Capítulo 11: Tratos y mariguana
Sí, el título del capítulo está medio fumado ¿No? XD
La imagen es un dibujo que hice de más o menos el tipo de Mason.
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Sonrío un poco sin mostrar los dientes y agito la mano despidiendo a Liam desde la puerta junto a papá, nos quedamos mirando como el auto se aleja; en cuanto se va volteo a verlo.
—No lo haré. —respondo seria, mi sonrisa se ha esfumado por completo.
—Claro que sí, tú buscaras a ese ángel y lo traerás aquí. —dice dándose la vuelta y dejándome. Lo sigo pensando en lo estúpida que fui.
Justo ahora solo siento frustración y me contengo para no gritarle lo que pienso, respiro y voy detrás de él
¿Por qué esto tiene que pasarme?
—No lo hare, no me incluyas en tu plan. —digo cerrando la puerta de la oficina y viendo cómo se sirve un vaso de lo que creo es whisky.
—Ya le dije a Liam que lo harías así que lo harás—toma un sorbo mientras se sienta en su silla.
¿Cómo es que las cosas se arruinaron tan rápido? En un momento dije eso sin pensar tanto, mi padre recordó que yo estaba ahí y lo que era y luego dijo muchas cosas sobre que el ser mitad humana por fin era una ventaja porque podría acercarme al ángel con más facilidad. Entonces Liam se fue y ahora estoy aquí en este enredo.
—No puedes obligarme a hacerlo. —susurro viendo el suelo.
—Soy tu padre, y vives aquí, harás lo que yo diga. —responde viéndome y tomando otro sorbo.
¡Eso es! ¿Quiere jugar este juego? Puedo hacerlo.
Busco mi teléfono en mi bolsillo y marco los números que memorice desde que lo tengo.
—Quiero un trato —digo sin dejar de marcar.
—¿Qué? —inquiere frunciendo el ceño.
—Sí yo hago lo que dices, quiero ganar algo también. No seguiré viviendo aquí, estaré en un departamento en el pueblo, y cuando tengas lo que quieres yo me iré. —explico viéndolo a los ojos.
—¿Adonde? ¿Con que dinero? ¿Eh? —interroga agitando el vaso.
—Al primer lugar que se me ocurra, y sobre el dinero tú me lo darás, por algo tengo trabajo y merezco una remuneración.
—¿Y porque lo haría? —pregunta divertido.
—Porque tengo el número de Eve marcado y solo necesito presionar el botón para llamar. —ante mi respuesta su sonrisa desaparece.
—No lo harás. —dice levantándose.
—Solo pido la oportunidad —Tengo mi dedo en el botón por si es necesario llamarla.— Por favor.
—¿Un departamento? ¿Con quién vivirás?
—Sola —suelta un bufido.
—Ni hablar. No voy a dejar que estés sola. ¿Olvidaste lo que le pasó a Owen?
¿Cómo olvidarlo?
—Bueno lo solucionaré, pero ya te dije lo que quiero.
Se sirve más whisky mientras vuelve a sentarse y piensa en lo que le dije.
Abre la boca y dice:—Tú me traes al ángel y yo te dejare irte—sus palabras me sorprenden y no sé cómo reaccionar, vuelve a hablar al ver mi rostro—, te dejare tener tu espacio, pero debes tener compañía en ese departamento y eso no quiere decir que te olvidaras de tus obligaciones en la Orden y que te transformaras luego. —me señala.
—Luego. —Pronuncio la palabra señalándolo para que entienda que será después y luego de unos segundos asiente— Bien, aceptaré pero debo saber ¿Qué le pasará exactamente al ángel?
—La idea es quitarle las alas para examinar el poder que tienen, se cree que son pura magia y Liam encontró escritos que dicen que esa magia es manipulable. Necesitamos saber si es cierto —explica viéndome con mal humor.
—Pero el quitarle las alas... ¿Podría morir?
—No, puede vivir sin alas, claro que se debilitará cuando se las quitemos pero recuperará fuerzas como un caído. ¿Así que tenemos un trato? —pregunta extendiendo su mano hacia mí.
—Mientras el ángel no muera. Es un trato. —digo estrechándole la mano.
Sé que esto está mal pero no obtendré nada quedándome sentada.
Suelto su mano y presiono el botón de llamar para poner el aparato en mi oreja.
—¿Qué haces? —pregunta irritado.
—Llamo a Eve.
—¿Qué? ¿Por qué? —interroga frunciendo el ceño.
—¿Hola, Eve? —digo al ser contestado el teléfono. Mi papá se cruza de brazos recostándose en el espaldar de la silla.
—Hola ¿Qué pasa? —responde Eve.
—Te quería preguntar si quieres venir la semana que viene y quedarte unos días en mi departamento —explico viendo a mi padre, el cual entrecierra los ojos.
—¿Departamento? ¡Claro! ¿Cuándo puedo ir? —pregunta con entusiasmo.
—No lo sé ¿Qué te parece el miércoles?
5 días para conseguir un departamento.
—Me parece bien. ¿Oye y cuánto tiempo puedo quedarme? —interroga con el mismo entusiasmo.
—Todo el tiempo que quieras.
Oigo y siento su emoción a través del teléfono.
—¡Ya quiero que sea miércoles! Ay dios, tengo que colgar, te hablo luego ¿sí?
—Sí, adiós. —me despido sin poder ocultar mi sonrisa de emoción.
—Adiós.
Cuelgo la llamada y volteo a ver a mi padre quien ahora tiene sus brazos apoyados en el escritorio y su cabeza descansando en su mano izquierda. — No sé si estar orgullo o enfadado por todo lo que acabas de hacer. —suelto un suspiro por sus palabras.
—Créeme, yo tampoco sé cómo quiero que estés o como sentirme. —respondo dirigiéndome hacia la puerta.
—¿A dónde vas? —inquiere cuando abro la puerta.
—A buscar un departamento. —hablo cerrando la puerta detrás de mí.
Solo entonces soy rienda suelta a mis pensamientos sin miedo a que los escuche por casualidad y terminó una y otra vez en la misma conclusión: tengo suerte de no ser un hada porque no cumpliré mi parte de este trato.
...
—Espera, déjame ver si entendí ¿Tom, Liam y tú están mandando a la mierda las órdenes de Harry, y quieren secuestrar a un ángel? —interroga Owen cuando termino de contarle brevemente lo que pasó hace tal vez unos 15 minutos.
—Algo así, supongo. —asiento sin despegar la mirada del folleto.
—¿Te das cuenta de que hay grandes probabilidades de que esto salga muy mal? ¡Esto podría ocasionar una guerra!
—Lo sé. Pero ya no puedo arrepentirme. —digo abriendo otro folleto.
—¿Pero..? ¡¿Que estás haciendo?! —exclama ante mi calma.
—Otra cosa que tengo que decirte es que me mudo. —tiro la bomba esperando que explote en él.
4
Me mira con el ceño fruncido.
3
Se ve confundido.
2
Ahora mira a la ventana.
1
—¡¿Qué?! —grita olvidando que hay gente y se nos quedan viendo por un momento.
Boom.
—Shhh, cállate. Ese es el trato yo le consigo al ángel y él me dejará seguir hibrida por más tiempo y me dará espacio —susurro para que nadie del bar nos oiga.
—Te das cuenta de que eres una desgraciada ¿verdad? —susurra en respuesta tomando un trago de la cerveza.
—Eso ya me lo dije como cuatro veces en mi cabeza, además de muchas cosas más.
—¿Vas a dejar que maten a un ángel? —pregunta con un poco de decepción en la voz.
Me duele oírlo.
—No, no dejaré que maten a un ángel o que salga herido, no voy a cumplir el trato, solo voy a fingir que estoy intentando cumplirlo —Owen me mira como si estuviera loca y sonrió para convencerlo y a mí de que puedo hacer esto—. Vamos, confía en mí, sé lo que hago —él levanta una ceja por mis palabras.
—Confío en ti. Pero no sabes lo que haces, estarás poniéndote en riesgo, al ángel, los tratados de paz, a toda Birren y a mí también. —se señala a sí mismo.
—¿Por qué te pondría en peligro a ti?
—Porque si esto no resulta y te empiezan a cazar yo estaré de tu lado, por lo cual me empezaran a cazar a mí también, así que si tú caes yo caeré también.
