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XIV. Green Eyes

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Mini maratón 2/2

📌Disclaimer: Los procederes que se reseñan en los próximos capítulos han sido creados solo como parte de la trama, en ningún momento se anima a llevarlos a la práctica o a demostrar teorías completas sobre ello, aunque exista un estudio de campo previo a su inclusión en esta obra. Solo sirven de base a un punto clave en este arco. Por lo que si eres sensible o menor de edad no se recomienda este contenido. Aclarado este percance, agradezco de corazón a todos los que apoyan esta novela. Si estamos aquí es por ustedes.

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Frustración y quizás un poco de decepción al comprobar que no había avanzado nada. Por qué demonios era tan difícil. Jimin exhalaba otra bocanada de humo bajo el porche de Manchester Lake, mientras la tormenta que el servicio meteorológico de Londres había predicho dejaba ver sus primeras señales en el horizonte.

La primera y única sesión de su terapia había culminado tres horas atrás y Min le había ofrecido quedarse en una de las habitaciones hasta la próxima mañana cuando el detective regresaría a la ciudad y sus vidas volverían a tomar rumbos diferentes.

Jimin estaba echando chispas por dentro. O quizás por fuera también mientras arrugaba entre sus nerviosos dedos el dichoso consentimiento informado. Se comprometía a seguir en la investigación de Min pero solo cuando él lo solicitara y el doctor parecía más interesado en encerrarse en su despacho que en analizarle a él.

—Maldito egoísta de los infiernos. Ni siquiera le importó que le incluyera en lo poco que recuerdo. A veces quisiera estrangularlo con mis propias manos. Es solo un arrogante de…

Una mano frente a su nariz le impidió seguir maldiciendo a la razón de todos sus males. Min Yoongi exhibía un lujoso pijama en seda roja mientras encendía con el final del cigarrillo de Jimin uno de sus típicos Marlboro mentolados.

La imagen no podía resultarle más provocadora mientras observaba los rosáceos labios del médico abrazar el inicio de una bocanada de humo y de paso asesinarle la poca paciencia que le quedaba.

—No probaste casi la comida…estás demasiado delgado como para permitirte ayunar…

Jimin escupió lo que quedaba del cigarrillo en su boca para ver como la colilla era consumida por los primeros goterones. Si Min estaba proponiéndose sacarlo de quicio que le pusiera un diez. Primero la maldita sesión donde solo le había hecho monótonas preguntas de un pasado que ya casi había reconstruido y que le incluía con obviedad.

Luego el tono condescendiente para anunciarle que habían terminado y que si gustaba se podía duchar y comer en el mesón de la amplia estancia que guardada después de la sala de estar.

Tan calculador como siempre, hasta eso había predicho y a Jimin no le pasaron las tres aceitunas y una porción de filete cuando el nudo en su estómago a penas le dejaba pensar. Ahora venía a preocuparse por él cuando el más pálido era la causa de la mayor parte de sus tribulaciones.

—Me estoy cansando Yoongi. Deja de darle vueltas al asunto y saca la jodida verdad. Quiero saber cómo encantas a tus pacientes al punto que se convierten en tus fieles marionetas. Estudié algo de piscología en la academia y sé que lo de hoy ha sido una burda distracción. Te especializas en personas cuyos patrones conductuales son difíciles de predecir. Sara tenía un trastorno disociativo de la personalidad, labilidad emocional y ambivalencia. Eddie era esquizofrénico y la lista sigue creciendo ¿Yo qué demonios soy en tu directorio? ¡O tengo que preguntarle a la demente que tienes como esposa para salir de dudas!

Con aquel discurso amortiguado por el eco de la tormenta, Jimin se había ganado la atención de esos impresionantes ojos verdes. Podía ver los nubarrones fundiéndose con las descargas eléctricas en el cielo enigmático que cargaba Min en la mirada.

La cuerda que los unía después de mucho tiempo atrás se volvía a tensar dolorosamente. Jimin seguía sentado a la orilla del porche, el doctor le observada desde arriba hasta que el papel con el consentimiento informado fue arrojado a la tormenta.

—Me retiro entonces de esta payasada. Si no estás dispuesto a recuperar mis recuerdos, al menos por el pasado que nos debemos, que se encargue Namjoon y sus buitres de darte caza. Ten la noche de mierda que te mereces.

