Capítulo 16: Incomodidad
Les recuerdo que el año es 1997. Esto avanza lento pero al menos estoy casi por completo conforme con el capítulo. Espero te guste y si así es dale a la estrellita y comenta.
Adrien Egan en multimedia.
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Me muevo entre los arboles despacio, toco la tierra y trato de concentrarme en buscar alguna vibración que me ayude a saber dónde está pero sé que es inútil; un sonido me hace paralizarme y espero sensibilizando mi oído. Una pisada que no hace más ruido que el que haría alguien al tragar fuertemente me alienta a correr aprovechando que he podido acercarme más que hace unas horas; veo los árboles que se abren en el terreno de tierra de siempre, detrás de mí siento como se acerca con rapidez y me empuja logrando que caiga de cara en la tierra, toma mi mano volteándome y tomando la otra, las presiona contra el suelo. Está sobre mí.
Mierda.
—Gané. —dice Owen viéndome desde arriba. Suelto un gruñido por lo bajo ante la presión en mis manos.
—Vamos, Erin. Quítatelo de encima. — dice Mel a un lado de Eve y Laia que ve su reloj de soslayo memorizando el tiempo que he tardado.
Muevo mis manos tratando de zafarme del agarre pero tiene demasiada fuerza, Owen al darse cuenta sonríe un poco. Pero su error es no haber asegurado mis piernas. Levanto mi rodilla con toda la fuerza que tengo, impactándola en su entrepierna y él gime de dolor debilitando su agarre, utilizo esto a mi favor, suelto mis manos para golpear su estómago y me impulso logrando invertir posiciones, tomo sus muñecas sosteniéndolas contra la tierra. Mi rodilla duele pero a él le dolió más, lo sé.
—¡Eso es! —grita Eve seguida por las risas de Laia y Mel.
—Yo gano. —digo cerca de la cara de Owen que demuestra dolor.
Se impulsa dejándome debajo de él otra vez pero utilizando mi agarre en mi contra para evitar que mis manos se liberen y dejando sus piernas entre las mías impidiendo que vuelva a utilizar el movimiento.
—¿Segura? —pregunta con respiración entrecortada e inclinándose lo cual me beneficia, doblo mis piernas rápidamente y pateo hacia arriba su estómago consiguiendo que pierda el equilibrio, aprieto aún más sus muñecas empujándolo y sé que lo he logrado cuando su cuerpo se eleva sobre el mío para caer sobre su espalda. Su cabeza a un lado de la mía.
—Sí, segura.
Laia corre acercándose a nosotros mientras dice:
—¡Increíble! ¡Estuvo muy bien! —me siento en el suelo y ella me tiende la mano para ayudarme a levantarme. — pero tenemos que trabajar en ocultar el rastro. —asiento al estar de acuerdo. —Owen, vamos, levántate.
—¿Puedes darme un minuto? Tengo que recuperarme. —dice con calma volteándose en la tierra cubriendo sus partes. Trato de ocultar mi sonrisa pero Laia suelta una carcajada y su risa es demasiado contagiosa. —¡No se rían! —grita Owen levantándose, está lleno de polvo como yo, nos callamos por un momento pero Laia deja escapar un soplido y ante eso estallamos en risas de nuevo.
Veo como Melody también se ríe suavemente y Eve cubre su boca. Owen nos fulmina a todas con la mirada.
—Ay, ya Owen. —dice Laia abrazándolo por un lado y este no le corresponde. — Admite que fue un buen movimiento. —reclama ella sacudiéndolo.
—Está bien. Sí, lo fue.
—Bien. —lo suelta al dirigirse a mí. —Eve, ven. —ella se aproxima parándose junto a mí. — Intentemos de nuevo lo de la tierra.
Tierra. Repito mentalmente soltando un suspiro.
—Oye, sé que no te es sencillo pero inténtalo, sin práctica no lo conseguirás nunca. — dice Laia viéndome. —Eve, eres la maestra ahora. —da unos pasos atrás uniéndose a Mel y Owen.
—Es cierto. —aporta Eve. — La práctica es esencial con este tipo de poderes, además, recuerdo que cuando éramos más pequeñas tú dominabas bastante la tierra mientras yo ni siquiera podía hacer esto. — truena sus dedos haciendo que salgan chispas como en un encendedor.
Hemos invertido papeles con el tiempo.
—Sí, pero... no sé, creo que ya perdí la conexión.
—No, sé que puedes hacerlo, además, esa conexión nunca se pierde, solo está dormida.
