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Capítulo 1: El incidente

Si estás leyendo esto ¡GRACIAS! de verdad te agradezco que te tomes un momento de tu tiempo libre para leer mi historia y solo tengo que decir que soy amante de leer comentarios,  espero sea de tu agrado.

NOTA: la historia es en el de año 1997

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Mientras la chica de la tienda dobla la ropa y la mete en la bolsa, yo no puedo evitar ver su cuello. Cierro un segundo los ojos evitando pensar en las venas y arterias que hace un segundo trazaba con mi mente en su piel.

Debí haber desayunado esta mañana.

Sigo repitiéndome eso mentalmente; hace días que no bebo sangre, lo cual no es raro pero no me estaría afectando tanto si hubiera comido algo antes de salir, me obligo a mí misma a ver a otro lado.

—Aquí tienes y vuelve pronto—dice entregándome la bolsa y dedicándome una sonrisa amable, eso no me ayuda a sentirme mejor en cuanto a la culpa de estar pensando en su cuello.

—Gracias, Mary—digo recibiendo la compra y devolviéndole la sonrisa. Salgo de la tienda con rapidez y decido ir a mi auto.

Voy caminando rápido por la calle y sé que tendré que hacer algo para calmarme pero no se me ocurre nada, cada vez me siento peor. Las dificultades del híbrido humano-sanguinario promedio: Alimento. Si dejas de consumir estás bien, puedes sobrevivir e incluso vivir, hasta que en un punto, de sorpresa, te caen encima las ansias de beber. Es estresante y se debe resolver lo antes posible.

Me duele la cabeza... y escucho un ruido muy tarde.

Todo pasa tan rápido, veo al auto que va a toda velocidad directo a atropellarme; entonces recuerdo: al no haber bebido estos días no estoy lo suficientemente fuerte para resistir el golpe y al ser mitad vampiro posiblemente me voy a lastimar mucho. Me desangraría rápidamente... Puedo morir...

Entonces siento que me arrastran. Alguien me atropella antes de que el auto lo haga, su fuerza hace que salgamos del camino y caigamos en la siguiente acera de forma algo dolorosa, su peso me presiona un momento y cuando por fin siento que no me voy a morir, al levantar la vista, noto que esa persona se alza a mi lado. Más precisamente, sobre mí...

Distingo unos ojos azules con pequeñas manchas verdes que casi no se notan alrededor de la pupila. Sinceramente, es atractivo. Se me queda viendo como si quisiera decir algo, su respiración es acelerada; me empiezo a sentir incomoda al ver que él no se quita de encima, por lo cual tomo su brazo suavemente y le digo:

— Por favor ¿podrías quitarte? —trato de ser amable— Necesito sentarme. —obedece de inmediato, pero para mi sorpresa se sienta a mi lado.

Sus ojos son demasiado azules.

— ¿Estás bien? —Me pregunta con una voz que me resulta agradable. Incluso su voz es tranquilizadora— ¿Te hiciste daño?

—Estoy bien. Gracias —digo con total honestidad—, si tú no hubieras estado... —me callo sin querer terminar y me doy cuenta de que él tiene algo que me resulta extraño, tengo una sensación que no sé si es buena o mala. Y algo más.

—No tienes que agradecerme nada, después de todo, ¿Para qué estoy aquí si no puedo ayudar a otros?—dice con una pequeña sonrisa, automáticamente le devuelvo la sonrisa.

Sonríeles a los que te sonrían y crearás confianza.

Surge en mi mente un recuerdo de cuando tenía tal vez ocho años y sentí algo igual a lo que surge de él. Mi padre apretaba mi mano casi lastimándome al ver a un par de personas que le devolvían la mirada de recelo, ellos desprendían esta misma...vibra.

"Son ángeles. Aléjate de ellos."

Las palabras de mi padre lo confirman. Sé que este tipo a mi lado, el que me salvó, es un ángel, puedo sentirlo pero... ¿Él sabe lo que soy? ¿Él sabe que soy una hibrida?

