5. llevar la fiesta en paz
Seokjin y Hoseok habían pasado toda la tarde en el departamento de Jimin, pero no porque tuviesen cosas importantes que conversar con el pelinegro. No. Ellos simplemente querían celebrar la incorporación de Jungkook a la banda y explicarle lo que tenía que hacer.
Jimin no los acompañó. Se despidió después de comer y dijo que volvía pronto, pero desapareció el día entero.
Volvió cuando sus amigos ya se habían ido.
Jungkook iba saliendo de la ducha cuando se lo encontró en su lado de la habitación. Lo observó desde el marco de la puerta, con sus cabellos húmedos y desordenados, pero ya vistiendo su pijama.
Jimin estaba arrodillado junto a su cama, sosteniendo una foto enmarcada entre sus dos pequeñas manos. Jungkook se dio cuenta de que apestaba a alcohol, pero no dijo nada. Ya estaba acostumbrado a que Jimin regresara al departamento cerca de la medianoche, y oliendo así. Era cosa de todos los días.
— ¿Nueva decoración? — preguntó, sonriendo levemente desde su lugar. Jimin dejó el cuadro sobre su mesita de noche, y sacó uno más del segundo cajón de esta.
— No te importa. — respondió fríamente, y dejó el cuadro junto al anterior. Sin tomarle importancia a lo que decía Jimin, Jungkook rodeó su cama hasta llegar a la del chico y se arrodilló a su lado.
A pesar de que sintió la mirada de Jungkook, prefirió seguir ignorándolo.
— Tú eres peor que yo. — se quejó Jeon —¿Por qué tienes que ser un idiota todo el tiempo? Soy el único que hace algo para que nos llevemos bien, pero tú te comportas como si el que hace las cosas mal soy yo.
Jimin rió, pero no fue una risa amable. Su poco brillante mirada cayó sobre la de Jeon.
— No te equivoques conmigo, Jeon. No intento ser un idiota. — le regaló una sonrisa áspera y falsa —. No todos son cómo tú, y por eso mismo tienes que saber que no vivo pensando en hacerte sentir mal con mis actitudes. Sólo intento que mantengamos distancia. — admitió, desviando su mirada a las fotos —. Lo siento si te hice pensar otra cosa, pero no te odio. Sólo no me agradas. Así que... La verdad prefiero no tener problemas contigo. Pero lo haces difícil. Robas mi comida, me dices insultos... ¿Cómo quieres que no responda? Comienza a respetar mi casa, y tal vez ahí ya no sea tan "idiota" como dices que soy.
— Park... — intentó intervenir, pero el pelinegro no lo dejó.
— Sobre la banda... — volvió a mirarlo, con una dura mirada que definitivamente significaba "no me interrumpas" —... No me molestes durante los ensayos. Tomalo como una tregua. Ni tú me hablas ni yo a ti, y hacemos lo que tenemos que hacer. Estar enfocados en el ensayo. — se puso de pie, y se dirigió a su cama. Jungkook lo observó sentarse en ella, y luego, perderse entre las sábanas —. Las decisiones en la banda, las tomamos en equipo. Sólo hablaremos si tiene que ver con eso, pero cuando volvamos aquí todo será como siempre.
Jungkook suspiró. Definitivamente Jimin nunca bajaría la guardia.
— Está bien, Park. — le contestó en un susurro. Las fotos enmarcadas llamaron su atención, y su mirada cayó sobre ellas. Eran fotos de la banda. Hoseok, Seokjin, Jimin y un cuarto chico que él no conocía. Hoseok y Seokjin hacían caras graciosas, mientras que Jimin y aquel chico se abrazaban y miraban a la cámara con una gran sonrisa. Jungkook no pudo evitar sonreír. Jimin lucía precioso en esa foto, y demasiado juvenil. No lo había visto sonreír así nunca en el tiempo que llevaba conociéndolo.
—¿Por qué sigues ahí? — la voz de Jimin lo sacó de su ensueño, y volteó enseguida en su dirección.
Lo miró sin dejar de sonreír, lo miró directamente a los ojos. No podía evitar observarlo así... Totalmente hipnotizado.
El pelinegro estaba completamente cubierto por su manta y sólo asomaba sus pequeños ojos, ¡era adorable!
— La foto está linda. — Jungkook se encogió de hombros, devolviendo la mirada a los cuadros —¿Quién es el otro chico que está contigo?
— Es Yoongi. — contestó, cerrando sus ojitos. Listo para dormir —... Nuestro antiguo guitarrista rítmico.
— Oh, el que se fue de la ciudad.
— Sí, el que se fue... — gruñó, esta vez tapándose totalmente con la manta —¡Ya vete a dormir! — gritó desde ahí abajo. Jungkook rió. A veces Jimin se le hacía muy tierno.
— Eres tan amargado.
— Pues sí, y el día que acabes con mi paciencia te echaré de aquí. Recuerda que esto no es para siempre, sólo le hago un favor a papá. Si encuentras un lugar nuevo, te vas.
— Llevas tiempo diciendo eso, pero nunca me echas. Yo creo que me quieres a tu lado. — bromeó Jeon, entrando a su cama.
Jimin asomó sus ojitos nuevamente, y se asustó un poco cuando se encontraron directo con los de Jeon.
— Eres un idiota. — le dijo sin apartar la mirada. Jungkook sonrió.
— Eres precioso. — le dijo desde su lugar. Sin poder creer lo que había oído salir de la boca de Jungkook, se destapó completamente y lo observó alarmado. ¿Estoy alucinando? Se preguntó. Pero no lo estaba, porque Jungkook repitió: —Eres precioso.
Y Jimin juraba haber visto adoración en la mirada de Jeon, que examinaba cuidadosamente cada pequeño espacio de su rostro.
Tragó saliva, nervioso por lo mucho que se había acelerado su corazón. No sabía de dónde había salido aquella placentera opresión en su pecho.
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