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5th. Part. MÅNGATA

Importante escuchar:

🦋Serendipity by Jimin of BTS

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DOPPELGÄNGER

"Las luces en tu alma a veces consiguen eclipsarme. Te quiero más que esta luna desnuda."

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DOPPELGÄNGER

La línea que divide un amanecer del otro suele trazarse a las doce de la noche. Es irónico, teniendo en cuenta que en ese intervalo de tiempo sigue existiendo espacio para la Luna, pero los ecos en cierta casa en la Calle Alle parecen amortiguados bajo la esencia de una atmósfera sosegada.

Para el que nunca ha transitado por este vecindario que data desde antes de la reunificación del territorio alemán, Hannover solo le parecerá otra ciudad con atracciones turísticas banales. Para Min Yoon Gi el camino hacia un pasado que ha terminado engulléndolo de la manera menos pensada.

Acostumbrado a planear, la vida le había traído la sorpresa de lo inesperado cuando compartía más que la cama y los pensamientos con cierto castaño devenido en artista plástico en los últimos años.

Las estaciones habían pasado demasiado rápido para su propio gusto y de la empresa que iniciara en Francia como un simple consejero de ventas con aspiraciones de pasar desapercibido, la idea de reclamar lo que por derecho de nacimiento le correspondía ya no le supo tan amarga.

Para Kim Kibum fue casi una conmoción encontrar a Yoongi en su oficina tres años atrás. Había asistido a su propio funeral y a pesar de la distancia trazada con respecto a Alie, le compadecía por la pérdida de una persona que le había impresionado en uno de los momentos más complicados de su vida.

Por eso estuvo tentado a golpearse en la frente mientras la sonrisa maliciosa en el rostro de Min era el inicio para solicitarle vagamente que deseaba asumir su responsabilidad como miembro de la familia Ezra.

Fue como un efecto dominó y en dos semanas Alie estaba de vuelta en Hannover para comprobar con sus propios ojos aquella especie de historia sacada de una película de policías y ladrones. Tanto Yoongi como Jimin seguían vivos y con todas sus funciones vitales al corriente.

La realización se mezcló con frustración. Un proceso muy similar al que experimentara Claire en Francia tres años atrás con Jimin se gestó entonces. Solo Lee Taemin y Jung Hoseok conocían de aquel nuevo comienzo bajo los nombres de William Löffler y August Ezra, un artista plástico en ascenso que no solía conceder entrevistas o que le tomaran fotos y un emergente empresario del área de los vinos con ambiciones de retomar el ejercicio de la medicina.

De esa manera habían ido los tiros cuando prácticamente reclamaba el estigma de la familia Ezra. Los padres de Alie no habían expresado ni aprobación o descontento cuando no conocían mucho de esa parte de la historia.

Para ellos Yoongi era el vivo retrato de una hermana que siempre había estado ausente hasta que su propia madre decidiera incluirle en los actos de última voluntad de su testamento.

Aun así, el de ojos verdes era consciente que para recibir el apellido no podía tener las manos vacías, y la pequeña fortuna que ya comenzaba acuñar bajo su nuevo onomástico fue el inicio de una inversión mayor.

De esa manera, después de unos cuantos tragos amargos, la casa donde transcurrieran los primeros años de su vida volvió a estar a su nombre y con ella otro torrente de recuerdos que no se hubiera atrevido a develar si no fuera por cierto joven de ojos azules que ahora esperaba en la habitación.

—Qué mala costumbre de olvidarse del mundo cuando está trabajando...

Yoongi farfulló mientras se deshacía de la calidez de las sábanas e iniciaba su camino fuera del dormitorio que compartía con el castaño. La antigua casona había sido remodelada y lo que fuera un espacio para almacenar efectos de jardinería y limpieza ahora se convertía en un estudio con el estilo de un loft para que Jimin pudiera emplearse en sus creaciones con tranquilidad.