¿Qué trama?

Él se levanta de la acera y me sorprende que no se vaya, en su lugar se para enfrente de mí y me tiende la mano para ayudarme a ponerme de pie; para mi disgusto, me tambaleo un poco por lo que él me sostiene, me siento débil y por momentos se me nubla la vista. Con lo que pasó debo haber agotado mis energías mucho más rápido, ya no me quedan casi fuerzas. Necesito alimento, necesito sangre.

—Te pusiste pálida. —dice, luego se acercó a mi oído poniéndome alerta y me susurró como si fuera lo más normal del mundo: — ¿No necesitas sangre?

Él lo sabe. Lo sabía y... aun así me salvó. Mi primer pensamiento es que debe querer algo, no pudo haberme salvado solo porque sí. Luego razono y me digo que es su deber, tal vez no se fijó en lo que era hasta haberlo hecho, tal vez no le importó lo que era.

Nuestras razas suelen evitarse y, sabiendo eso, mi tren de pensamiento se desvía con rapidez hacia la desconfianza: ¡Él lo supo todo este tiempo y aun así me salvo! ¿Cuál es su intención de hacerlo? ¿Quiere engañarme con esa cara atractiva y sonrisa amable? ¿Sabe quién soy? ¿Quiere ir contra mi padre? No ha hecho nada malo en años ¿cierto? La duda me llega y vuelvo a concentrarme en su pregunta.

Debo actuar normal. ¡Actúa normal, idiota!

—No, estoy bien, gracias por lo que hiciste. Ya tengo que irme— digo apartándolo sin ser totalmente agresiva, solo neutra, no quiero tener nada que ver con esto o con él, trato de irme pero me sostiene el brazo sin ser brusco, ya estoy pensando en qué parte lanzarle un golpe cuando volteo—. Oye, olvidas tus compras —me entrega las bolsas de ropa que ni siquiera recordaba que las cargaba— y ten más cuidado.

Me suelta y se mete las manos en los bolsillos.

—Claro, gracias —dije al empezar a caminar, sin darle la oportunidad de decir otra palabra. Iba a paso rápido sin mirar atrás pero llegando al auto me empecé a sentir peor. Entro, pongo las bolsas en el asiento de atrás, ya dentro del auto me arde la cabeza, se me hace difícil respirar; trato de sacar el teléfono de mi bolso, pero este cae al suelo a un lado de mi pie.

¿Cómo llamaré a Owen para que me ayude si no puedo alcanzar el estúpido teléfono?

Me estiro pero no lo alcanzo, apenas y rozo la antena, me termino apoyando del volante. Mis ojos se cierran solos, no puedo quedarme despierta; me dejo llevar y todo se vuelve negro.

Owen, cuando me encuentres no le digas a mi padre que me encontraste así.

Abro un poco los ojos al sentir como estoy pasando por un bache, veo la ventana; el auto está en movimiento. Sé que algo no encaja pero estoy demasiado cansada como para resolverlo.

—Tranquila. Aguanta un poco. —dice una voz a lo lejos, es agradable.

¿Agradable? ¿Quién es? ¿A dónde me está llevando?

No tengo ni tiempo para angustiarme más antes de que la oscuridad me invada de nuevo.

...

Huele a....

¿Eso es...?

¡Sangre!

Abro los ojos y vi la muñeca de alguien en frente de mí de donde goteaba sangre, inmediatamente tome la mano y empecé a beber, cerré los ojos deleitándome con el dulce sabor, me recuerdo a regañadientes que no debo tomar mucho o mi salvador podría terminar convirtiéndose en víctima.

Aparto la muñeca de mi boca tan rápido como puedo, de pronto me doy cuenta que es él, es el chico que me salvó, es el ángel. Es el ángel el que está frente a mí con su brazo sangrante extendido.

— ¿Y? ¿Estas mejor?—pregunta sin verme cubriendo su muñeca con la palma de su mano.

