III. R.E.Q.U.I.E.M
¿Cómo se siente la muerte? ¿Qué hay más allá de esa puerta que le da fin a la vida? ¿Venimos de ese lugar oscuro antes de nacer o simplemente caminábamos con la venda puesta hasta que alguien cortó el último hilo?
El Dr. Min se hacía esas preguntas desde la tierna edad de siete años. Nunca fue lo que se pudiera considerar un niño típico. En su primer orfanato descubrió cómo se podía acabar con la vida de un momento a otro, primero a la de esos animales que sacrificaban en la cocina. Cómo la encargada sonreía al pequeño niño pálido que fue alguna vez mientras sus dedos regordetes se cerraban alrededor del cuello de las aves de corral.
Ese día Yoongi llevó a cabo su primer experimento, solo que la administración no estuvo muy a favor que desangrara dos gallinas y decorara con ello las camas de los niños mayores. Ese día también lo castigaron, pero ese sería solo el inicio de una curiosidad que en la adolescencia había sido la razón de múltiples entrevistas con el psicólogo y finalmente con un especialista en psiquiatría llamado Peter Thomas.
Sí, aquel hombre que conociera solo a los dieciséis fue el primero que no le vio como el monstruo que todos parecían divisar en sus ojos verde oscuro. Thomas no le entregó aquel ridículo cuestionario que tanto había repetido. Thomas no le ofreció el sillón acolchonado o los dulces insípidos que solían entregarse en los otros consultorios.
Solo lo saludó con un apretón de manos y le miró directo a los ojos. En aquel entonces Min era demasiado cínico y no tenía miedo de enseñar su naturaleza. Más bien se enorgullecía de aterrar a su vecindario con mensajes escarlata y cocteles molotov en su tiempo libre.
Quizás en ese entonces era más legible que nunca o estaba a punto de quebrarse. Aun no encontraba con claridad la razón para la cual Thomas le hubiera tratado como su igual e invitado a su casa en lugar de cumplir con el protocolo médico-paciente.
Fuera como fuera, Min agradecía aquel gesto. Eso y haber conocido de manos de ese hombre el territorio del psicoanálisis y más adelante la hipnosis. La vieja llama que solo otra persona había logrado encender se convirtió en una hoguera hambrienta.
"Dominar el subconsciente, tocar sus fibras y moldearlas, lograr iluminar esa parte que recuerda el dolor y convertirlo en puro arte. Puedes hacer eso. Puedes salvar a muchos o convertirte en su verdugo. Sé cuidadoso, hijo."
Aun recordaba las palabras de su mentor, pero a quién quería engañar...
¿Realmente no disfrutaba sembrando la mente ajena con sus propias ambiciones? ¿Realmente no existía cierta liberación en la venganza que algunos deseaban paladear?
El sabor amargo del whisky solo lo hizo adormecerse un poco más. Cuánto había pasado desde que viera a Jimin. Quizás dos horas y aun no entendía cómo se había logrado controlar. Tan cerca y tan lejos.
Tan pulcro y brillante como solía ser de niño, aunque algo desconfiado para su gusto, pero a fin de cuentas deseable como el raro espécimen que necesitaba su colección de casos.
Sara fue una buena inversión. Una huella manipulable ahogada por el peso de la aristocracia en un mundo donde el dinero lo puede todo y por si fuera poco con las mismas habilidades gráficas que Jimin.
Estaba seguro que la imagen de la mariposa era lo que más había turbado al joven detective. Su lenguaje corporal no mentía. Aun cuando intentaba guardar la calma, Min sabía que el mensaje había sido entregado con claridad. Estaba seguro que esa cena dejaría estragos en los sentimientos del más joven, pero no se podía dar el lujo de apresurarse solo para alimentar a sus más oscuros deseos.
La paciencia era amarga pero el fruto sin lugar a dudas no tendría precedentes. Tendría a su marioneta perfecta. Tendría al Jimin de veinte años atrás a su disposición para vivir lo que les arrebataron en ese entonces, para borrar de su memoria todo recuerdo que no lo contuviera a él.
Mientras tanto tenía que seguir escogiendo las piezas con delicadeza y precisión. Como esa caricia perezosa que se deslizaba en su bajo vientre mientras el agua de la tina le besaba la piel, justo como una boca de labios generosos debería hacer.
—¡Salud, detective Park! Espero llenar tus sueños esta noche...
