Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 29

🎹 ETHAN 🎹

«AMOR DE MADRE»

Hace 10 años...

(O sea: continuamos con el chapter anterior. Pero estos sucesos ocurrieron durante la estadía de Beatriz Young, en el orfanato que encontraron hundiéndose cuando salieron a correr.)

«Nacemos para esto.

Somos hermosos.

Somos sus juguetes.

Nos quiere por lo que podamos ofrecerle.

Yo soy su favorito.»

Cuando dejamos de servirle a esa mujer, Amanda Walter, nos desechan. Nos envían de vuelta a las instalaciones de Vater Hitler, junto a esos hombres que nos castigan y llevan a dormir en las alcantarillas por dos semanas, sin baño o alimentos necesarios.

A ellos no les importamos.

Como a ella.

Pero... al menos, la señorita Walter, nos mantiene a todos juntos, los que llegamos en grupo al orfanato Cuatro Estaciones, y nos ofrece dos comidas al día, con ropa y camastros. No tenemos almohadas o zapatos. No nos cortan el cabello o nos dejan tijeras para hacerlo. Están prohibidos los artículos puntiagudos. Temen que organicemos protestas y lastimemos a los enfermeros que nos maltratan durante las noches.

Lo peor son las madrugadas heladas con castañeteo de dientes. Dormimos los cuatro juntos, en manada, como cavernícolas uno encima del otro. Ésa es la única forma de no congelarse durante las noches.

Pero... días enteros como los de hoy, encadenado al tobillo izquierdo, recluido en una esquina de su oficina, protegiéndome de sus posibles ataques hostiles, con las rodillas pegadas a mi escuálido pecho, muriendo de hambre y frío, sintiéndome impotente y frágil, sé que nada podrá empeorar para Ethan.

Nadie lastimará a Ethan.

Ella no lo permitirá.

Yo soy su favorito.

Jamás ha tocado mi rostro, pero sí mi cuerpo. Desde que tengo uso de razón, ella siempre ha solicitado mis servicios. A la reina no le sirvo sin belleza. Sé que mis facciones son su deleite, pero no podría lastimarme a propósito sabiendo que, cuando nos considera una abominación, nos arroja al sótano inundado e infestado de ratas. Porter Muller jamás salió de allí. Max asegura que su cuerpo, inflando e irreconocible, aún está ahí. Y yo le creo. Ni aunque me aseguraran que saldré de aquí, iría a comprobarlo.

No permitiría que nada me ocurriera. Si nadie va a cuidarme, entonces lo haré yo mismo. Me salvaré, a mí y a mis hermanos. Porque... aunque no tengamos la misma sangre, o no estemos seguros de estar emparentados, ellos son mi familia. Jamás dejaré que me separen de mi familia.

Max, Elias y Noah son mis hermanos. Juntos entramos, juntos saldremos. Y mataremos a cualquiera que intente detenernos.

No seré una víctima.

Pero ella me obliga a interpretar ese papel.

Aunque hacer esto tenga sus beneficios, como dejarme salir a explorar los alrededores, y alejarme un poco de este edificio derrotado por la naturaleza, sé que... lo que pasa aquí con ella, a plena luz del día, rodeados de velas aromáticas, mientras toco el piano (Sociopath-Lucas King), y la señora Walter sonríe y relaja sus facciones, ahogando su orgasmo cuando está a punto de llegar al clímax... Esto pasa cuando me escucha tocar, ella siempre está sentada a mi lado, cerrando sus muslos arrugados de anciana y echando su cabeza plateada hacia atrás.

Antes no lo entendía. Pero... sé que es el sexo ahora, gracias a ella. Amanda Walter me ha enseñado a instruirme sobre el coito, los placeres que sufre una mujer, y cómo tratar sus cuerpos cuando están a punto de sufrir una explosión en sus vientres embriagados.

Ella tiene el control sobre mí. Soy su esclavo.

La melodía termina, y la señora Walter está en la cima de su caminata. La miré. Su expresión me dijo que ha disfrutado de mi compañía.

—Excelente, Ethan —dijo; sonó cansada y agradecida—. Es todo por hoy, hijo —su mano venosa y pecosa, acaricio mi pelo rubio, largo y grasoso. Yo sólo la miré—. Puedes salir a explorar. Ese es tu premio.

Sonreí, feliz por conseguir mi objetivo.

Mientras caminaba bajo la sombra de diferentes árboles, pensé en mi relación con la señora Walter.

¿Qué éramos?

¿Cómo se califica una vida como la mía, con una señora como ella?

Una anciana de 65 años me consideraba su hijo favorito, pero no me trataba como tal. Soy su mayor logro y único trofeo valioso, pero me golpea, encadena y maltrata cuando cree que podría abandonarla. No era amor de madre e hijo, o la clase de cariño que una abuela siente hacia un nieto. Tampoco podía ser su novio, tengo trece años. Menos su amante.

Así que... ¿qué soy de la señora Walter?

🎹🎹🎹

Llanto.

Una niña estaba llorando.

Seguí el sendero que me condujo hacia ese lugar alejado y en medio de la nada, como el orfanato en donde vivimos mis hermanos y yo.

Encontré una choza con un jardín limpio, y de aromas puros y refrescantes. Olía a menta. Pero seguía escuchando esos gimoteos penetrantes que martillaban mi corazón.

