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7._Anecdotas


La cena fue un poco tensa. Mary bajó a comer y se sentó a un lado de Dai causando una escena digna de comentarios, de miradas indiscretas, de media sonrisas burlonas; toda una charla por debajo de los sonidos de los cubiertos estrellándose con platos los platos.

Whiss tenía una posición privilegiada sentado al costado de Inés. Desde allí veía como el novio de Matilde, Richard, veía a su padre con los ojos de un rufián planeando una fechoría y como esa mujer rubia miraba a su progenitor casi extasiada. A Mary se le veía un poco triste, pero su expresión natural era melancólica. Dai la miraba a ratos con una leve ternura. Los demás no le eran relevantes, pero los vigilaba de todas formas y sabía su padre hacia lo mismo solo que de un modo mucho más discreto que el suyo.

-Mañana deberíamos ir a la playa- sugirió con un entusiasmo que en esa mesa sonó casi a una burla.

-A mi me parece buena idea- exclamó Alan- Incluso podemos hacer una barbacoa.

-Sí, no se oye mal- murmuró Mary casi jugando con su comida.

-¿Y tú tienes ánimo para festejar?- le cuestinó Tami.

-Sí Richard tiene ganas de casarse con mí tía después de que le pusieron los cuernos ¿Por qué yo tendría ganas de celebrar que todo quedo en familia?

Inés se cubrió la boca con la servilleta al oír eso. Whiss hizo lo mismo con la mano, pero Alan se echo a reír a carcajadas.

-Eres la reina de la respuesta rápida, prima- exclamó dando fuertes aplausos- Esto amerita ¡Mensonge on y va!

-No jugamos a eso desde que teníamos ¿Cuánto? ¿Trece años?- dijo Tami con cierto entusiasmo.

-¿Qué es Mensonge on y va?- preguntó Whiss.

-Vamos a decir mentiras- le contestó Inés- Mi esposo inventó ese juego gracias a una canción. Tal y como sugiere su nombre  tienes que decir mentiras, pero no cualquier mentira, amor.

-Te daré un ejemplo querido abuelo- le dijo Mary mientras cortaba su carne- Todos creen que lo mejor que le sucedió a la abuela es haberte conocido.

-Tami odia el sadomasoquismo porque no es capaz de soportar el dolor de un pinchazo de aguja- exclamó Alan.

-Alan piensa que lo gay se contagia y por eso odia al tío Rubén- respondió Tami.

Dai, Whiss y todos los que estaban llegando a esa familia se quedaron un tanto perplejos ante la cantidad de comentarios afilados que comenzaron a lanzarse los unos a los otros. Parecía que de pronto estaban en en medio de una pelea de gladiadores en la que de un momento a otro se vieron enredados también. Algo aturdidos comenzaron a recibir mentiras de las que tuvieron que defenderse y cuando eso sucedió la batalla se volvió brutal, porque si en algo eran buenos padre e hijo era en usar las palabras. Curiosamente pese a lo duro de los golpes, no había entre todos un ambiente que se pudiera definir como hostil y es que el juego requería agudeza, ingenio y algo muy difícil de lograr: impermeablilidad respecto a lo que te dijesen.

Whiss no perdió la oportunidad de desquitarse de todos los presentes. Incluso de su padre y también de Mary.

-Whiss jamás se preocuparía de las arrugas que se le están formando en los ojos- le respondió Dai antes de llevarse la copa de vino a la boca.

-Yo tengo un cutis perfecto- murmuró el muchacho y miró a Inés que le dijo que sí con una sonrisa divertida.

Mary no pudo evitar reír obteniendo una mirada de Richard, que su supuesto novio interrumpió con un comentario.

-Espero no esté pensando en cobrarse con mis tiernos pastos lo que su vaca comió del heno en los establos- le dijo con una mirada que se sintió peor que sus palabras.

-¿Te crees muy listo, infeliz?- exclamó el hombre bastante ofendido.

