La mañana finalmente llegó. Jungkook se removió en una cama que no era suya, completamente desnudo y con los cabellos desordenados. Su cabeza dolía intensamente, los rayos de sol que se filtraban por las ventanas le golpeaban agresivamente en la cara y la agitada ciudad despierta estaba zumbando en sus oídos.

Las escenas de aquella madrugada tardaron en regresar a su mente, pero cuando lo hicieron, abrió sus ojos rápidamente y se incorporó de golpe en la cama. Ahí fue cuando notó que estaba en la cama de Jimin, entre sus mantas y no entre las suyas propias.

— Quiero que me hagas sentir que no estoy solo. — recordó cómo Jimin le había susurrado débilmente.

Sin poder creerlo, miró a su alrededor. Fue entonces cuando captó la presencia de aquel chico que había tenido entre sus brazos toda la madrugada, que lo miraba atentamente desde el otro lado de la habitación, atando sus tenis deportivos y sentado cómodamente en la cama de Jungkook.

— Jiminssi... — balbuceó, sin saber qué decir.

Jimin lo miró inexpresivo y de manera fija, esperando por lo que tenía que decir.

Al final Jungkook no fue capaz de decir cosa alguna, así que Jimin tomó la palabra.

— Te hice desayuno. — le dijo, señalando la bandeja con comida que estaba junto a la cama, situada en la mesita de noche —. Vete a lavar los dientes y come, el desayuno es la comida más importante del día.

— Eso siempre decía mi madre. — recordó Jungkook.

Jimin ante eso no dijo nada, sólo se puso de píe al ya haber terminado de atar los cordones de sus tenis y se dirigió a la puerta.

— Voy a correr en el parque, Jeon. Nos vemos a la hora del concierto. — le comentó cuando estuvo en el marco de la puerta que conducía a la sala, sin voltear a verlo  —. Necesito matar los nervios.

Y Jungkook quiso correr detrás de él, quiso besarlo y sentirlo una vez más.

No quiso dejarlo ir.

Lo deseó más que antes de tenerlo, lo anheló.

Se dio cuenta de lo mucho que lo quería.

Se dio cuenta de que estaba enamorado y quería pedirle que no abandonara la habitación y le permitiera besarle.

Pero prefirió no presionarlo y lo dejó marchar.

Porque quizá para Jimin... Ellos no eran más que dos chicos que solamente compartían una habitación.

(...)