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4.1. Sun City/Closed

Importante escuchar:

🦋21 Guns by Green Day

🦋Maps by Maroon 5

🦋
DOPPELGAÄNGER

24 de febrero de 2008, Queens, Estado de Nueva York

Existen muchas formas de abrazar la soledad. Puede que parezca trillado pero llega un momento donde las capas de tristeza son sustituidas por la conformidad mientras el hilo que se enreda en manos de los que tiran parece casi fragmentarse. Tal como la cobertura de un lienzo, Park Jimin contemplaba otro amanecer sobre la azotea de su edificio.

El insomnio le era recurrente así que ya no se molestaba en programar alarmas para ir al trabajo. El tiempo nunca es benévolo con alguien que se esfuerza por no olvidar. Han pasado suficientes días como para que las cartas en su buzón se amontonen en busca de una respuesta que continuaba siendo ambigua.

Hola, Intruso… qué tienes para mí hoy…

Un gato siamés con heterocromía se arremolinaba sobre su vientre. El detective Park prefería mirar el amanecer tendido sobre el concreto del último nivel de su edificio mientras las gotas de humedad de los aires acondicionados le salpicaban la frente.

Era su hora azul por llamarlo de alguna forma y en los últimos meses plasmar en dibujos lo que su corazón anhelaba se había convertido en una estrategia para sobrevivir al vacío. Después de aquella noche solo pudo permitirse habitar ese espacio mental, confiar en que había tenido el peor de los sueños mientras regresaba a su departamento y tomaba una ducha eterna.

Una donde las manchas de sangre por mucho que intentara arrancarlas de sus uñas parecían solo expandirse a través de la delicada cobertura de su conciencia.

Las aguas nunca habían tomado su nivel, al menos no para él cuando fue interrogado abiertamente antes que la verdad le golpeara.

“¿Entonces usted niega haber tenido alguna sugerencia por parte del señor Park al cometer semejante infamia?"

“Sí, señoría. Actué por mi propia cuenta. Mi esposa… mi esposa se lo merecía…”

Solía escuchar a Yoongi pronunciar esas palabras del otro lado del estrado, mientras toda la corte anotaba su declaración y él ardía en deseos de extinguir la distancia para decir la verdad.

Como si la mirada fría del doctor le estuviera conteniendo, Jimin se había convertido en el mejor de los actores.

“Yo soy el único culpable, estaré bien.”

Había alcanzado a escuchar antes que aquella última sonrisa donde las encías de Yoongi se hacían perceptibles, a pesar de la tristeza sirviera de excusa a una larga estadía en el Centro Correccional Metropolitano de Nueva York, uno de los reclusorios de máxima seguridad que aún quedaban en el distrito.

“Cadena Perpetua.”

Dos palabras para resumir cómo Min Yoon Gi había develado toda su investigación en presencia de la Corte Suprema, omitiendo que Jimin también era parte de la lista de crímenes que él y su esposa protagonizaron.

Condenándole a la angustia de vivir en añoranza y únicamente poder desahogarse en las líneas de sus bocetos a las interminables cartas de su puño y letra que solo recibían respuestas difusas. Yoongi no contestaba y después del primer mes casi se dio por vencido.

Luego comenzó a recibir los primeros sobres con fragmentos de flores silvestres y se pudo dar cuenta de que aún le esperaba. Fragmentos de camomilas, o dientes de león que Jimin coleccionaba como la prueba más valiosa para aliviar su carga.

Otra bola de estambre… ¿Quieres jugar Intruso?

El gato clavó sus uñas en la piel que la holgada sudadera dejaba entrever. Jimin arrugó la nariz antes que el animal se moviera rumbo a su rostro para lamerle animadamente. Una sonrisa auténtica estrechó sus ojos antes de acariciarle la cabeza al felino.

Ya entendí. Vamos a desayunar… a fin de cuentas está por amanecer en la ciudad que nos tocó.

Resolvió encaminándose a paso cansino a las escaleras de emergencia. Aun cuando había cedido a la idea de Jungkook de librarle de responsabilidades pues evidentemente no se encontraba en todas sus facultades, Jimin se había refugiado en lo que se le daba mejor.

Aceptando casos cada vez más ilógicos, alimentando su mente con extenuantes jornadas y evadiendo con todas sus fuerzas los intentos de sus amigos y conocidos por alejarlo del recuerdo de Yoongi.

Come con calma, eres el único gato que conozco que prefiere el bacon al pescado. Eres muy lindo… Intruso

Jimin contemplaba al felino atragantarse con los restos de su propio desayuno mientras remarcaba otro día más en un calendario invisible. Era fin de semana. El servicio de correos en la ciudad solía dejar las entregas para esos días en lugar de los ajetreados lunes.

