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3._Pacto


-¿Es una broma?- exclamó Tami apoyando las manos en la mesa al ponerse de pie- Este hombre puede ser tu hijo.

-Su nieto diría yo- murmuró Dai y se llevó la copa de vino a la boca. Mary le miró de reojo.

-Sientate Tamara- le ordenó la abuela con una entonación digna de las fuerzas armadas- Yo jamás podría bromear con un tema como este. Whiss es mi prometido. Nos casaremos en dos semanas, cuando todos ustedes se vayan.

-Encantado de conocerlos- declaró Whiss con un ánimo fresco y gentil.

-No desperdicies tus buenos modales con estos canallas, querido- le dijo la abuela tomando la mano del muchacho- No hace falta que ellos estén de acuerdo con nuestra boda.

-¿Qué no hace falta?- exclamó Tami- Abuela te estás casando con un...un...un niño en comparación ¿Cuántos años tiene este sujeto? ¿Treinta y cinco? No puede pasar de eso.

-Tengo treinta y tres- contestó Whiss inclinandose para besar la mano de la anciana.

-Abuela te volviste loca...- declaró Tami y en seguida otros la apoyaron.

Una acalorada discusión se adueñó de la mesa. Que la abuela se casara con ese tal Whiss era escandaloso. Un disparate. Todo empeoró cuando supieron era un paramédico que conoció en el hospital. Algunos como el marido de Tami no tuvieron ninguna delicadeza y abiertamente acusaron a Whiss de ser un oportunista. Aquello acabó con la paciencia de la anciana, que producto de la furia reunió la fuerza suficiente para ponerse de pie y alzar la voz de tal manera que callo a todos los que estaban cuestionando sus acciones y hasta su salud mental.

-¿Quienes se creen que son para venir a mi casa, como mis invitados, a polemizar el como quiero terminar de vivir mi vida?- les dijo volviendo a sentarse en su silla de ruedas con ayuda de Whiss- Estoy muriendo. Con suerte llegaré a finales de año y quiero vivir ese tiempo junto a la persona que amo. Sé que lo que realmente les importa es lo poco que voy a dejarles. Mis vienes, fruto de mi trabajo, es la carne sobre la que ustedes chacales quieren soltar sus mordidas. Por eso los heredare en vida. Así no tendrán excusa para molestarme en mi boda.

Todos estaban callados y pendientes de lo que la anciana decía. Dai, en particular, oyó todo con una solemnidad meditabunda. Mary jugueteaba con su copa de vino, perdida en sus ideas. Nada podía importarle menos que lo que esa anciana decidiera hacer con su vida. 
Tami intentó decir que a ella y su marido, y a todos los presentes les preocupaba la salud de la anciana, pero la abuela la refuto diciendo que ni siquiera sabían que medicamentos ella tomaba.

-Es cierto- dijo Mary- No sabemos que tomas para mitigar tus malestares. Ni que tan avanzado está tu cáncer porque lo cierto es que nos importa tanto como a ti nuestras vidas.

-¡Mary!- exclamó Tami.

-Dejala- intervino la abuela- Esta mujercita está siendo honesta. Y eso sí que es digno de celebrar.

-¡Salud!- dijo Mary levantando la copa- Por Whiss mi futuro abuelo. Bienvenido a la familia.

-Muchas gracias- respondió Whiss con una sonrisa simpática, pero evidentemente forzada- No vuelva a llamarme abuelo por favor.

Mary imitó la sonrisa que él le dió y tras una exclamación de la abuela, la comida siguió su curso. Todo el asunto era como ver un grupo de malos actores. Nadie, salvó por Whiss y la abuela, hablaban y todos estaban pendientes de esos dos. Es que ver a la anciana tratar a alguien de forma amorosa era todo un espectáculo. Ella jamás era gentil con alguien. Ni siquiera con los más jóvenes de la familia. Pero con ese sujeto era un amor de persona. Él se veía muy feliz disfrutando de la comida, prácticamente ignorando a todos los demás.

La comida tardo una hora en terminar. Algunos pasaron a la sala para disfrutar un café. Otros se retiraron a sus habitaciones, Mary fue una de esas. Pero como fue la última en llegar temía le hubieran asignado dormír en la alfombra.