—Creo que la mía está en coma. —comento logrando que ella sonría y tuerza los ojos.
—A ver, —dice ella sentándose en el suelo— siéntate. —hago lo que me dice y me siento como un indio cruzando mis piernas. — Tócala. — acerco mis manos empezando a enterrar mis dedos entre los granos y trozos de tierra, me encuentro con algunas rocas pequeñas. —Cierra los ojos. —Levanto mi ceja y ella me mira seria.— Cierra los ojos— repite y termino haciéndolo. —Trata de verla en tu mente.
La imagen de la tierra que veía hace unos momentos llega a mi mente, clara y suave; muevo mis manos tomando uno de los trozos de tierra compactada, fuerte, la aprieto y se desmorona en mis dedos, maleable. Me transmite paz.
Quietud.
—¿La ves? —Pregunta la voz de Eve que me suena un poco lejana aunque sé que está enfrente de mí, asiento como respuesta.— ¿La sientes? —Muevo mi cabeza de nuevo en afirmación. — Ella es parte de ti, y viceversa por lo cual puedes reflejarte en ella. No controlarla, sino guiarla ¿Lo entiendes? —interroga con voz suave.
—Sí, lo entiendo. —respondo en un hilo de voz aun sin abrir los ojos, creo que inconscientemente no quiero hacer ruido para no alejar la tranquilidad que me rodea.
—Ve lo que hay en su interior. ¿Qué ves?
Es increíble.
—Veo túneles pequeños. —digo por las diversa líneas que veo en mi mente, un movimiento allí me alerta, es pequeño, delgado y se arrastra entre los granos y sonrío. — Veo una lombriz. —Trato de ampliar mi sentido y detectar más vida. — Hay hormigas —siento los golpes de sus minúsculas patas moviéndose. —Son muchas, hay un hormiguero.
—Muy bien. —sé que debe de estar sonriendo por su voz. — Ella te escucha, ella te entiende, ella te siente y si se lo pides hará lo que digas. —dice casi susurrando, escucho como se levanta alejándose un poco. Puedo sentir sus pasos sigilosos, el peso de su cuerpo. — Intenta moverla, solo un poco; trata de hacer una figura; aléjala o acércala a ti.
Por favor. Le ruego antes de intentarlo.
Siento la tierra debajo de mi cuerpo, debajo de mis manos, serenidad, fuerza, paciencia; puedo sentir mi peso, puedo ver el espacio en el que estoy, así que construyo un cuadrado mental a mi alrededor para saber dónde trabajar, en lo que debería ser el frente de mi cuadrado invisible hago correr la tierra dando la forma de un circulo. Escucho como Laia y Mel aplauden y celebran.
Abro los ojos y me encuentro con el círculo en la tierra como si lo hubiera dibujado con mis dedos, pero lo que me asombra es que el cuadrado que imagine, la pequeña barrera en la que pensé, también está presente como una especie de muro de unos dos centímetros de alto. Como lo imaginé.
...
Entramos a la casa Laia sigue riéndose de mi golpe en las partes privadas de Owen. Sonrió al verla sentarse en el sofá al lado de Simón que estaba recostado en él, aun riendo suavemente. Mel sonríe y Eve se dirige a la cocina con ella al tomar su teléfono.
—¿Qué le sucede? —pregunta el pelinegro señalando y mirando a Laia que tiembla para aguantar la risa.
Owen fue el último en entrar cerrando la puerta para después pararse a mi lado cruzándose de brazos.
—Estábamos entrenando, luché contra Owen y... el movimiento que hice le resulta muy gracioso.
—¿Por qué? —interroga sonriendo un poco al ver como ella se inclina hacia adelante para que no veamos su rostro al ser cubierto por su largo y liso cabello negro.
Owen abrió la boca al mismo tiempo que yo pero nos quedamos callados al ver como Laia levantaba la cabeza y estallaba en risa mientras decía:
—¡Porque le destrozó las bolas a Owen! —gritó riendo a carcajadas mientras se lanzaba hacia atrás al lado del vampiro cubriéndose la cara con un cojín que estaba a su lado.
Simón me ve y luego a Owen empezando a reírse.
—Voy a tener que empezar a entrenar contigo. —me dijo soltando una risa socarrona. Owen levanta la mano frotándose la sien.
Oí el portazo de la puerta trasera lo que me impidió empezar a reírme con ellos. Miré a Melody en la cocina, pero no estaba Eve. Hice un gesto interrogativo hacia la rubia.
