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epílogo

— Fue hace un año que Yoongi murió. — decía Jimin cabizbajo, bajo la atenta mirada de la terapeuta —. Un año antes de conocer a Jungkook... Pasó el accidente de auto y fue muy difícil despertar un día en una cama de hospital para saber que Yoongi, mi novio, no había despertado al igual que yo. — aunque intentó seguir hablando, el nudo en su garganta se lo impidió y se detuvo en seco.

A su lado, Jungkook lo tomaba fuertemente de la mano, apoyando su frente en el hombro del chico para mostrarle su apoyo.

Jimin miró sus manos unidas, suspirando dolorosamente.

— No tienes que decirlo si no estás listo. — le dijo la mujer con gafas.

— Quiero decirlo. — se apresuró a decir él —. Nunca encontré la manera de decirle adiós, llamaba todos los días a su número de teléfono aunque estuviera fuera de servicio, pensando que eso cambiaría algo o me dejaría de alguna manera estar más cerca de él. Me sentía culpable por lo que le había pasado.

— Pero no es tu culpa. — se apresuró a decir Jungkook, apretando su mano con fuerza para mirarlo con ojos cristalizados.

Jimin lo miró también, perdiéndose en su mirada.

Sabía que Jungkook había sufrido demasiado también. El chico se había mostrado tal como era al también revelarle desde la corta edad que había atentado contra su propia vida.

Ambos estaban afectados por la vida en alguna manera, pero eso no significaba que debían ser más sufrimiento el uno para el otro.

Al encontrar la manera de ser amigos, cuidarse y apoyarse, pasaron por ese proceso de llegarse a conocer mejor y considerar el sufrimiento y la historia del contrario ante otra cosa.

Se había cumplido un año del día que Jimin le había confesado todo a Jungkook.

Estaba siendo un proceso largo, pero si eran sinceros ambos estaban bien con la manera en la que estaban yendo las cosas.

Se habían cambiado a un departamento más espacioso, habían terminado los estudios, lo que dejaba a Jungkook más tiempo para trabajar y al mismo tiempo componer temas musicales y letras de canciones, que descubrió que era algo como su pasión en los tiempos libres.

Jimin estaba asistiendo al gimnasio y una academia de danza contemporánea para mantener su mente despejada, cumpliendo exitosamente con su meta de permanecer sobrio y dejar las cajetillas de cigarros.

Hoseok y Seokjin habían continuado con la banda sin ellos dos, sabiendo que ninguno estaba en condición de comprometerse con el proyecto completamente y era mejor separarse aunque sólo hubieran tocado juntos una sola vez. Actualmente ellos estaban compitiendo contra otras bandas en diferentes estados del país, a veces haciendo videollamada con Jimin y Jungkook para platicar de sus días.

En general las cosas estaban bien, porque ambos ya no querían rendirse. Y eran buenos amigos.

Jimin sonrió, dejando atrás el recuerdo de la sesión que había tenido el día anterior por la mañana. Jungkook no había dejado de sostener su mano en ningún momento mientras él hablaba con la terapeuta, mostrando todo su apoyo.

Por eso amaba tanto a ese idiota, en realidad no tan idiota. Jungkook era como su ángel.

— ¡Hey, Jiminssi! — lo llamó desde el sofá con una gran sonrisa al verlo venir por las escaleras, sosteniendo su guitarra en su regazo y rodeado de un montón de hojas con escritos infinitos —. ¿Ya te vas?

Jimin dirigió sus ojos a él y luego no pudo apartar su mirada.

Jungkook le sonreía de esa manera tan genuina y pura que le llenaba el corazón.

— Voy llegando tarde, creo que dormí más de la cuenta. — rió Jimin, caminando en su dirección con una mirada alegre —. Suerte hoy, Koo. — le dijo al estar plantado frente a él, mirándolo con honestidad.

Jungkook enseguida dejó la guitarra a un lado, poniéndose de píe.

Miró directo a los ojos de Jimin con honestidad.

Jimin lo miraba sin poder borrar su sonrisa.

— Suerte hoy, mimi. — le dijo con dulzura, abriendo sus brazos para envolver a Jimin en ellos.

— ¿Te paso a buscar a tu trabajo esta noche? Podríamos cenar juntos fuera de casa. — le dijo Jimin en el abrazo, riendo con ternura.

— ¿Es una cita? — le preguntó feliz Jungkook, besando sus cabellos repetidas veces.

— Es una cita. — confirmó Jimin, todavía riendo por todos los sentimientos positivos que le causaba Jungkook.

Allá afuera habían tantas personas heridas.

Y Jimin quería que supieran que si necesitaban ayuda, alzaran su voz para pedirla, porque tal vez alguien escucharía.

Porque no estaba mal necesitar esa ayuda, sabiendo que un día ya todo no estaría perdido.

fin.

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