XXVI. Connected by soul pt.1
Importante escuchar:
🦋 Under my Skin by Lee Taemin
🦋 Heartache by One Ok Rock
🦋
DOPPELGAÄNGER
El tiempo no se detiene, sin embargo existen situaciones en la vida que parecieran congelarlo de cierta manera. Min Yoon Gi podía dar fe de ello mientras remarcaba la fecha en el calendario que el servicio de habitaciones había dejado gentilmente semanas atrás.
"Trece de octubre de 2007, la temperatura para este sábado en la ciudad de Nueva York es agradable para un mes como el que vivimos, esta noche apreciaremos un descenso muy similar a días anteriores por lo que..."
El reporte del clima seguía su cometido en la televisión que presidía la sala de estar. Pasaban las nueve de la mañana y el doctor Min seguía mirando la vajilla que enmarcaba un desayuno intacto.
—No voy a salir del edificio, solo iré al gimnasio. Ya sé que mientras cargue esta cosa dependo de tu presencia.
El tono monocorde que en los últimos días usaba el detective para referirse a él comenzaba a hastiarlo de veras. Ni siquiera por la fecha que evidentemente ambos conocían Jimin había aflojado en su plan de aislamiento.
Por su parte el médico había sido fiel a la promesa de no insistirle. Recibiendo los monosílabos y miradas afiladas del detective cuando ocupaban el mismo espacio como un digno gladiador.
Sabía que se lo merecía, sabía que estaba condenado a sufrir en manos de quien más amaba y que al mismo tiempo más daño podía infligirle, pero a fin de cuentas era humano y seguía mirando la pequeña caja del pastel que había mandado hacer para su Jim.
Veintiocho años, Jimin arribaba a los veintiocho años siendo una mezcla poderosa de coraje y virilidad. Siendo su droga personalizada y al mismo tiempo su debilidad. Cómo le extrañaba.
Aun cuando estuvieran bajo el mismo techo la mayor parte del tiempo Yoongi se había refugiado en lo que se le daba mejor y eso era trabajar. Aun desde su improvisado hogar en el hotel revisaba tesinas de sus discípulos y rechazaba las invitaciones de muchas editoriales para publicar su última investigación, un esfuerzo que ahora deseaba erradicar de su palmarés académico.
Cuán cegados podemos estar por ambición. Cómo nos podemos confundir tanto entre el sueño de nuestras propias metas hasta conocerlo en la peor pesadilla. Si el éxito es la correa, él estaba atado de manos y pies hace mucho tiempo.
Sin embargo, todo aquel peso parecía difuminarse con una mirada de la persona que acababa de aparecer bajo el umbral. Yoongi alcanzó a ocultar la caja que contenía el pastel de cumpleaños detrás de sí mismo, solo para fingir que revisaba otro proyecto en el portátil mientras Jimin alcanzaba la encimera.
Dos cosas le llamaron la atención al médico. La primera que el detective había cumplido su promesa de distraerse en el gimnasio de la instalación y el sudor le perlaba la frente, acentuando un atractivo que solo removía demonios codiciosos en un alma envenenada de más.
La segunda, que en las manos ágiles del rubio llegaba un arreglo floral cuyos botones rojo escarlata le daban mala espina.
—Habrá una especie de evento esta noche en el lobi del hotel. Creo que es una Bienal Literaria. Me entregaron estas invitaciones en el gym.
Informó dejando los sobres color rosa pálido sobre la encimera para acto seguido retirarse el cabello que le llenaba la frente. Aun cuando había intentado controlarlo con una goma describiendo un coqueto moño en lo alto de la cabeza, Jimin era un hermoso desastre totalmente consciente de lo que provocaba en el hombre que ahora le miraba casi sin pestañear.
—Revísalas si te apetece, yo he decidido que iré. De todas formas falta poco para el juicio y a pesar de todo es mi cumpleaños...
Lo último llegó en un murmullo pero Yoongi escuchó perfectamente. Era la conversación más larga que ambos habían tenido después de aquella maldita noche. El médico intentó articular algo pero por alguna extraña razón solo podía mirar aquellos ojos desafiantes que le enfrentaban casi con rabia.
¿Por qué siempre has sido tan expresivo? ¿Eh, Jim?
—Cómo sea... tomaré una ducha.
Fue la conclusión para que Jimin saliera de su campo visual y Yoongi maldijera por lo bajo. Por qué demonios le costaba tanto ceder. Por qué no lo perseguía y le decía todo aquello que llevaba cavilando desde los últimos días.
La vista con Haruna había sido un fracaso. La mujer lejos de presentarse como él había exigido envió a su abogado con una lista de reclamos exorbitantes, solo consiguiendo añadir un poco más de presión a un hombre que ahora aplacaba su mal humor con whisky y cigarrillos Marlboro.
Estaba volviendo a habitar aquel holo oscuro que alguna vez amenazó con engullirlo por completo, o mejor dicho, ya se sentía totalmente rendido a la derrota mientras debía lidiar con el pesado silencio de un Jimin que únicamente le soportaba por el hecho de haberse adjudicado la responsabilidad de auxiliar su reclusión domiciliaria en aquella habitación de hotel.
—Eres patético...
Se recriminó antes de comprobar que las invitaciones de las que había hablado el rubio venían a nombre de los dos. Por lo visto el Hotel se lo había tomado muy en serio al ser una de las sedes de la Bienal Internacional de Arte Germano en Nueva York, siendo el salón del lobi el sitio pactado para el after party.
Aun preso en la disyuntiva de acompañar a Jimin, se percató de otro elemento que hasta ahora había pasado por alto. El costoso arreglo floral que reposaba sobre un canasto en la encimera contenía algunos chuches de café que a veces repartían como parte del servicio de habitaciones junto a una arrugada nota.
"Feliz cumpleaños hyung. Sonríe, es otro año de vida."
JK
Yoongi no supo cómo ni cuánto tiempo estuvo leyendo aquellas palabras. Solo era consciente de cómo la sangre corría a mayor velocidad en sus venas mientras un sonido muy similar a un gruñido salía de lo profundo de su garganta. No pidió permiso. Tampoco permitió que le diera tiempo arrepentirse.
Era tarde mientras la cesta con las flores era reducida a pedazos sobre el fregadero de la encimera. Los pétalos iban cayendo alrededor mientras arremetía con aquellas plantas sin importarle cómo las espinas le arañaban las manos.
Jimin también había olvidado su teléfono móvil sobre la encimera y esa fue la excusa perfecta para encontrar un espectáculo digno de alguna extraña comedia. Yoongi había convertido en una mezcla amorfa lo que fuera un hermoso arreglo de rosas rojas y por lo visto seguía tan inmerso como para no darse cuenta de su presencia.
—¡Joder!
Se quejó el médico cuando una de las espinas más prominentes atravesó la yema de uno de sus pálidos dedos. Jimin quiso contenerse pero ya la risa le ganaba para convertiste en una potente carcajada.
—¿Y ahora se puede saber qué te sucedió? ¿Cómo te llaman ahora Yoon... el exterminador de flores?
La sonrisa divertida que solía convertir sus ojos en dos hermosas ranuras se borró poco a poco. Yoongi le dedicó esa mirada que noches atrás le había espantado. Respirando con dificultad volvió a maldecir. La dichosa espina estaba clavada hasta el fondo de la carne, necesitaría una pinza para librarse de ella.
—Sucedió que el mocoso te sigue acosando y por lo visto te divierte. Tuvo el mal gusto de enviar un arreglo de quinta cuando obviamente no es tu estilo. A ti te van más las rosas azules inglesas, esas que combinan con tus ojos...
Jimin pidió por una paciencia que no tenía. Por qué le resultaba tan adorable y sensual a la vez. Todo sonrojado por el esfuerzo de sacar a la intrusa clavada en uno de sus elegantes dedos. El detective sonrió antes de acercarse al más pálido.
Ni siquiera lo pensó para obligarlo a dejar la mano extendida bajo el grifo del fregadero, consiguiendo que el chorro de agua le hiciera arrugar la nariz.
—Hay que sacarla con una pinza... de lo contrario se infestará...
—Shhh... Yo voy a encargarme de eso...
Le interrumpió y antes de que Yoongi pudiera rehusarse, Jimin utilizó la uña de su pulgar para hacer salir el ponzoñoso objeto de la sensible piel del médico. La sangre manó en todo su esplendor y con la misma simpleza el detective se llevó el lastimado índice a la boca. Succionó complacido ante la mirada perpleja de Yoongi, dándose cuenta con demasiada lentitud de lo que acababa de hacer.
—Perdón... yo simplemente... discúlpame Yoon...
Alcanzó a formular mientras un fiero sonrojo le arrasaba el rostro y el cuello. Un adorable sonrojo que sería la perdición del mayor. Jimin casi lograba escabullirse cuando un brazo le rodeó la cintura para encerrarlo en la prisión necesitada que era Min Yoon Gi.
Con los ojos abiertos de par en par, sintiendo como su corazón golpeaba dolorosamente, el rubio percibió el agarre fuerte que ascendía a sus hombros y espalda. Yoongi se había refugiado en su cuello y parecía negado a salir de allí.
—Yoon... no volveré hacer algo como eso... solo tuve el impulso, no es necesario que...
