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The Hellfrak - Boogie Man

Tres semanas pasaron después del doloroso episodio en la disquera, donde Jason y Rocky amedrentaron contra Dana por la imagen donde difamaban a Astrid, con la intención, según ellos, de hacerla quedar mal con Fernanda y sacarla del grupo Skullcats. Por suerte para ella, el tiro les salió por la culata al contrabajista y baterista de la agrupación, dejando al grupo solo con la vocalista y con Mandy, la guitarrista del grupo.

Pero no todo fue malo para ellas, pues fueron socorridas por Beyon the Ligth, dejándolas quedarse en casa de la bajista y la dibujante, con las únicas condiciones de cuidar de Annie cada que se quede a solas con ella, procurar encontrar nuevos integrantes para su banda y seguir mejorando en su música.

A consecuencia de lo acontecido en la disquera, Dana pudo enterarse de los sentimientos que tiene Mandy por ella, y tras aquel primer beso que se dieron frente a la banda de Deathcore, la vocalista de Skullcats pudo sentirse amada por su amiga, quien siempre la cuido después de los abusos sufridos a manos de Jason y Rocky.

Un día Fernanda y Astrid tuvieron que estar hasta tarde en su trabajo mientras que Annie se quedaría en casa de Robert y Emilie, por lo que Dana y Mandy se quedarían a solas en casa. Para su fortuna era el día libre para ambas, el cual aprovecharían para pasar tiempo de pareja. Con unos pastelillos conseguidos en el trabajo de Dana y frituras compradas por Mandy, se acomodaron en el sillón de la sala para ver la versión clásica de la icónica película Poltergeist, que era la favorita de la vocalista.

Ya entradas a mitad de la película, con Dana recostada en el regazo de Mandy mientras esta última acariciaba su cabello, salía la legendaria escena de la niña levitando en el aire, esto mientras que el brazo de la guitarrista rozó por accidente el pezón de su amada, lo que ocasionó un leve gemido contenido en ella. Tras eso, la película pasó a segundo plano, pues sus ojos no dejaron de verse detenidamente, invitando la una a la otra a romantizar más el momento.

Dana se puso de rodillas, postrando sus labios los de la chica frente a ella, que solo respondía a los movimientos de su lengua mientras que las manos de Mandy se posaban en las caderas de la cantante. Los besos y caricias pasaron de ser leves y tiernos a intensos y apasionados en solo cuestión de minutos.

Recogieron las frituras restantes y apagaron la televisión para ir a su cuarto; bien pudieron seguir en la sala, pero el miedo de ser atrapadas en medio de su acto de cariño mutuo era enorme, tal como sucedió días atrás cuando "miraban" El Laberinto del Fauno y, a mitad de los besos y caricias aparecieron las dueñas de casa junto a su pequeña hija y en fracción de segundo dejaron su ritual para desviar las caras por la vergüenza de lo ocurrido.

Ya en su habitación, Mandy acostó a Dana en la cama para continuar besándose, a la par de que la guitarrista comenzaba a levantar tímidamente la playera de su amada. La timidez no era de más, pues temía a que, de avanzar en ese aspecto con ella, pudiera revivir los malos momentos con Jason y Rocky cuando abusaban de ella; pero la leve insinuación de Dana le dio el valor para continuar.

Dejando a la vocalista sin prenda superior, miró su terso cuerpo sin nada, dejando ver sus pequeños pechos y abdomen plano con esa piel suave y blanca, de igual forma se quitó su playera de forma rápida y, sentada en la cadera de Dana, la miró dulcemente y con un dedo trazó una línea que fue desde su ombligo hasta su mano; entrelazando sus dedos y jalando los brazos de la vocalista hasta arriba de su cabeza para que esta última soltara un ruido de placer. Los ojos de Mandy se llenaron de pequeñas lágrimas al ver y sentir las heridas en sus muñecas, dolorosas marcas de duras batallas apenas ganadas.

–Lamento no haberte protegido como era debido –decía con unas gotas saliendo de aquellos ojos, manchando las mejillas de Dana.

