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11._Pretenciosos


Inés quedó atónita ante esa declaración. No dudo de su veracidad, pero ciertamente era algo que le costó digerir.

-Varon de compañía- repitió la mujer- ¿A su edad? ¿Se a dedicado a eso toda su vida?

- Encontré esta ocupación hace unos años y me he dedicado a ella desde entonces- le explicó Dai.

-¿Mary lo sabe?- inquirio la anciana.

-Sí. Ella está en conocimiento de mi trabajo. Lo que ninguno de los dos sabía era que su tía había sido una de mis clientes- le contó Dai.

-Eso quiere decir que la reacción de tu novia, cuando Matilde llegó, se debió a que pensó le ocultaste habías tenido como empleador a una pariente suya - señaló Whiss con un tono un tanto inquisidor.

-Así es- admitió su padre con toda la calma de la que disponía- Matilde contrato mis servicios y quedó satisfecha con los resultados. Sería una lastima que esa boda fuera cancelada por la revelación de esta verdad.

-Eso sería bastante poco ético de su parte- le señaló Inés- Y muy poco profesional.

-Cierto, pero no puedo permitir que el señor Richard continúe acosando a Mary en busca de una represalia en mi contra- le hablo Dai a Inés- Así que le pido, por favor, pida a su hija y futuro yerno se retiren de esta reunión a la que no fueron convidados.

Inés levantó un poco el mentón y endureció su mirada. Dai no cambio su sereno semblante en ningún momento. Unos minutos después dejaba aquella habitación satisfecho, mientras que Inés se veía un tanto resentida. No le gustaba perder.

-¿Qué opinas del trabajo de tu padre?- le preguntó la anciana a Whiss que había estado bastante callado.

-Me sorprende. No gratamente y tengo varias preguntas que quisiera hacerle- contestó con una expresión sería y fría.

-A mí me parece que es algo que va muy de acuerdo a su personalidad- señalo Inés- Alguien que vende su compañía debe ser capaz de mantener límites, de no involucrarse sentimentalmente, de no comprometer su opinión. Si. Es algo que va con él.

-En pocos días los has logrado estudiar bastante bien- comentó Whiss.

-Soy vieja eso es todo- le dijo de forma amorosa, estirando la mano hacia él para que se la sostuviera- Lo que me sorprende es que se expusiera de esta manera solo para proteger a esa mujer.

-Supongo que realmente está interesado en Mary- dijo Whiss antes de besar la mano de la mujer.

-Me alegro- murmuró Inés consiguiendo una extrañada mirada de su prometido.

El día siguió su curso sin que Whiss y Dai tuvieran la oportunidad de haber, pues el mayor se mantuvo a resguardo en compañía de Mary.

Por la tarde se oyó a Matilde discutir con su madre mientras bajaba la escalera acompañada de su futuro esposo, que cargaba unas maletas. Estaba realmente furiosa.

-Eres una vieja estúpida- le decía- Pediré que te declaren mentalmente incompetente. Tienes que estarlo para repartir tus vienes entre la gente que más odias, para después irte a vivir con un hombre que puede ser tu nieto- agregó desde el pie de la escalera.

Mary estaba en la sala. No tenía la intención de asomarse a ver qué estaba sucediendo. Ella odiaba involucrarse en discusiones en las que no estaba involucrada, pero esas palabras no la dejaron indiferente. Nunca apartó la vista de su libro y Dai que miraba una página en internet, en su tablet, lo advirtió.

-¡Nadie te quiere!- gritó Matilde antes de cerrar la puerta.

La mujer y su prometido dejaron la casa dejando una atmósfera silenciosa en la morada. Aquello se prolongó hasta la cena que fue callada, pero no hostil. Las miradas de Whiss a su padre pusieron un tanto nerviosa a Mary que se mostraba más meditabunda de lo normal. Tami era la que tenía mejor cara, pues se había peleado con su tía y su ausencia la hacía feliz.

-¿Por qué no hacemos una noche de cine?- propuso Alan y todos lo miraron- Cómo cuando éramos niños. Era divertido.

-¿Y qué quieres ver?- le preguntó Tami.

-Todos somos adultos así que una porno estaría bien- contestó echándose a reír.

-¿No pueden tener una conversación como una familia normal?- les cuestinó Inés.

-Hablemos de tu cáncer entonces- exclamó Mary silenciando a todos.

Dai había notado que desde que Matilde se fue, el ánimo de Mary había sufrido un cambio bastante brusco. Él se apartó de ella después de eso para darle espacio, pues no estaba seguro de como iba a reaccionar cuando se enterará de que él había hablado con Inés. Aunque posiblemente ella lo supo desde que su tía de fue.

-A mí me gustan las películas de terror- exclamó Tami súbitamente- Hay una muy buena que podríamos ver...

-Mejor una comedia romántica- exclamó la novia de Alan y pronto la mesa se llenó de comentarios respecto a qué película ver.

Mary guardo silencio por largos minutos. Escuchaba aquella conversación como si le hubieran estado perforando los oídos con agujas calientes. Era incapaz de comer. Dai la llamó en voz baja al notar lo tensa que estaba, pero ella ni siquiera parpadeo.

-Si no son capaces de ponerse de acuerdo en que maldita película ver ¡Entonces vayan a ver una cada quien en su maldito teléfono! ¡En su maldita habitación!- gritó Mary y se levantó de la mesa sin agregar otra cosa.

Todos la quedaron viendo hasta que desapareció por el corredor. Luego miraron a Dai como si él tuviera la respuesta a esa exacerbada reacción. Dai se levantó de la mesa pidiendo una disculpa y luego siguió a la mujer, sin embargo, al llegar al corredor fue hacia la escalera y no al patio como ella lo hizo. Considero que en el alterado estado en que ella estaba era mejor dejarla sola.

Mary se quedó en ese abandonado jardín un par de horas. El resto de su familia se organizó para ver una película en la sala. Parecían muy contentos. Los oía reír y bromear respecto de lo que estaban viendo. Ella en cambio tenía ganas de hacer todo lo opuesto. Es que no podía evadir la realidad. Mary era incapaz de ignorar lo que estaba sucediendo.

Fue Whiss quien al verla por la ventana decidió ir a hablarle. El cambio de ánimo de la mujer fue bastante evidente para él también. La llamó, pero ella no contestó. Estaba de cara a la cerca que evitaba alguien cayera al acantilado en que el patio terminaba. Frente a ella el mar se veía inmenso y oscuro. Solo cuando Whiss se paró a su lado Mary notó su presencia levantando a él sus ojos.

-Esta muy frío aquí afuera. Adentro esta cálido y tenemos palomitas dulces y saladas- le dijo Whiss de manera simpática. Ella lo contempló.

-Tú eres quien se encarga del tratamiento de Inés ¿no es cierto?- preguntó con brusquedad.

-¿Hay algo que desee saber?- le preguntó Whiss inclinandose un poco al costado para oírla mejor. Mary hablaba muy bajito en ocasiones.

La muchacha guardo silencio. Whiss quitó sus ojos de ella y miró al océano.

-Usted debe amar mucho a mi padre- le comentó después de una larga pausa.

-¿Por qué lo dices?

-No muchas mujeres son capaces de tolerar que su pareja se pasee por ahí en compañía de otra...- respondió Whiss tomando por sorpresa a Mary- Confieso yo no podría lidiar con algo así con la entereza que usted lo hace. Realmente parece que no le importa...

-Claro que me importa- exclamó Mary- Sé que es su trabajo, pero también sé que muchas de esas mujeres deben ser hermosas, delicadas, elegantes y más de una debe intentar algo más que solo pasear por ahí con él, pero...

Mary guardo silencio. Intentaba que su declaración sonara natural recurriendo a una respuesta real de estar ella en esa situación.

-¿Se lo ha dicho?

-Él se siente cómodo con ese trabajo y supongo sabes lo difícil que es hacerlo soltar algo que lo hace sentirse a gusto- le señaló Mary- Quizá, tal vez me equivoco, a ti te ha hecho más mella que a mí saber a que se dedica tu padre. Pero no hay de escandalizarse en realidad. A menos que lo que te ofende sea que te sientas responsable de eso- agregó Mary viendo a Whiss a la cara.

Él la miró y le sonrió un tanto incómodo. Para escapar de la situación la tomó por el brazo para llevarla dentro diciendo que ahí afuera solo pescaria un resfrío y que mejor fuera a ver una película con los demás. Mary prefirió subir a su habitación a descansar.

Dai estaba de pie de cara a la ventana, observando el océano sobre el cual una luna menguante derramaba su luz creando un camino difuso. Cuando la puerta se abrió, se giro a la mujer que lo miró con dureza. Él le sonrió de esa forma gentil y estéril en que solía hacer, pero la borró de sus labios cuando ella fue hacia él.

-¿Por qué se lo dijiste?- le preguntó y Dai supo de inmediato a qué se refería- Ella está enferma. Lo último que necesita es enfrentar situaciones desagradables...

Dai arqueó una ceja mientras dibujaba una sonrisa algo burlona y un poco ladina.

-Me sorprende y me agrada descubrir tiene un lado sensible, Mary- le dijo dando un paso hacia ella- Y uno bastante amplio por lo que he estado observando.

-Responde mi pregunta- le exigió la muchacha ignorando, a conciencia, lo que él le dijo.

-Solo Inés tenía la autoridad para obligar a Matilde a dejar está casa y llevarse al insufrible de su prometido con ella- contestó viendola a los ojos.

-Podrías haber hablado con Matilde. No había necesidad de involucrar a Inés.

-Veo que la salud de su abuela le preocupa más de lo que creí y usted está dispuesta a admitir- comentó pasando por su lado para quitarse la corbata- Admito tiene razón, mas debe tener en cuenta que Matilde hubiera podido decir o hacer algo para desproporcionar todo. Sin darle la oportunidad de intervenir, pude hablar tranquilamente con Inés.

Mary lo miró de reojo, pero volvió la vista al frente cuando vio se quitaba la camisa para ponerse el pijama.

-Son buenos puntos...- murmuró cruzando los brazos.

-Richard era un problema potencial para mí y en especial para usted- agregó Dai- Y a diferencia suya, yo no soy tan tolerante.

Mary se giro a verlo. Dai había terminado de cambiarse y se metía en la cama. Ella se le quedó viendo y comenzó a quitarse la ropa para dormir. Era casi media noche. Sentada en el borde de la cama comenzó a trenzar su cabello, mientras Dai se disponía a leer. Ella reflexionaba.

-Dijiste la verdad no solo para deshacerte de Richard sino también para recalcar la fuerza de nuestra relación ante Inés y tu hijo- exclamó la muchacha girando su cuello hacia él de forma lenta, un poco elegante.

Dai se encogió de hombros con aire inocente.

-Hay algo que no entiendo todavía- continúo la mujer- ¿Por qué montas está farsa para tu hijo?

-Yo no hago preguntas y...

-Tú eres un profesional, yo no- lo interrumpió Mary.

Dai se movió hacia el costado opuesto de la  cama para que Mary se acostara, pero ella se quedó sentada ahí viendolo como un fiscal ve al acusado.

-Así como usted calla sus intereses, yo callo los míos. Pero estoy dispuesto a compartir si usted también lo hace- le dijo Dai y ella hizo un gesto como un puchero.

-Odioso- murmuró Mary y se metió en la cama acostándose de espaldas a él- De todas formas muchas gracias por lo que hiciste- le dijo al acomodar la almohada bajo su cabeza.

-Fue un placer. Dije que cuidaría de usted- le recordó y luego se llevó un dedo al mentón como para pensar- Acabo de recordar que nuestro trato incluía 2 besos la hora...un día tienen 24 horas a dos besos serían 48 y si esto lo multiplicamos por 2 semanas que son 14 días nos das como resultado... Al final de este proyecto me deberá un total de 672 besos.

Mary se giro a verlo como si estuviera posando sus ojos en un disparate.

-Pero nos hemos besado dos veces así que...-decia Dai.

-Reducimos tu pago la mitad ¿lo recuerdas? Eso quiere decir que serían 334 besos si restamos los 2 que nos hemos dado...- lo corrigió Mary, luego reflexiono en lo que dijo- ¡Pero no te daré más!- exclamó y se cubrió la cabeza con la manta.

-No es bueno tener deudas

-Quiero dormir Dai...- exclamó la muchacha y él no pudo evitar reír un poco.

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