Pasando por la imponente sala de estar donde el piano de cola seguía teniendo un lugar meritorio, Min observó el retrato que había conseguido salvar de las garras de Haruna y que solía decorar su despacho privado en Manchester Lake.

Su madre le contemplaba como la dama de hielo que había sido antes de abrir las puertas dobles donde reinaba la música pop a un volumen prudente. La razón de su existencia estaba allí.

Únicamente usando la parte superior del pijama que compartían, dejando accesible a sus ojos la elegancia de unas piernas torneadas que se hacían más fuertes en los muslos para coquetear con el inicio de la ropa interior.

Una pequeña coleta resaltaba en lo alto de la cabeza casi rubia mientras sostenía la paleta de acuarelas en una mano y con la otra difuminaba el contorno de lo que debía ser un paradisíaco paisaje. Jimin navegaba en su elemento más de lo que alguna vez pudo haber estado dentro del régimen militar.

El enojo de Yoongi se fue apaciguando antes de ser sorprendido por las uñas de cierto animal clavándose en sus pies descalzos.

—¡Jodido gato del infierno!

No se pudo contener de protestar e inmediatamente los ojos de Jimin le encontraron. Una sonrisa burlona se instaló en su rostro mientras se deshacía de sus materiales sobre la mesa donde se amontonaban pinceles de todo tipo y pinturas al óleo a medio usar.

Yoongi farfulló un poco más mientras el gato siamés que seguía a Jimin a todas partes se dejaba cargar por su dueño.

—¿Qué te hizo ese hombre malo bebé?

El castaño acariciaba al gato para ser recibido con suaves lametones en las mejillas. Yoongi tenía ganas de explotar cuando era él quien debía recibir los mimos de Jimin y no aquella bola de pelos molesta que disfrutaba arañándolo.

—Me parece que el afectado soy yo, pero bueno...—Resolvió enredando sus brazos en la fina cintura de su chico—Pasan las tres de la madrugada Jim, hasta cuándo vas a darte mala vida dejando de dormir por la dichosa exposición. Te extraño...

A Yoongi no le importaba que el gato estuviera en medio de los dos para robarle un casto beso. Jimin iba a responderle cuando cayó en la cuenta de la hora y más específicamente en la fecha.

—Mierda... ya es nueve de marzo. Es tu cumpleaños, nene.

Se separó solo para liberar a un celoso Intruso antes de enmarcar el rostro de Yoongi en sus manos y profundizar el beso. El mayor correspondió encontrando el bajo de la camisa del pijama que únicamente llevaba su chico.

El torso desnudo del más pálido irradiaba todo el calor que no podía expresarse en ese beso. Ambos estaban más allá de su respiración cuando se volvieron a mirar.

—No es algo tan importante. Ven a la cama. Debes descansar.

No era una sugerencia y Jimin lo sabía cuándo las manos de Yoongi buscaron sus rodillas y lo alzaron en brazos.

—Sí es importante y te recuerdo que tenemos un compromiso esta noche. Así que segundo obseso del trabajo, hazme un espacio en la agenda.

Lo volvió a besar mientras hacían el camino de regreso a la alcoba. Para Jimin conciliar el sueño después de cierto horario era un tanto problemático y aun cuando no tuvieran relaciones sexuales esa madrugada, solo se dejó llenar de mimos por Yoongi hasta quedarse dormido enredado a su cuerpo.

Cinco horas después, los rayos de un sol mortecino traspasaban las cortinas de encaje de cierta habitación matrimonial en el corazón de la casa Ezra, para que un adormilado castaño se frotara el rostro con sus delicadas manos.

Jimin cayó en la cuenta de que estaba solo en la cama cuando el espacio que solía ocupar Yoongi se presentaba demasiado frío.

—Realmente casi muero cuando duermo...

Se quejó entrecerrando los ojos. El sol no era tan fuerte, sino un ligero resplandor a través del cristal a medio abrir cobijado por el encaje de las cortinas color amarillo de la recámara.

