Capítulo 15: Sopa de helado y magdalenas
Es posible que tenga alguna incoherencia, luego corregiré con más calma.
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—¿Es en serio, Owen? ¿Arrancar árboles? —le pregunta Laia cruzándose de brazos. — ¿Eso es lo que le has estado enseñando?
Han decidido entrenar con nosotros porque de seguro ya recorrieron el pueblo completo.
—Las personas necesitan una meta, esa es su meta por ahora. —se defiende el hibrido apuntando a mi árbol.
—Lo entiendo pero ella lo que necesita es aprender sobre defensa, ser más fuerte y más rápida que su oponente. —explica Laia.
—Sé un poco sobre defensa. —expreso desde mi posición en el suelo.
—Eso es bueno. Ven, levántate. —me pongo de pie dejando a Mel y me acerco hasta ellos.— ¿Hasta que parte de entrenamiento recuerdas? —interroga viéndome.
—No mucho en realidad.
Laia se pasa la mano por el mentón dando unos pasos pensando.
—A ver, atácame. —dice de repente caminando hacia atrás.
Definitivamente no.
—Vamos, hazlo. —insiste ella haciendo gestos con las manos para animarme.
—Esto lo quiero ver. —comenta Owen sentándose a un lado de Melody y le lanzo una mirada asesina.
—No te voy a atacar. —le digo con cara seria a Laia.
—¿Por qué no? —pregunta ella frunciendo el ceño.
—No tengo motivo, eres mi amiga y no me harás daño, no pelearé contigo.
—Lo harás de una forma o de otra.
Iba a responderle pero no pude al evitar que me golpeara la cara, volvió a intentar darme y yo esquivándola perdí el equilibrio cayendo sentada en la tierra.
—¿No estas enojada? ¿No me quieres atacar?
—¿Estás loca? —chillo levantándome muy molesta.
—No. Pero sé que tú puedes sanar con una bolsita de sangre y yo en menos de una hora. Vamos, Erin. Tú sabes que quieres golpearme, yo misma quiero golpearme por lo que te hice, así que hazlo. —expresa ella.
—¿Es idea mía o suena como...?
—¿Mi papá en las clases de la academia? Sí —responde Melody interrumpiendo a Owen. —Suele imitarlo cuando le piden ayuda en cuanto a entrenar.
—Aún recuerdo cuando Verónica te golpeo y tú respondiste, fue la primera vez que realmente te vi enojada. —Aprieto los puños al oír a Laia decir ese nombre. Quiero matarla. Que se calle.— ¿No queda algo de esa chispa en ti? Imagina que soy ella. Anda, te estoy dando permiso para explotar. No quieres...
Me doy cuenta demasiado tarde de que Laia no puede continuar porque mi puño ha impactado en su cara. Ella se tambalea tapándose la boca.
No, no, no.
—¡Dios, Laia. Lo siento! —me acerco más a ella.
Laia se quita la mano de la boca y escupe sangre para después mirarme.
—El lado bueno es que tienes fuerza. —sonríe con los dientes rojos, debe de tener el labio roto. Abro mi boca para disculparme otra vez pero ella se me adelanta. —Tranquila, estoy bien. Ahora sigamos con esto.
—Eso acaba de pasar ¿verdad? —pregunta Owen.
—Sip. — contesta Mel igual de asombrada que el hibrido.
Laia se aleja de mí.
—Tú solo piensa que soy Verónica y ataca o trata de evitarme, no te límites. —dice. — ¿Lista? —pregunta y yo asiento en respuesta.
Ella corre en mi dirección, yo me muevo agachándome para tratar de tomar su pierna y hacerla caer pero lee mi movimiento y salta esquivándome.
—Oh, sí. A eso me refería. —expresa ella arrugando la nariz con entusiasmo, logrando que su piercing brille. — Pero tienes que leer mis movimientos. Para vencer a un enemigo...
