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XLI. Dawn in your Sunset

Importante escuchar:

🦋You're losing me by Taylor Swift

🦋
DOPPELGÄNGER

El bullicio de una ciudad que no se detiene aun pasadas las doce del mediodía llena los apartamentos de Tribeca, el icónico circuito neoyorkino preferido por reconocidas personalidades del rubro de las inmobiliarias, celebridades o funcionarios que desempeñan elevados cargos administrativos.

Para Jeon Jungkook tener su hogar allí o contar con un día libre era algo anacrónico. Habían pasado tres años después de que la vida se le convirtiera en el puzle que ahora no podía concebir sin Kim Taehyung a su lado.

Su esposo, su compañero.

El pensamiento siempre lograba sacarle una sonrisa al contemplar la colección de fotografías que él mismo había ido creando con el transcurso de esos años.

En pequeños portarretratos, describiendo una especie de pieza postmodernista sobre una lámina de cerezos en flor, el actual representante de la Oficina del FBI en Nueva York disfrutaba de sus últimas horas sobre la caminadora intentando mantenerse fiel a la idea que no debía remover viejos demonios cuando el último caso le recordaba mucho a cierta persona responsable de su tendencia a desconfiar.

Tres años atrás la ciudad había sido arrasada por una serie de curiosos homicidios, estigmatizados con una mariposa en escarlata. Tres años atrás la historia de Park Jimin y Min Yoongi había desestabilizado los cimientos de muchas conciencias y él había quedado en medio de ese desastre con demasiadas preguntas como para archivar aquellos informes cuyo contenido volvía a coquetear con la más loca de las teorías.

Era como revivir un molesto deja vu cuando rememoraba sucesos enmarcados en los titulares de las publicaciones de esas fechas. Sucesos bajo el slogan del "escape de los prisioneros desde Nueva York a San Francisco," donde Min Yoongi pereciera y luego Park Jimin abandonara la existencia misteriosamente.

Una nueva secuencia de crímenes se abría sobre la ciudad. Una que cubría la malversación de capitales con destino a Europa e involucraba el delito de suplantación de personalidad como la marca de este nuevo personaje.

Por qué Jungkook no dejaba atrás el pasado. Por qué seguía albergando la infantil esperanza de encontrarse con Jimin en cualquier esquina de la ciudad.

"¿Quiere atraparme, jefe Jeon? Estoy más cerca de lo que usted cree, pero solo soy la distracción, las verdaderas respuestas las tienen aquellos que nunca renunciaron. Mis respetos a usted que pudo conocer al detective Park y al admirable Min Yoon Gi, son mi inspiración para ganar esta apuesta."

Aquel mensaje recortado con letras de periódico había llegado a su dirección privada. Eso y un set de fotografías de él con Taehyung teniendo relaciones sexuales en su sala de estar. Jeon había conocido el sabor de su propia sangre al morderse los labios para no decirle nada a su actual compañero.

La alianza dorada en su anular izquierdo volvía a centellear antes de bajar de la estera y recuperar el aliento. Por lo visto nunca estaría en paz.

Como si la bruma sobre su cabeza tuviera el poder de atraer a su alma complementaria, Kim Taehyung atravesó la estancia ajustándose los lentes.

Iba descalzo y un inquieto cachorro de la raza Pomerania casi conseguía salirse de sus brazos cuando encontraron a Jeon.

—Yeontan como siempre de desesperado. Bam llegará en cualquier momento. Su veterinario lo traerá, por un golpe de suerte tendremos a ese alborotador de vuelta en casa ¿Kookie, me estás escuchando?

Tae insistió chasqueando los dedos frente al rostro de su compañero de vida en los últimos años. El pelinegro sonrió lo mejor que pudo para disimular hacia dónde iban sus nebulosos pensamientos.

—Solo estaba pensando en el caso actual. El estafador de Manhattan...

—Increíble. Es tu día libre Kook, nuestro día libre.

Enfatizó el castaño dejándose caer sobre el sofá. El cachorro corrió a ocupar su regazo y competir por su atención. Jungkook ocupó el brazo del acolchonado mueble antes de tirar de un enfurruñado Taehyung.

—Lo sé y lo siento, es solo que esa nota terminó revolviendo mi estómago. Sea quién sea conoce todas las historias que rodean a...

—¡No, por favor...!

Se quejó Taehyung oponiéndose firmemente a la idea del pelinegro de iniciar una cruzada por algo que él consideraba inútil. La obsesión de Jungkook por recrear escenarios de escapistas donde Jimin y Yoongi seguían vivos le desconcertaba.

Era cierto que se enfrentaban a un nuevo criminal, bastante creativo debía reconocer, pero qué probabilidad existía de que hubiera alguna conexión con los hechos de tres años atrás.

Por qué todos los fantasmas se tenían que llamar Jimin. Tae ya no podía soportar ese comportamiento. La línea debía ser trazada.

—Vuelves a mencionar esa locura y no solo te deportaré a este sofá... Me iré a pasar una larga temporada con mis padres. No nos hagas esto Baby Kook.

El apodo con que únicamente le llamaba entre las sábanas trajo una oleada de calor a las mejillas del más joven. Negando mientras se revolvía la mata de cabello empapada por el sudor producto a la actividad física, Jungkook terminó atrapando al castaño en un pegajoso abrazo.

—Estás sudado y apestas.

Fue el pobre intento de Taehyung por escapar a la boca ajena. Jungkook no vaciló cuando ambos se volvieron a mirar.

Te amo Tete, pero no voy descansar hasta esclarecer toda la verdad. Llámame loco, pero estoy seguro que esta persona no se detendrá hasta que la causa primaria emerja a la superficie, y esa, aunque te disguste... sigue residiendo en Park Jimin y aquel cretino con el que solía salir.

Taehyung también sabía que no podría hacer mucho cuando conocía tan bien a su compañero. Prefirió suspirar mientras le instaba a tomar una ducha donde él también estaría presente.

Seis horas hacia adelante en el huso horario, Park Jimin ultimaba detalles en el jardín trasero de la Mansión Ezra en Hannover. Para ser un mes de marzo, los botones de las rosas inglesas en tonos azules que el propio Yoongi había mandado a plantar se habían adelantado y lucían exuberantes arreglos que Jimin había tenido la idea de colocar sobre la mesa tallada que protagonizaba la velada.

Comida mediterránea, como en los tiempos en que dividía las horas para reconstruir en un lienzo los colores de la costa de Marsella para luego perderse en las imperceptibles pecas que tenía Yoongi en su espalda.

Tiempos dulces y ajetreados a los que no le importaría volver si no se hubiera impuesto una meta aún mayor.

—Gracias Margaret. Creo que estos serán los últimos. Dile a Grace que saque los vinos de la cosecha de 2009, es la favorita de Yoon en estos días...

—Por supuesto señor Löffler.

El ama de llaves que únicamente les acompañaba para ese tipo de ocasión y su ayudante asintieron antes de regresar a la cocina. Jimin volvió a percibir aquel molesto zumbido en sus oídos y cómo su temperatura se empeñaba en hacerle transpirar.

Se había medicado nuevamente, pero el malestar lejos de despedirse parecía aferrarse a sus entrañas al punto de negarle probar su propio pastel para Yoongi.

Estaba demasiado estresado, era esa la justificación más lógica, pero no iba a permitir que ese ligero percance le impidiera seguir adelante con la celebración del cumpleaños del más pálido y otro punto importante aún, con su plan de traer a colación un tema que presentía espinoso.

—Finalmente llegamos. El tráfico es una locura y eso que no pasan las siete de la tarde.

Alie Ezra apareció bajo en el umbral que separaba la casa del jardín posterior. En un vestido con la falda suelta y motivos florales, el largo cabello negro contrastaba a la perfección con su piel de porcelana y labios maduros. Sin dudas el embarazo solo acentuaba su belleza natural. Jimin sonrió.

—Gracias por no dejarme solo con el ogro. En el fondo Yoongi odia sus cumpleaños por obvias razones, por eso trato de ocuparlo al por mayor en esa fecha. Taemin hyung, tú también eres bienvenido.

El rubio sonrió antes de estrechar a Jimin en un abrazo. Solo unos años atrás había descubierto a través de su prometida que el castaño seguía vivo pero bajo el nombre de William Löffler.

Un caso similar lo experimentó Hoseok, solo que el actual responsable de las Operaciones Secretas en la Interpol y por ende radicado en Francia, solo sonrió y le palmeó el hombro, pues al igual que Jungkook, él mantuvo la esperanza de haberse equivocado el día que se notificó la desaparición de Jimin en el derrumbe de Long Island Home.

