21
—¡Suelta al omega ahora mismo, Min! —Gritó el beta entre todo el tumulto de estudiantes.
Se había creado un tremendo espectáculo luego de que el alfa pálido caminara por los pasillos con el omega rubio en sus hombros, mientras este no hacía ninguna acción de quererse soltar, tampoco se le veía ninguna gota de miedo, pero lo que más les asombró a todos, fue el hecho de que Jimin llevaba una gran sonrisa en su rostro mientras Yoongi le iba gruñendo a cualquier alfa que se encontrase en su camino. Todos los omegas sintieron envidia de Jimin, al ver la posesividad de Yoongi. El alfa realmente se veía dominante y "caliente", como nunca nadie antes lo había visto.
Yoongi siguió su recorrido hacia la salida, en la cual estaba el patio y unos pocos metros más allá, estaba la salida principal. En ningún momento se detuvo ante el insistente llamado de su profesor de química. En este momento le importaba más sacar al omega de las instalaciones. Su alfa estaba nublando completamente sus sentidos y la racionalidad. No quería que Jimin estuviese rodeado de tantos alfas.
Por otro lado, el omega estaba completamente satisfecho con la situación, puesto que le encantaba ver esa nueva faceta de Yoongi, y también el hecho de que estuviese de esa forma por él. Le encantaba que el alfa lo estuviese cargando mientras recibía muchas miradas envidiosas de parte de los omegas. Por un momento quiso gritarles que Yoongi era suyo, pero se contuvo.
—¡MIN YOONGI! —Volvió a gritar, con la diferencia de que esta vez su voz estaba cargada de desesperación. El señor tenía que velar por la seguridad de los omegas, y tenía miedo de que un joven alfa hormonal en celo, marcara a un omega a la fuerza—. No me hagas tomar medidas drásticas, Min.
Jimin volteó a ver al profesor que venía tras ellos desde hace unos pocos minutos. Podía ver el miedo y la desesperación en los ojos del señor de edad avanzada.
—No sé preocupe, Señor Han -alzó su voz para que el beta lo escuchara entre todo el cuchicheo-. Estaré bien.
Todo alrededor se quedó en silencio ante las palabras del rubio. El beta abrió su boca sorprendido al ver la serenidad y dulzura con la que el omega había hablado. Eso no era normal, se supone que el omega era apenas un crió y debería tener miedo por el hecho de que un alfa en celo se lo estaba llevando para hacerle quien sabe que cosas.
—Señor Park —habló el beta sin detenerse—. ¿Está consciente de que Min está en celo?
Jimin asintió rápidamente. Por supuesto que lo sabía, y eso lo hacía más emocionante. Se sentía exasperado por saber que podría llegar a pasar si Yoongi y él estuviese en este momento en un lugar más íntimo.
—Lo sé, pero el es mi alfa -mintió. Esa era la única forma en la que el beta los podría dejar en paz, porque a pesar de que Jimin fuese menor de edad, el alfa también lo era, por lo tanto, no había ningún inconveniente, y sobretodo, los demás no podían negarse a dejarlos si eran parejas.
El lobo de Yoongi aulló gustoso cuando el omega había dicho que él era su alfa. Ahora más que nunca necesitaba sacar de ahí a Jimin a como diera lugar.
Las miradas sorprendidas no se hicieron esperar. Todos estaban con la boca abierta y los cuchicheos comenzaron a hacerse más potentes. El beta dejó de intentar alcanzarlos y se quedó parado por un momento, dándose por rendido en ese caso, él no podía hacer nada más que dejarlos ir.
Hoseok, Namjoon y los gemelos también se encontraban persiguiendo a sus amigos. Ellos habían sido los responsables de ir a llamar al señor, ya que era el único que no se encontraba en la reunión, pero ahora sus cuerpos se habían quedado de piedra al escuchar las declaraciones del rubio.
Yoongi llegó al fin a la salida que te permitía ir hacia el patio. Bajó los escalones siendo cuidadoso, no quería caerse y lastimar al chico en sus brazos.
—Hyung -llamó Jimin un poco incómodo-. Su hombro me está lastimando -dijo en un susurró. Su estómago se encontraba recostado sobre el hombro izquierdo de Yoongi, y luego de un rato de estar en esa posición se sentía incómodo.
El pálido se detuvo rápidamente y bajó de manera cuidadosa a Jimin, haciendo que este se quejara al no tener los brazos del alfa rodeándolo posesivamente.
Un pequeño gemido salió de la boca del rubio cuando Yoongi lo agarró de su cintura y lo alzó, haciendo que Jimin rodeará con sus piernas la cintura del alfa, y pasara sus brazos alrededor del cuello blanquecino de este. Sus lobos gimieron gustosos, y Jimin sintió una calidez abrasadora cuando el alfa lo rodeó con sus brazos de forma más posesiva en su cintura.
—¿Estás mejor? —Preguntó con un tono más ronco de lo normal, algo que hizo que Jimin se quisiera derretir allí mismo, y más por el hecho de que el alfa estaba a escasos centímetros de su rostro.
—Mucho mejor -afirmó dulcemente.
En ese corto momento en el que se detuvieron, fue suficiente para que sus amigos los alcanzaran.
—¡Jimin, no puedes irte con él! -dijo a duras penas el peli-morado-. Todavía estás muy chiquito.
—Solo de altura, hyung -rodó los ojos el omega-. Camina más rápido, Yoongi -susurró en el oído del alfa. No quería que sus amigos echaran a perder lo que estaba pasando en este momento.
Yoongi rió despacito pero ronco, haciéndole caso al menor.
—Yoongi, sus padres te mataran si llegas a marcarlo —advirtió Jungkook.
El pálido gruñó cuando escuchó al alfa. Se detuvo un momento y se giró un poco, solo para que los otros le vieran el rostro. Les gruñó de forma amenazante y les enseñó sus colmillos a los dos gemelos. Su satisfacción llegó cuando vio que los otros dos paraban de caminar y lo miraban con un poco de miedo.
—No sé atrevan a acercarse a Jimin -Demandó, alto y fuerte.
Jimin sonrió complacido. -¡Ese es mi gatito!
El chico se sonrojó cuando las personas alrededor le miraron de forma curiosa y sus amigos con el ceño fruncido. Pero su sonrojo creció más ante la mirada del alfa. No estaba enojado, sin embargo, su mirada lo penetro hasta el alma.
Yoongi soltó un suspiro y siguió caminando. Quería salir lo más pronto de ahí, ir a su casa con el omega y hacer todo lo que su mente se estaba maquinando ante el aroma tan hermoso del omega.
—Jimin, piénsalo dos veces —dijo esta vez Hoseok.
El mencionado los miró con los ojos entrecerrados. -Ustedes -los señaló a los cuatro-. Si legan a llamar a mis padres y a los de Yoongi solo para que nos interrumpan, los voy a matar.
Los cuatro amigos se quedaron petrificados en su lugar, ciertamente, era lo que tenían planeado hacer. Pero no les quedó de otras más que detener sus pasos y ver como Yoongi se llevaba en brazos a Jimin, mientras este último hundía su cabeza en el cuello del alfa y comenzaba a aspirar el aroma fuerte del pálido.
El aroma de Yoongi cada vez se intensificaba más, hasta el punto que Jimin sentía que se iba a desmayar por el exquisito olor, porque sí, el olor a café y petricor que el alfa desprendía, hacía que Jimin y su omega quisieran enseñarle su cuello en cualquier momento, añadiendo el tercer olor que el rubio descubrió que el alfa tenía, al principio no estaba seguro, pero después de meter su nariz en el cuello de Yoongi, se dio cuenta que allí había un tenue olor a chocolate amargo, algo que lo dejó completamente en las nubes.
—Jiminnie —ronroneó el alfa, hundiendo su nariz en el cuello del omega, ahí, donde el aroma era más potente.