Aun cuando mantuviera comunicación con el Centro Penitenciario donde estaba internado Yoongi o que intercambiara correos electrónicos con Alie Ezra, prefería aquel silencioso pacto donde sus cartas eran devueltas con algún objeto enviado por el más pálido.

Puntual como ya esperaba, el cartero emitió dos toques en la puerta de su departamento antes de deslizar un sobre color café bajo la puerta. Jimin respiró profundo. Recibir noticias de Yoongi lograba detenerle el alma la mayoría de las ocasiones.

Veamos cómo has estado en el último mes…

Se libró del abundante flequillo que casi le impedía ver. Los efectos del tinte rubio platino solo cubrían las puntas pues su color natural había vuelto con saña, como esas flores silvestres que se rehúsan al cambio.

Con habilidad pudo romper el sello que él mismo colocara a su nombre. El sobre estaba intacto y casi maldijo en voz alta antes de encontrar un pequeño cristal de color azul en el fondo.

Una de esas piedras que el mar devuelve producto a la contaminación pero que si las miras con otros ojos pueden mostrarte un verdadero milagro. Yoongi había estado prestando servicio comunitario en los barrios aledaños a la isla de chatarra de Manhattan.

Su profesión seguía siendo solicitada, a pesar de lo cuestionable que era su incapacitación ante el Consejo Médico Neoyorquino, al gobierno no le importaba que además de tratar personas debiera ensuciarse las manos. Jimin suspiró.

Casi iba a agregar el objeto a su colección cuando el sonido musical con el que asociaba las notificaciones de nuevo mensaje en la bandeja de entrada del computador que aún conservaba llamó su atención.

De: Servicio de Seguridad del Centro Metropolitano de Nueva York

Para: Señor Park Jimin

Buenos días, esperamos que aun esté interesado en acceder a un encuentro con el prisionero número 514, adjudicado al caso Doppelgänger…

El nudo que fue creciendo en su garganta casi le imposibilitaba leer, pero por lo visto era la tercera vez que le enviaban aquel correo donde Yoongi finalmente accedía a verlo.

Casi tres meses después y Jimin comenzó a fantasear con la llegada del próximo viernes como aquel niño desesperado por asistir a la feria.

El gato que otra persona había nombrado como Mizuki, se arremolinó a sus pies con un tenue ronroneo.

🦋
DOPPELGAÄNGER

Min Yoon Gi estaba sentado en la cornisa de su celda otra vez. Las tenues luces del atardecer en Manhattan servían como alguna clase de analgésico mientras terminaba de escribir aquellas líneas únicamente comprensibles para cierto chico castaño de imposibles ojos azules.

El tiempo era tan sabio y Yoongi sabía aprovecharlo bien. Desde comportarse como un prisionero modelo hasta tender su mano a los más desesperados en aquel infierno en el que le recibieron con las armas en la mano y un conjunto de leyendas donde le colocaban el apodo del “demonio” otra vez, hasta la naturaleza crudamente humana que podía tener.

El caparazón que lo contenía se había roto aquella noche y a pesar de todo, sus ganas de luchar solo se habían agigantado.

Un traslado, un cambio tan efímero como el roce de las gotas de lluvia que salpicaban la ventana en sus dedos llenos de cortes diminutos. Min Yoongi no podía esperar más.

Solo faltaba un último ingrediente para que la mezcla que con tanto esmero había preparado estuviera a punto y ese complemento llegaría hoy.

Min… su cita está aquí…

Tyler Summerson, aquel chico que fuera detenido por posesión de drogas, y a quien el propio doctor le salvara la vida gracias a la apreciación de Jimin, ahora exhibía el uniforme de funcionario penal con sus recién cumplidos dieciocho años.

Encontrarlo allí le había sorprendido a los dos. Nunca antes el catedrático que fuera temido y admirado en la UCH hubiera invocado más el precepto de has bien y no mires a quién.

Estoy listo, señor Summerson. Finalmente lo estoy…

La sonrisa ladeada en el rostro pálido del de ojos verdes solo denotaba ansiedad contenida. Portando las esposas se dejó conducir por intrincados pasillos hasta alcanzar la cabina donde tendría la oportunidad de ver a Jimin.

Un ridículo vidrio los separaba y cuando Tyler le dijo que tenían quince minutos antes de retirarle las esposas se sintió morir. Jimin llevaba una gorra otra vez.

Tal como aquella noche arrancada desde las fauces del infierno y a pesar de haberse esforzado por ocultar sus maltratados nudillos bajo un suéter que le quedaba demasiado holgado, su figura le parecía en extremo vulnerable. Min se maldijo.