Pasaban las ocho en el reloj de la mesita de noche y aunque estuviera contra todas las normas medicarse acabado de levantar, Jimin fue directo al cuarto de baño para cepillarse los dientes, recomponer su rostro, cambiar el pijama por los pantalones de chándal corto a juego con una sudadera holgada y administrar un analgésico a fin de calmar el malestar que le estaba pasando factura en los últimos días.

El estrés lo consumía mientras daba los últimos retoques a la serie de pinturas que serían embaladas con rumbo a la Exposición Gran Central que se llevaría a cabo en París en el próximo mes de abril.

Key, su actual agente, le había explicado la necesidad de asistir al evento y aunque tanto él como Yoongi se habían mostrado escépticos ante la idea, no le quedaba de otra que aceptar. Se había invertido mucho para echarse atrás.

Aun cuando estaba casi convencido de que nadie le podría reconocer con su aspecto actual, ciertos temores le asaltaban últimamente, eso y la conversación que planeaba tener con Yoongi al final de la velada de hoy.

Porque obviamente Alie regresaba a Alemania para ser parte de la fiesta "no sorpresa" por el cumpleaños del más pálido. Engañar al doctor era casi el oficio de un mago.

Yoongi estaba pendiente de lo más mínimo a su alrededor y cuando era hacia su persona la cosa iba de mal en peor. Solo recordar cómo se puso cuando se le lastimaron dos dedos por trabajar exhaustivamente en un retrato le hacía arrugar la nariz. Sin embargo, el asunto que Jimin se proponía tratar hoy conseguía que su estómago se contrajera.

"No lo sabrás si no se lo preguntas. Estamos en una nueva etapa de aceptación en estos momentos, en muchos países las uniones para parejas del mismo género ya son legales. Inténtalo, Jiminah."

La conversación vía telefónica con Alie le rondaba demasiado la cabeza para su gusto. La escritora esperaba un bebé. Con cinco meses de embarazo, la heredera de la familia Ezra no había dudado en legalizar su compromiso con Lee Taemin aunque solo hubiera sido un trámite en el servicio civil de Nueva York.

Matrimonio en condiciones legales, hijos...

Jimin no podía evitar emocionarse imaginando un niño con la fisonomía de Yoongi. Un pequeño al que cuidar y mimar hasta el cansancio. Había pensado tantas veces en la posibilidad de adoptar, conociendo a ciencia cierta todo lo que ese proceso implicaba al haberlo experimentado en carne propia.

Quizás por eso insistía tanto en apoyar fundaciones filántropas que apostaban por mejorar las condiciones de vida en los Hogares de Acogida en Hannover, pero cuando descubrió el anuncio de una clínica de reproducción asistida en la propia ciudad no se pudo contener.

La posibilidad de que su futuro hijo tuviera los genes de ambos solo le emocionaba el doble, pero existía un problema. Uno que tenía los ojos verdes y demasiadas deudas con el pasado. Yoongi no se veía muy inclinado hacia la paternidad aun cuando arribara a los treinta y cuatro años y contara con suficiente responsabilidad para asumirla.

Por eso había trazado una especie de plan después de la cena que se celebraría en la mansión esa noche. Un plan donde terminaría teniendo a Yoongi en sus brazos y quizás después de ceder a la fuerza de la pasión pudiera confesarle que ya había iniciado los trámites para pedir una cita en el servicio de inseminación artificial de la Albright-Wood Krankenhaus.*

—Debo infundirme valor para esa prueba... ¿verdad Intruso?

El gato ladeó la cabeza como si le comprendiera antes de que Jimin se decidiera a alimentarlo y dejarle en su caja de arena. El pasillo lo recibió con notas de Jazz y el aroma de las especias mezcladas con el bacon. Omelette, esa era la elección de un Yoongi que sin dudas le abandonaría después de compartir el desayuno.

Enfundado en otra de sus impolutas camisas, esta vez en gris acero y pantalones de ante a juego, Jimin se recargó del umbral que daba paso a la cocina para observarlo sin pudor alguno.