—Gatito —dijo de la misma forma el omega.
Después de que salieran del colegio, dejando un gran escándalo atrás, Yoongi y él se habían montado en un taxi para que los llevara a la casa del primero. En todo el camino el alfa no había dejado de gruñirle al beta que conducía, puesto que este los veía a través del retrovisor, incluso, llegó al punto de que había levantado a Jimin para ponerlo en sus piernas y comenzar a restragarse en el para dejar todo su aroma en el cuerpo del omega. Y Jimin no se quejó.
Alrededor de diez minutos, ya habían llegado a la hermosa casa del alfa, y Jimin ni siquiera se detuvo a analizar la casa, porque su atención estaba únicamente en Yoongi.
Ahora mismo, se encontraban en la habitación espaciosa del alfa. Al principio el omega se había sentido un poco fuera de lugar al darse cuenta que en el cuarto habían muchos más peluches negros que la primera vez que entró, se asustó un poco de la mirada que esos peluches tenían, pero al final, su atención terminó en el alfa.
Ciertamente, sin contar los peluches, la habitación de Yoongi no tenía nada fuera de lo común. Sólo contaba con una cama matrimonial, una pequeña mesa de noche a la par, al costado derecho había un gran armario y al lado de este una puerta blanca, la cual supuso, era la que llevaba al baño; al costado derecho había un escritorio con una laptop y otros aparatos en ella. Todo estaba perfectamente ordenado, y eso junto al color gris claro de las paredes, daban mucha tranquilidad e iluminación a la habitación.
Alfa y omega se encontraba en la gran cama de Yoongi, mientras que este último estaba metido entre las piernas del rubio, y con su cabeza en el cuello del menor.
—¿Gatito? —preguntó con otro ronroneo.
—Sí, ¿te molesta? —preguntó un poco nervioso.
—No, no me molesta si solo me lo dices tú —dijo, aprisionando con sus manos las caderas del menor.
Un pequeño gemido salió de la boca del omega. Su parte trasera ya estaba comenzando a lubricar, su cuerpo ya estaba comenzando a alertarse, puesto que quería estar preparado para el alfa.
—Me siento especial.
—Eres especial, Minnie.
Jimin alzó una ceja y sonrió burlón, aunque el alfa no pudiese verlo.
—¿Minnie? —preguntó entre divertido y con su pecho llenándose de ternura.
—Me llamaste "gatito" —su voz era cada vez más ronca—. Me parece justo que yo también te ponga un mote lindo, ¿no te gustó?
—Sí, me gusta, solo no me lo esperaba.
—Pero que quede claro —advirtió el alfa, alejándose a regañadientes del cuello del menor, para verlo directamente a los ojos-. Solo yo puedo decirte así.
El cuerpo de Jimin comenzaba a calentarse.
—Me gusta esa posesividad. —Mordió su labio inferior.
Para los ojos de Yoongi, la acción del omega fue espectacular. Sus ojos ahora ya no podían concentrarse en algo más que no fuesen los gruesos y rosados labios de menor. Tan apetecibles y solo para él.
Sin que el otro se lo esperara, Yoongi arremetió contra sus labios, en un beso demandante y lleno de salvajismo. Esta vez no había dulzura ni ternura, algo que prendió extremadamente a ambos.
Jimin gimió ante la sorpresa. Jamás llegó a pensar que este día llegaría, y que el alfa que le gustaba lo besara de esta forma tan caliente y sensual. Tampoco se imaginó que Yoongi tomaría la iniciativa, porque casi siempre era al revés.
Le encantaba de manera descomunal este Yoongi.
El aroma de ambos chicos comenzó a expandirse y a mezclarse por toda la habitación, creando un ambiente agradable y demasiado para los dos.
Yoongi seguía comiéndose la boca de Jimin, haciendo que este gimiera en el proceso y aprovechándose de ello para meter su lengua en la deliciosa boca del omega.
