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Capítulo 21

—¡Free!

—Lárgate, quiero estar sola.

—No me iré hasta que hables conmigo, Free.

—Por Dios, Laura, ¿no te enseñaron a dejar a la gente sola cuando está furiosa? —masculló.

—No, no me enseñaron. Se me da un asco ser así. De modo que deberás hablar conmigo.

Liberty seguía de brazos cruzados, mientras admiraba la planicie bajo la luz de las estrellas. Algunas ranas croaban a lo lejos.

—¡Carajo! ¡Mierda! —Recogió una piedra y la hizo chapotear—. Eres una persona muy insistente.

—Sí, lo soy. Ahora, habla conmigo.

—¡Pensé que el segundo artículo sería sobre nosotros!

—Lo sé.

—Quería que el puto mundo supiera que también existimos y que no estamos enfermos. —Lanzó otra piedra y tomó otra.

—Ya sé.

—Quería... No. ¡Necesitaba! Mostrar que somos gente normal con perspectivas normales. Se supone que Joe hablaría de él, de cómo se superó y esas cosas... —Su voz se quebró. Se rindió con la roca y ya solo la dejó caer al lado de su pie.

—Lo sé —dijo Laura una vez más, ya serena. La abrazó, y después de mirarla de frente le dijo—: Liberty, escúchame, Joe tiene razón. Deberías ponerte en sus zapatos. Él viene de Nueva York, de un ambiente de mierda en el que su padre los negó a él y a su hermano por abrir negocios para homosexuales. ¿Cómo esperas a que alguien, con un pasado así, hable de sus ganas por ser aceptado? Es estúpido, y tú no eres ninguna tonta.

—Creo que no estamos de acuerdo... —replicó, desganada.

—¡No! Mírame, Free. ¡Mírame! Tú no eres tonta. Dilo.

—No soy una tonta. —El llanto la venció.

—¿Ahora entiendes por qué él no podría ayudarte con ello?

—Sí...

—Por el momento ni Gina ni su artículo, ni Lavender ni Joe, y ni siquiera yo seremos capaces de cambiar esa perspectiva en la sociedad. Mira, sé que quieres cambiar el mundo para que tú puedas ser feliz contigo misma, y es una causa muy noble, pero por ahora es imposible. No está en tus manos. Si Gina te dijo que ella podía hacer un reportaje mágico para que todos viésemos lo hermosa que es tu causa, te engañó.

—Ella no quiso decirme nada... Solo me apoyó. Es tan noble que no quiso decirme toda la verdad. Tal vez no es tan dura como tú. Y se la pasa escapándose de mí. Es igual que Joe, solo rechazándose a sí mismos. Ya no me quiere ni tocar. Como que quiere y no puede.

—También ponte en sus zapatos, amiga. Gina viene de darse cuenta. Para ella es complicado. Deberás tenerle más paciencia de la que crees. Carajo, ¡tú misma me lo dijiste, para que lo entendiera!

Liberty empezó a reírse.

—Tienes razón —respondió, limpiándose sus lágrimas—. Pero es que soy pésima para ponerme en los zapatos de los demás. Apesto comprendiendo a la gente, ¿sabes?

—Lo sé, Free, es jodidamente difícil.

—Pero lo estás haciendo.

—Yo más bien me doy cuenta de lo que es lógico.

—Entonces el segundo artículo ya no tiene sentido. Si lo publico, arrestarán a Joe, ya sea por ser mafioso u homosexual; haré que Gina acabe en la cárcel por escribirlo, además de que de seguro le freirán la cabeza, y yo acabaré igualmente en un manicomio, con doctores que me obligarán a hacer terapia de conversión. Yo le tengo pánico a los hospitales. Allí solo hay muerte y dolor. ¿Has escuchado que los espíritus...?

—Free, ¿qué demonios estás diciendo?

—No lo sé.

—¡Ja! Típico de ti.

—Gracias, Laura, pero ¿qué tendrá que pasar? ¿cuándo podré hablar de nosotros?

—Bueno, algún día algo tendrá que pasar. Cuando suceda, espero que lo sepas reconocer. No viviremos toda la vida teniendo leyes tan imbéciles. Las leyes son solo escritos hechos por viejos ignorantes, ¿sabes?

—Supongo que tienes razón.

—Sí, se sientan a escribir textos para controlar a la gente. Son puros viejos egoístas. Que ellos lo digan, no quiere decir que seas ilegal. Nadie debería serlo.

—¡Es verdad!

—Se supone que las leyes deben proteger al justo y defender al inocente.

—¡Es más que cierto!

—Y como son hechas por el hombre, también son efímeras. Cambian.

—¿Lo harán?

—Oh, créeme, lo harán.

—Sueño con ese día.

—Sueña, y sueña mucho, pero hoy debes ser paciente. La paciencia es más importante que la perseverancia.

—¿Quién lo dice?

—Yo misma. Ahora. Frase oficial de Laura Baywick, 1968.

Liberty se carcajeó como de costumbre.

—¿Ya te sientes mejor?

—Sí. En serio, gracias.

—De qué. Regresemos. Todavía podríamos seguir contando historias de fantasmas.

Liberty asintió, ya reformada.

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¡Holi, holi!

Aquí no se menciona la canción, pero en mi imaginación se reproduce ese tema cuando la escena cierra o algo así 😅

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