Antes de que las cosas se salieran de control, Inés dio el juego por terminado. La cena acabo pronto y algunos que quedaron medio dolidos después de aquel lúdico momento, prefirieron retirarse a sus habitaciones. Mary no fue una de esas y pensó en hacer uso del único televisor de la casa que estaba en la sala. Quería ver una película. Nadie pareció interesado en su panorama, pues todo el mundo tenía su teléfono celular con internet. Dai subió a refrescarse. Whiss llevó a Inés a su cuarto. Cargar a la mujer por la escalera era algo que hacía con cuidado. Cuando volvió por la silla de ruedas miró a la sala. Mary estaba sola ahí. Muchas cosas observó Whiss esos dos días. Una de las más importantes era que nadie se preocupaba por Inés. Nadie le preguntaba respecto a su salud o se ofrecía para ayudarla. Ella requería ayuda para varias cosas, pero todos sus parientes lo ignoraban. Claro que las palabras de Inés: "ellos tienen motivos para ser así", le hacia cuestionarse si realmente esa gente era tan mala como la propia anciana decía.

-Tu nieta está sola en la sala- le dijo Whiss, a la mujer cuando entro en la habitación.

-¿Y los demás?

-En sus habitaciones supongo- contestó el muchacho dejando la silla de ruedas junto a la cama.

-Espero que el espectáculo de hace un rato no te haya causado una impresión negativa, cariño.

-No. Pero tengo que decir que tienes una familia muy... singular.

La mujer buscó un libro en la mesa de noche que resultó ser un álbum de fotos que le ofreció a Whiss que se sentó en el borde de la cama para verlo.

-Todos los que están allá afuera, vivieron conmigo un tiempo- le dijo mientras Whiss miraba las fotos de Mary y los demás siendo niños- Sus padres los dejaron aquí por unos años. Todos por diferentes motivos. Los padres de Tami murieron producto de un tiroteo. Los de Alan se divorciaron y él quedó en midió de un despiadado litigio. Mary... Su madre tenía demasiados asuntos que atender. Eran solo unos niños a la deriva que cayeron en mis manos y yo, con mi educación de principios del siglo pasado, me esforcé por hacerlos fuertes. No les mostré una gota de afecto o consideración a sus penas, pensando que como niños no sabían de dolor. Incluso los golpee más de una vez. Tami rápidamente comprendió la rutina de esta casa. Alan era un rebelde selectivo, pero Mary era indomable. Nada la asustaba. Ni los castigos, ni los golpes o quedarse sin comer. La única vez que doblegue su espíritu fue cuando destruí aquel objeto. Pero la infeliz se fue de la casa...

-Yo también me fui de la casa una vez- comentó Whiss, pero como reflexionando en otras cosas mientras veía los retratos- Me mudé a la casa de muñecas de mis hermanas.

Inés medio rio con eso.

-Vivi ahí dos días comiendo las galletas que me daban Vados y Cus.

-Mary siguió la línea del tren y llegó al pueblo vecino dónde busco refugio en una iglesia. La policía la trajo dos días después.

-Sí hubiera hecho eso mi padre me pone en la escuela militar- comentó Whiss.

-Yo quise ponerla en un internado, pero entonces su madre vino por ella. Tami fue la que más la extrañó, aunque nunca lo va admitir.

-Es un tanto rebelde- comentó Whiss y reflexionó un poco- Los demás parecen obstinados y ambiciosos. Será difícil dejen esta casa- agregó al devolverle el álbum de fotos.

Inés no contestó. Un ruido en la cocina los hizo ver hacia el pasillo.

El la sala Mary se levantó del sofá para ir a ver qué había sucedido. Ahí encontró a Dai con la cafetera en la mano y a Matilde levantando los trozos de una taza hecha pedazos en el piso.

-Pensaba llevarte un café con vainilla para que disfrutaras la película- le dijo Dai al verla parada bajo en el umbral- ¿Sigues molesta conmigo, querida?- le preguntó al no obtener respuesta de la muchacha- Sí, sigue molesta.

Mary no dijo nada y se dio la vuelta para volver a la sala.

-Mary es extremadamente celosa de lo que ama- le advirtió Matilde- En serio me sorprende que no le moleste tu trabajo.

-Una cosa son los celos, otra la inmadurez- le dijo Dai tomando otra taza de las que le había pedido de favor a Matilde le alcanzará.

-Sí, es cierto. Richard entendió todo el asunto y ahora está más enamorado que antes.

-Más subyugado me parece- comentó Dai poniendo la vainilla al café.

La mujer se medio sentó en la mesa y cruzó los brazos viendo fijamente a ese sujeto.