Declaró antes de probar el último trago de su acristalado vaso. Una figura pálida y menuda apareció en el cuarto de baño. Haru Min, la hija adoptiva del doctor Thomas, la experimentada psicoterapeuta y confidente del Dr. Min, su esposa, un alma que lo aceptaba tal como era y que sabía de la metamorfosis progresando en el más pálido.
Min la contempló quitarse la bata y compartir la desnudez mientras el agua tibia de la tina la recibía con un murmullo. No pasó mucho tiempo para sentir las manos de su esposa trabajar en lo que él había comenzado bajo las ondas delicadas del agua.
Yoongi cerró los ojos y se abandonó al placer. Su versión más oscura solo se afilaba los dientes imaginando el día en que su otra parte verdaderamente compatible estuviera lista para el cambio.
Mientras tanto Jimin maldecía dos veces por haber terminado enredado en la invitación de Claire. Cuánto había pasado desde que abandonara el restaurante del hotel y la frustración le hubiera empujado al bar más cercano y de ahí a una borrachera que terminó llamando a quién menos quería ver.
Joder, se sentía como la mierda mientras pensaba en el bastardo de Min y Claire se satisfacía a su antojo con su cuerpo. Ni siquiera sabía por qué estaba tan estresado. Era obvio que Min no iba hacer más nada que dar vueltas sobre su punto y fingir ignorancia sobre el caso de Sara.
Jungkook ya podía pegar el grito en el cielo cuando cerraran el maldito expediente por no encontrar argumentos contundentes y su única posibilidad se la había llevado el frío Dr. Min y su capa de aristocracia.
—¿Por qué sigues tan tenso, cariño?
La cabellera rubia de Claire revoloteó sobre el pecho desnudo del detective antes de que otro beso fuera dejado en sus abultados labios.
—El jodido trabajo. No debía llamarte esta vez. Tú tienes derecho a algo más que esta mierda de relación que te puedo ofrecer...
—Shhh—le silenció ella acariciando el labio inferior de él con un pulgar—Sabes que no me molestaría nunca Jim. Me gusta la libertad que tenemos aunque tu cabeza esté en otro lugar, sigue siendo tan bueno como siempre.
Jimin sonrió al punto que sus ojos desaparecieron en el acto. Claire disimuló con otro beso cuando realmente su parte más romántica se retorcía. Mentiría si dijera que no sentía más que atracción por el detective.
Jimin se había convertido en algo más que una aventura de una sola noche. Quién podía seguir a su lado sin juzgarla por su profesión. Aun cuando no se acostara con su clientela ser bailarina privada era humillante la mayoría de las veces.
—La parte que más me gusta de esto es que me escuchas.
Concluyó el castaño acomodando a la chica contra su pecho. La rubia solo arrugó la nariz antes de aferrarse a la delgada cintura del contrario y suspirar.
—Entonces déjalo ir en cada una de tus palabras. Mejor afuera que dentro.
Jimin sonrió y aun dudando que la chica entendiera la naturaleza de sus tribulaciones intentó disminuir la carga que soportaba en su espalda desde hace tanto tiempo. Aun cuando los años habían pasado en silencio, las cicatrices que mostraba su cuerpo seguían frescas.
Esas mismas marcas en su piel como las alas que nunca terminaron de nacer le gritaban que debía volver al momento que su mente se apagó. Sabía que había pasado por mucho después de aquel accidente, que era un milagro regresar a la supuesta normalidad solo con esas heridas en el dorso y dos fracturas de la parrilla costal. Pero qué había pasado con su cerebro. A dónde habían ido aquellos recuerdos que ahora se llamaban pesadillas.
Alternando períodos de estabilidad con una profunda melancolía. Algo estaba muriendo desde ese entonces dentro de Jimin y hoy había tenido la loca idea de asociarlo con Sara y el ultimátum de la mariposa escarlata sobre los cuerpos.
Se suele entonar un cántico cuando alguien avanza hacia el otro mundo, dicen que se hiela la carne y los órganos se detienen lentamente.
Qué la vida se escapa de entre los dedos de una sola vez como si un ridículo comediante bajara el interruptor sin nuestro permiso. Hay soluciones más crueles que la muerte. Hay cantares de réquiem con el nombre de vida tatuado en ambas caras.
El Dr.Min de Doppelganger
El detective Park Jimin
*
Créditos a la artista del fanart y al creador del edit, de veras que cuando comencé con el primer storyboard mi imaginación llegó cerca de esto y luego cuando encontré las fotos pues fue como whoa...el universo está en sincronía conmigo. LOL 😁
Así que se los comparto por si todavía no tienen una idea clara del Jimin y el Yoongi de esta historia.
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