–No linda... yo soy quien lo lamenta por no ver lo preocupada que estabas y todo el cariño que me tienes –su pequeña sonrisa relajaba a la guitarrista–. Pero ahora es diferente, nos tenemos la una a la otra.

Mandy empezó a besarla desde las muñecas, recorriendo su brazo hasta llegar a su cuello para bajar a sus senos y llenarlos de placer, lo que provocaba suspiros, gemidos y contorciones en Dana, quien, ya liberada de las manos, desabrochó y quitó los pequeños pantaloncillos de ambas para quedar expuestas la una a la otra. Las manos de la guitarrista surcaban por todo el cuerpo de la vocalista hasta llegar a su pubis, el cual estimulaba lentamente, ganándose otro gemido, más sonoro, junto a los movimientos de cadera de ella.

–Por favor... no me abandones –decía Dana de forma tierna y triste entre gemidos y suspiros, mientras rodeaba el cuello de Mandy con sus brazos.

–No lo voy a hacer, te lo prometo –dicho esto, introducía los dedos índice y medio en la cavidad erótica de la vocalista quien ni sosa ni perezosa, comenzó a estimular a su pareja en los pechos y clítoris, para que el placer fuera mutuo en ambas.

–Perdona si no soy hábil en esto, pues solo he estado con chicos –se disculpaba Dana.

–No te preocupes linda, aprenderemos juntas –le decía para consolarla–. Continuemos con esto.

Tapando los labios de la vocalista con los suyos, la guitarrista procedió a separar las piernas de su amada para pegar su cadera con la de ella y comenzar una danza rítmica digna de las diosas Venus y Afrodita, donde hubo derroche de pasión, lujuria y deseo por parte de ambas.

La noche llegaba y las dos se encontraban descansando de su desdén, estando Dana recostada en el brazo de Mandy, platicando de sus experiencias pasadas, empezando por las alegres, pero poco a poco amagándose conforme continuaban con sus historias más tristes.

–Sabes, tengo que confesarte algo –decía la guitarrista, escuchando como su pareja le indicaba que podía continuar–. En una ocasión, cuando aún vivíamos con Jason y Rocky, escuchaba ruidos en tu habitación, entre gemidos y gritos de dolor. Supuse lo que pasaba, pero entreabrí la puerta, y solo noté como ellos te follaban a punta de golpes. –Su voz se empezaba a cortar–. Quería detenerlos, pero el miedo y dolor de verte así me lo impidió. Lo lamento mucho.

Sus lágrimas caían a cuentagotas, pues no quería que su amada se pusiera triste.

–No seas dura contigo, ambas sabemos por qué no podíamos. Igual he de decirte algo sobre esa noche. El momento que tú dices... Yo si logré verte en aquel momento y noté que te quedaste viendo. Quería pedirte ayuda, pero las manos en mi cuello me lo impidieron.

El momento fue melancólico, las dos se consolaban con tiernos besos y caricias. Ya más contestan, salieron del cuarto con solo una camiseta holgada y unas trusas para tomar un pequeño refrigerio, pero al llegar a la sala notaron la presencia de las dueñas de casa.

–Fernanda... Astrid... –Dijo atónita Dana.

–¿Hace cuánto llegaron? –Recompuso Mandy.

–Hace tiempo, no mucho –Respondía Astrid.

–¿Cuánto tiempo? –La vocalista estaba preocupada.

–Lo suficiente –decía Fernanda–, tanto como para saber que los resortes de esa cama son muy buenos –lanzaba una sonrisa burlona–. Lo bueno que Annie estaba dormida cuando la llevamos a su cama, sino le tendríamos que dar muchas explicaciones.

Las psychobilly se avergonzaron, desviando las miradas a diferentes direcciones, sintiendo las ganas de que se las tragara la tierra.

–Siéntense chicas –les decía la pintora–, vamos a comer algo antes de dormir.

Las cuatro chicas se acomodaban en pareja para degustar la comida de Astrid, platicando un poco de los proyectos de EP para Skullcats.

Todo estaba por ir de maravilla para la recientepareja.

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