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Chapter 11


Entramos al palacio y nos sentamos. Yo, con dificultad, contengo la ira que hierve dentro de mí.

—¿Qué tienes para decir, Yoongi? —pregunté, con mi voz tensa.

—Amo a Jimin. Quiero que le des el divorcio y yo te daré una cantidad generosa de riquezas —dijo Yoongi, con un tono arrogante.

Chasqueé la lengua y miré a Jimin.

—¿Eso eres? ¿Una mercancía que tiene un valor estipulado por Yoongi? ¿No te das cuenta de que él es alguien que tiene omegas por diversión? Dime, ¿te has dejado confundir? —dije, con mi voz llena de desprecio.

—Te equivocas. Eres tú quien vio a Jimin como mercancía. ¿No fuiste tú quien lo chantajeó para así tener la garantía del puerto? —respondió Yoongi, su voz cargada de acusación.

—La garantía del puerto era una excusa. De por sí, esta discusión no tiene sentido. Jimin es mi esposo y se va conmigo —dije, firme.

Yoongi se volvió hacia Jimin, su mirada intensa.

—Jimin, ¿qué quieres? —pregunté con la esperanza de que dijera "Yoongi pelea por mí".

Con lágrimas en los ojos, miré a ambos.

—Yoongi, mi deber es al lado de mi esposo —dije, mi voz quebrándose.

Yoongi golpeó la mesa, su frustración evidente.

—¿Pondrás tu deber por encima del amor que me tienes, Jimin? Sabes que me amas —hablé desesperado.

—Amo más a mi pueblo y la paz —respondí, tratando de mantener la calma.

—¿Y crees que habrá paz así? —preguntó Yoongi, su voz llena de incredulidad.

—Sí, porque te he conocido. Sé que no deseas la guerra —dije, mi voz suave pero firme.

—Lo que no deseo es perderte —dijo Yoongi, su voz apenas un susurro y su mirada llena de dolor.

—Todo aclarado, ahora vámonos, Jimin —dijo Jungkook, con voz firme.

Miré a Jungkook y asentí, levantándome de mi asiento. Pero Yoongi no podía aceptar que me fuera así. Sacó su espada y la puso en el cuello de Jungkook. En respuesta, Jungkook hizo lo mismo. Ambos se miraron, y el aire se llenó del olor de sus feromonas, sus alfas queriendo salir y defender su honor.

—¡Es suficiente! ¿Van a matarse aquí frente a mí? Esta rivalidad debe terminar. Yoongi, tú sabías que yo era un hombre casado. Pensemos en los reinos, en la gente —dije, lleno de desesperación por todo lo que está pasando.

—El que no entiende eres tú, Jimin. Tú eres mi omega destinado y no pienso renunciar a ti —dijo Yoongi, decidido, sin bajar su espada.

—Pero es mi esposo y mi consorte. Tampoco renunciaré a él —dijo Jungkook, serio, con la mirada fija en Yoongi.

Sentí mi corazón romperse al verlos así, dispuestos a matarse por mí. No podía soportarlo más.

—No quiero ver a ninguno de los dos. Si pudiera elegir a un esposo, no serían ninguno de ustedes dos —dije, con la voz quebrándose de dolor. Salí del salón, dejando a ambos solos, caminando sin un rumbo fijo y con mis lágrimas cayendo sin control.

Mis pasos resonaban en los pasillos vacíos mientras intentaba encontrar un lugar donde pudiera estar solo con mis pensamientos. Esta situación no tiene una solución fácil, y el peso de las decisiones que debo tomar me aplasta.

Quité la espada del cuello de Jungkook y me senté, sintiéndome vulnerable.

—Jungkook, te doy mi reino entero por Jimin.

Jungkook soltó una carcajada amarga, su voz llena de burla y resentimiento.

—¿El gran Yoongi humillado ante mí? ¿Es en serio? —respondió, sus ojos brillando con una mezcla de triunfo y desprecio.

—Nada de lo que tengo tiene sentido sin Jimin, y no quiero ir a la guerra sacrificando a personas inocentes por mi egoísmo —dije, temblando mientras trataba de contener las lágrimas.

—Ya te has dado la respuesta. Es tu egoísmo. No quieres vernos felices —dijo Jungkook, lleno de desprecio y amargura.

—Jimin no te ama ni te amará. ¿No ves que cuando me mira, sus ojos brillan? A mi lado, será feliz —dije, tratando de mantener la calma, aunque mi corazón se rompía con cada palabra.