Jimin se puso en pie para dejar el peso de esas palabras y de la mirada más fría que podía cargar sobre el médico. No contó con la voz amortiguada que le llamaba desde lo profundo de su subconsciente.

—Hipnosis. Todas las leyendas que estás creando giran alrededor de esa palabra.

Casi con un movimiento doloroso el detective quedó bajo el umbral. Mientras Min exhalaba con parsimonia registrando cada expresión en el rostro ajeno, como si sembrar el mal de la duda fuera un espectáculo digno de admirar.

La risa ronca del doctor le siguió al profundo ceño de Jimin. Aquel hombre reía con su propia broma dejando que la humedad de la tormenta coqueteara con su cabello y ropas, concediéndole un escenario hermoso y retorcido al castaño, quién solo se preguntaba si aquella criatura era en realidad humana.

—No me estoy burlando de ti, Jimin-ah…

—No lo parece…

—Solo me recordaste a mí mismo al principio de la terapia.

—¿Terapia? No me tomes el pelo Yoongi. Recuerdo cuando éramos adolescentes. Que tuvimos una historia de… que fuimos algo parecido a una pareja. Hasta ahí no tengo problemas para recordar todo lo que me hiciste pasar, al menos sentimentalmente. Pero tengo muchos espacios en blanco. El orfanato, mi vida después del accidente o por qué sigo viendo la maldita imagen de una mariposa en mis sueños. Mi ansiedad solo parece empeorar desde que nos estamos encontrando. Sé que hay un mensaje ahí pero no puedo leerlo. Me está consumiendo, con más agresividad que antes y lo único que se me ocurre es asociarlo contigo. Sé que puedes ayudarme con tu investigación del demonio. Pero te gusta verme sufrir a cada segundo. Mi agonía te alimenta… ¿No es cierto?

La distancia se había esfumado y ahora la respiración del detective estaba sobre los labios cargados de humo del médico. Yoongi ardía en deseos de tocarle, de sentir otra vez cómo era besar aquella boca maltratada por tanto morderse a sí misma, de tanta ansiedad contenida en una sola persona.

Liberar al Jimin del pasado, extraer lo que fuera que estuviera protegiendo... era una tentación demasiado grande para un hombre que estaba camino a la iluminación. Solo para fastidiarle un poco más terminó su cigarrillo y se apoderó de una de las muñecas del castaño.

—Si aceptas… esta sesión quedará fuera de cualquier papel que hayas firmado antes, tengo la copia de tu consentimiento informado, pero para este tipo de psicoanálisis necesitaré solo tu palabra de que pase lo que pase lo aceptarás ¿Te ha quedado claro?

Realmente Jimin no necesitaba tanto protocolo, mirarle directo a los ojos ya lo tenía en una especie de trance. Yoongi era increíblemente hermoso de cerca. Su piel nívea salpicada por imperceptibles pecas cerca de la nariz y los altivos pómulos, las pestañas aún más oscuras que su cabello cobijando unos ojos que tenían el mismo aspecto de los de un gato aderezando el vórtice color bosque que habitaba en su mirada. Jimin exhaló sobre la boca ajena antes de humedecerse los labios. Un hecho que incrementó el agarre del otro en su muñeca.

—A estas alturas no me importa mucho. El fin justifica los medios.

Era todo lo que quería oír y Min sonrió maliciosamente antes de tirar de Jimin en dirección al interior de la mansión. Pasaron la sala de estar y varias puertas antes de llegar un pasillo solo iluminado por una lámpara de pie.

El doctor le abrió la puerta y la luminosidad en el interior casi consigue cegar al detective. Una especie de laboratorio quedó frente a sus ojos. Min no perdió tiempo para exigirle que cambiara su atuendo por una cómoda bata de las que su usaban en los hospitales.

Jimin sintió la frialdad cubrir su cuerpo mientras obedecía regañadientes en el baño de aquel reducido lugar. Desde allí podía escuchar cómo el doctor arrastraba muebles y quizás preparaba algo, acompañado de las notas de Consolation No. 3 de Franz Liszt.