—Sí lo es. Por favor Jimin, al menos déjame sostenerte así... Han pasado muchos días. Al menos déjame saber que eres real y no una de mis tantas alucinaciones.
Aquello le dejó en pedazos. Con las manos temblorosas fue rodeando la cintura de un Yoongi que a duras penas contenía el deseo de calmar la agitación en su pecho. Estaba seguro que Jimin podía escuchar sus latidos mientras recibía su tibia respiración en la región del cuello.
—Yoonie... en serio... debo apestar a monos... deja de abrazarme. No me circula bien el oxígeno.
Se quejó en un vano intento de resistirse cuando realmente deseaba todo lo contrario.
—Solo quiero tenerte así más tiempo. He pensado mucho en estos días, Jim y finalmente ha llegado el momento. Después que salgan los resultados del juicio yo... te dejaré en libertad.
Jimin no pudo evitarlo. Con la misma rapidez con que le había envuelto en un cálido abrazo ahora le reducía a añicos para que la máscara de la desolación fuera encontrada en un doctor Min que se mordía los resecos labios presa del estrés.
Jimin se dio cuenta solo en ese instante de aquellos pequeños detalles que por su terquedad habían quedado en un segundo plano. Las uñas hechas trizas por noches de insomnio, el aspecto desaliñado que intentaba ocultar detrás de los lentes o el hecho de que su cuerpo temblara como una frágil hoja. Yoongi estaba por decirle lo que ahora no quería escuchar.
—Jim... yo te...
—No te atrevas...
Le interrumpió rompiendo el abrazo para empujarlo contra la encimera casi con violencia.
—Juro que si me dices que es por amor soy capaz de molerte a golpes ¿Qué demonios te sucede? Solo tuvimos una jodida pelea, como cualquier pareja de este mundo, no tienes que armar un drama total cuando la vida no puede ser más cruel. Ya sé que la bruja de tu esposa lo está complicando, que puede que me declaren culpable o que el mundo se acabe mañana, pero aun cuando te desprecie la mayoría de las veces sé que estás ahí para mí. Porque eres lo único que me queda para sentirme vivo ¿Cómo puedes siquiera intentar abandonarme? Te lo prohíbo... ¿Me escuchas...?
—Jimin...
—¡Te lo prohíbo!—Reafirmó—No existe ningún amor que valga esa bajeza Yoongi. Si en serio sabes lo que te conviene entenderás que yo no voy aceptarlo sin luchar.
—¡Pero tienes que hacerlo!¡Por tu propio bien lo harás! Yo estoy jodido de formas que no podrías comprender. Nunca he sido normal. Solo puedo ser una parte de mí contigo. No me libero del remordimiento y eso es solo porque el hecho de ser social me lo ha inculcado. En el fondo no percibo nada. No me importa nada o nadie que no seas tú. Créeme, bebé, somos más dañinos el uno para el otro estando juntos que separados. Mereces algo mejor... no un futuro donde tengas que lidiar con más demonios que ángeles.
—No seas ridículo. Juro que me estoy conteniendo. Me dan ganas de abofetearte a ver si de esa forma reaccionas. No puedo creer lo que estoy escuchando. Tú en serio me superas... quieres... Dios... Tú quieres que solo por amor me conforme. No voy a hacerlo Yoon. No ahora ni en los días que me queden por delante. Joder... me ha costado un infierno tenerte de vuelta ¿Cómo puedes pensar en una solución tan absurda? Mi dulce tonto, cómo puedes siquiera imaginarlo.
Jimin le sostenía por las muñecas mientras se apoyaba en su frente, los ojos cerrados en acto de derrota para un Yoongi que le observaba con la mirada entornada. Jimin... su pequeño Jimin seguía siendo tan imposible como recordaba.
—Prometo que te regalaré los mejores días hasta entonces. Te amo... con todo lo que tengo Jim.
Las palabras fueron exhaladas antes que se decidiera a probar aquellos labios suplicantes cubiertos de lágrimas amargas. Jimin batalló todo lo que pudo pero terminó cediendo al beso antes de alzar al médico sobre la encimera.
Las prendas fueron abandonándolos al igual que la cordura que alguna vez hubieran podido poseer. Únicamente entregados al placer doloroso de amarse sabiendo el desastroso resultado.
Solo cuando la nube de lujuria se disipó lo suficiente, solo cuando ambos cuerpos se amoldaron al hilo invisible de la temporalidad o la infructuosa ley de las probabilidades, una sonrisa cómplice selló una nueva promesa o quizás fuera la señal que acompañaría el inicio del mayor desastre que pudieran protagonizar en sus vidas.
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DOPPELGAÄNGER
"Existe un ladrón sin nombre. Tú lo conoces perfectamente. Solo pretendamos que nuestras mentiras tienen sentido."
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DOPPELGAÄNGER
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