Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 21. Jugar para dos bandos.

Trevor movió cielo y tierra para lograr que al día siguiente los atendiera un pediatra y les explicaran los resultados de los exámenes.

Había acordado reunirse con Todd en la oficina para tratar el tema de Simón Levi y de su hijo imprudente, pero suspendió todos sus compromisos para acompañar a Brianna.

Mientras la mujer terminaba de hablar con el doctor sobre la situación de su hijo, él se lo llevó a caminar por la terraza de la clínica.

A George los centros de salud lo ponían inquieto, más aún, luego de haber pasado por el laboratorio a que le sacaran sangre.

Para evitar que siguiera llorando, Trevor lo paseó por los jardines mientras le contaba sus travesuras de cuando era chico y se escapaba del control de su abuelo para escalar árboles y agrandar su colección de insectos y gusanos.

Le hablaba de todas las maravillas que podía encontrar entre la vegetación y de lo feliz que él era con una lupa en mano estudiando el comportamiento de las hormigas o de cualquier bicho minúsculo.

George parecía entenderlo. El niño miraba con ojos fascinados los lugares que él le señalaba y sonreía divertido cuando descubría que algo se movía sobre el tronco de un árbol o encima de una hoja.

Balbuceaba alegre queriendo atrapar con sus manitos el animal que veía.

Amos parecían disfrutar de aquel imprevisto paseo y de las aventuras que estaban viviendo.

Cuando Brianna salió del consultorio y vio lo que hacían, quedó tan conmovida que sus ojos se llenaron de lágrimas de felicidad.

Entendió que no solo su hijo necesitaba de un padre, sino que Trevor parecía necesitar de un hijo. Tenía mucho para compartir.

Respiró hondo y represó sus emociones antes de acercarse y romper el momento mágico que se había creado entre ellos dos.

—Ya podemos irnos. —George balbuceó palabras inentendibles mientras le señalaba una pequeña mariposa—. ¿Te gusta, amor?

Lo cargó y abrazó dejando cientos de besitos en su rostro.

Trevor los observó fascinado.

—¿Quedó todo claro con el doctor?

—Sí, no es un virus, solo una simple alergia alimentaria. Me pidió reducirle ciertos alimentos mientras se recupera y luego comenzaremos a probar otro tipo de leche. Del resto está muy bien. Este chico es muy fuerte —dijo eso último orgullosa y siguió dándole más besos.

Trevor apartó un mechón de cabello que pretendía tapar su cara. Luego de ponerlo detrás de su oreja, no pudo evitar acariciarle la mandíbula.

—Y tú, ¿estás bien? —quiso saber, preocupado por el poco descanso que ella había tenido la noche anterior y por la enorme angustia que vivió por la enfermedad del niño.

A Brianna le agradó su caricia y sonrió complacida.

—Ahora estoy más tranquila.

—Entonces, volvamos a casa para que puedas descansar.

Ella se erizó por sus palabras. Ese «volvamos a casa» sonó tan íntimo que agitó las emociones en su interior. Comenzaba a sentirse parte de él, como una familia de verdad.

Trevor la tomó por la cintura y la dirigió a su auto. En minutos llegaron a la mansión.

Después de dar razones a todos de lo sucedido con el pediatra, calmando ansiedades, la acompañó a la habitación del niño y la ayudó a cambiarlo de ropa y darle su alimento.

—Nada de esto está en el contrato que firmamos —expuso ella con cierto rastro de tristeza. No podía olvidar que aquello era una mentira que solo duraría un tiempo definido.

—Es parte de la convivencia —justificó él, y se sentó en una mecedora con George en los brazos.

El niño se recostó en su pecho mientras jugueteaba con un dinosaurio de peluche y emitía un gran bostezo.

Brianna se sentó cerca de ellos y los observó maravillada. Ambos se comportaban como si se conociesen de toda la vida, ya estaban acostumbrados uno del otro.

Ella quería que aquella relación fuese duradera. George lo necesitaba, pero también Trevor. Lo veía tan feliz y tan cómodo con el niño que la hizo pensar por qué él nunca había intentado tener a su propio hijo.

Parecía un buen padre, muy atento y preocupado.

No pudo evitar pensar en Connor e imaginar cómo sería él con su hijo. Ella nunca le había dado la oportunidad de probarse como padre, le negó esa opción.

Tal vez Connor fuese tan dedicado, o más, que Trevor. Quizás a su hijo nunca lo traicionaría ni abandonaría como hizo con ella, porque entre ellos podría existir una unión mucho más poderosa e indestructible.

Esa idea la hizo sentirse una miserable. Nunca debió robarle la posibilidad de estar juntos. George necesitaba de su padre y Connor podría también necesitar de él.