-Lo pasábamos bien juntos y si hubieras querido lo hubiésemos pasado mejor- le dijo Matilde con un tono juguetón. Dai la ignoro- ¿Siempre eres tan serio?
Es que ni con Mary te he visto ser amoroso. Le diste un ramo de flores, pero...

La mujer se interrumpió al ver llegar a su prometido que vestía un pijama de color gris. Estaba descalzo y tenía una mirada de resentimiento un tanto intimidante. Dai se giro un poco para ver a quien ella estaba mirando. Saludó al hombre, pero este no le contestó.

-¿Qué tanto estaban haciendo ustedes dos?- le preguntó
Richard a la mujer.

-Esperaba que Dai desocupara la cafetera. Espérame arriba, amor. Iré enseguida- respondió Matilde y el hombre se dió la vuelta para ir hacia la escalera.

-Su prometido parece un hombre rencoroso- Comentó Dai- Por el futuro de su matrimonio espero no me vea obligado a contar la verdad de los hechos.

-¿Disculpa?

-Mantenga a ese hombre lejos de mí y en especial de su sobrina, Matilde-le advirtió Dai tomando dos tazas de café en sus manos para llevarlas a la sala.

-Richard está loco por mí- murmuró la mujer un tanto molesta.

Dai se sonrió un poco burlón y caminó despacio hacia la sala. Mary estaba ahí viendo la televisión a un volumen muy bajo. Estaba sentada con las piernas sobre el sofá y con los ojos fijos en la pantalla. Dai se sentó a su lado ofreciéndole el café que ella tomó de un modo un poco frío.

-¿Interesante conversación tuviste con mi tía?- le preguntó con un tono afable.

-Solo estábamos llegando a un acuerdo- le respondió Dai.

-Crei que con lo que tú y yo habíamos hablado sería suficiente.

-El papel de novia celosa le queda muy bien- le dijo él antes de probar el café.

-Solo no quiero dar más pie a murmuraciones. Recuerda que esto es un juego de resistencia y hacer el escenario más hostil no es buena idea- señaló Mary.

-No se preocupe por eso. Mientras estemos aquí voy a cuidar de usted como si fuera mi novia- le dijo Dai- Espero usted haga lo mismo.

Mary lo miró al oír eso, le sonrió e iba a decirle algo justo cuando Whiss apareció en el lugar. El muchacho se fue a sentar de manera un poquito impertinente entre ellos dos.

-¿Qué película están viendo?- les preguntó después de saludarlos.

-Los puentes de Madison- contestó Mary.

-Es muy buena. La he visto varias veces ¿Tienen palomitas?

-No- contestaron a duo su padre y su novia.

-Espero no les moleste los acompañe a ver la película. Me gustaría conocer un poco a mi futura madrastra- exclamó Whiss cruzando las piernas- No hemos tenido oportunidad de hablar usted y yo Mary.

-Whiss no es el momento- le dijo Dai y sonó un poco irritado.

-Durante el día casi no tengo tiempo. Siempre estoy cuidando de mi amada Inés y no me queda mucho tiempo de esparcimiento- señaló Whiss viendo de reojo a la muchacha- Ahora cuéntenme ¿Cómo es que una pareja supera una infidelidad?

-Del mismo modo en que una pareja supera una enfermedad terminal- le contestó Mary- Con mucho amor.

Whiss arqueó una ceja y la miró con un poco de duda.

-No le hagas caso, querida. Whiss siempre a sido un poco entrometido- le dijo Dai- Cuando era pequeño una vez quería ver qué estaban haciendo sus hermanas y metió la cabeza entre los barrotes de la escalera. Como las chicas se enfadaron con él por estarlas espiando lo dejaron ahí y unas horas después uno de sus hermanos mayores lo encontró con los pantalones empapados de orina.

-¡Padre!- exclamó Whiss con la cara roja.

-Fue peor la vez que se la atoro la mano en el tarro de galletas. Quería sacar la mano, pero no quería soltar las galletas.

-Padre fue suficiente...- le pidió el muchacho mientras Mary se reía de forma recatada.

Dai no se detuvo terminando por molestar a Whiss que acabó por retirarse dejándolos solos otra vez.

-Anecdotas incómodas...nunca falla- le dijo Dai a la muchacha- Gracias por reír.

-No quería otro interrogatorio- confesó Mary y dejó la taza sobre la mesa de café.

 

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