-Sofi, lleva a esta mujer y al señor Dai a su cuarto por favor- le pidió la abuela a su empleada.

Aquello despertó la suspicacia de Mary, pero para su sorpresa terminó en una pequeña habitación que reconoció de inmediato.

-Este era mi viejo dormitorio- murmuró cuando Sofi abrió la puerta.

Dai la miró con curiosidad. Ella no se lo dijo, pero todo ahí estaba tal cual ella lo dejó tiempo atrás. Incluso todavía colgaban algunos de sus dibujos en las paredes. Mary arrancó uno y contempló el trazo desvanecido en el amarillento papel no pudiendo evitar sentir que estrujaban su corazón.

-A Ines nunca le gustó que dibujase, escribiera o tocará algún instrumento- dijo como pensando en voz alta- Solía castigarme si me descubría haciéndolo.

-Su abuela es una mujer nacida a principios del siglo pasado- le dijo Dai observando la cama- En aquel entonces las cosas eran muy diferentes a como son en la actualidad. Y no todos pueden modificar su pensamiento con el paso del tiempo.

-Es cierto- aceptó Mary arrojando su dibujo al papelero.

La mujer caminó por el cuarto revisando el pequeño escritorio, la cajonera donde ella solía guardar la ropa. El sofá color violeta a un costado de la cama y la descolorida alfombra entre los dos muebles.

-Usted fue la única que se tomó la noticia del matrimonio de su abuela con humor- comentó Dai siguiéndola con la mirada.

-Ella es un adulto- señaló Mary viendo que Sofi había llevado sus cosas ahí y las dejo sobre un viejo baúl- Si quiere casarse con un hombre como ese, es cosa suya. Por mí que haga lo que quiera.

-No le importa- exclamó Dai.

-Ella está muriendo- le indicó Mary parándose frente al lecho.

Dai cerró los ojos mientras dibujaba una delicada sonrisa en su pequeña boca. Los abrió para acercarse a la mujer.

-La cama es...- decía, pero Mary lo interrumpió dándole una almohada y una manta- Individual. Entiendo.

Mary arqueó una ceja y no pudo evitar preguntarse si ese sujeto estaba pensando dormir con ella. Sacudió la cabeza mientras él ordenaba el pequeño sofá dónde tendría que pasar la noche.

-Necesito un poco de aire fresco ¿Le molesta si salgo al jardín?

-No, pero si hablas con alguno de ellos dímelo rápidamente- le respondió Mary.

-Por supuesto- contestó Dai y dejó la habitación para salir al patio posterior. Sofi lo guío hasta ahí, incluso le ofreció un refresco, pero él lo rechazó.

En la sala Tami y los demás medio interrogaban a la abuela. Nadie quería volver a provocar su enojo así que eran en extremo cuidadosos de no ofender ni a ella ni a Whiss, quien no parecía tener problemas para contestar las preguntas que le hacían y quién tampoco parecía querer apartarse de Inés. Eso hasta que vio a Dai salir hacia el jardín. Dando una disculpa se levantó para dejar la sala e ir tras él.

El jardín posterior de la casa daba hacia el océano. El mar estaba abajo, a unos sesenta metros, y podía verse y oírse como en pocos sitios. Dai se acercó hasta la cerca para contemplar el bello paisaje del atardecer, mas su regocijo fue interrumpido por una palabra dicha con fuerza, con reclamo.

-Padre- exclamó Whiss a su espalda y él lo miró de reojo.

-No esperé encontrarte aquí, querido hijo. Francamente estoy sorprendido- dijo, pero con una calma que se contraponía a lo dicho.

-El sorprendido fui yo- señaló Whiss- Según lo que sus primos nos dijeron, en la sala, tú y esa mujer llevan saliendo casi dos años ¿Por qué nos estuviste escondiendo algo tan importante, padre?

Dai se giro por completo a su hijo y se le quedó viendo un tanto confundido. Whiss se veía bastante serio. Incluso un poco ofendido.

-Porque es mi vida y no tengo que rendirle cuentas a nadie- contestó finalmente, tras una breve reflexión.

-Somos tus hijos. Tenemos derecho a saber con quién estás compartiendo tu vida. En especial si es alguien como ella.

-¿Qué hay de malo con Mary? ¿Qué es más joven? Ese prejuicio sería ridículo para alguien en tu posición- le señaló Dai.

