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XXVII. The Unforgiven pt.2

Importante escuchar:

🦋 Yamiyo/Noche Oscura by Eve (cantante japonés)

🦋 Yours by Conan Gray

🦋
DOPPELGAÄNGER

"Las grandes multitudes atraen a los curiosos reporteros."

Era un precepto que para Lee Jin-Ki solía convertirse en dogma, teniendo en cuenta el trabajo que usualmente desempeñaba. Para los periodistas de la agencia donde trabajaba, aquella celebración no pasaría de ser otra muestra de opulencia, donde una excelsa minoría intentaba demostrarle al mundo que sus vidas deberían ser tomadas como la norma y no como la ridícula excepción.

Siendo un joven de orígenes humildes, dedicarse a realizar crítica social había sido más una señal del destino que una elección. Por eso prefería trabajar de encubierto, mientras la pequeña Nikon en su bolsillo derecho intentaba capturar el preciso momento en que Kim Taehyung se hacía parte de la conversación que cierto rubio y un conocido oficial de la oficina de Cuántico en Nueva York sostenían en la última hora.

Para Onew, como le conocían sus más allegados, la pareja Min según los medios, era una mina de oro que bien expuesta podría trascender. No en el propio sentido amarillista, sino en el hecho de que era lógico intuir la existencia de algo más complejo detrás de la cortina de humo del escándalo social.

No podía apostar a favor o en contra, pero sí percibía los indicios de una posible razón detrás de todo aquel teatro. Una razón que le había llevado a escarbar un poco más dentro de la historia de Park Jimin y Min Yoongi.

Mientras nuestro avezado reportero saca cavilaciones y la fiesta transita hacia otro cuarto de hora bajo las notas de It's a Man's Man's Man's World en su versión instrumental, el detective Park apura su copa de champán, excluyéndose de una plática que evidentemente no le concierne.

—Te invitaría a tomar el aire en la terraza, pero por lo visto prefieres seguir interrogando a nuestro Jiminnie.

El tono punzante de Kim Taehyung solo acompaña la mirada fría que ostenta esta noche. Jeon Jungkook intenta pobremente contestarle cuando Jimin se excusa para buscar la zona de los baños. Han pasado tres cuartos de hora y Yoongi no ha regresado.

El ambiente no puede sonar más cargado cuando el segundo al frente del departamento de Patología se apodera de una de las fuertes muñecas del oficial y le arrastra detrás de una de las pomposas cortinas que regentan el podio donde debe ser entrevistada la escritora más cotizada de toda la Bienal.

—¿Se puede saber qué fue eso, Tae? ¿En qué parte me perdí para no darme cuenta que somos algo más que...?

—¿Algo más qué? Vamos Kook, dilo de una vez... soy como la curita que usas para reparar las heridas que tú mismo te infliges. Todo sería mejor si lo único que quisiera de ti fuera sexo. Si únicamente me conformara con recibirte cuando estás confundido y quieres quejarte de la persona que amas. Eres un mocoso inmaduro que finge ser un hombre y yo un idiota total por seguirme enamorando como el peor de los ilusos. En el fondo merezco todo esto.

—Tae...

—¡No me des esa maldita mirada! He visto suficiente esta noche. Ni en mil años se te va a pasar la idea de que quizás puedas tener algo con Jimin. Dios, es que yo debería odiarte más a ti que a él, cuando es evidente quién de los tres es el más maduro. Simplemente olvídalo. Regresaré a mi rincón como me aconsejó Hoseok. Solo no vuelvas a buscarme cuando te gane el ataque de remordimientos. Juro que aunque me duela no volveré a caer.

La amargura en el rostro del castaño acababa de fracturar la última cuerda. Para alguien que no sabe cuándo decidirse es muy difícil entender. Sin embargo, antes que el joven Patólogo abandonara la privacidad que les daba la cortina, Jeon Jungkook se atrevió a escuchar a su corazón en lugar de lo que estaba anclado en su reacia mente.

Aquella especie de descarga eléctrica que arrasaba el cuerpo de Taehyung cada vez que el pelinegro lo tocaba volvió en todo su esplendor. Una mirada acerada en busca de alguna duda. Una mirada de hielo y Jeon Jungkook obvió las palabras para convertirlas en un beso prohibido que tomó al de ojos color ámbar por sorpresa.

—Sé que no tengo derecho a pedir esto y que es hasta cierto punto reprochable cuando otra persona habita en mi corazón, pero no quiero perderte. No cuando te necesito tanto.

Taehyung deseó resistirse un poco más. Deseó con todas sus fuerzas que aquellas ridículas ganas de llorar no se exteriorizaran en lágrimas mientras se dejaba apresar por los brazos trabajados del oficial.

La locura y el amor siempre van de la mano y para su mala suerte llevaba demasiado tiempo conviviendo con esos sentimientos.