Miro mi alrededor y veo que estamos en el bosque, me encuentro recostada de un árbol, se pueden oír los autos en la carretera pero no veo el mío por ningún lado.

— ¿Cómo llegué aquí? ¿Qué haces aquí?—no debería estar con él, debería estar con Owen.

—Se dice "Gracias". —dice con algo de sarcasmo y una sonrisa.

—"Gracias" ¿Qué haces aquí?

—Te seguí —Admite y lo fulmino con la mirada—. Necesitaba asegurarme de que estuvieras bien, de verdad que te veías mal. —Se defiende elevando las manos y encogiéndose de hombros.

—No debiste, ya estaba llamando a alguien, de seguro me está buscando ahora mismo —le reclamo mirándolo seriamente al tratar de levantarme y me concentro en ignorar ese pequeño mareo.

—Tranquila —dijo impidiendo que lo hiciera— y no, no llegaste a marcar el número, encontré tu teléfono en el suelo del auto. —me lo entrega, lo miro y recuerdo que se me cayó y no logré llamar.

Tiene razón.

— ¿Quién es Owen? ¿Es tu novio?—interrogó mientras se le formaba una sonrisa en la boca, pero no parece sincera, lo miro confundida ¿Cómo sabe quién es Owen? —Vi su nombre como el número de emergencia—se apresura a aclarar, pero ahora se le ve más serio.

— ¿Y qué si fuera mi novio? Eso no es asunto tuyo —sin duda ahora lo que siento por él es desagrado y nada más. Puedo ver en su cara un poco de desdén por mi actitud, sé qué estoy siendo cortante pero no me importa.

Solo por haberme salvado y ayudado no le debo nada más que gratitud, solo eso. Mientras menos sepa sobre mí mejor y aun así no puedo estar segura de cuánto sabe de mí ¿Cuánto estuve inconsciente?

Nos quedamos en silencio un rato, él está a un metro de mí, mirando a la nada con sus brazos descansando sobre sus rodillas; empiezo a revisar mi teléfono y veo un mensaje de Owen que dice: "Vuelve pronto, tu padre quiere hablar contigo". Son las 12:25 pm el mensaje fue enviado a las 11:00 pm.

Mierda.

—Bien, esto fue divertido pero necesito irme. Gracias por todo —empiezo a decir al levantarme—. ¿Dónde está mi auto? —le pregunto un poco ansiosa, mi vista no lo detecta.

Suspira y me ve un minuto — Está por allá, no muy lejos—dice señalando—, da la vuelta y sigue por el camino de tierra, ahí está, si sigues la vía te llevará a la calle donde estabas estacionada.

Asiento al darme cuenta de donde estoy ubicada.

— ¿Segura que estás bien? —me pregunta con la mirada perdida.

—Sí, no te preocupes por mí —veo una sonrisa dibujarse en su boca.

—Solo para que lo sepas, no me importa lo que eres y no tengo ninguna intención de meterme en lo que sea que te preocupe.

—Bien, es bueno saberlo —digo con una sonrisa que espero le demuestre que no me termino de tragar lo que dice—. Gracias por todo. Adiós.

—Adiós. — contesta con una sonrisa suave.

Sigo caminando hasta ver el Honda rojo, en ese momento vuelvo a respirar, entro y trato de darme prisa en llegar a casa.

Papá se enojara si se entera de esto.

Papá no debe enterarse de esto.

...

Conduzco pisando el acelerador; ya estaba frente a la gran casa, sin duda era mucho más grande por dentro de lo que parecía por fuera, eso gracias a Mason. Salgo del auto pisando la tierra y hojas secas. La casa se encuentra prácticamente en el bosque, alejada del centro de la ciudad de Leavenworth. En Blackbird Island.

Me dirigí por el camino de ladrillos hasta la puerta, cuando entré vi a Owen hablando con Simón, el cual sonríe y levanta la mano a modo de saludo al verme, por otro lado Owen se acerca a mí escudriñándome con su mirada verdosa, asegurándose de que estoy bien.