¿Quién llora?

Voces...

Escuché dos tipos diferentes de voces, mientras me acercaba hacia la ventana impoluta con cortinas blancas y delicadas. Nunca había visto algo tan fino en mis trece años de vida.

Pise con cautela la tierra húmeda, como si temiera romper con mis pies descalzos alguna rama que acelerara mi huida de ese lugar.

Espié la escena que se desarrolló frente a mí.

Una mujer, alta, muy bonita y rubia, con mi mismo color de ojos, estaba abrazando a una pequeña niña de cabello rojo como las brasas del fuego.

No pude apreciar su rostro, tanto, como lo hice con la mujer que limpió sus lágrimas. Me cautivó su simplicidad y belleza natural. Sus labios, ojos, nariz y palabras sinceras... fueron mi refugio. Y, por un momento, quise ser la niña que vi a través de la ventana. Porque, ella, sea cual haya sido su problema, al menos tenía la certeza de que esa mujer cargaría con su peso.

Me dio envidia.

Salí corriendo, volví a al lugar de donde provengo y conozco como mi hogar. Me recibieron como si yo fuera el dueño. No me preguntaron a dónde había ido o si planeaba escapar. Tampoco me reprendieron con el fuete.

Fui a nuestro cuarto. Me dolían los pies. Estaba sangrando. Me aseguré de no dejar huella en los pisos. Sé que están sucios, pero no quiero una razón para enojar a los enfermeros. Aunque sea algo inútil de ocultar.

Limpié las plantas de mis pies con hielo. Max me ayudó a lavar las áreas que no soporté realizar por mi cuenta.

Max tiene mi edad. Es el único chico moreno, y su cabello es color negro revuelto como el del Rey León. Sus ojos son oscuros y casi siempre son totalitarios mientras habla.

También es mi mejor amigo. Me cae mejor que el idiota de Elias y el débil de Noah. Max me entiende, con él me siento cómodo y seguro para hablar. Aunque rara vez abre la boca, tampoco es mudo. Conmigo siempre se comporta diferente. Es muy listo. Pero no es mejor que yo para jugar ajedrez.

—¡Jaque! —exclamó, moderado e inteligente.

Su sonrisa oculta mostró orgullo. No es tan bueno como yo para guardar silencio, o no expresar abiertamente sus emociones.

Porque de haber sido capaz de leerme, también hubiera visto esto:

—Jaque mate —dije, imparcial y casi aburrido, aunque por dentro estuviera saltando, emocionado, de haberle ganado a Max en su propio juego.

Maté a su rey. Si tan sólo pudiera deshacerme de mi reina también.

Bueno... tal vez sí pueda. Tal vez haya encontrado la forma...

Pero tengo que ser cuidadoso y andar de puntillas sobre el campo minado.

No quisiera arruinar la sorpresa para Amanda Walter.

Fui otra vez a esa choza. Las vi a las dos juntas, como una madre e hija unidas. La pequeña pelirroja estaba leyendo, mientras su madre comía uvas y escuchaba con atención cada palabra que salía de su boca.

—"El secreto, querida Alicia, es rodearse de personas que te hagan sonreír el corazón —la escuché decir—. Es entonces y sólo entonces que estarás en el País de las Maravillas".

Me comían los pies. Sentí ligeros piquetes en mis dedos que me obligaron a rascarme como un loco. Me paré en un hormiguero y, las diminutas exploradoras estaban corriendo por mis pies, lastimando mis cortadas anteriores.

Me moví inquieto. Hice que esa madre y su hija se asustaran. Pero la pequeña pegó el grito en el cielo, cuando resbalé y caí exteriorizando la mitad de mi cuerpo lejos de las sombras.

—Oh, carajo —blasfemé, cuando me di cuenta que, parte de mi plan se había ido por el caño.

Ni siquiera pude levantar la vista o salir corriendo. No pude enfrentarlas. Sabía que éste sería mi fin. Llamarían a la policía y después... me separarían de mis hermanos. ¿Qué ocurriría con ellos sin mí? Sólo podría suplicar por mi vida y su silencio eterno por haberme visto.

Me inclinaría de ser necesario.

Visualicé distintas versiones de mi futuro, pero nunca una que incluyera una vida entera con alguna de estas mujeres.

En ese tiempo era un niño equivocado que no pensaba como el adulto que ahora es. Y todo gracias a mi madre, a la mujer de nombre Beatriz Young que cambió su mundo por mí y nosotros. Ella se convirtió en Hannah Green para darnos una nueva vida, y una segunda oportunidad.

Pero todo eso sucedió después de que esa bella mujer se inclinó y quedo a mi altura, —¿Estás bien, pequeño? —Se preocupó por mí y, admiró mis facciones—. Tranquilo, déjame ayudarte —me sonrió gentilmente—. Descuida —dijo, sacando un pañuelo de su bolsillo y, con éste, limpiando la mugre y rastros de sangre de mis mejillas y frente. La observé, expectante. Nunca me habían tratado como a un ser humano—. ¿Cómo te llamas, pequeño?

¿Mi nombre? ¿Una madre como ella quería el nombre de un vago? No la entendía.

Pero, los modales básicos, que tenía instruidos por la señora Walter, me hicieron responder.

—Ethan... Ethan Kurt.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro