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Capítulo siete

TAYLOR

Un año y cuatro meses D.B.

Estaba enfurecido. Mi enojo era tal que comenzaba a temer por mi salud y la de mis compañeros, no había ni una persona en ese hotel a la que no le quisiera echar unas cuantas palabras ofensivas. Ni los extenuantes ejercicios de Texas, ni correr veinte kilómetros sin detenerme ni un minuto ni el sonido de la guitarra pudo calmarme. Iba a perderme la graduación de Genesis y me odiaba por eso.

Esa noche había elegido salir a correr luego de la cena, despachando los intentos de mi guardaespalda y amigo de acompañarme e imaginando que cada pisada era un golpe que le daba a cada persona que había evitado que tomara un avión. Malditos idiotas.

—Taylor, sabes que no debes salir solo —me regañó el primer culpable al verme llegar al piso que la banda compartía—. Es peligroso y hay paparazzi rondando el hotel.

—Quizás debería ser más cuidadoso con los empleados que contratas y así no se filtraría a la prensa dónde nos hospedamos en cada ciudad.

Me quité la camiseta transpirada con movimientos tensos y se la arrojé en la cara como un capricho para mejorar mi ánimo. No funcionó, por supuesto.

—¿Sigues enfadado conmigo por no cambiar la fecha del concierto? Sabes que nos habría costado miles de dólares.

—Vete a la mierda, Zachary. Y dale tus excusas de mierda a alguien que le interesen.

Noté la mirada de asombro de mis amigos y no me importó en lo más mínimo. Yo era el bueno, el centrado y el que siempre hacía las cosas bien, pero ese día no iba a complacer a nadie y no iba a fingir que estaba bien. Me habían prohibido ir a Massachusetts como si les perteneciera.

—Taylor, sabes que eso no es justo —intervino Elías desde su lugar en el sillón—. No podíamos cambiar un concierto solo porque tú lo querías así.

—Jódete, Elías. No es cualquier fecha y tú lo sabes —mascullé—. ¿O tu cariño hacia Genesis termina cuando hay dinero de por medio?

No me quedé a escuchar su respuesta porque habría seguido con los golpes verbales hasta ofender a todos mis compañeros. No estaba de humor y era mejor incendiarme solo que acabar con todo lo que estaba a mi paso.

Cerré la puerta de mi habitación a mis espaldas y gruñí por lo bajo mientras me tapaba el rostro. La carrera y el dolor que sentía en los músculos por haberme esforzado de más no me habían ayudado a aliviar el nudo que tenía en la garganta. Ver la graduación online me parecía una burla, para mí era la peor forma de faltarle el respeto a Genesis.

Esa era, sin dudas, la primera vez que me arrepentía de verdad de ser músico y que quería tirar todo por la ventana, tomar un avión y olvidarme de mis sueños. Sin embargo, también sabía que eso no era lo más maduro ni lo correcto por lo que en lugar de preparar mi maleta e irme sin mirar atrás, me dirigí hacia el baño con la finalidad de darme una larga ducha.

Varié la temperatura del agua entre lo más caliente posible hasta lo más frío y ninguna consiguió su cometido. ¿Si me enfermaba con una horrible gripe me dejarían ir? Seguro que no, seguro me harían subir al escenario de todas formas y cantar con la garganta llena de flema.

Me vestí con mi pijama, el mismo que Genesis me había regalado para que me sintiera como en casa en los hoteles, y agarré mi guitarra para seguir con la canción que había iniciado esa mañana. Una canción que, pese a mi enojo, era bastante dulce.

—¿Qué rima con esto? —me pregunté a mí mismo mientras recorría las cuerdas con la punta de mis dedos.

—¿Necesitas ayuda?

Elevé la cabeza de golpe al escuchar esa voz femenina y empleé toda mi energía para dedicarle una sonrisa. Luce había sido la única que había intentado convencer al representante ejecutivo de Poison para que cambiara la fecha del concierto y, por lo tanto, a ella no la estaba odiando.

—¿Se te dan bien las palabras?

Se encogió de hombros.

—Tomé una clase de poesía en la universidad.

Le hice una seña con la mano para que ingresara y ella no tardó en hacerlo. Se sentó junto a mí en la cama y le entregué la hoja con el sello del lujoso hotel donde había estado garabateando la letra.

—¿Tengo permitida leerla?

—¿Cómo me ayudarás si no la lees?

—Buen punto.

Dirigí mi atención de nuevo a la guitarra y comencé a tocar las notas que tenía en mente. Era una canción que iniciaba con energía y que iba perdiéndola al llegar al estribillo, no sabía por qué había elegido que fuera de esa manera, pero me agradaba como sonaba y la contradicción con la letra.

—Me gusta —dijo Luce después de unos cortos minutos de silencio—. Creo que podría ser la canción principal de su próximo disco, lanzarla como un sencillo y luego incluirla en el álbum.

—Estoy escribiéndola para los chicos de Curse.

—¿Por qué?

Me encogí de hombros porque no había una buena razón. Había estado trabajando tan duro con los chicos de la banda que había apadrinado que a veces me costaba dejar de pensar en ellos. Me sentía como un padre orgulloso cuando los veía triunfar en algo, por más pequeño que fuera, y me brindaba muchísima alegría ayudarlos. No, no pensaba por nada en el mundo dejar mi banda y dedicarme completamente a ser productor, pero a veces era bueno trabajar fuera de Poison.

—Tiene tu sello impreso por todos lados, la gente notará que es tu canción —argumentó.

—Tienes razón. Y creo que Colin se enfadaría conmigo si le digo que la hice para ellos.

—Es muy probable. —Rió.

Volví la mirada a la letra y repasé el momento en que la había iniciado, tan solo pocas horas antes. Había usado a mi esposa como inspiración, como cada vez que agarraba un lápiz y un papel, y pensar en alguien más cantando una canción dedicada a ella no me parecía lo ideal.

—Supongo que incluirla en el próximo álbum es una buena idea.

—¿Cómo se llama la canción?

—Sin escape.

—Pero la canción habla de esperanza.

—¿Crees que las personas necesitan la esperanza cuando son libres? —Arqueé una ceja—. Cuando tienes todo al alcance de tu mano, la vida parece sencilla y emocionante.

—Es obvio que debo dejarte el arte a ti y yo concentrarme en la publicidad. —Sonrió—. Ahora entiendo por qué aprobé con dificultad mi clase de poesía.

Fue mi turno de reír y dejé la guitarra de lado. Eran pocas las personas con las que podía componer al tenerlas a mi lado y todas ellas estaban en Massachusetts. Ni siquiera mis amigos de la banda estaban cerca de mí cuando estaba inspirado y solían escuchar mis ideas cuando me sentía seguro de todos sus componentes.

—Creo que me iré a dormir —anuncié—. Gracias por tu ayuda.

—No dije nada útil.

—Me hiciste darme cuenta a quién pertenece la letra.

Miré el papel de nuevo y sonreí como el tonto enamorado que era. Realmente esperaba poder perdonarme a mí mismo por no estar junto a Genesis y nuestros amigos esa noche, sabía que ellos no estarían enfadados conmigo por mucho tiempo y eso me ayudaba a no odiarme.

—¿Taylor? —susurró.

—¿Si?

—Estás donde debes estar.

Lo dudaba mucho.

—¿Cómo estás tan segura? —solté y elevé mi mirada—. ¿No se supone que te tienes que sentir bien si estás en el lugar correcto?

—Lo sé porque estás conmigo.

—¿Qué?

Oh, no. Mierda, no. Conocía esa mirada brillosa y las mejillas sonrojadas y quería estar lo más lejos posible de esas emociones. Sin embargo, la sorpresa me hizo lento y no fue hasta que sus labios estuvieron sobre los míos, intentando convencerme de algo que ni muerto haría, que me di cuenta que era tarde para escapar.

—Luce, no —susurré, intentando apartarme.

—¿Por qué no? Todos los músicos lo hacen.

Enredó sus brazos alrededor de mi cuello y se inclinó para besarme de nuevo. Esa vez sí tuve los reflejos suficientes para alejarme y con un poco de brusquedad la separé de mí para luego ponerme de pie de un salto y detenerme lo más lejos posible de ella y sus labios.

—No me importa lo que otros músicos hagan.

—Genesis no necesita saberlo, puede ser nuestro secreto.

Solté una risa carente de diversión y la miré con perplejidad.

—Creí que eran amigas.

—Apenas la conozco.

—Entonces esto será mucho más sencillo —dije, mirándola fijamente—. Estás despedida, Luce. Agarra tus cosas y vuelve a San Francisco, no se te necesita más aquí.

—¡¿Qué?! ¿Por qué?

—Acoso laboral.

Escuché sus palabras, aunque no le presté atención. Mis pensamientos pasaron a otro plano y comencé a moverme con rapidez ignorando todo a mi alrededor. Lo primero que hice fue buscar un jean y una sudadera y luego mis documentos. No tenía suficiente dinero en efectivo, pero siempre podía utilizar mi tarjeta de crédito.

—¿Qué estás haciendo? —chilló la ex encargada de publicidad de la banda.

¿Por qué seguía en mi habitación?

—Estoy siguiendo tu consejo, voy a donde debo estar.

Me giré hacia ella y, con poca amabilidad y sin fuerza, la empujé hacia la salida y cerré la puerta en sus narices. Me llevó menos de cinco minutos estar listo y cuando bajé a la planta principal encontré a Luce llorando y a todos los miembros de la banda reunidos junto a ella y Zachary.

—¿Qué estás haciendo? —quiso saber Elías al ver mi bolso de mano.

—Estaré de vuelta para el concierto, de lo contrario, pueden echarme.