—Hola —saludo al par de idiotas con una pequeña sonrisa.

—Hola ¿Dónde estabas?— Me pregunta un poco enojado— ¿No viste que te mande un mensaje?

—Tuve un problema. Pero ya estoy aquí. —Me señalo a mí misma con los brazos.

— ¿Qué clase de problema? —interroga Simon con curiosidad, tal vez solo para molestarme.

—Un problema con el auto, no encontraba la llave y además de eso mi teléfono no sonó. No me di cuenta del mensaje hasta hace unos minutos. —Owen me mira analizando mi escusa; pongo cara seria para que me crea pero estoy cansada así que no me esfuerzo mucho.

Que se traguen mi excusa si quiere, reservaré mi energía para lo que viene.

Asiente lentamente, pero veo una duda en sus ojos y sé que tal vez me preguntará sobre lo que pasó cuando estemos solos.

—Bien ¿De qué quiere hablar papá? —cambio de tema con una sonrisa.

—Quiere hablar algo sobre La Orden contigo—mi sonrisa se esfuma al escuchar esto. Suspiro y blanqueo los ojos. Owen sonríe ante mi gesto.

— ¿Esta en su oficina? ¿Está de buen humor?

—Siempre está en su oficina y aun con 10 años aquí, no sé diferenciar cuando está de buen o mal humor. —niego con la cabeza aunque no puedo evitar sonreír al escuchar eso.

—Bueno, iré a ver qué pasa—me giro para ir hacia donde mi padre.

Al menos hasta que escucho decir a Simón: — Huele... ¿Se te cayó sangre? —le pregunta a Owen con un poco de duda.

Camino deprisa a la cocina donde hay un chico que no conozco sentado en la isla de mármol tomando agua, me ve y levanta un poco la cabeza a modo de saludo incomodo, debe ser el nuevo recluta; lo miro, le devuelvo el saludo con la mano y abro el refrigerador; saco la bolsa de sangre y busco un vaso. El chico observa lo que hago como si le divirtiera, le saco la lengua lo que hace que suelte una risa; mientras tomo un cuchillo para abrir la bolsa tengo el presentimiento de que haré un desastre.

—Disculpa ¿Lobo o Vampiro? —Interrogo.

— ¿Qué?—pregunta aún con una sonrisa, haciendo que en sus mejillas salgan hoyuelos.

¡Qué tierno!

— ¿Qué eres? ¿Lobo? ¿Vampiro? ¿Híbrido? o ¿Acaso algo más?

Cabe la posibilidad de que sea Fae o dragón, una pequeña posibilidad.

—Lobo ¿Por qué preguntas?—responde intrigado.

— ¿Podrías hacerle un agujero con tus garras?—señalo la bolsa de sangre.

La toma con la mano izquierda mientras que en su mano derecha sus uñas crecen volviéndose un poco oscuras y afiladas, la pincha y me la entrega. Me la acerco a la boca rápidamente para evitar que se derrame en el mesón.

—Gracias...—digo con el plástico en mi boca y me doy cuenta de que en realidad no sé su nombre.

—Rick—dice divertido extendiendo su mano.

—Claro. Gracias, Rick—le digo, estrechándola— Ya debes suponer quién soy.

—Sip. De nada, Erina —dice mientras se levanta para irse.

—Erin. —lo corrijo casi ahogándome y él asiente antes de continuar.

Me quedo un momento acabándome la bolsa, ya me siento bien, es como un alivio, una sensación de fuerza, esto es simplemente comida en el estómago vacío, agua que quita el calor o sentarse después de correr una maratón.

Termino la bolsa y suelto un enorme suspiro satisfecha. La llevo al bote de basura para encaminarme hacia la oficina de mi padre.

Recorro el pasillo hasta llegar a las puertas del estudio.

Bien, aquí voy.

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¿Tienes preguntas?

Y si tienes preguntas ¿Cuáles son?

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