—Lo siento. —respondo.
—Tranquila, ya me acostumbré y después de todo, la pelea de uno es la pelea del otro ¿no? —dice con una sonrisa melancólica. Yo sonrío en respuesta.
—Ven. —digo levantándome, tomando los folletos y jalando su brazo.
—¿A dónde? —no se levanta.
—A comprar un departamento. —digo volviendo a halar su brazo y logrando que se ponga de pie con la cerveza en la mano.
Para en seco mientras se termina la botella y la deja en la mesa.— ¿Me harás mudarme a un departamento? —pregunta arrugando la nariz.
—No, yo...
—¡No estarás sola! —exclama al ver mi cara.
—No, ya estoy resolviendo eso. Tú ten calma.
...
Volvimos a la casa como a las 3, después de arrastrar a Owen por casi todo el pueblo buscando un departamento que se ajustará a mi presupuesto, me gustaron dos y ahora solo tengo que decidir. Me he cambiado para ir a entrenar. Pero ahora estoy dirigiéndome hacia la habitación de Mason.
Toco la puerta muchas veces hasta escuchar un "¡¿Qué?!" del otro lado por lo cual entro.
—¿Qué sucede? —pregunta Mason con tono malhumorado desde la cama, tiene jeans y una camiseta verde.
—¿Cómo puedes estar durmiendo a esta hora?
—He tenido insomnio los últimos días. —dijo volteándose y cubriendo su cabeza con la almohada. — ¿Te puedes ir para que pueda continuar tratando de dormir?
—No. Necesito que me hagas un favor —Me acerco hasta la cama y me siento al lado suyo, logro que levante un poco la almohada para verme—. ¿Podrías hacer unas piedras de conexión para mí?
—¿Es en serio? —Se cubre la cabeza otra vez con la almohada y se voltea dándome la espalda.— Dile a tu padre, él tiene.
Le quito la almohada y el chico me mira con cara cansada.— No, tú sabes que no me dará ninguna.
—¿Para que las quieres? ¿Eh? —pregunta sentándose y pegando su espalda de la cabecera de la cama mientras se cruza de brazos.
—Obviamente para hablar con alguien en Birren. Para eso sirven.
—Claramente, pero ¿Con quién? ¿Y con qué objetivo? —interroga viéndome con sus inteligentes, castaños oscuro y un poco rojos, por no dormir, ojos entrecerrados. —Si voy a hacer las piedras tengo derecho a saber con qué fin serán utilizadas.
Desgraciado brujo genio adolescente.
—Quiero que alguien venga.
—¿Quién?
—Te lo diré en cuanto las hayas terminado. ¿Lo harás? —deja de verme y sus ojos se mueven en distintas direcciones, sé que está pensando y analizando los posibles desastres.— Por favor, por mí.
Me mira por un momento y suelta el aire por la nariz.— ¡Bien! Lo hare. Pero quiero tres cajas de galletas con chispas de chocolate por los dos días.
—Hecho ¡Gracias! ¡Gracias! —le alboroto el cabello lo más que puedo— Espera ¿Dos días? —él asiente.
—Y antes de que preguntes, en realidad las hago en tres días pero creo poder hacerlas en dos por mis faltas de sueño. —explica bostezando.
—Es mucho trabajo.
—Algo así pero puedo hacerlo.
—¿Necesitas algún ingrediente que tenga que conseguirte? ¿Algo? —inquiero sin muchas ganas.
Espero que no. Conseguir ingredientes con la proporción necesaria de energía mágica es una tarea tediosa.
—Todo lo que necesito lo tengo y aunque me faltara algo, no tienes los contactos para conseguirlo. Así que yo me encargo —dijo mientras ponía la almohada de vuelta en su lugar, y se recostaba.
—¿Debería preocuparme por ti, hermanito? —lo llamo por su apodo, al ser el más joven de la casa y el menor de todos nosotros.
—No, solo preocúpate por comprar mis galletas.
...
Ya pasaron dos días en el horario de Mason y tres en el mío por esa razón estoy saliendo del supermercado con las tres cajas de galletas, ya que después de entrenar con Owen, él dijo que ya estaban listas. Me subo al auto y me dirijo a la casa. Al llegar Mason está sentado en las escaleras de la entrada.
