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Capítulo 27

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«EL TRATO»

Lo miro, al maldito enfermo oxigenado que planeó mi secuestro. Su cara, obviamente, no muestra signos de temor o acorralamiento. No siente nada.

Sonrío, cínica, sin creerme una palabra de lo que dice, —¿Eso quieren? ¿Una oportunidad?

—No veo porqué te sorprende —contesta—. Es justo lo que quieres provocar, ¿o no es verdad? —Y sonríe el muy degenerado, como si conociera todas las respuestas del examen.

No le importa nadie más que él mismo, tampoco le interesa lastimar a las personas, o incluso a mí (la chica que supuestamente ama). Todo es un juego para él.

Bueno, entonces... de ser así, dos pueden responder un acertijo o atravesar las llamas del infierno.

Juega bien tus cartas, Ret.

No subestimes a nadie.

Sonrío con credibilidad en mis fingidas emociones, —Sí... La verdad, sí. Hubiera querido no tener que recurrir a esto, pero ustedes no me dejan elección.

—¿De qué hablas? —pregunta Jared. De los cuatro, él es el más ingenuo.

Al menos tengo a uno en la bolsa. Eso es suficiente para esparcir mi Discordia entre ellos. Ya caerían los demás.

—Quiero hacer un trato con ustedes.

—¿Lo propones, o estableces los términos y condiciones? Porque son dos cosas muy diferentes, Madame —dice Allen.

Lo fulmino con la mirada, —Viene implícito, ¿no crees?

Los cuatro se quedan callados. Lo que me da luz verde para continuar, —Les propongo un trato —reitero, decidida a conseguir lo que quiero.

—¿Ah sí?, ¿cuál, Belladona?

Inhalo y exhalo como método tranquilizante. Si descubren mis verdaderas intenciones estoy perdida, —Un último día con mis amigos y seres queridos.

—Olvídalo —zanja, de inmediato, Donnie.

Supuse que diría eso, —Aún no he terminado de discutir los términos de este acuerdo.

—No nos interesan tus términos —dice Allen, alimentando la ignorancia de su hermano.

—Pues... qué mal, porque estos los incluyen a ustedes en el buen sentido... —fanfarroneo como buena estafadora. Y como buena chantajista, también me veo desinteresada.

Mike es el único interesado en el trasfondo de mis planes, —Te escucho.

Donnie es harina de otro costal: cree que es una pésima idea, —No creo que...

El rubio levanta la palma de su mano, mandándolo a callar, —Déjala hablar —ordena.

Relamo mis labios y voy directa al grano, —Quiero un último día con mis amigos y seres queridos..., a cambio de hacer lo que ustedes quieran o me pidan —trago en seco—, durante un día con cada uno de ustedes, por separado, el resto de la semana.

No creí que esto fuera pan comido. Me imaginé quebrándome o llorando como una magdalena, pero realmente terminó de ser lo más sencillo de expresar en palabras. ¿Por qué será? A lo mejor he aprendido de los métodos fríos y crueles de mis celadores.

Bueno, lo que sea necesario aprender con tal de salir de este pozo sin fondo.

—¿Un día para cada uno? —pregunta, curioso, Allen.

Bingo. Ahora tengo a dos.

—Sí, un día para cada uno.

—Y... ¿podemos hacer contigo lo que queramos?

Trago en seco, —Sí, esos son los acuerdos. Es su día, ustedes... pueden hacer lo que quieran —digo, confiada y tratando de no expresar terror.

—¿Lo que queramos? —pregunta Donnie.

—Ah... Sí.

—¿No te quejarás o resistirás? —pregunta Mike.

—Ah... No.

Donnie y el rubio comparten una mirada extraña de complicidad. Por un lado disfrutan, por el otro comparten incógnitas que no me gusta formular en mi cabeza. Presiento que esto no acabará bien, que se aprovecharán o peor aún, que me engañaran. Pero, sinceramente, ya no me quedan opciones. No puedo darme el lujo de no conceder sus deseos, por muy oscuros que sean.

Calmo mis nervios e intento no expresar el

miedo en mis palabras, —Entonces, ¿qué dicen?

—Déjanos hablarlo.

—Aceptamos —dicen al unísono, Mike y Donnie.

¿Adivinen quién aceptó?

—Muy bien —sonrío, complacida—. Ustedes sólo decidan quién empieza.

—¿Del mayor al menor? —pregunta Mike, al resto de sus hermanos.

—Mejor del menor al mayor —sugiere Jared.

—Bueno, eso no me incumbe —digo, intentando salir de esta conversación—. Decídanlo y luego me avisan.

Retomo mi camino hacia el pie de la escalera. Mi meta es encerrarme en mi cuarto hasta la hora de la cena.