—Es bueno verte, aunque no traigo buenas noticias desde Nueva York...

El semblante adusto de Taemin provocó una mueca en Jimin. Alie negó antes de abrazar a su marido y besarle en la mejilla.

—¿Cuántas veces tendré que decirlo señor Lee? ¡Hoy no es día de trabajo! Deja a Jiminie en paz con lo que los necios de tu oficina no pueden cavilar. Yo misma podría desenrollar el caso "estafador evanescente" que tiene a todos de los nervios...

—¿Estafador evanescente?

Jimin cuestionó invitándolos a tomar asiento alrededor de las mesillas auxiliares que adornaban el jardín.

—Ahora tienes toda mi atención. Aun cuando haya prometido no remover los recuerdos de esa otra vida, creo que la fuerza del hábito me perseguirá por algún tiempo.

Concluyó ofreciendo una copa de vino a Taemin y un jugo de naranja a una enfurruñada Alie que había perdido flagrantemente contra los intentos de su marido por compartir lo que en las últimas semanas removía la Oficina.

Las horas continuaron avanzando hasta que Jung Hoseok y Claire Jung, también se incorporaron a la pequeña reunión que tendrían esa noche.

La rubia había cortado su cabello nuevamente a una melenita a nivel de los hombros que solo resaltaba las curvas elegantes de su cuello y clavículas, cortesía del vestido a modo top que exhibía a pesar de ser una noche algo fresca.

Hoseok, a su lado sonreía de aquella manera que delataba dos pequeños hoyuelos cerca de las comisuras labiales. Sin temor a equivocarse hacían una pareja adorable. Solo faltaba Kibum, su novia Chris y por supuesto, el invitado de honor.

—Comienzo a sospechar que Yoongi nos está dando esquinazo.

Comentó Hoseok degustando un poco más su copa de vino blanco. Tal como si hubiera invocado al susodicho, la imagen elegante del doctor Min apareció bajo el umbral que separaba la cocina del patio trasero. Jimin sonrió de aquella forma que le enternecía la mirada antes de ponerse en pie para saludar a su esposo.

—Sé que quieres mi cabeza por llegar tan tarde pero la clínica no paraba. Hubo un pequeño problema con el ala de Obstetricia y hasta que no se calmaron las aguas no pude salir. Por lo visto la caballería pesada se adelantó.

A esas alturas Jimin ya se acurrucaba contra su cuello para dejar un beso húmedo allí.

—Lo importante es que estás aquí. Feliz cumpleaños, mi amor.

Enfatizó lo último robándole un ligero pico que Yoongi se encargó de alargar.

—Con razón estabas tan desesperado por llegar a casa. Buenas noches, Jimin-shi.

Key se hizo visible riendo de la mano de una sonrojada Chris. La hija del doctor Karl, el único médico que se atrevía apostar por las ideas de Yoongi de revitalizar su negocio cuando todos le consideraban un anciano bueno para nada.

El dinero puede mover montañas pero para Christine Hershiser, cardióloga consagrada y heredera de un afamado pediatra el honor iba primero. Así que prácticamente idolatraba al hombre que había tocado a su puerta en el momento más crudo.

Luego la vida la hizo coincidir con Kibum y aun cuando ninguno se permitía etiquetar la relación que compartían en el último año, se podía decir que era más serio que solo salidas por compromisos sociales.

—Jimin-shi, es bueno verte. Decirte que estás guapo sobra, pero siempre es lindo escuchar cumplidos ¿Dónde dejo los regalos?

La voz de Chris hizo a Jimin salir de la burbuja que lo rodeaba cuando Yoongi estaba cerca. Sonrió algo avergonzado antes de guiar a la chica al interior de la casa. El resto de la población masculina prácticamente cercó a Yoongi y Kibum antes de dirigir la conversación hacia los proyectos del último año.

Tanta familiaridad lograba fascinar al doctor. Únicamente soportaba todo por Jimin, y es que Hoseok, Taemin, Key, Alie o la propia Claire se habían convertido en una extraña familia al pendiente de ambos en los últimos tiempos.

Para alguien acostumbrado a la soledad en medio de la multitud, evaluar las emociones aun constituía todo un arte. Jimin regresó acompañado del equipo del servicio y una efusiva Chris que le ayudaba a trasladar el pequeño pastel de dos niveles que había conseguido hornear.

Gracias a que el postre tenía una vajilla cubriéndolo Intruso no logró dañar la presentación mientras se subía a la mesa reclamando la atención de su dueño. Yoongi puso los ojos en blanco.

—Recuérdenme desaparecer a ese gato del demonio algún día de estos... ¿No te gustan las mascotas Hoseok?

El aludido negó extendiendo la sonrisa a una escandalosa carcajada.

—Aprecio mi vida lo suficiente como para hacer enojar a Jimin. Se nota que el gato ese es su guardaespaldas. De hecho, se parece a ti así que...

La respuesta consiguió que Yoongi murmurara unas cuantas maldiciones antes de unirse a Jimin y su intento de cantarle feliz cumpleaños cuando lo único que deseaba era quedarse a solas con su chico.

—Ese pastel de mandarinas me costó un mundo y ni hablar de lo que tardé para que el glaseado se quedara en su lugar. Acepto críticas, sugerencias y burlas...

—La porción de Yoongi regálasela al gato.

—¡Lee Taemin!

El aludido fue golpeado por su esposa en la cabeza. Aquello parecía una tragicomedia mientras el sonido de las risas llenaba el patio y la tarde se confundía con la línea de una noche agradable.

Min Yoongi tuvo que ceder al peso de la velada para escuchar las anécdotas que un animado Jimin compartía sentado en su regazo. A veces se detenía a mirarlo de aquella forma que le calentaba el pecho.

Su perfecto chico, su perfecta vida.

Estaba orgulloso por cada pequeño logro y cierta tranquilidad le invadía hasta que la conversación regresó sobre el nuevo tropiezo que enfrentaba la antigua dependencia de Cuántico en Nueva York.

—Obviamente esa persona debe tener influencias en los bancos de la ciudad. De otra manera no hubiera podido desfalcar con tanta rapidez. Hasta ahora sus blancos han sido la industria inmobiliaria y los negocios de exportación de cigarrillos. Monet Gloss On Hills, esa fue la transnacional que quebró primero desde que el "estafador evanescente" comenzó hacer de las suyas.

Jimin asintió evaluando aquella situación mientras Yoongi ignoraba lo que el nombre de esa empresa producía en su interior. Gloss había sido el apodo de su padre al inicio de la década de los ochenta, aun cuando no había cambiado el comercio del opio por el mercado del tabaco.

—Jungkook anda trepándose a las paredes por eso. La verdad, hasta ahora son robos aislados pero en las últimas semanas el presunto culpable envió una nota a la Oficina. Sé que no debería decir esto pero sus antiguos nombres fueron mencionados.

Las gotas de vino que quedaban en el fondo de la copa de Min se agitaron antes que el doctor se pusiera en pie, sorprendiendo a Jimin y a todos los asistentes.

—Discúlpenme, necesito hacer una llamada con urgencia.

Fue su abrupta respuesta y Jimin se mordió el labio inferior. El malestar que abatía su cuerpo nuevamente no le permitía leer bien las reacciones de Yoongi, pero incuestionablemente algo estaba mal.

—Ahí lo tienes, las consecuencias de no poder separar el ocio del trabajo. Disculpa Jimin. Creo que ya es tiempo de retirarnos.

Claire se excusó en nombre de Hoseok y Alie intercambió la misma mirada compungida con ella antes de condenar a su esposo al peso del silencio.

El pasado lleva ese nombre porque queda atrás. Sea lo que sea que se esté tejiendo en Nueva York, esperemos que no repercuta en nosotros. Buenas noches.

Key fue el próximo en presentar sus respetos en compañía de una avergonzada Chris antes de despedirse.

—Jiminnie... no fue mi intención...

Comenzó Taemin a lo que el castaño negó masajeando sus sienes para mitigar el reciente dolor de cabeza que conseguía nublarle la vista. La brisa de la noche le producía escalofríos y quizás le achacaría eso a la bebida mientras Alie se ponía de pie para acompañar a su pareja a la salida.

—Era casi obligatorio que el tema saliera a colación. Les deseo buena suerte en esa tarea. Lamentablemente ese ya no es mi campo de trabajo.

El rubio asintió antes de dirigirse a la gravilla de la mansión donde esperaba aparcado el coche de la familia de Alie. La escritora quedó atrás para tomar las gélidas manos de Jimin entre las suyas.

—Perdóname Jim. Ve con Yoongi, te necesita cuando es obvio que hay algo más que realización en cuanto al caso del estafador evanescente. También asumo que aún no le has preguntado sobre aquel asunto... Estás demasiado ansioso.

Jimin enrojeció con solo recordarlo. Ahora la meta de seducir a su esposo para confesarle su atrevimiento de enviar el expediente médico de ambos a una clínica de reproducción asistida le atenazaba la garganta. Lidiar con un Yoongi evidentemente enojado no sería fácil.

—Lo haré. Hoy mismo, no esperaré más. Cuida a mi sobrino. Estoy loco por conocer a ese bebé.

Ella asintió antes de abrazarlo. La temperatura corporal de Jimin se podía percibir a través de la fina camisa de hilo blanco que había escogido para la noche.

—Deberías cuidarte más. Luces como si fueras a tener fiebre en cualquier momento. Recuerda que tienes a un médico en casa.

Jimin correspondió la recomendación con otro abrazo. Se despidieron solo antes de que ordenara al equipo de servicio guardar la vajilla utilizada en la cocina y cerrar el pabellón del jardín trasero.

Cuando se aseguró de estar en total soledad con su esposo se encaminó al despacho donde el emblema de la familia Ezra presidía el límite entre su estudio y los dominios de Yoongi.

El ave fénix que renace de sus cenizas centelleaba sobre el blasón de esa parte de la ascendencia del médico cuando Jimin encontró a un pálido hombre con las piernas cruzadas acariciando el filo de un vaso de whisky sobre el tablero del escritorio.

Los ojos verdes de Yoongi le quemaban en el rostro mientras en su otra mano arrugaba un papel que el propio Jimin había dejado con toda intención sobre la mesa.

—¿En qué parte del plan iba esto? Después que tus amiguitos trajeran los demonios de una vida que nos hemos esforzado por borrar o después de que folláramos para que me tragara mejor el hecho de que pasaste por encima de mí para enviar la jodida solicitud.

Yoongi explotó finalmente. Sus manos nervosas apretaban el contorno del escritorio mientras su rostro y cuello exhibían un furioso sonrojo. Jimin respiró profundo. Si creía que le iba a devolver el golpe con gritos y palabras vulgares estaba equivocado.

No era la forma en la que hubiera elegido hablarle sobre su sueño de asumir la paternidad, pero era la oportunidad con la que contaba a fin de cuentas.

—Sobre la primera pregunta... No tenía idea que Taemin iba a sacar ese tema en tu presencia, cuando por lo visto el nombre de Gloss te recordó algo que ahora sé. Respecto a lo segundo, sí albergaba la esperanza de hacer el amor contigo después de ver una de esas películas románticas que yo odio y tú finges asquearte cuando en realidad te gusta Hugh Jackman y Julia Roberts.

Estrechó la distancia hasta hacerse de la corbata de Yoongi y tirar ligeramente hacia delante. El escritorio únicamente separándolos, Jimin se humedeció los resecos labios por acto reflejo.

—En cuanto al tema de que pasé por encima de ti para tomar la decisión que mejorará nuestra vida... deberías agradecerme. Tenemos una cita pactada para el próximo mes, que debe coincidir con mi regreso de París. Quiero un futuro a tu lado y ese futuro incluye hijos, así que...

—¡No me jodas Jimin!¿Qué mierda te pasa? ¿Es por Alie y Claire? ¿Te entró el ataque de la paternidad porque ellas están esperando? Puedes adoptar. Eso no me interesa en realidad. Adopta la cantidad de críos que quieras, abre tu propio hogar de acogida si así eres feliz, pero no me pidas que ayude a traer al mundo a una criatura que tenga mis genes... ¡No sabes lo que estás pidiendo por muy romántico que se vea en tu cabeza!

La respuesta amarga y la forma en la que Yoongi se había apartado de él le agitaron el corazón de una forma dolorosa. Jimin intentó sonreír con sarcasmo para disfrazar su ira pero le salió una mueca agria mientras perseguía a Yoongi camino a la salida del despacho.

—No puedes estar hablando en serio ¿Adopción? Tú mejor que nadie sabe cómo es el proceso. Ambos los sabemos ¿Qué te cuesta probar? Estamos listos Yoonie, estoy seguro. Lo siento en la piel... Una familia... mi familia contigo... no entiendo por qué...

Yoongi se detuvo debajo del umbral de la puerta principal antes de recuperar el abrigo. Jimin comprendió que le dejaba con un gesto agónico. Para ese entonces solo tenía ganas de golpearle.

—¿Serás así de frío cuando estoy hablando de mi último sueño?¡Dime algo, maldita sea!

Casi le gritó antes de percibir las manos del más pálido en su cintura. Se miraron fijamente como si así pudieran comunicarse en medio del pesado silencio.

Yoongi le besó la sudorosa frente donde el cabello se pegaba antes de atreverse a formular alguna excusa que para el castaño no sería coherente.

—No quiero decirte algo de lo que pueda arrepentirme después... No me esperes despierto.

Jimin cerró los ojos más por frustración que por el dolor de cabeza que le estaba lacerando ambas sienes. El ruido del coche alejándose le comunicó que Yoongi pasaba de analizar sus problemas esa noche.

Como si Intruso pudiera leer entre líneas, maulló alrededor de un abatido castaño que a duras penas contenía los sollozos. El retrato de Helena Kim le observaba en la distancia. Nunca en su existencia despreció tanto a una persona.

—Tenías que crearle esa maldita cicatriz que le impide amar plenamente... Te odio.

Se atrevió a maldecirla antes de apoderarse de una de las botellas de Bourbon que Yoongi más apreciaba. Bebió hasta que el cansancio y el dolor en su vientre se impusieron a la dimensión de su soledad.

Desgraciadamente los pronósticos no suelen correr como deseamos la mayoría de las veces y la idea de una noche romántica se convirtió en un verdadero infierno mientras su otra mitad vagaba por las frías calles de Hannover.

Perdido bajo la bruma de los recuerdos, Yoongi terminó en una panadería tradicional alemana pidiendo una orden de pretzel y chocolate caliente. Curiosamente había pedido dos tazas. Como si a pesar de todo, Jimin estuviera allí para sonreírle y conectarle con la humanidad.

Hijos... por supuesto que deseaba tener un pequeño o una pequeña con el rostro de Jimin, con sus manos delicadas y su tendencia a ser torpe en las cosas menos pensadas. Por supuesto que había pensado en ese futuro pero era consciente de que solo era eso. Un sueño demasiado alto para alguien incapaz de amar de verdad.

"Su hijo no es normal, señora Ezra. Que haya comenzado hablar a los tres meses por su cuenta solo confirma un alto grado de superdotación intelectual. Debe estar atenta, tiene en sus manos un diamante en bruto."

Aun podía recordar aquella conversación. A pesar de contar con dos años y medio ya tenía una manera muy peculiar de percibir el mundo.

Individuos Doppelgänger.

Individuos condenados a la soledad de estar cien por ciento consciente de sus capacidades. No quería ni imaginar que el proyecto de Jimin terminara con una pequeña reproducción de su yo de la infancia. No podía permitírselo.

—Tenías que ver a través de mí con tanta facilidad. Por qué me haces esto Jim.

Masajeó sus sienes comprobando la hora en el reloj de pulsera. Otra vez Jimin llegó a su mente, era un regalo por haber abierto su clínica solo dos años después de llegar a Hannover. Yoongi sonreía amargamente antes de pedir que le prepararan chocolate y pan de pretzel para llevar.

Tenía que disculparse cuanto antes, sentía que su garganta se cerraba si no tenía a Jimin cerca. Las calles pasaron lo suficientemente rápido para encontrarse con la estancia a media luz. Tal como la había abandonado por alrededor de dos horas.

Solo algo destacaba sobre la alfombra y al inicio pensó que su chico había sido superado por el cansancio de una rutina demasiado extenuante. Iba a comenzar una especie de monólogo para enmendar parte de su error cuando escuchó un quejido.

Jimin se sujetaba el vientre con ambas manos y su perlada frente se unía al furioso sonrojo en sus mejillas para enmascarar el delirio de la fiebre. Cómo no se dio cuenta antes.

La condición del castaño no era buena mientras Yoongi se encargaba de examinarle con manos nerviosas para comprobar lo que ahora sospechaba. El Director de la Hershiser-Ezra Krankenhaus marcó tres veces hasta que la línea se hizo estable.

—Buenas noches, Joshua. Necesito que prepares el quirófano tres. Mi esposo será intervenido de urgencia.

Fue lo que logró mascullar antes de alzar a Jimin en sus brazos y pedir en nombre de un dios que a veces olvidaba que todo saliera bien.

🦋
DOPPELGÄNGER

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