Era increíble como cada pieza clásica que Min escogía para Jimin era una especie de deja vu. Como si la música de la sesión de la mañana y la que estaba por comenzar tuvieran una relación inexplicable en su cabeza y quizás todo esto también estuviera incluido en el plan original del doctor. Fuera como fuera, había tomado una decisión.

Más que desenmascarar a aquel hombre, lo que más le obsesionaba era extraer los dichosos recuerdos que le faltaban por completar en su pasado. Por eso tomó una respiración profunda antes de regresar donde el doctor. La mirada que le dedicó Min casi consigue que le flaquearan las rodillas.

Aun así se esforzó por lucir digno mientras escuchaba las cansinas instrucciones del más pálido, aunque sus pensamientos estuvieran en otro lugar.

—¿Qué tiene la segunda jeringa?

Preguntó identificando el material que rezaba sobre la mesa auxiliar justo al lado de la camilla que Min había preparado para él.

—Dietilamina de ácido Lisérgico (LSD), en caso que no puedas regresar. La primera solo contiene una mezcla leve de sedantes. Necesitarás relajarte para entrar en estado de hipnosis y vamos acelerar el proceso contando el hecho de que estás desesperado por recordar. No me mires así… casi me amenazaste allá afuera…

—No lo hagas sonar como que me haces un favor y haz lo que tengas que hacer de una maldita vez. Solo quiero sacar lo que sea que me está martirizando, aunque eso incluya soportarte.

Jimin esperaba algún comentario cáustico, pero en su lugar Yoongi le ofreció una sonrisa dulce donde sus encías eran perceptibles.

—Siempre voy cuidar de ti. Que no se te olvide.

Fue lo que dijo el doctor antes de ayudarle a subir a la camilla. Jimin observó como le aseguraba tobillos y muñecas antes de insertarle una vía en el brazo izquierdo y con parsimonia administrar lo que había identificado segundos atrás como sedante.

—Ahora quiero que respires profundo y pienses en un lugar que te guste mucho. No tiene que ser real. Solo es ese sitio donde todos en algún momento nos refugiamos. Visualiza tu lugar seguro y trata de relajarte al máximo. Cuando estés listo… solo sigue mi voz…

Jimin asintió aun cuando deseaba negarse. Su lugar seguro…un sitio donde se sintiera protegido y confortable. Escoger era tan difícil que creyó que fracasaría hasta que encontró aquel parque donde solía correr a las afueras de Cuántico.

Tenía una cancha de baloncesto y además de ejercitarse siempre le ayudaba a pensar en la posible resolución de algún caso.

—Veo que ya has llegado… dime qué ves… cómo es el clima en dónde estás…qué aromas te cosquillean en la nariz o cómo tu piel percibe el ambiente… quiero saberlo todo Jimin-ah…

Una sonrisa comenzó a crecer en el rostro del castaño mientras se encontraba al otro lado del parque admirando cómo su yo de ese entonces hacía un triple y sus compañeros de facultad le aplaudían.

—Es primavera donde estoy y por alguna razón me siento ligero.

Yoongi tenía conectada la grabadora para ese instante. Jimin estaba entrando en estado de hipnosis a una velocidad abrumadora y temía encontrarse con el mismo problema que había tenido Haruna cuando probó dicha técnica en él mismo.

—Bien, ahora quiero que atesores ese hermoso momento en el que estás. Tenlo muy cerca de ti… no lo dejes partir porque ahora visitaremos el pasado. Justo a la habitación donde solías esconderte de los niños más grandes. Recuerdas por qué odias que te llamen Mochi.

Jimin frunció el ceño. Yoongi vaciló al comprobar que el ritmo cardiaco que controlaba por medio de una de las bandas de la muñeca derecha del detective se incrementaba.

—Si aún no lo recuerdas podemos…

—Sí estoy ahí… y tengo frío… frío y hambre. Sally no ha venido a verme en días y me han golpeado hasta los huesos. Un niño, el más rubio quiso que le limpiara los zapatos con mi boca. Me golpearon muy fuerte, quiero que se detengan… quiero desaparecer… pero simplemente…

El ritmo cardiaco volvía a ralentizarse. Yoongi suspiró. Jimin estaba en estado de hipnosis y no sabía si agradecer o preocuparse. Inconscientemente le sujetó una mano, solo para comprobar que estaba helada. Yoongi rebuscó en su memoria por un recuerdo menos lacerante. Solo se le ocurría mencionarse a sí mismo pero el tirón en su mano no le dio tiempo.