No le presté atención a sus miradas de sorpresa y atravesé la habitación hacia la puerta. Me detuve antes de abrir y posé mi mirada en nuestro representante.

—Por cierto, despedí a Luce. Me besó sin mi consentimiento y todos sabemos que eso es una infracción a su contrato y a las normas de la empresa.

Me apresuré a salir del pent-house y sonreí como un idiota al llegar al ascensor. ¿Estaría en problemas al volver? Muy probablemente. Y aun así no me arrepentía.

***

Tenía los minutos contados para cumplir con todas las partes de mi plan. Había tomado un vuelo de madrugada que me había costado una fortuna para ir hacia Boston y tenía un boleto en mi mochila para un avión que salía a las dos de la tarde hora de Massachussetts. Llegaría con el tiempo justo para los dos eventos y tan agotado como un boxeador luego de una pelea importante, pero estaba haciendo lo correcto y eso era lo importante.

Me había cambiado de ropa en el pequeño baño del avión y en ese momento vestía un traje negro que era el atuendo permitido para la graduación. Le había pagado de más al taxi para que fuera sobre el límite de velocidad y para entonces estaba atravesando el campus hacia el jardín donde se realizaban las ceremonias.

Me detuve en seco al encontrarme con un guardia de seguridad vestido de manera formal y busqué mi boleto en el bolsillo de mi bolso.

—Lo lamento —soltó, ignorando mi intento de brindarle la invitación—. La ceremonia ya comenzó y no tengo permitido dejar pasar a nadie.

Joder. ¿No había sufrido ya lo suficiente?

—Por favor, es la graduación de mi esposa y acabo de bajarme de un avión.

—No puedo permitirlo, lo siento.

Suspiré con fuerza y busqué un lugar por donde escabullirme. Era más ágil que el hombre frente a mí y sin problemas podría correr hacia donde la gente se encontraba reunida; no obstante, eso significaba crear un escándalo y no me apetecía.

—Le pagaré mil dólares si me deja pasar.

—No puedo permitirle... —se interrumpió a sí mismo y ladeó la cabeza—. Oye, yo te conozco. Eres el chico de la banda.

Me hacía sonar como un miembro de los Backstreet Boys, pero no me molestaba si con eso conseguía que me dejara pasar.

—Así es. —Sonreí—. Soy miembro de Poison.

—A mi hija le encanta tu música, le prometí llevarla a tu concierto el próximo mes, pero no conseguí boletos.

¡Gracias universo por la oportunidad!

—Si me deja pasar, le regalaré boletos para usted, su hija y todas sus amigas. Y pases tras bambalinas.

—¿De verdad?

Asentí rápidamente con la cabeza.

—No mentiría con algo así.

El hombre miró en todas direcciones para después hacerse a un lado, dejándome espacio para pasar hacia el jardín.

—Te espero cuando termine la ceremonia para que cumplas tu promesa.

—¡Muchas gracias!

No necesité más para comenzar a correr en la dirección correcta, rogando en mi interior para que el apellido de Genesis no hubiese sido pronunciado aún. Detuve mi carrera al observar de lejos a la multitud y acomodé mi atuendo mientras me acercaba.

Pedí disculpas al pasar y dediqué sonrisas de falsa modestia cuando comencé a buscar mi asiento entre las filas.

—Taylor —exclamó Theo en un susurro.

No tardé en ir hacia él y sonreí al notar el asiento vacío en la fila. Theo, Mackenzie, Tyler, Emma, los abuelos de Genesis y sus mejores amigos de la infancia, Sarah y Exequiel, estaban allí.

—Acabas de salvarte de la paliza que iba a darte —murmuró Tyler en mi dirección.

—¿Ya dijeron su nombre? —dije, ignorando su tono de amenaza.

—Todavía no, el decano dio un discurso eterno.

Como si todo hubiese complotado a mi favor, la encargada de la ceremonia tomó su lugar en el escenario y anunció el inicio de la entrega de diplomas. No me costó encontrar a Genesis en la fila, vestida con su toga y sombrero. Esa mañana iba a dar el discurso como mejor alumna de su generación y yo me sentía feliz al saber que no iba a perdérmelo.

Agitó su mano al notarme con una enorme y hermosa sonrisa en sus labios y lágrimas en sus ojos. La saludé de vuelta y no pude evitar articular un «te amo» silencioso.

Las consecuencias de mis actos eran irrelevantesen comparación a la felicidad en su expresión. Estaba donde debía estar, conquién debía. A la mierda Zachary y sus normas, mi único deber era con miesposa.

¡Hola, mis bellas habitantes de Rose Valley! ¿Cómo están?

¿Quién grita conmigo? Pasaron muchas cosas en este capítulo: vimos a Tay enfurecido, se quisieron sobrepasar con él y ¡llegó! Llegó a la graduación que es la parte más importante.

¿Les ha gustado el capítulo? ¿Han tenido una parte favorita?

Muchísimas gracias por leer y por su apoyo, ¡las adoro!

MUAK!

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