—Tengo que conocerlo. —continuo la frase que el padre de Melody repetía en los entrenamientos, tal vez no lo practiqué por mucho pero no olvido esas palabras.
—Exacto. —dice Laia sonriendo. —Esa es mi chica. —levanta la mano y yo la choco sonriendo un poco.
Después de más consejos de parte de los tres, volvimos a la casa donde estaba Eve sentada en el sofá junto a Rick; ella no quiso ir porque Adrien la llamó y empezaron a discutir. Al menos ya no se ve tan enojada como cuando estaba hablando con él. Ahora solo observa la televisión.
—¿Quieres hablar sobre eso? —pregunto sentándome al lado de ella y notando más calor a su lado.
—No. —responde ella con seriedad. Aún está enojada. — No hay de qué hablar porque él va a venir.
Y más calor.
Rick la ve de reojo por un momento y vuelve la mirada rápidamente a la televisión. Él también pudo sentir como el calor se intensifico por un instante.
...
—Oye ¿Qué fue lo que te hizo estallar? —me pregunta Laia viéndome desde el asiento del copiloto.
Me ha dejado conducir a su "bebé" que es como le llama a la camioneta.
—Lo de Verónica me hizo enojar mucho pero creo que la gota que colmó el vaso fue que dijeras "te doy permiso para explotar" —respondo sin dejar de ver el camino y pensar en lo enojada que estaba. Veo el retrovisor y distingo a Eve con la mirada perdida en la ventana.
Tengo que alegrarla o al menos hacer que se desquite con algo.
—Mmm, interesante. — comenta Laia.
—¿Ahora entienden con lo que vivo? —Pregunta Melody inclinándose más hacia el medio del asiento.— Cada vez que se aburre me reta y me hace enojar. — dice lanzándole una mirada a Laia la cual la ignora.
—¿Tu papá deja que peleen? —interrogo moviendo un poco la cabeza.
—Él es el que la incentiva a "pelear mejor". —dice Melody haciendo comillas con los dedos.
Noto que Eve sonríe un poco pero aun ve por la ventana. Llegamos al departamento y Laia es la primera en ir a bañarse, Eve fue al sofá y Ricky se movió para acompañarla. Al salir Laia del baño yo corro y le gano a Mel. Me doy una ducha con agua fría y me relajo por completo.
Cuando salgo, aviso a la rubia y voy al cuarto que comparto con Eve, busco mi ropa y veo que mi chaqueta de jean está en el suelo, la tomo, se escucha un sonido como plástico así que reviso los bolsillos y encuentro el plástico de las gomitas que tanto me gustan con un numero escrito en marcador.
"...Y si tú quieres hablarme otra vez, no dudes en utilizar el envoltorio"
Han pasado tres días desde que guarde ese envoltorio en mi chaqueta, y no he pensado en él desde entonces.
O al menos eso quiero creer.
Registro el número en mi teléfono, tal vez lo llame en otro momento; salgo y veo que Eve sigue en el sofá acariciando la cabeza de Ricky. Ya no parece tan molesta pero igual esta seria. Laia sale la ve y se sienta en el sofá junto a ella para luego mirarme.
—Tenemos que comprar comida y hacer algo que la anime. — dice la de ojos violeta en mi mente.
—Iré con Melody, tú quédate con ella. Me llevo la camioneta.
—Cuida a mi bebé.
...
—Bien, tenemos comida pero ¿que se te ocurre para animar a Eve? —pregunta Mel empujando el carrito.
—¿Chocolate, magdalenas o helado? —interrogo metiendo al carro un paquete de pasta.
—¿Helado? —inquiere. — En el auto yo estaba sudando ¿y tú quieres darle helado? En cuanto lo toque se hará sopa.
Es cierto.
—Da igual, la sopa de helado también le gusta. —digo sacando un pote de helado de los congeladores y dejándolo en el carrito.
—Bueno ¿Qué otra cosa?
Nos quedamos un momento viéndonos y pensando en eso.
