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Capitulo Rachel Petrova 2
Dorian tendría que estar ciego para no ver lo tensa que estaba Eva. Sabía que
estaba nerviosa. No había dicho nada, pero el expediente que había leído de ella decía que su experiencia con respecto a los viajes era limitada y siempre incluía un jet privado, conductores de limusinas y hoteles con fuertes medidas de seguridad.
Los alojamientos que Dorian le estaba proporcionando durante el viaje la estaban llevando al límite.
Él caminó con confianza hacia el agente de seguridad. Le entregó la tarjeta de embarque y su carné de identidad.
Parecía que el aburrido hombre con el uniforme azul llevara horas en su puesto. «Perfecto». Dorian siempre intentaba pasar el control de seguridad antes de los cambios de turno. Era menos probable que esos agentes se fijaran en los detalles.
―Adelante ―dijo el agente devolviéndole los documentos.
Tras él, Dorian vio que Eva le entregaba al hombre su tarjeta de embarque y su identificación. Parecía estar manejándose bien. Dorian dejó escapar un suspiro y se relajó un poco. Pasó por el escáner corporal y salió por el otro lado. Cuando se giró, Eva no estaba.
Dorian intentó permanecer relajado mientras daba una vuelta hasta que la
divisó en una diminuta zona fuera del principal control de seguridad. Un agente la estaba cacheando mientras otro le miraba el bolso. Su mirada estaba llena de temor y podía ver que estaba temblando.
Controlando su respuesta instintiva, recogió sus cosas y se dirigió a un
banco justo al lado del control de seguridad. Tenían algo de tiempo antes del vuelo. Se acomodó para poder vigilar lo que estaba ocurriendo. Cuando Eva
finalmente lo vio, se relajó de manera visible.
Quería que estuviera tranquila.
Probablemente se trataba de un control
aleatorio, nada grave. Desde luego no era motivo para que se alterara.
Dorian le sostuvo la mirada y le hizo un leve gesto de asentimiento con la cabeza.
Sus hombros descendieron casi tres centímetros cuando soltó el aire. Podían
hacerlo.
El agente terminó de cachearla y le indicó que continuara. Dorian realmente admiró el modo en que mantuvo la calma. En lugar de correr como loca hacia él, actuó como si apenas se conocieran. Recogió sus cosas y caminó en dirección
a él.
―¿Problemas? ―le preguntó suavemente.
―En realidad no, ¿Es algo habitual?
―Bastante habitual. ―Se encogió de hombros―. ¿Tienes hambre?
―Me muero de hambre.
Parecía algo estúpido alejarse en busca de un lugar para comer en el aeropuerto.
Pero estaban huyendo y la mejor forma de ocultarse era estando a la vista de todos.
Eso significaba parecerse a todas las otras parejas de viajeros que estaban en el aeropuerto.
―¿Qué quieres? — pregunto viendo el menú
―¿Tienes idea de la locura que es pedir comida en un momento así? ―le dijo con tono divertido.
―No tanto como morirse de hambre ―señaló―. Bueno, ¿qué quieres
comer?
Eva se encogió de hombros, así que pidieron unos panes dulces y un par de cafés. Consiguieron una pequeña mesa libre.
Podría haberse pasado el día observándola. Incluso la forma metódica en que se sentó a la mesa y colocó la servilleta y el café le fascinó.
Era muy cuidadosa, colocó los objetos en una posición precisa y después analizó su comida durante unos segundos. Dorian agarro su pan y dio un gran mordisco. Eva abrió los ojos por un momento y después hizo lo mismo.
Para su sorpresa, cerró los ojos y chilló de placer.
Dorian sonrió ampliamente y ni siquiera intentó disimular la sonrisa. A ver, que no era el tipo de hombre que iba por ahí con una sonrisa tonta en la cara, pero la forma desinhibida en que Eva disfrutaba de las cosas que la rodeaba hizo que se olvidara de sí mismo.
―Está buenísimo ―hablo tapando con una mano su boca llena Apenas si se le entendió lo que decía. Como si se hubiera dado cuenta de lo que acababa de hacer, abrió los ojos avergonzada. ―Lo siento, no quería ser grosera.— le dijo después de haber tragado.
―Tranquila, disfrútalo.
―Hace un tiempo mi padre contrató a un nutricionista y a un cocinero. ―Hizo una mueca―. Tiene problemas de colesterol, así que— todo los ojos con fastidio— todo lo que hay en casa es bajo en grasa o sin grasa, sin gluten…— suspiro recordando aquello— sabe a distintos tipos de cartón.
Dorian soltó una risa haciéndose una imagen del malévolo jefe de la mafia rusa pesando y contando calorías.
Eva vio su expresión y se rió.
―Sí, es un poco raro pensar que a mi padre, tan temido por sus subordinados, le podría matar fácilmente una pobre hamburguesa.
Dorian se rió con una risa verdaderamente profunda que resonó en el aeropuerto e hizo que la gente se girara a mirarlo.
Ella también se rió. La voz melódica de ella se mezcló con la de él de un modo que le hizo desear pasar el resto de su vida escuchando ese sonido.
―Sé que esto te va a parecer una locura ―empezó a decir Eva lentamente―, pero probablemente eres la persona con la que me siento más cómoda de todas las que conozco. No tengo la sensación de que me juzgues o de que tenga que demostrarte algo.
―No tienes que hacerlo. Conmigo no.
Levantó la vista hacia él mirándolo por debajo de sus pestañas y le dirigió
una sonrisa que casi le hizo olvidarse de respirar.
―Gracias.
……..
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