—Creo que Adrien la estaba llamando. —contesta en mi mente mientras toma agua.
—¿Y su cara? —pregunto sintiendo el esfuerzo por la distancia.
—Indiferente.
...
El ir a buscar a Adrien fue algo incómodo, en la parada de autobús podía sentir la tensión mientras esperábamos a que llegara junto con Eve sentadas en una de las bancas.
—¿Y...? —empiezo pero paro al arrepentirme.
—"Y" —repite viéndome. — ¿Qué?
No digas nada, Erin. No digas nada.
—No. Nada. —dejo de verla esperando a que llegue ese estúpido autobús.
—Sí, claro. —susurra sonriendo. —Para responder tu pregunta no dicha: Adrien y yo hablaremos seriamente sobre nosotros. —dice de manera apagada.
—Pero ¿Qué quieres tú? ¿Realmente quieres seguir intentándolo con Adrien? —tal vez me estoy metiendo en la relación al hacer esa pregunta pero a los dos los quiero y es bueno saber que siente ella.
Eve deja de verme y frunce un poco el ceño.
—No lo sé. Adrien y yo siempre fuimos inseparables, tú lo sabes. — me mira señalándome con el mentón y asiento.— Mejores amigos desde pequeños como Owen y tú.
—Sí, lo sé pero ¿Por qué pelean tanto si son mejores amigos?
—Siempre nos contamos todo, le tengo muchísima confianza como contigo, Owen y las demás pero siento que él no es tan sincero conmigo y eso...
—Te molesta. —afirma con la cabeza dándome la razón.
—Y cuando trato de acercarme a él...—se calla al ver una señora caminar cerca dirigiéndonos una mirada. — no me corresponde. —susurra mirándome de manera sugerente.
—¿De qué forma exactamente has tratado de acercarte? — ahora ambas susurramos.
—En plan romántico, nos hemos besado pero lo siento forzado y distante. Claro que no hemos hecho nada más. —asegura y le creo; ella es muy decidida e inteligente, y sé que no perdería su virginidad con alguien que sabe no muestra el mismo interés.
—Bueno pero ¿Y tú qué sientes hacia él realmente?
Esa pregunta es la más importante. Lo sé y ella me lo confirma al asimilar la pregunta.
—Sé que lo quiero, es una persona que aprecio mucho pero ya no sé si podamos estar juntos. Estoy cansada de este juego de terminar y volver sin nada que cambie de verdad. —se recuesta del espaldar de la banca cruzándose de brazos.
—Entiendo.
—Y ahora sabiendo todo eso ¿Qué crees que debería hacer? —pregunta viendo los autos sin ninguna señal a la vista del autobús.
Me volteo subiendo mi pierna un poco más en la banca para quedar de lado y verla mejor.
—Creo que deberías decirle la verdad, decirle todo lo que me has dicho y todo sobre cómo te sientes. —pienso que esa es la mejor opción. Tanto porque es la verdad y no le estoy diciendo que hacer con la relación.
Me mira un momento y vuelve a ver hacia delante cuando su ceja se mueve un poco.
—¿Qué? —pregunto y ella señala, al seguir la dirección de su dedo veo el autobús.
Ay.
Bajo mi pierna recostándome de la banca. El autobús pasa por enfrente de nosotras con velocidad baja mientras para a unos cuantos metros de distancia; de él bajan unas cuantas personas antes de ver el cabello marrón y ojos castaños acercarse.
Me da un abrazo fuerte sonriendo
—Hola, enana. —saluda apretando mi hombro.
1,63. 1,63. Eso no es ser enana ¿o sí?
—Cállate.
Al separarnos ve a Eve y se acerca para darle un leve beso en la mejilla vigilando la reacción de la vampira.
—¿Nos vamos? —pregunto al verlos lejos e incomodos. Ambos asienten; nos dirigimos por la calle hasta mi auto rojo.
Todos entramos, el camino de vuelta es incluso más incómodo que el de ida, he estado hablando con uno y con otro pero cuando la inminente incomodidad cae sobre ambos me pregunto si hubiera sido mejor dejarlos venir caminando para que tuvieran tiempo de hablar en privado dejándome fuera de sus asuntos.
—¿Y dónde me quedaré? —pregunta Adrien quitando un polvo no visible para mí de su maleta.
—En la casa. —Respondo automáticamente.
—¿No están llenos con todos aquí?
—Por ahora tengo un departamento y las chicas estamos allí así que ahora solo hay hombres en la casa. —Lo miro por el retrovisor cuando llega el semáforo. — Tú te quedas en la casa. —declaro moviendo mis dedos sobre el volante al escuchar la melodía de una canción que creo reconocer pero no recuerdo el nombre.
Frunce la boca levemente un poco tenso.
—¿Y tu papá sabe que me quedaré?
—No, pero contigo aquí no podrá negarse.
Eve sonríe un poco por mi respuesta, la inmediata palidez de Adrien y el gesto al cubrirse los ojos con la palma.
...
Toqué la puerta dos veces y la abrí lo suficiente, viéndolo sentado revisando papeles, levanta la mirada y veo la interrogación en sus ojos castaños oscuros, preguntándome qué pasaba.
—Adrien Egan está aquí de visita. —dije abriendo la otra puerta mostrándolo. La mirada de papá se hace un poco confusa pero la aparta y me vuelve a ver. — Él no conoce el pueblo muy bien así que pensé que sería mejor si se queda aquí, con ustedes.
—Hola Sr. Morgan. — dijo y aunque su voz es grave supe que estaba nervioso — ¿Cómo le va?
Mi padre lo vio luego a mí y terminó respondiendo:
—Bien, gracias por preguntar Adrien. — hablo viéndome seriamente y luego al hombre lobo a mi lado. — ¿Puedo saber por qué has venido? ¿Y cuánto tiempo te quedaras?
También quiero saber las respuestas a esas preguntas.
—Ehh... Vine para estar con mis amigos un tiempo y solo me quedaré aquí el tiempo que usted decida. — aclara Adrien nerviosamente. —Si quiere que me vaya solo necesita decírmelo y...
—Está bien. —dice interrumpiendo a Adrien y volviendo a ver sus papeles. —Dile a Mason que te prepare una habitación.
Querrá decir "crear".
—No es necesario, señor. Podría dormir en el sofá.
—Una habitación, Adrien. —sentencia levantando la vista un momento viéndonos a ambos.
—Claro. Gracias, señor Morgan.
Mi padre baja la mirada a sus papeles nuevamente y veo a Adrien para que salgamos.
—Erin, tengo que hablar contigo a solas.
Le doy un gesto a Adrien pero este está muy feliz de alejarse rápidamente mientras cierro la puerta quedando dentro de la habitación.
—¿Qué hace él aquí? —inquirió dejando los papeles y levantándose mientras se cruzaba de brazos.
—Es bueno que nadie pueda escuchar lo que se dice en esta habitación y ese "él" tiene nombre, por cierto. — hago notar mi desagrado en cuanto a su manera de expresarse.
—¿Tú lo invitaste? ¿Acaso no sabes quienes son sus padres? O ¿Estas tratando de arruinarme?
—Yo no lo invité. Y no trato de arruinar nada.
Suelta un bufido como si lo que digo fuera mentira. Sinceramente ahora solo quiero darme un golpe por no haber pensado en invitar a todos los Egan y poder ver como el estúpido plan se desintegraba.
Me mira entrecerrando los ojos.
—¿Le has dicho a alguien?
¿Le he dicho a alguien sobre el plan del ángel? Sí, a unas cuantas personas. Pienso profundamente sin dejar que el pensamiento fluya hasta él, conservándolo dentro de mi cabeza, encerrado y desapareciendo en la nada. Como me enseñaron Owen y las chicas.
—No.
Sacude la cabeza levemente viendo al suelo, la comisura de su boca se eleva no de la forma de una sonrisa, sino de forma de reproche.
—No logro entender si lo sacaste de mí o de tú madre. —susurra caminando al escritorio y gruñendo al ver algo escrito en uno de los documentos.
—¿El qué?
—La habilidad de mentir y hacer que cada maldita palabra que salga de ti se escuche sincera. —noto el enojo en su voz.
No entiendo a lo que se refiere, a veces si se me hace fácil pero otras veces soy muy mala mentirosa.
—No sé de qué hablas. No le he dicho a nadie. —expreso volteándome para salir del despacho y notando lo fácil que fue sonar convincente.
—¿Ni siquiera a Owen? —su voz resuena detrás de mí antes de poder tocar la puerta.
—Él no sabe nada... aún.
Tomo la perilla de la puerta y salgo sin mirarlo.
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Adrien Egan en multimedia.
Dedicado a:
@Milenkatasya1513
@oriidgaf
@FabianaSWS
@Blazerine
Franyelis, Maria y Willie.
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