El ritmo con la que sus lenguas se movían y peleaban era simplemente emocionante. El lobo de Yoongi había comenzando a aullar emocionado porque Jimin no le dejara el control del beso por completo, y en lugar de ello, peleará con el por ver quien ganaba en la intensa lucha que estaban teniendo sus lengua, pero no fue hasta que Yoongi mordió el labio inferior del
contrario de una forma tan sensual, que el omega no tuvo más remedio que rendirse y quedar a merced del alfa.
La excitación se podía sentir y oler en el aire. De un momento a otro Yoongi no sabía porque sus pantalones se estaban sintiendo tan apretados y pidiendo ser quitados. Su inocencia no dejaba espacio para entender las reacciones que su cuerpo estaba teniendo, todo lo contrario al omega, quien sabía lo que estaba pasando y de paso, estaba ansiando con todo su ser que el alfa lo reclamara.
El beso continuó unos minutos más, hasta que Yoongi decidió separarse, buscando obtener un poco de oxígeno. Pero una sonrisa se formó en su boca al ver tan bella imagen ante él; Jimin estaba viéndolo desde abajo con sus mejillas rojas, sus ojos brillando como dos luceros, su cabello rubio revuelto, sus labios más gruesos de lo normal entre abiertos y tratando de tomar oxígeno; simplemente hermoso.
—Eres muy hermoso —le susurró el alfa, inclinándose y diciéndoselo en su oído.
El cuerpo de Jimin se estremeció.
—Eres la estrella más brillante y hermosa que mis ojos han visto, Minnie —siguió susurrándole, bajando por el cuello del menor y dejando dulces besos allí.
—Yoongi... —Murmuró a duras penas.
—Shh...
El alfa había vuelto a ir a parar a sus labios, y esta vez lo había besado como nunca antes. Había una mezcla entre deseo, amor, dulzura y ternura. Simplemente algo que Jimin amo, e incluso quiso llorar por sentirse de esa manera. Podía ser que Jimin tuviese apenas 17 años, y tal vez no sabía mucho sobre la vida, pero en este momento, estaba completamente seguro que quería a Yoongi, y no, no lo quería como un simple "primer amor". Lo quería como su primer y último. Iba a luchar por él.
—Yoongi... —susurró sobre los labios del mayor.
—¿Sí? —preguntó, abriendo sus ojos y prestándole atención al pequeño. Algo en los ojos del omega hizo que su corazón latiera rápido.
—Te quiero mucho —Se sinceró con nerviosismo. Por un momento tuvo miedo. Miedo a que el alfa se alejara y lo recharaza como las anteriores veces.
—Yo también te quiero mucho, Minnie —Sonrió como nunca, mostrando sus hermosas encías rosadas.
Jimin correspondió a la sonrisa, y sonrió de la misma manera, haciendo que en sus ojos se crearán dos pequeñas lunas y su corazón se llenará de calidez.
Yoongi le dio un pequeño beso en los labios al omega y se retiró de las piernas del menor para acostarse a su costado, y abrazarlo fuertemente mientras ponía su cabeza en el pecho del omega.
Jimin sonrió ante la acción del alfa y comenzó a acariciar el rostro de este, y también sus cabellos, haciendo que el alfa comenzara a ronronear de nuevo.
—De verdad, pareces un gato —Rió el omega cuando el alfa se acurrucó más en su pecho.
—Cállate y dame mimos —se quejó el alfa en el mismo instante en el que Jimin detuvo sus caricias.
El omega carcajeó. Con el beso que se habían dado al principio, pensó que para este momento ya estaría sin ropa y gimiendo, mientras que el alfa lo embestia salvajemente y lo hacía gritar. Pero contrario a todo lo que su sucia mente se imaginó, había terminado con un alfa pidiendo mimos.
Cada vez se enamoraba más del alfa.
—Te daré todos los mimos que quieras —le prometió con ternura.
Todo valió la pena cuando el alfa comenzó a ronronear más y a abrazarlo más fuerte. Ese momento jamás iba a ser olvidado por ninguno de los dos.
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