Hola, ha… ha pasado tiempo…

El castaño intervino primero y Yoongi deseó que el vidrio no estuviera entre ambos. He aquí la razón por la que había tardado tanto en acceder aquella entrevista. Lo único que le completaba y destruía se llamaba Jimin.

Lo mismo digo… pero tú… tú luces tristemente hermoso…

Se atrevió a escoger unas palabras que agitaron aún más el corazón del detective. De manera inconsciente Jimin apretó el auricular antes de colocar su otra mano contra el vidrio esmerilado que les separaba. Yoongi le correspondió desde su lado de la cabina.

He recibido cada mensaje hasta el día de hoy… pero… aunque estoy feliz de verte finalmente… quisiera saber si tú…

Aun lo hago…

Fue interrumpido por Yoongi con una brusquedad que solo denotaba cómo ambos intentaban concentrarse cuando aquel encuentro no era del todo privado.

Aun te extraño si es lo quieres saber. Me iré pronto, quería verte una última vez antes de ser trasladado a San Francisco. Dicen que allí hace calor a pesar de estar en el mes de febrero ¿Qué opinas, cómo me vería si mi piel se broncea un poco?

La broma provocó que el labio inferior de Jimin temblara. No podía creerlo, no podía imaginar que Yoongi se lo estuviera tomando de esa manera.

Insoportablemente guapo, como solo tú puedes ser…

¡Cinco minutos Min!

Escuchó Jimin del otro lado de la cabina y el médico ensanchó la sonrisa.

Ich liebe dich für immer und ewig, Jimin.*

Fue la tácita despedida mientras el detective se rehusaba a llorar. Aun iba caminando por el pasillo que separaba el perímetro de la penitenciaría del cruce por el que los vehículos podían acceder cuando el sonido de pisadas sobre el asfalto captó su atención.

Un joven que vagamente reconocía corrió a su encuentro. Construyendo volutas de humo debido al esfuerzo de acercarse antes que el puente mecánico le separara del detective, Tyler Summerson llamó su atención.

Señor Park, puede que no me recuerde pero yo sí. A usted y al doctor Min les debo mi vida.

El chico lucía rubicundo ante los últimos rayos de luz solar en aquella región de Manhattan. Jimin amplió más su inquisitiva mirada al percibir cómo el joven le tomaba las manos y dejaba que algo pequeño con aparente naturaleza metálica se deslizara entre sus dedos.

Muchas gracias por todo. Les deseo la mejor de las suertes a ambos.

Se atrevió a proclamar el muchacho y el detective asintió mecánicamente antes de ser llamado a gritos por el control de vigilancia de la instalación a fin de que abandonara el lugar.

Todo el camino de regreso, Jimin estuvo luchando contra el deseo de encontrarle una explicación aquel objeto que ahora reconocía como un pequeño reloj de bolsillo.

Todo el camino y justo cuando las inmediaciones de su edificio se hacían perceptibles, cedió a las insinuaciones de un germen incontrolable llamado curiosidad.

Era evidente que el chico Summerson tenía algún contacto directo con Yoongi, que aquel reloj bien podía ser otra de las baratijas que el doctor le enviaba en respuesta a sus cartas, pero algo en la forma en la que le había dicho “te amo” esta tarde le hacía dudar. Jimin observó nuevamente el diminuto artefacto antes de tomar una decisión sacada de algún libro de ficción de los solía consumir en su adolescencia.

Yoongi también era dado aquel tipo de literatura, y aunque en los últimos tiempos se había atrevido a incursionar en la vertiente que desarrollaba cierta escritora alemana, terminó por extraer un pequeño clic de la guantera y proceder a desarmar el añejo mecanismo.

Su instinto no solía fallar y allí estaba la respuesta. En lugar de la disposición que debería ser considerada la norma para funcionar, un mensaje estaba apresado entre los engranajes obsoletos.

Con una paciencia admirable en contraposición al rictus nervioso que llenaba sus manos, Jimin pudo reconocer la caligrafía del doctor Min. Los nombres, las fechas, las direcciones y los procederes para convertir su historia en aquel final hasta cierto punto idílico que tanta anhelaba estaban allí.

Yoongi nunca se había detenido con su aterradora manera de planificar. Aun detrás de la nube de oscuridad y muerte, aun detrás de la desesperación, Yoongi nunca había dejado de imaginar un futuro donde ambos pudieran amar.

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DOPPELGAÄNGER

Notas:

*Siempre te amaré, Jimin (Traducción del idioma alemán).

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