Mientras esa especie de reconciliación se mantenía entre las sombras del salón del Rockefeller Center Imperial, Min Yoon Gi pedía por recuperar un control que se le estaba escapando de las manos.

Quizás el hecho de ser nombrado como solo una persona había podido hacerlo en su vida o de tener demasiado fresco en la mente el rostro de su madre, conspirara en su contra. Fuera como fuera, no podía negar que Haruna había jugado con maestría y hasta cierto punto eso también era culpa suya.

—Creo que ha de disculparme, señorita Ezra. Aun cuando pudiera existir una alta probabilidad de tener algún grado de parentesco, no estoy interesado en nada que provenga de su familia. Si esta mujer—señaló despectivamente a Haruna—le ha sembrado la cabeza con ideas incoherentes, lo lamento mucho. Hace tiempo enterré esa parte de mi vida. Si me disculpa...

—No creas que te vas a librar tan fácilmente, Yoonie. Bien sabes que esto es solo la punta del iceberg ¿Acaso no te resulta interesante regresar a tus orígenes? Yo no le he sembrado la cabeza a nadie con insinuaciones. Lo único que traje a la superficie fue la verdad. Tú aún no has empezado a sufrir lo que realmente mereces.

Min Yoon Gi percibió como la última cuerda de su cordura se tensaba al máximo. Haruna estaba disfrutando su caída desde la primera fila. Nunca se pudo sentir más aliviado al encontrar a uno de los encargados de la organización del evento aproximándose al umbral de una habitación que se había rehusado a explorar.

—Señorita Erza, disculpe la intromisión, pero ya es hora de la rueda de prensa.

El silencio que se hizo después de aquel llamado fue la excusa perfecta para que un apresurado doctor tomara las escaleras en lugar del ascensor. No quería ni por asomo compartir un espacio más con aquellas personas. Solo que no contó con el taconeo apresurado a su espalda y tampoco con el rostro desencajado de Alie Ezra antes de hacerse con una de sus pálidas muñecas.

Otro silencio incómodo se hizo en el inicio de las escaleras de emergencia. Yoongi no sabía describirlo bien, si era aversión o el impulso visceral de comprobar que ella era real. Cómo el destino podía jugarle tan bajo. Cómo colocaba los mismos rasgos que solía venerar y odiar en la persona que ahora le observaba con suspicacia.

—No debimos encontrarnos así... pero... ya no hay vuelta atrás. Después que terminen mis actividades en la Bienal me encantaría invitarle a un café. Aun cuando se rehúse a aceptar cualquier muestra de la familia que represento, siempre he seguido a mi corazón...

Una sonrisa irónica tironeó de los rosáceos labios de Min antes de retirar delicadamente la mano que le apresaba la muñeca.

—¿Y qué le dice su certero corazón ahora, señorita Ezra?

Cuestionó con sorna pero lejos de amilanar a la joven, solo consiguió que le sonriera de aquella manera dulce y totalmente diferente al fantasma de su madre.

—Que me tomará mucho tiempo para ganar su confianza, pero aun así usted es como yo. Los que ven el mundo tras el caleidoscopio de los rostros sin nombre merecen al menos apoyarse.

El doctor enarcó las cejas antes de asentir lentamente. A pesar de todo no perdía nada con ofrecerle el beneficio de la duda a su interlocutora.

—Tenga una hermosa noche, señorita Ezra.

🦋
DOPPELGAÄNGER

Kim Taehyung se dejaba mecer por la especie de sueño que protagonizaba entre los brazos de un atento oficial, únicamente preocupado por robarle suspiros mientras el equipo tras bambalinas afinaba detalles para el inicio de la tan esperada conferencia de prensa.

—Es un milagro que no nos hayan atrapado aun... En serio Kookie, deberíamos volver.

Un sonido nasal fue la respuesta del pelinegro antes de dejar un beso húmedo en la nuca del castaño, provocando otro demoledor estremecimiento.

—En serio, Kook, si sigues así no voy a poder controlarme... yo...

Un ruido procedente de la planta alta llamó la atención de ambos jóvenes. Quizás se habían descuidado por el hecho de compartir caricias en la oscuridad y por estar al límite de la zona dedicada a la utilería del improvisado escenario, pero el constante traqueteo sobre sus cabezas parecía tener otro origen.

—¿El sistema de calefacción? No me digas que... Demonios Kook, espera...

El de ojos color ámbar emprendió casi una carrera para perseguir a un alterado oficial que intentaba localizar el inicio de la escalera de emergencias. Por lo visto el invitado más esperado de la noche estaba por hacer acto de presencia.

A unos metros de distancia de la bifurcación que Taehyung y Jungkook intentaban alcanzar, Park Jimin iniciaba el ascenso a la planta superior. Su instinto le gritaba que debía encontrar a Yoongi lo antes posible y sin dudas nunca se felicitó más a sí mismo al identificar la figura del médico en la especie de competencia que librara contra un cronómetro interno.

—Finalmente, Yoon. Estaba de los nervios... ¿Qué...?