—¿Galletas? —pregunta al verme.
—Aquí están. —levanto la bolsa. Él trata de acercar su mano pero la retiro.
—No toque. Quiero mis piedras.
—Vamos— dice mientras pone los ojos en blanco y sube las escaleras para entra.
Lo sigo hasta llegar a su habitación que ahora se ve como un desastre, va al escritorio mueve unas cosas y saca una cosa que se mete a la boca; sigue moviéndose y termina tomando algo, luego me muestra las cuatro piedras del tamaño de pequeñas canicas de azul eléctrico que brillan, iba a tomarlas cuando cerro la mano.
—¿Con quién vas a hablar? —pregunta observándome.
Astuto y nada olvidadizo.
Me acerco hasta su oído y digo sus nombres. Él suelta una pequeña risa.
—Bueno, si llegan a venir eso será interesante —dice con cara divertida e impresionada. Sonrío un poco porque sé a lo que se refiere—. Ten y dame mis galletas. —expresa dándome las piedras y tomando la bolsa.
Se sienta en la cama, observo las piedras, no recordaba que brillaban tanto. Parece que tuviera una tormenta eléctrica en su interior. Volteo a ver a Mason para agradecerle pero resulta que está fumando y huele raro. Conozco ese olor.
—¿Qué es eso? —pregunto con un tono algo molesto.
— Mariguana —responde sin quitarse el cigarro de la boca.
—¿Estás loco? Tienes 16 años. —le reprocho.— ¿Y cómo carajos conseguiste marihuana?
—Te dije que no tenías los contactos.
—No inventes ¿entonces las piedras tienen...?
—Sí, por eso brillan tanto y funcionan mejor —dice apagando el cigarrillo en un envase. Abrí la boca para hablar pero se me adelanto—. Y tú quédate tranquila, yo no consumo, solo me sobro un poco y quise intentarlo a modo de experimento, pero ahora que estoy empezando a ver las luces de diferentes colores, no entiendo cuál es la adicción a esto, me está empezando a doler la cabeza. Ahg, —dice frotando su frente— ok, esto fue mala idea, ¿Crees que me afecte más por ser brujo? Sí, sé que las propiedades de la mariguana tienen cierta energía concentrada... Pero al mismo tiempo no debería, en ese caso debería afectarme menos, pero la desgraciada composición de un brujo es igual a la de los humano solo que un poco más resistentes y claro, la magia, obvio, pero no entiendo, tengo que hacer estudios, debo saber porque se siente así, sin embargo no quiero probarla de nuevo; esta cosa me está volviendo loco y me hace hablar mucho. ¿Estoy hablando mucho? —pregunta estirando el brazo para agarrar una caja de galletas pero su mano está mucho más hacia la derecha y frunce el ceño mientras intenta de nuevo agarrar una caja que no está allí.
Mierda.
—Sí, estás hablando diez veces más de lo normal. —digo empujando la caja hasta su mano.
—Gracias. —dice abriéndola.
—Promete que tendrás cuidado con esa cosa —le exijo tomando una de las galletas y llevándola a mi boca.
—Te lo juro. —responde con la boca llena, miro su pie y no deja de moverlo, subiendo y bajando principalmente la punta.
—¿Estarás bien si te dejo? —pregunto con preocupación.
Respira hondo.— Sí. —dice exhalando y alargando un poco la i, toma otra galleta y empieza a comérsela.
...
He pasado toda la cena vigilando a Mason, el cual pasó todo el tiempo callado viendo a todos lados y comiendo como si no se había terminado toda la caja de galletas. Termino y me voy a mi habitación, dejando toda la testosterona y posibles conflictos en manos de Owen.
Entro a mi cuarto cerrando la puerta y busco las piedras para sentarme en la cama cruzando las piernas. Tomo una y la presiono al volver mi mano un puño, pensando en esa persona, siento como se rompe, abro mi mano y humo sale de la piedra del mismo color que ella.
El humo toma forma de círculo frente a mí y me refleja como un espejo. La imagen cambia y me muestra a la persona que busco.
—¿Laia? ¿Me escuchas?
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Aqui esta el cap 11, si te gusta vota y comenta cualquier cosa que se te ocurra.
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