El pantalón se entallaba a la perfección en las pocas curvas de aquel cuerpo que tan bien conocía, pero sin dudas la firmeza de los músculos y el trasero hacían que Jimin se mordiera el labio inferior y fantaseara con olvidarse de sus planes para esa mañana en un pestañazo.

Yoongi sabía que era evaluado por esa mirada azul incandescente. Era parte del juego cuando tenía a Jimin cerca, por eso fingió seguir en soledad mientras volteaba hábilmente la mezcla para culminar con el desayuno y el chisporroteo de la grasa le hacía tomar algo de distancia con respecto a la estufa.

El castaño pasó por su lado como si no le afectara aquel espectáculo y comenzó a sacar de la despensa los útiles que necesitaría para hornear la acostumbrada tarta que solía regalarle a su esposo cada cumpleaños desde que tenían esa nueva vida.

El último nivel de la repisa siempre le daba trabajo y Jimin se alzó en la punta de los dedos de sus pies para alcanzarla cuando por poco pierde el equilibrio. Las manos de Yoongi ya estaban allí para sostenerlo.

—Pedir ayuda no entra en el diccionario suyo señor Park...

La risa ronca de Yoongi logró estremecerlo antes de percibir sus labios en la nuca. Jimin sonrió de aquella forma que le convertía los ojos en dos coquetas medias lunas.

—Solo quería ver hasta cuándo aguantabas en tu campaña de ignorarme. Salte, tengo un pastel que hornear.

Increíblemente la repostería se le daba bien y Yoongi alargó la broma a una sensual carcajada mientras le acariciaba las caderas con pequeños golpecitos.

—No cambies nunca bebé. Tendré una junta en la clínica después que desayunemos. También iré a hacer la compra de la semana. Dime si hace falta algo que no esté en la lista y lo traeré.

Jimin comprobó que la medida que usaba para agregar la harina al tazón donde prepararía la mezcla fuera correcta antes de aceptar la taza de café con Cremora que Yoongi le tendía.

—Gracias—paladeó el primer sorbo y un suspiro complacido se extendió en sus rellenos labios—Confío en ti pero si puedes traer paquetes de palomitas estaría bien. Hace tiempo no tenemos noche de películas.

Volvió a concentrarse en su labor y Yoongi le abrazó por detrás, aspirando el aroma de los cabellos de Jimin dejó un beso húmedo sobre su sensible nuca.

—Podemos pasar de la cena con Alie y su escuadrón de personas para tener una sesión privada de películas calientes y besos. Eso me gustaría más como regalo de cumpleaños.

El tono oscuro de Min solo conseguía que el vientre de Jimin se contrajera. Aún pendiente de los preparativos de la tarta de mandarinas que planeaba confeccionar, ladeó la cabeza para encontrar los labios ajenos. El beso fue lento mientras ambos intentaban obviar la tensión creciendo entre sus cuerpos.

—Haremos eso... después de la cena...

La respuesta y el ligero empujón para separarse dejaron al médico algo impactado. Con Jimin era así, aparentemente aceptaba sus propuestas cuando en realidad ejercía el control de la relación la mayoría de las veces.

Yoongi debía seguirlo si no quería sobrevivir a expensas de cigarrillos y trabajo cuando el castaño se encerraba en su estudio por alguna pelea infantil.

—Mejor desayunamos y después terminas eso. Intentaré salir lo antes posible de todos mis compromisos para que la cena se acabe rápido.

Palmeó su regazo y Jimin sonrió antes de aceptar la invitación. Degustaron el desayuno, ambos inmersos en un cómodo silencio que se fracturó solo para prometer encontrarse en la tarde en el propio espacio de la mansión Ezra.

Ninguno de los dos sabía que probablemente esa noche, algunos ecos de un pasado que se habían prometido borrar volverían a emerger.

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DOPPELGÄNGER

Notas:

Mångata: Palabra de origen sueco que hace referencia al reflejo centelleante de la luna sobre el agua.

*Krankenhaus: Clínica médica en idioma alemán.

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