Subo dos escalones, corriendo como gallina alborotada con sus plumas, pero la voz severa de Michael me impide seguir subiendo.

—¡Espera!

Carajo, y yo que me veía bien librada.

Giro sobre mis talones, como en una pasarela, y los miro, —¿Qué pasa?

Mike sonríe con cinismo, —¿No vas a sellar el trato, Belladona?

¿Qué?

—¿Qué?

Donnie se posiciona a su lado, haciendo equipo y enfatizando su autoridad, cruzándose de brazos como su hermano, —No puedes irte sin cerrar el trato, amor. Eso no es correcto.

—¿A qué se refieren? —les pregunto a los dos, ¡a los tres!

Allen y Jared también auxilian a sus hermanos, colocándose al lado de Mike.

No entiendo de qué va esto.

—Tienes que darnos tu palabra —habla Donnie—, no huirás si tienes la oportunidad.

—Vale, lo prometo.

—No —me corta Allen—. Si hacemos esto —señala el espacio que nos separa—, tienes que prometer que no escaparás. Nunca. Cuando se cumpla el plazo, deberás volver a nosotros y jamás mencionar otra vez a tus amigos.

—Incluso a Carlos —añade Jared, sin ocultar el desprecio en su voz.

Lo pienso. Lo pienso y lo pienso... Pienso en el hubiera... Si ellos se retractan o me engañan en mi propio juego, entonces estaré jodida. No habrá más chances u oportunidades. No tendré nada. Seré inexistente por años al lado de cada uno de ellos.

Sí... el sexo y el contacto físico será como tocar el cielo con un dedo, ir sin prisas e intentar que funcione viéndolos como hombres reales a los cuales les atraigo... Eso suena mucho a un matrimonio real, a un acuerdo por conveniencia.

¿Eso me haría feliz? Yo creo que sí.

De todos modos, no creo en el felices para siempre, así que ¿qué daño puedo ocasionar creyendo en mis propios engaños?

Pero... si me aman... Bueno, eso tendré que averiguarlo. ¿Qué es mejor que, comprobar tus teorías, usándote a ti como sujeto de pruebas?

Además, estoy aburrida. No tengo nada interesante que hacer. A lo mejor, esto me ayuda a recrear mis escenarios. Una nueva perspectiva de en donde me encuentro secuestrada: ¡yupi! Es lo que necesito.

Sin dudas que azotar en mi cabeza: accedo, —Está bien. Cumpliré mi palabra si ustedes cumplen la suya.

—¡Sí! —Todos acceden, excepto el rubio.

Bueno, no me extraña que no se fíe de mí. Aunque, me parezca raro porque fue él quien aceptó antes que nadie mi trato. ¿Se estará retractando?

Nos fulminamos con la mirada desde nuestra posición, —No estoy convencido —dice—. Tal vez sea porque no te veo totalmente comprometida.

—¿Ah no? —me cruzo de brazos.

—No. Y..., ¿sabes qué me haría confiar en ti por completo?

Miedo me da la respuesta, —¿Qué?

—Que me dieras un beso, Belladona...

¡Me cago en mi...!

—Sí, eso serviría —le da la razón a su hermano.

—Ahora que lo pienso, tú y yo no nos hemos besado, ¿o sí? —dice Allen, con sonrisa coqueta.

—Yo también quiero mi beso, mi vida —pide Jared, como un cachorrillo.

Carajo.

—¿A menos que no quieras pasar por los preliminares e ir directo a la cama? —dice, irónico, el cerebro de la operación.

Pinche, Mike.

Aun con todo en contra, asiento, encantada, —Claro —respondo.

Bajo los escalones y me aproximo a Jared. Tomo su barbilla, y lo obligo a darme la otra mejilla. Hago lo mismo con Allen y Donnie. Bueno, más o menos con Allen, porque el muy tramposo voltea su cara en el último minuto, y mis labios impactan contra la comisura de sus labios.

—Rico —murmura, sonriéndome con petulancia—. Valió la pena.

Iugh.

Y ahora viene el degenerado de Mike.

—¿Hay algún problema? —pregunta, divertido.

¡Maldito, cómo lo odio! Niego con la cabeza y sonrío con burla, —No, ninguno.

—Entonces, ven.

Lo miro con recelo y miedo, antes de hacer lo que me pide. Voy con cautela. Me acerco y le doy un beso en la frente como a un niño pequeño.

Sí, parezco una abuela, pero ni de chiste voy a poner mis labios sobre los de un psicópata manipulador, quien despierta en mí el apetito sexual.

Me separo de él, y bajo la mirada. Ni siquiera los miro cuando hablo:

—Bueno, ya hicimos un trato. Espero que cumplan su palabra.

Me sonríe, cínico, —Claro que sí.

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