—Sabes que solo por verte sufrir y humillado decido no soltar a Jimin —dijo Jungkook, con su voz fría y calculadora.

—¿Qué más quieres? Dime y te lo conseguiré —supliqué, con mi voz llena de desesperación y dolor.

—Lo único que quiero es que sufras lo mismo que sufrí cuando tomaste a Taehyung —respondió Jungkook, con su mirada llena de rencor y odio.

—¿Y no te importa que Jimin sufra? —pregunté, mi voz llena de incredulidad y angustia.

—Él no va a sufrir porque, a diferencia de ti, yo sí lo amaré de verdad. No será cosa de una noche. Yo le daré amor y una familia. Ahora te dejo, tengo un esposo al que buscar —dijo Jungkook, con su voz firme y decidida.

—No me rendiré, Jungkook —dije, mi voz llena de determinación y desesperación.

—Haz lo que quieras —respondió Jungkook, dándome la espalda y saliendo del salón.

Me quedé allí, solo con mis pensamientos, sintiendo el peso de la desesperación y la impotencia. Las lágrimas comenzaron a caer, y el dolor en mi pecho se hizo insoportable. Pero nada hará que renuncie al amor que siento por Jimin; este sentimiento es más fuerte que cualquier obstáculo, y estoy dispuesto a luchar hasta el final.

Me encontré con Jimin parado, viendo hacia el jardín, y lo abracé con fuerza.

—Perdón por tardar.

—Jungkook, estamos en público —respondió Jimin, con su voz baja y nerviosa.

Apreté mis puños, sintiendo la ira crecer dentro de mí.

—¿Pero no estabas en público cuando montabas a caballo con Yoongi? ¿Olvidaste quién es tu esposo? —dije, con mi voz llena de reproche.

—No, no lo he olvidado —respondió Jimin, con su mirada llena de tristeza.

Revisé su cuello y noté que mi marca casi había desaparecido, mientras que la de Yoongi estaba claramente visible.

—¿Acaso ustedes...? —pregunté, mi voz temblando de rabia y dolor.

—No, yo nunca te falté el respeto y Yoongi me ha respetado.

—Es hora de irnos, Jimin.

—Sí, está bien —respondió Jimin, en apenas un susurro.

—¿No estás feliz de verme? —pregunté, lleno de desesperación.

—Sí, sí estoy feliz de verte. Nunca dudé de que vendrías por mí —dijo Jimin, tratando de sonreír.

—Te amo, Jimin, y cruzaría todos los mares por ti —dije, mi voz llena de amor y determinación.

Asentí y le regalé una sonrisa forzada. En mi interior, sé que todo esto que hace Jungkook es por una absurda rivalidad.

—¿No piensas decir nada? —pregunté, mi voz llena de expectativa.

—Iré a preparar mis cosas —respondió Jimin, su voz apagada.

Estando en los aposentos, mis lágrimas caían sin parar mientras arreglaba las cosas que Yoongi me había comprado y las que los aldeanos me habían dado. Cada objeto que tocaba parecía cargar con el peso de mis emociones, y el dolor en mi pecho se hacía más intenso con cada lágrima que caía.

De repente, sentí unas manos rodear mi cintura, y el familiar calor de Yoongi me envolvió. Su voz ronca susurró en mi oído, llena de desesperación y amor.

—No me dejes, Jimin. Dime que peleé por ti y lo haré. Escapemos juntos, dejemos todo esto atrás —dijo Yoongi, con su voz temblando.

Mi corazón se aceleró y las lágrimas fluyeron con más fuerza. Sentí su desesperación y su amor, y por un momento, el mundo exterior dejó de existir.

—Yoongi... —susurré, mi voz quebrada por el llanto.

—No puedo imaginar mi vida sin ti. Eres todo para mí, Jimin. Por favor, no me dejes —dijo Yoongi, apretando su abrazo.

Me giré lentamente para mirarlo a los ojos, sus lágrimas reflejando las mías. La intensidad de sus sentimientos me abrumaba, y por un momento, deseé poder dejar todo atrás y escapar con él.

—Yoongi, esto es tan difícil... —dije, mi voz apenas un susurro.

—No tiene que serlo. Podemos encontrar una manera, juntos.

—Yoongi, no puedo... —dije, mi voz llena de dolor.

—Por favor, Jimin. No me dejes —suplicó Yoongi una vez más.

Las lágrimas seguían cayendo mientras lo miraba, sintiendo el amor y la desesperación en su mirada.

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