Trevor se percató de su semblante triste y, sin descuidar a George, estiró una mano para acariciar las de ella y le dedicó una mirada profunda. Ese gesto dulce desdobló las emociones en Brianna y la hicieron sentir dichosa.

Nunca había recibido tanto apoyo de nadie diferente a su madre, eso la conmovió.

Pero su teléfono móvil comenzó a repicar con insistencia rompiendo el momento íntimo que se había creado entre los tres. En medio de un suspiro ella se puso de pie y buscó el aparato para atender la llamada.

Se asustó al ver que de nuevo se trataba de un número desconocido. Podía ser Connor.

Trevor no apartó su atención de ella mientras la mujer se llevaba el móvil a la oreja.

—¿Sí?

—Soy yo, ¿cuándo podré ver a mi hijo?

Brianna perdió todos los colores del rostro al confirmar sus sospechas.

—¿Qué...? —preguntó nerviosa, sin saber cómo actuar.

Trevor no dejaba de mirarla, ahora con el ceño fruncido. Ella no quería que se enterara que Connor la llamaba para no molestarlo.

—Te fuiste tan rápido de la cervecería que no llegamos a establecer el día de la visita. Quiero saber cuándo podré ver por primera vez a mi hijo.

Brianna comenzó a comportarse como un ratón encerrado en un laberinto, sin saber qué camino tomar.

Con nerviosismo salió al jardín para escapar de la mirada recelosa de Trevor.

—¡Deja de llamarme! —reclamó, furiosa.

—¿Cuándo volveremos a vernos para acordar las visitas? —consultó él ignorando su queja.

Ella se mordió los labios para controlar el enfado.

—Te dije que eso debo hablarlo con Trevor.

—¡No quiero que lo incluyas en nuestros asuntos!

—¡Es mi esposo! —masculló alejándose un poco más. No quería que Trevor la escuchara.

—Ese matrimonio es una mentira. Quiero verte, necesitamos hablar de George. Si no aceptas reunirte a solas conmigo, iré al Tribunal de menores esta semana.

Brianna se asustó por esa amenaza, no podía permitir que él le quitara a su hijo.

—¿Estás llamando de tu móvil?

—Sí.

—Entonces, luego te enviaré un mensaje para acordar la cita.

Por un momento hubo silencio al otro lado de la línea. Connor parecía reflexionar su propuesta.

—Brianna, ese beso que nos dimos...

—Luego me comunico contigo —lo interrumpió y enseguida cortó la llamada apagando el teléfono para evitar recibir mensajes de él.

El corazón se le apretó en un puño al recordar el beso que ellos habían compartido en el bar el día anterior, uno que brotó de su mente los recuerdos del hermoso tiempo que compartieron juntos.

Desde su abandono había añorado volver a vivir esa experiencia, ahora las dudas la agobiaban.

Su corazón no sabía si seguir suspirando por el padre de su hijo o por ese esposo por conveniencia que la esperaba dentro de la habitación de su hijo.

El futuro con Connor era incierto. Él no dejaría de ser un traidor, ni siquiera sabía si era un hombre libre, y su familia jamás la aceptaría.

Y el futuro con Trevor estaba condicionado a ese contrato prematrimonial que habían firmado antes de la boda, y tenía fecha de vencimiento.

Con ninguno de los dos parecía tener esperanzas.

Agobiada por la pena y la resignación entró a la habitación. Trevor seguía en la mecedora, con George, que se había dormitado en su pecho, pero ahora su semblante era duro y severo.

—Era él, ¿cierto? —preguntó.

Brianna sabía que se refería a Connor, pero los nervios no le permitieron hablar. Solo bajó la cabeza, avergonzada.

—¿Ahora te llama?

Ella alzó la vista, rogándole con la mirada.

Trevor suspiró hondo antes de ponerse de pie, teniendo mucho cuidado de no despertar a George.

Con delicadeza, lo puso en su cunita y lo arropó, dándole un beso en la cabeza antes de irse.

—Trevor... —lo llamó Brianna, pero él no la atendió.

Salió de la habitación en medio de un silencio gélido que a ella le partió el corazón.

—¿Por qué me pasan siempre estas cosas? —se preguntó dolida y se sentó en una silla para soportar la intensa amargura que le invadió el pecho.

Necesitaba encontrarle pronto una solución al problema con Connor, no podía aceptar que él siguiera afectando su vida y robando cada pequeño logro que alcanzaba.

Tenía que poner en orden su existencia y sus sentimientos. Si seguía dejándose tambalear por esos dos hombres terminaría hecha pedazos, mucho peor de cómo había quedado en el pasado.

Por ella, por su hijo y por su madre, necesitaba detener alguna de esas locuras. Jugar para dos bandos era peligroso.


Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro