscuridad. — Y si sirve de algo que yo lo diga, creo que eres lo suficientemente bueno.

—Gracias, Adrien.

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HE AQUÍ EL CAPÍTULO 29

Quedó algo largo este cap.


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