El detective fue interrumpido por un abrazo necesitado. Uno en el que el cuerpo firme de su prometido parecía amenazar con quebrarse en cualquier instante. Aun sin comprender comenzó a impartir un suave masaje en la ancha espalda hasta alcanzar el oído izquierdo del mayor.

—No sé lo que es pero no me gusta nada.

El de ojos verdes cerca de hacerse entendible solo afianzó el gesto. Lo único que lograba calmarlo un poco era saber que su chico estaba entre sus brazos. Como si la sensación de inestabilidad que había producido su reciente encuentro con Haruna pudiera ser borrada únicamente de esa manera.

Lo presentía desde antes, pero el golpe de haber encontrado su pasado materializado en el rostro de Ellen Erza no era algo como para poder calcular. Se sentía perdido, totalmente vulnerable ante el oponente que en esos instantes llevaba la delantera en una partida de ajedrez cada vez más difícil de ganar.

—Debemos irnos ahora, Jim. Corres peligro si te quedas en Nueva York un día más...

Aquellas palabras dejaron a Jimin estupefacto. No dudó en buscar con desesperación el rostro del médico para comprobar que no era una mala pasada de su imaginación.

—¿Que descubriste exactamente? Yoon, me estás asustando...

—Cariño, no tengo tiempo para explicarlo, ya da igual lo que yo pueda decir. Sé que Haruna ha preparado algo más para esta noche. No va a parar hasta hacerme pedazos. Es tan irónico. Lo único que no me perdonaría sería que te hiciera más daño a ti. Sé que va a intentarlo más temprano que tarde. Tú serás el objetivo y yo perderé el control en su totalidad. Por eso antes de que suceda prefiero arriesgarme a que nos persigan las autoridades. Al menos así tendremos algo de inmunidad.

—No puedo salir del país. La jodida tobillera se volverá loca si abandono el estado, ya lo sabes, nene. Debe de existir otra forma que no sea huyendo, por eso insisto... ¿Qué sucedió exactamente?

Yoongi deseó tener la fuerza necesaria para mentirle otra vez. Sin embargo, no podía, no cuando aquellos ojos parecían querer abrazarle su oscura alma. Aproximando su frente a la contraria, respirando el mismo aire antes de pronunciar otra promesa imperdonable, el sonido de un arma descargándose les hizo salir de la burbuja.

—¿Qué demonios?

Masculló Jimin antes de reparar en los gritos que llegaban desde la planta baja.

—¡No me jodas, justo ahora decide aparecer!... ¿A dónde crees que vas?

Yoongi tironeó del brazo del detective casi violentamente. Aun así Jimin seguía descendiendo en busca de la razón que había desatado un pandemonio en el salón del lobi del Rockefeller Center Imperial.

—Jim, por favor...

Insistió el médico acompañando al detective en una peligrosa carrera sobre los últimos escalones. El escenario que encontraron parecía sacado de una película de terror. Las personas intentaban guarecerse mientras una grotesca mancha escarlata llenaba el podio donde supuestamente la escritora debía comparecer.

Los miembros de la oficina de Cuántico intentaban infructuosamente imponer cierto orden dentro de aquella espiral de caos donde los gritos y maldiciones poblaban la mayor parte de los intercambios.

Dónde estaba la escritora, quién lo había hecho y por qué le sonaba tan familiar todo aquel espectáculo, eran algunas de las preguntas que atormentaban a Min Yoon Gi antes de quedar bajo el reflector que controlaba el artífice de un elaborado y macabro show.

—Jim...

Casi suplicó antes de sentir cómo la mano del detective abandonaba la suya. Yoongi alcanzó a ver cómo el delgado rayo de luz rojiza buscaba una mira precisa sobre el pecho de la persona que más amaba en su existencia.

Fueron segundos que solamente el atento lente de cierto reportero podía captar. El arma cargada con un silenciador fue desviada por la habilidad de una tercera persona, pero aun así alcanzó a ubicar a su víctima. Min Yoongi ni lo pensó siquiera. El impacto del proyectil en su cuerpo pareció ralentizar el andar del tiempo mientras le sonreía a un conmocionado detective.

La mariposa de alas escarlatas tallada en el colgante que horas atrás había recibido inició su vuelo para estrellarse en picada sobre el suelo alfombrado del local, marcando un camino de sangre mientras el doctor caía de rodillas como el ángel agotado a los pies de la piedad.

Jimin comprendió con demasiada lentitud quién hubiera sido la verdadera víctima de la sombra escurridiza que ahora se escapaba de Jeon Jungkook. La misma persona que llevaría a la irreal tierra de las pesadillas a cierta escritora alemana.

Los diarios locales tardarían mucho en reconstruir en titulares lo que el propio Onew catalogaría como La Tragedia del Rockefeller Center Imperial. Una noche donde las cicatrices de una misma historia quedarían expuestas de la forma menos esperada.

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