—Ahora estoy frente a un gallinero… alguien ha destrozado la puerta y los animales han sido sacrificados. Hay manchas rojas en todas partes y escucho los gritos de una persona que parece muerta por dentro. Deberían asustarme pero solo sonrío. Me siento feliz porque esa persona viene a por mí. Hoy por fin voy a ser libre… luego… luego hay fuego alrededor… me estaba librando de algo… quizás de alguien...  no puedo verle el rostro… es…

—¡Jimin, por Dios!

El pitido del monitor que controlaba los signos vitales del detective era la prueba del descontrol en sus constantes. Yoongi intentaba infructuosamente sacarle de aquel trance mientras el cuerpo del castaño se convulsionaba sobre sí mismo y las lágrimas le bañaban el rubicundo rostro.

Bastó solo un intento para que una de las jeringas cargadas con LSD fuera introducida en la vía. La taquicardia que por poco consigue dejar a Jimin ingrávido comenzó a remitir mientras Yoongi le hablaba en el tono más calmado posible para que regresara de aquella zona en blanco que aparecía en su subconsciente.

Ya no tenía dudas. Jimin era igual o peor que él en ese aspecto. Poseía una extraña condición que el propio Min se había atrevido a calificar como Doppelgänger. Tenía que anotar aquello mientras el cuerpo en la camilla parecía encontrar descanso.

O eso pensó Min cuando un fuerte jalón sobre su cuerpo le obligó casi a aterrizar sobre la butaca que estaba frente al monitor. Jimin acababa de despertar y sus pupilas dilatadas solo hablaban que quizás se había pasado con la dosis de LSD.

—¡Dime que hubo una razón, dime que todo este tiempo hubo una razón para que me abandonaras!

Un grito descarnado llenó la estancia mientras el castaño se sentaba a horcajadas sobre un confundido Yoongi. Una mezcla de regocijo y curiosidad invadían al doctor al contemplar cómo Jimin se apropiaba de otra de las jeringas cargadas con LSD y sin contemplación se la administraba en el cuello.

El ardor de la pequeña herida pareció avivar los sentidos de Min, que sin mucha paciencia terminó sujetando al castaño por la cintura hasta quedar respiración con respiración.

—¡Ya me cansé de esperarte Yoongi…! ¡Admite de una jodida vez que lo hiciste por amor y solo así no te mataré con mis propias manos! Acabo de ver mi vida pasar en flashes y fue por tu causa que llegué a este grado de miseria. Prometiste estar siempre a mi lado y me convertiste en tu marioneta ¡Hazte responsable de una maldita vez, o me tomas o…!

—¡Nunca voy a admitir que fue por amor! Para mí eso no existe realmente. Tampoco me arrepiento de haber tomado las decisiones que me llevaron a esto. Tú siempre fuiste mío, no iba a permitir que nada ni nadie me privara de lo que por derecho me pertenecía. Solo es el inicio, me encargaré de extraer cada uno de tus recuerdos, incluso me atrevería a crear unos nuevos con tal de retenerte a mi lado, mi precioso aprendiz… Solo yo puedo destruirte y solo tú puedes destruirme a mí…

En el momento que Jimin iba a replicar o sus manos iban a intentar desprenderse del abrazo posesivo en el que lo había encerrado Min ambas bocas colisionaron. Una insana desesperación se apoderó de sus cuerpos mientras el sonido de la tela del pijama del médico rasgándose en las manos del más joven interrumpió el hilo musical que ahora amenizaba Bach.

La tormenta fuera de la protección de Manchester Lake alcanzaba su apogeo mientras la parte más visceral de aquellas dos almas se volvía a reencontrar.

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A veces sueño contigo, cuando las horas se me hacen insoportables. A veces solo me pierdo en tus maravillosos azules y solo así, después de mucho tiempo, vuelvo a sentir que somos un hogar. Bienvenido de vuelta, Jim.”

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DOPPELGÄNGER

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