—¡Palomitas! —exclamamos ambas al mismo tiempo.
Nos movemos hasta encontrar las palomitas, luego las magdalenas y vamos a la caja donde pago la mitad y Melody la otra mitad del total. Salimos con las bolsas de plástico en dirección a la camioneta. Ya va a anochecer.
—Siento que olvidamos algo. —dice ella mientras yo abro la maleta.
—¿Cómo qué? —pregunto acomodando mis bolsas en el espacio de la Range Rover.
—¡El chocolate! — Exclama dejando las bolsas en el suelo— Yo voy por él. —dice dándose la vuelta y regresando al mercado.
Sigo guardando las bolsas buscando que todas entren, Mel no sabe en qué parte están los chocolates así que tardará un poco. Termino de guardar todo cerrando la maleta y sin tener nada que hacer me siento en la acera. Observando a personas entrar y salir, viendo autos que se van mientras otros llegan.
Parece que todas tomaremos sopa de helado.
Un auto se estaciona a un buen espacio de mí, de él se bajan una chica de cabello rubio casi blanco, con curvas, a la distancia puedo ver que es muy hermosa; también hay dos chicos: el primero es alto, con cabello castaño claro, el segundo es casi igual de alto pero con cabello oscuro no veo si es negro o marrón, pero tiene...
Un segundo.
Tomo mi teléfono y busco entre los contactos para llamar, lo pongo en mi oído; el chico saca el teléfono de su bolsillo y frunce el ceño, les avisa a los otros dos quedándose afuera para contestar.
—¿Hola? —pregunta con cierta desconfianza.
—Hola, Alux. Soy Erin. —digo de inmediato.
—Morgan. —Sonríe desde la entrada, no me ha visto.—Ya empezaba a creer que no me llamarías. ¿En qué puedo ayudarte, Mademoiselle?
—Bueno estoy segura de que más personas querrán entrar o salir del mercado. ¿Así que podrías dejar de obstruir el paso? —digo y veo con diversión como él frunce el ceño y empieza a mirar hacia delante y luego a su derecha. — Prueba con el otro lado. — me mira y sonríe de lado.
Cuelga la llamada y empieza a caminar, se sienta a mi lado.
—¿Qué haces aquí sola? —pregunta con curiosidad.
—Espero a una amiga que está comprando. ¿Y tú?
—Vamos a comprar refrescos, cerveza, hielo y muchas más cosas. —explica viendo el carro que llega al estacionamiento.
—¿Qué se celebra? —inquiero para formar más conversación.
—Mi cumpleaños.
—¿Es hoy? —pregunto y él asiente como respuesta. — Bueno, Feliz cumpleaños.
—Gracias. —responde con voz seca.
¿No está feliz?
—Espera un momento. —digo levantándome yendo a la maleta de la camioneta, busco entre las bolsas hasta hallar lo que buscaba. — Piensa que es un pastel pequeño. — le tiendo la magdalena al sentarme de nuevo.
—No es necesario. No quiero. — comentó elevando la comisura de su boca.
—Es tu cumpleaños. Y este es tu regalo, anda tómalo. —insisto logrando que tome la magdalena.
—Gracias. —dijo para luego quitarle el envoltorio y darle una mordida. —¿Quieres? —preguntó tapándose la boca.
—No, gracias. ¿Y cuantos cumples? —interrogue.
—24 —dijo para luego darle una gran mordida a la magdalena como si quisiera atragantarse.
Wow.
—Conque no querías ¿eh? —comento y ante eso él reacciona masticando más rápido para responder, pero al no poder hacerlo sonrío logrando que me fulmine con la mirada.
—Eres... malvada... ¿Lo sabias? —dice aun masticando y sonriendo un poco mientras yo rio.
—Sí, claro. Disculpa, pero tú cara fue muy graciosa.
—Hagamos esto yo no preguntaré sobre "Morgan Rompe Tierra" y tú no preguntaras nada sobre mi cumpleaños ¿Trato? —pregunta masticando un poco y tapándose la boca.
Suena justo. Aunque no sé qué pensar sobre esta nueva amistad.
—Trato.
—Bien. Oye, quiero saber ¿Me ibas a llamar? —pregunta comiéndose lo poco que queda de la magdalena.
—De hecho, sí. Tal vez no hoy, pero sí, iba a hacerlo. —respondo con sinceridad.
—Es bueno saberlo. —comenta con una sonrisa.
—Y ¿Qué hay de ti? ¿Eres de aquí o...?
—Nací en Oregón en realidad pero mi mamá y yo nos mudamos aquí cuando era muy pequeño, así que podría decirse que soy de aquí. —dice con tranquilidad. — Nunca conocí a mi padre. — Se apresura a explicar.— Ah y estudio medicina en Seattle ¿Y qué hay de ti, Erin?
Dice tantas cosas personales de manera tan normal, sin preocuparse.
—Nací aquí y crecí aquí. En realidad lo único que hago ahora es entrenar con unos amigos, se podría que no hago nada realmente importante. —termino de hablar viendo todo con un poco más claridad, él frunce el ceño un poco por el comentario del final.
—Nunca te vi en la escuela o por aquí. —dice después de un momento.
—Nunca fui. Estudie en casa y luego en Birren.
—¿Has estado en Birren? —interroga con interés. Asiento. — Mi madre de pequeño me contaba historias sobre ese lugar. Pensé que solo era un cuento para hacerme dormir. —su mirada de cielo se ilumina como la de un niño.
Por su reacción es claro que no ha ido y no tendría porque ya que los ángeles se supone que se quedan en el cielo, los demonios en el infierno y las demás criaturas en el medio. Pero con los años las cosas cambian.
—Parece ser una buena madre. —digo sonriendo al imaginarme esa escena con un pequeño Alux de mirada resplandeciente.
—Lo es. ¿Y cómo es la tuya? — pregunta centrando de nuevo la atención hacia mí y logrando que algo en mi centro tiemble.
—Ella...— empiezo a decir pero noto a alguien que viene en nuestra dirección con una bolsa en la mano. Él voltea notándola.
Salvada por la rubia.
—Parece que ya me voy. —digo antes de ponerme de pie. Él hace lo mismo.
Melody viene hacia mí sin darse cuenta de él por estar leyendo el paquete de chocolate.
—No es alérgica al maní ni a las avellanas ¿cierto? — pregunta levantando la vista y dándose cuenta de él. — Oh. Hola.
—Melody, él es Alux Harris. Alux, ella es Melody Mendes. —los presento.
—Es un gusto. —dice Alux extendiendo la mano y Mel tarda unos segundos en estrechársela.
—Igualmente. — dice un poco insegura. Sabe lo que es. — ¿Interrumpo algo?
—No. —respondimos al unísono. Alux sonríe ante eso.
—Entonces... ¿Nos vamos? —interroga lentamente la hibrida viéndome.
—Sí. —digo sacando las llaves.
Ella le hace un gesto de despedida a Alux y da la vuelta para subir a la camioneta. Yo abro la puerta del piloto y subo cerrándola.
—Adiós. —digo encendiendo la camioneta.
—Hasta luego. —responde dándose la vuelta y empezando a caminar a la entrada del mercado.
Conduzco saliendo del estacionamiento cuando recibo un fuerte golpe en mi brazo.
—Auch ¿Por qué fue eso? —pregunto viendo de soslayo a Mel.
—¿Estás pensando cumplir con el trato? — pregunta lanzándome una mirada reprobatoria. Niego de inmediato con cierto enojo porque ella crea eso. — Bien, porque parece agradable, es lindo y le gustas. —abro mi boca para objetar pero se me adelanta — Es obvio porque no dejaba de mirarte. —la cierro ante su afirmación. —Dime que por lo menos tienes su número.
Trato de ocultar mi sonrisa pero ella la nota y sonríe satisfecha.
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