-Las situaciones son completamente diferentes- indico Whiss, aunque no sonó muy convencido de eso.

-¿En qué radica la diferencia? Ilustrame por favor- le pidió Dai con un toque incisivo en la voz. El muchacho guardo silencio- Las situaciones para nada son distintas, Whiss. Incluso puede que la mía sea mejor. Mary no se está muriendo y ambos sabemos que no puede tener ningún interés en mi caudal económico.

-¿Crees que voy a casarme con Inés por ambición? Te recuerdo que ella dará su herencia a...- Whiss se interrumpió al ver la sonrisa de su padre.

-Ella puede darles, a sus familiares, cualquier cosa. Incluso un libro o un par de zapatos. Aún si les diera algo de valor, este inmueble debe constar varios millones. Y obviamente no se va a deshacer de el si piensa vivir contigo- le dijo Dai al pasar junto él para volver a la casa- Es tu vida Whiss. Eres un adulto y puedes hacer lo que tú decidas hacer. Lo mismo Inés, Mary y yo- agregó antes de alejarse dejando a su hijo con una expresión de disgusto.

Cuando Dai subía la escalera se encontró con la anciana que le saludo educadamente. Pareció querer hablar con él, pero una llamada de su familia la hizo volver a la sala. Dai subió a la habitación que compartiría con su supuesta novia a quien encontró sentada en el sobre del sofá, viendo por la ventana. Para llamar su atención aclaro su garganta, logrando que ella lo mirase y se quitará los audífonos.

-Hay algo muy importante que debo decirle y juro que no estaba enterado de esta situación- le dijo.

-¿Qué ocurre?

-Whiss es mi hijo- contestó y Mary lucio un poco confundida.

Según Dai le explicó a Mary, él tenía varios hijos. Todos desconocían su ocupación laboral. La mayoría de su prole vivía en ciudades lejanas, incluso en otros países y su contacto con ellos era muy escaso.

-Sí se está preguntando si me preocupa él descubra soy un varón de compañía la respuesta es no- continúo Dai- Sin embargo, en estás insólitas circunstancias, preferiría que no lo hiciera. Así que quiero ofrecerle un trato. Yo rebajo mi precio a la mitad y usted finge ser mi pareja por encima de mi ocupación ¿Me expliqué bien?

-Sí- exclamó Mary que cruzando los brazos se detuvo a reflexionar- Pero considerando que nos estamos haciendo un favor recíproco... No deberías estarme cobrando un centavo.

Dai cerró los ojos un instante.

-Estoy cumpliendo con mi trabajo- le señaló con un semblante serio y una mirada aguda- Usted necesita que yo permanezca aquí dos semanas y sin mi pago puedo irme ahora mismo- le recordó Dai parándose frente a ella.

-Vale. Tienes un buen punto. Pero creo que tienes más que un motivo monetario para quedarte- le dijo Mary bajando los brazos y sonriendo divertida- Sin embargo, yo puedo negarme y pagarte el precio completo. Además tú y yo tenemos un contrato. No puedes solo irte porque puedo demandarte por no cumplir lo acordado, sin mencionar toda la mala publicidad que puedo hacerte por redes sociales...

Dai arqueo una ceja, luego sonrió ladino y con un ánimo casi juguetón se giró hacia la pared para encogerse de hombros.

-No tengo argumentos para refutar eso. Tristemente tampoco poseo algo que ofrecer para mejorar mi oferta- confesó- Aunque en beneficio de esta empresa debo destacar el hecho que Whiss me conoce bien y por tanto hacerle creer que usted y yo somos genuinamente una pareja será mucho más complicado. Para ser convincentes debo tomarme más licencias de las que habíamos pactado. Y usted debe hacer lo mismo conmigo.

Mary descansó su rostro en su mano con cierto fastidio. Él se sonrió triunfante.

-Otro punto a tu favor. Tú ganas. Acepto- exclamó Mary como si no tuviera otra opción- Pero no compartiremos la cama.

-Descuide. Podemos decir que se enfado conmigo y me envió a dormir al sofá- declaró Dai y soltó una breve, pero clara risa.

-Te aseguro que me lo pasaré molesta contigo.

-Veremos, querida, veremos...

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