Capítulo 66.
Capítulo 66.
Primer capitulo del maraton.
Ariel.
Actualidad, semanas después del cumpleaños de Rousi.
— ¡Adentro! — grite desde la puerta.
Sinceramente no sé porque grito eso, pero se ha vuelto costumbre. Siempre que uno llega grita, esperando que el otro le responda.
— ¡Te acabo! — responde Tomas.
Camino hacia la sala, que es de donde vino el sonido de su voz. Pero primero deje mis cosas acomodadas en su lugar.
Me voy sacando la camisa del pantalón. Me quito la corbata, desabrochando un par de botones.
Llego a la sala, en donde lo encuentro inmerso en sus libros, está preparando sus finales.
Cuando siente que entro a la habitación. Su gesto de molestia es borrado, por una mirada tierna que me hace sentir un cosquilleo.
¿Es posible sentir tanto con solo mirarlo? La respuesta es sí. Mi Anteojito me tiene enamorado.
Tomo asiento a su lado. Tomo su mejilla con mi mano, para poder unir nuestros labios en un dulce beso.
Lo extrañe todo el día.
— ¿Quién lo diría? — pienso en voz alta.
— ¿Qué cosa? — cuestiona.
— Que me enamoraría. Perdida y locamente de un ruludo con lentes.
Sonríe de esa forma que tanto me gusta. Para luego besarme.
Sus manos van a mis mejillas, fundiéndonos en un beso largo y apasionado. Pero el beso dejo de ser romántico, paso a ser fuerte y posesivo.
— Te amo — dijo entre besos.
Dejo de besar mis labios, para atacar mi cuello. Sus besos son excitantes, siento la presión en mi pantalón. Es increíble como solo con besos, es capaz de calentarme.
— Te amo más — suspiro cuando una de sus manos roza mi entrepierna.
Inmediatamente hago uso de mis dedos, ansiosos por recorrer cada centímetro de su piel. Quiero sentirlo, quiero sentir todo de él. Fusionado con todo lo mío. Quiero que esta noche y todas las noches nuestros cuerpos sean uno.
Mis manos se abren paso por su short, doy gracias a que los esté usando, meto mi mano dentro del bóxer, presionando con lentitud. Haciendo que el gima en mi oído.
— ¡A la mierda el estudio! — exclama desasiéndose de mi camisa.
Sus ojos cafés se encuentran con los míos. Es perfecto, es la persona con la que quiero compartir el resto de mi vida.
— Yo digo, que hagamos uso del como sillón — levanto mis cejas en un gesto sugerente.
De un rápido movimiento que no logro prevenir, me quita el pantalón junto al bóxer. Su mirada de deseo y excitación, hizo que mi amigo se pusiera más duro.
—Yo digo que entrenemos el piso de la sala.
Con una sonrisa pícara, desciende hasta mi perdición. Entre gemidos, jadeos, suplicas y palabras extasiadas pidiendo más y más. Nos pasamos la noche.
***
— ¡No puedo creer que estemos aquí! — exclama eufórico Tomas. Quien tiene una mirada de felicidad pura, una cara que expresa la más pura felicidad.
— ¡Feliz aniversario Anteojito! — digo en su oído. Beso su mejilla.
Estoy abrazándolo de espaldas, sus manos están entrelazadas con las mías. Siento sus labios besar mis dedos.
Frente a nosotros se extendía una preciosa vista de la ciudad más romántica del mundo, Paris, Francia.
— Bienvenido a Paris, mi Anteojito — digo feliz.
Se da vuelta, me abraza con fuerza.
— Nunca creí que mi alma gemela fuera un sireno, pero estoy muy feliz de coincidir contigo en esta vida — pone sus manos a cada lado de mi cara. — Jamás me arrepentiré de haberte hablado ese día, de haberte elegido por sobre mis miedos al compromiso. Y NUNCA, oídme bien, nunca. Me arrepentiré de amarte. Porque si algo se, es que darte mi corazón fue la mejor decisión que tome en mi vida.
Siento un millón de sensaciones en mi pecho, todas son locas y profundas. Amor, cariño, deseo, felicidad plena. Siento que todo en esta vida, es perfecto. Porque lo tengo, porque al fin encontré el amor verdadero.
— Te amo para siempre — le prometo. Frente a las luces brillantes de la ciudad de Francia.
— Te amo eternamente, entonces — dice sacando la lengua. Porque siempre, tiene que ganar él.
No evito poner los ojos en blanco.
—Eres un crio.
— Entonces, tú eres mi daddy.
Palmeo su culo con mi mano.
—Entonces si soy tu daddy. Ponte en cuatro en la cama — ordeno. Enarca una ceja, pero luego besa mis labios.
— ¿Te eh dicho lo sexy que sos cuando me ordenas que hacer?
Pregunta pero no me deja responderle, porque inmediatamente me hace caso.
La noche se pasó, entre besos y caricias. Para que omitir, entre sexo, mucho sexo. Es decir estamos en Paris, la ciudad del amor y pasión. Le hacemos honor a su nombre.
Pero cuando el sol asomo por la ventana, el cuerpo de Tomas descansaba sobre mi pecho. Mientras acariciaba su cabello.
Estamos en un silencio cómodo, en donde nuestras cansadas respiraciones son los encargados de llenar el silencio.
— Cásate conmigo — dice de la nada.
Pienso que escuche mal, le pido que vuelva a repetir la pregunta.
— Eso, cásate conmigo Ariel — vuelve a decir mirándome a los ojos.
Se levanta desnudo de la cama, va hacia su mochila. En dónde saca una caja aterciopelada azul.
Abro mis ojos con sorpresa. Debí quedarme dormido, porque esto sin duda es un sueño. Un muy buen sueño.
Pero cuando un Tomas, desnudo, se sienta en la cama. Algo avergonzado, con una sonrisa bobalicona en sus labios. Me doy cuenta de que realmente está sucediendo.
Extiende la caja azul, ya abierta. Dentro de él encuentro un anillo plateado de corte ingles, el cual tiene grabado un pulso.
— ¿Quieres ser mi esposo? — pregunto. — Una vez un hombre que tuvo miedo. De forma valiente se enfrentó a todos. Diciendo que estar de la mano, con la persona correcta. Quitaba el miedo — suelta una risa. También lo hago. — Cuanta razón tenía.
— Es que aparte de sabio, ese hombre es guapo — agrego.
— Shh, egocéntrico este es mi momento.
— Lo siento, sigue con tu propuesta.
— Si, sin interrupciones — se queja —. Yo era un chico que le temía al compromiso, a las relaciones serias. No quería enamorarme, pero llegaste tú. Todo cambio por ti, nunca jamás sentí una alegría así. Te dije, que te di mi corazón — señala el pulso del anillo. — esa es la prueba física de que mi pulso late por ti.
— Si, si quiero casarme vos — respondo conmovido. Lo atraigo a mí. — Yo soy el hombre más afortunado, porque me toco un ser tan espectacular. Que conoce cada línea de mi cuerpo y aun así me ama.
— ¡Idiota! Semanas preparando el discurso, para que vengas y en cinco minutos. Digas palabras que me llegaron a mi oscuro corazón y me hacen amarte aún más.
— Que te puedo decir, soy un perfecto romántico.
—Eres un idiota.
— Pero al idiota que harás tu marido — le recuerdo.
— Cierto — dice, poniendo el anillo en mi dedo. — Te queda bien — dice mirando mi mano.
— Vos, me quedas bien.
El amanecer tiño la habitación. Pero no era eso lo que ilumina el lugar, sino una luz que desprendíamos juntos. ¿Era amor? Estoy un cien por ciento seguro, de que sí. Es amor y del bueno. Ese en donde las almas gemelas están juntas, no hay impedimentos, solo hay un futuro lleno de posibilidades.
El te amo se nos hizo corto para describir lo que siento. Lo que sentimos, mejor dicho.
No buscaba amor, y lo encontré.
No buscaba una pareja, y lo encontré.
No buscaba alguien que me ayudara a espantar mis miedos, y lo encontré.
No esperaba enamorarme tan loca y perdidamente, pero lo encontré. Encontré a mi Anteojito.
Este anillo, este viaje, esto que estamos viviendo. Solo es el comienzo.
***
En nuestra segunda semana en Roma. Se puede catalogar como hermosa, romántica y demasiado perfecta. Decidimos viajar de Paris a Roma, para celebrar que nos casaríamos.
Fue hace tres días cuando le compre un anillo de compromiso. De plata con una palabra grabada Anteojito. Creo que nunca había visto a un chico llorar de felicidad. Pero él me sorprende cada día.
Aunque Brandon sigue insistiendo en que soy el mejor suggar daddy del mundo, sus palabras no mías, pidió ser mi padrino. Y ofreció a Rousi como niña de las flores. Ya que Ornella me ofreció al pequeño Mirko como el niño de los anillos.
Nunca pensé que llegaría el día en el que estuviera hablando de estas cosas. Mucho menos el día en el que estaría así de enamorado de alguien.
Por Agustín sentí algo muy fuerte, pero no se compara. Ni siquiera un poco, con lo que siento por Tomas.
— No quiero volver nunca más—suspira Tomas.
Estábamos tomando sol en una hermosa playa. Tomo un largo sorbo de mi bebida.
— Pero, ambos tenemos que trabajar — le recuerdo.
Lo escucho bufar.
— Se un poco más divertido — se queja riendo. — Mi sireno siempre serio.
— Obvio.
Ambos reímos. Me pongo unos lentes de sol y suspiro. Mi vida es buena.
***
— Yo digo que se casen en mayo — dice mamá mientras toma su taza de café.
— ¿Pero no hace mucho viento? — pregunto.
Tomas y mi mamá me miran con cara de pocos amigos. Levanto mis manos en son de paz.
Llegamos hace dos semanas, hace una semana dimos la noticia. Y mi madre y Susana, mamá de Tomas, están demasiado emocionadas.
Mi mamá es una combinación de orgullo, llantos y sentimientos contradictorios. De que su bebé más grande ahora se esté por casar.
— ¿Qué fecha crees que sería la mejor? — me pregunta Tomi.
— Pienso que marzo — me encojo de hombros. —Así tenemos tiempo de organizar todo a la perfección y de paso las fotos saldrán perfectas. Porque vos y yo sabemos, lo perfecta que son las tardes de otoño.
Mi mamá suelta un suspiro. Pensar que yo tenía miedo de que me rechazara por quien era. Y ahora me está ayudando a elegir fecha para mi boda.
— Son tan dulces — dice en un tono soñador. — Mientras no se queden en un compromiso eterno como el de Catherine y Marco.
— No, eso no — dijimos al unísono.
Ella aplaude y festeja feliz como una niña pequeña.
— Eso, así. Te juro amo a esos dos, pero me estresa que tarden tanto en dar el sí. Pero mientras tengan amor el uno por el otro.
—Eso es verdad — confirmo.
Mamá estaba por decir algo, cuando comienza a sonar su celular.
—Es de la fundación, disculpen un segundo — dice tomando la llamada.
— ¿Entonces marzo?
— Veintisiete de marzo— respondo con una sonrisa. Me inclino hasta que nuestras narices rozan la una con la otra. Beso sus labios — te amo.
—Yo te amo más sireno — responde entre besos.
Nos separamos cuando escuchamos un llanto. Rápidamente me paro, corro hasta la sala en donde esta mamá. Quien se encuentra en cuclillas llorando en el piso.
Mi corazón se aprieta pensando lo peor ¿Qué paso? ¿Quién está herido?
Me acerco a ella y la abrazo con fuerza.
— ¿Qué paso mami?
Ella intenta hablar pero solo salen balbuceos de su boca, ella llora abrazada a mí. Hago todo lo posible para brindarle calma de mi parte.
Casi media hora después se tranquiliza. Tomas le trae una taza de té para que se serene un poco.
— ¿Puedes decirme que paso? — pregunto asustado.
— Es Nadia — murmura temblando. —Ella murió.
Tomas me mira intrigado y pregunta en voz muy baja "¿Quién es Nadia?". Le respondo del mismo modo "No tengo idea."
— Ma ¿Quién es Nadia? — pregunto cauteloso.
— Ella es una mujer que llego hace seis meses a la fundación — dice. Sus ojos se vuelven a llenar de lágrimas. — Nadia vino con un embarazo de siete meses, y golpeada. Su ex pareja la maltrataba. Vino en busca de ayuda, porque no quería que el lastimara a su bebé — empieza a hipar. Toma el té intentando tranquilizarse. — ella tuvo a su hermoso hijo, y termino la carrera de maestra jardinera. Le ayudamos a conseguir un trabajo. Ella estaba a esto— nos muestra sus dedos. Haciendo un corto espacio entre su dedo pulgar y el índice. — De comenzar de nuevo. Pero él, ese maldito hijo de puta. La mato, le quito su luz. Le quito su vida.
Mamá comenzó a llorar de vuelta. Esta vez entendía su sufrimiento, no llore. Pero me partió el alma escuchar la historia de la pobre Nadia.
Como odio a los violentos, que se creen con el derecho quitar vidas solo porque sí.
— ¿Qué le paso al bebe? — pregunto Tomas. Lo miro tiene los ojos llorosos, él es mucho más sensible que yo. Se debe estar aguantando las ganas de llorar.
Mamá saco su cabeza de mi pecho y miro a Tomas.
—No lo sé, tengo que ir hasta la fundación. Nosotros no haremos cargo de todo, si no tiene familia — ella suelta otro sollozo. — Que injusto. Que injusta que es la vida.
Unas horas después nos encontramos en la fundación. Mamá estaba en una reunión con los abogados, ya que planeaba hacer que el tipo que mato a Nadia pague por todo lo que hizo. Yo me ofrecí a ser un colaborador con la causa y aporte para que el abogado hunda a ese hijo de mil puta.
Papá Carlos esta acá con nosotros. Estamos ayudando a encontrar familiares de Nadia. Pero esto parece algo imposible.
— ¿Será posible que esta mujer no tenga a nadie en el mundo? — pregunta frustrado Tomas.
— Eso parece, al parecer perdió a sus padres a los dieciséis. Se quedó en un orfanato hasta los dieciocho. A los diecinueve se casó con Raúl Alsina, el maldito asesino, a la edad de veinte años dio a luz a Román Alsina — Digo mientras leo su expediente. — ¿En dónde está él bebe?
Ya que por lo que leo. Román tiene cuatro meses de vida, es un bebé sano.
— Según lo que dice acá — dice papá mirando la computadora. —Se encuentra en la guardería de maternidad. Ya que Ada, logro que por ahora servicios sociales no se lo lleven. Por suerte tu madre tiene contactos.
— ¿Puedo ir a verlo? —pregunto.
Ambos me miran sorprendidos.
—Cálculo que si — dice papá. — De paso lo traes para que lo conozcamos.
—De acuerdo.
Salgo de la oficina de mi madre, rumbo a la guardería. Me pierdo algunas veces ya que es demasiado grande este lugar. La verdad admiro muchísimo lo que mi mamá logro. A pesar de empezar desde cero y con poca ayuda, y mucho viento en contra. Logro crear un lugar seguro para tantas mujeres que necesitan ayuda. Sin olvidar a los niños.
Llego a la guardería. Una de las cuidadoras me detiene, pero al darse cuenta quien soy. Me sonríe de forma gentil.
—Niño Ariel, ¿A qué se debe su inesperada visita?
—Vengo a ver al pequeño Román Alsina — le cuento.
Ella hace una mueca de tristeza.
— Ese pobre bebé, quedo solito en el mundo — dice haciendo un puchero. — Ven, él pequeño está dormido.
La sigo hasta unas cunas. Siento alivio al notar que solo una de las cinco cunas, está ocupada. Eso quiere decir que no hay bebes y niños solos.
— Él es Román — dice señalando la cuna con el número 2. — Mira está despierto ¿Viste que tiene unos ojos hermosos?
Me acerco a la cuna. Allí veo a la criatura más hermosa del mundo. Arropado en una manta verde con dibujos de patos. Se asoma un hermoso bebé rubio.
Me acerco embelesado a la cuna. Los ojos azules del bebé me miran con intensidad, la cuidadora tiene razón. Sus ojos son hermosos.
—Hola amiguito — saludo.
El mueve su cabecita.
—Parece que le gusta el sonido de tu voz— dice ella feliz. La miro y le regalo una sonrisa. — ¿Quieres cargarlo?
— Si me gustaría — digo.
Ya que tengo experiencia con tres bebes, mis dulces ahijados y mi hermana. Alzar a Román es fácil.
—Hola Román — saludo.
Con mi dedo recorro su pequeña nariz, su labio. Es un bebé sumamente lindo y se ve muy saludable. Nadia sin duda hizo un gran trabajo.
Mientras lo cargo pasa algo sorprende, la pequeña mano del bebé. Sujeta mi dedo.
Me quedo sorprendido mirando su mano en mi dedo. Es un agarre fuerte y firme.
— Tiene un agarre fuerte — comento. —Serás un hombrecito muy fuerte y valiente.
Lo veo bostezar y poco a poco sus hermosos ojos azules. Empiezan a cerrarse.
— Al parecer el pequeño Román encuentra paz en tus brazos.
Y por alguna extraña razón. Yo también encuentro paz cargándolo. Se siente como algo correcto.
Tomas.
— ¿Entonces quieren una boda en marzo? — cuestiona Carlos.
—Exactamente.
— Es buena idea. Ni mucho calor, ni mucho frio.
Asiento con la cabeza estando de acuerdo con mi suegro. Es un tipazo Carlos, nunca había conocido a alguien con mi mismo nivel de egocentrismo. Hasta que me topé con los Villagrán, Julieta y Carlos, son exageradamente egocéntricos. Y eso me fascina.
— ¿Amas a mi hijo? — cuestiona de repente.
Me doy vuelta para mirarlo a los ojos.
— Claro que sí, amo cada parte de Ariel — una en especial—.Siento que él es mi complemento. Y estoy ansioso por compartir mi vida con él. No digo que no la compartamos ahora, sino que sea muy oficial. Jamás creí enamorarme de alguien, como me enamore de Ariel.
Sin previo aviso Carlos me abraza con fuerza. Demasiada, ya que me falta aire en mis pulmones.
— Eso es lo quería oír. Siempre quise que mis hijos se casen con personas que los amen tanto como yo amo a su madre. Y déjame decirte la forma en la que te expresaste es sincera y honesta. Estoy feliz de que seas oficialmente de la familia.
—Yo estoy feliz, de ser parte de esta gran y hermosa familia.
—Y si, no cualquiera entra en la familia. Se tiene que ser bello y perfecto, y solo pocos integrantes alcanzamos tales dotes.
No puedo evitar reírme a carcajadas.
La puerta se abre, ambos nos damos vuelta y vemos a mi sireno. Cargando un bulto verde. Para ser más específicos un bebé.
— Creímos que te habías perdido — comento riéndome.
—Es que esperaba que Alicia, me diera la mamadera con la fórmula para alimentar a Román.
Veo que trae consigo dicha mamadera. Me levanto para llegar hasta él.
— ¿Quieres que lo cargue hasta que te sientes? — le pregunto.
— Si gracias — responde.
Con cuidado cargo al bebé. No es la primera vez, ya tengo experiencia con mis sobrinos y mi cuñada. Pero esto se siente distinto. Miro al bebé, quien tiene sus ojos fijos en mí.
—Mira tiene el azul de tus ojos — digo acariciando su cabecita. —Es un bebé realmente lindo.
— A ver — dice Carlos. Quien se acerca hasta mí, mira sobre mi hombro. —Wow, es un bebé hermoso. Y es verdad, tiene tus ojos Ariel.
— Eso mismo ¿Seguro que no es tuyo? — cuestiono en broma.
—Si fuera mío estaría en casa con nosotros y no acá esperando tener algún familiar decente para que cuide de él.
Está enojado y frustrado. Eso es evidente, lo entiendo. Realmente lo entiendo.
¿Por qué ese hombre hizo lo que hizo?
Miro al pequeño angelito. Él no tiene la culpa de nada. Se merece vivir feliz y no en un frio lugar con personas extrañas.
— Y puede ser... — empezó Carlos pero enmudeció al ver que Ada entro en la habitación. Inmediatamente Carlos corrió y abrazo a Ada, conteniéndola en sus brazos.
Siento que mi dedo esta mojado. Miro hacia abajo, el pequeño rubio chupetea mi dedo.
—Oye amiguito deja mi dedo. No es comida — me quejo.
—Ven dámelo — pide Ariel.
Con pesar se lo doy, ya que Román necesita comer.
— ¿Qué paso con ese hijo de puta? — pregunte.
Ada me mira.
—Está preso, haremos todo lo posible porque se pudra allí adentro.
— ¿Qué pasara con el bebé? — pregunto Ariel.
— No hay familiares directo, ira a un orfanato hasta que consiga una familia.
No, no puede ir allí. Estará solito.
¿Si los otros bebes no son amigables? ¿Y si una familia de locos lo adopta?
Así que antes de que las palabras se procesen en mi mente, digo una locura que cambiaría mi vida. Y la vida de mi prometido.
— ¿Y si adoptamos a Román? —mi vista está centrada en mi sireno de ojos azules. — ¿Qué te parece otra aventura? — pregunto levantando una ceja.
Es arriesgado, tendremos muchas cosas en contra. Estamos por casarnos en seis meses, todavía no termino mi carrera. Pero tengo mi propio negocio.
Somos jóvenes, y estamos comenzando una vida juntos. ¿Por qué no ser dos? Si podemos ser tres.
— Me parece una idea perfecta — comenta mirándome. Luego mira sus padres. Quienes nos miran con una sonrisa — ¿Por dónde empezamos?
Seis años después.
Ariel
No mentiré diciendo que fue fácil. No diré que llegamos con un caso clínico de un bebé de cuatro meses, del cual queríamos ser padres.
Tuvimos demasiadas trabas. El proceso administrativo fue extremadamente largo.
Solo podíamos visitar dos horas por día Román. Durante un año entero. Hasta que pudimos pasar a la etapa judicial y la jueza, una mujer maravillosa, autorizo que Román de un año y seis meses. Pudiera vivir con nosotros de forma temporal. Mientras entraba en vigor la etapa tres.
Fueron años de luchas y de vivir con miedo a que nos lo quitaran. Porque tanto para mi esposo y para mí. Román ya es nuestro hijo, sin la necesidad de un papel que lo confirme.
Muchos criticaron diciendo que le daríamos una mala vida llena perversiones y malas enseñanzas. Pero supimos callarles la boca a todos.
Nosotros le enseñamos a Román que las familias pueden ser de distintas formas y tamaños. Que lo único que importa es el amor que nos tenemos.
Nos dijeron "el niño crecerá siendo gay". No él crecerá sabiendo que decida lo que decida, será aceptado y amado tal y como es.
Pero después de tantas personas que nos juzgaron, tantas trabas, tantos miedos, tantas risas y alegrías, y el apoyo incondicional de mi familia. Lo logramos.
Después de seis años de lucha.
Logramos ser legalmente los padres de Román Ambroni Padilla, un hermoso niño de cinco años y seis meses. A quien con orgullo llamo hijo, es mi felicidad. Junto a mi esposo.
Mi boda con Tomas fue épica, no solo porque nuestro hijo estaba con nosotros ese día. Sino porque fue algo tan bello.
Recuerdos como sus votos hicieron latir mi corazón con fuerza. Como mis votos lo hicieron llorar.
Recuerdo como Susana me abrazo con fuerza, diciendo que tenía un hijo nuevo. También como mis padres, me abrazaron con fuerza y me dijeron cuan orgullosos y felices estaban por mí.
Yo era ese chico que trataba de esconder quien era por miedo. Ese chico que pensaba que se merecía que lo pisotean porque no se animaba a decirle la verdad a su familia. Fui ese hombre que entro a un bar a tomar y llorar, porque el amor era una mierda.
Pero que mierda tan encantadora, que me llevo a conocer al que hoy es mi esposo y padre de nuestro hijo.
— Papi sireno —la voz aguda de mi hijo. Hace que deje mi computadora de lado y le preste atención.
Intento no reírme de cómo va vestido. Tiene puesto un traje de militar y en su cabeza tiene un gorro de lana con orejitas, cortesía de su abuela.
— ¿Qué pasa mi niño dorado? — pregunto.
— Lo que pasa, es que papi Anteojito me robo mi chocolate — dice cruzando sus bracitos sobre su pecho. Frunciendo su labio haciendo un tierno puchero. —Yo estar muy enojado.
—Dios, ese papi Anteojito — me quejo negado con la cabeza. Me levanto de mi sillón. Tomo la mano de mi hijo y juntos caminamos hasta la cocina. En donde mi esposo, esta terminado los cien cup cake para el cumpleaños de mi ahijada.
—Rétalo papi sireno — demanda el pequeño rubio señalando a Tomas.
— Dile a papi sireno que hiciste — contra ataca.
Miro con una ceja enarcada mi hijo. Quien sonríe de forma chistosa y se encoje de hombros.
—No es lo que padece — dice. — Quito mi chocolate.
— Te lo quite, porque ya habías comido otro antes. Y en el cumpleaños comes otro chocolate, te dolerá la barriguita. Vomitaras y el sireno limpiara el vómito.
— ¡Oye! — me quejo. — Román papi Anteojito tiene razón, no puedes comer tanto chocolate.
—Pero a mí me gusta mucho el chocolate — dice con un puchero triste.
Esto me está matando. No puedo ante esa carita de cachorrito.
—No, vallas a ceder Ariel — me reta Tomas.
Ruedo los ojos. Pero tiene razón.
—Hijo, no comerás mas chocolate hasta la fiesta de Rousi.
—Oh, está bien. Pero allí comeré muchoooooooooo — extendió la "o" por casi veinte segundos. —Chocolate.
—De acuerdo — digo.
El niño dorado asiente feliz y sale disparado. Hasta su mini tanque de guerra, el cual funciona tirando bombas de espuma. Es un desastre limpiar todo después.
Me acerco a mi esposo, amo llamarlo así, beso sus labios.
—Me encanta cuando eres un padre sobre protector.
— A mí me encanta cuando me besas — dice volviendo a besarme.
Si, lo confirmo. Soy feliz con mis elecciones.
Tengo la vida que nunca creí que tendría. Pero no puedo estar más agradecido.
Mientras miro a mi hijo y a mi esposo. Me doy cuenta de lo afortunado que soy.
Que decirles, este es camino hacia el final.Que lo difruten, en multimedia foto de la nueva familia.
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