3rd. Part. STURMFREI
“Soy una carga para mi propio corazón.”
Rainer Maria Rilke
“Somos el producto de nuestras decisiones.”
Esas palabras rondaban en la cabeza de un recién despertado Jeon Jungkook que había sufrido las consecuencias del alcohol y ahora se cuestionaba a sí mismo sobre cómo debería dejarlo ir.
La habitación donde se encontrara horas antes no guardaba ningún parecido al desorden que normalmente reinaba en su departamento, tampoco tenía la impactante vista de un amanecer en Nueva York atrapada entre los escalones de la escalera de incendios donde las caladas de humo a cuenta del cigarrillo que le había pedido al propio Tae le servían de bálsamo espiritual. Había caído en su propia trampa y ahora se sentía culpable.
No por el hecho de que hubiera pasado la noche con otro hombre. Sinceramente en su época de adolescente hormonal había probado ese tipo de contacto por mera curiosidad, pero lo que había sucedido en modo de broma ahora se le complicaba al recordar las palabras del jefe del Equipo de Patología horas atrás…
“Aun cuando puede que lo olvides después de esto… siempre me has gustado Jeon.”
Taehyung había fingido una sonrisa cuando el más joven casi escapaba de su habitación. La idea de que estaba ansioso y que quería fumar fue la que mejor le salvó de una incómoda plática donde la aventura de una noche que había tenido se deslizaba como el propio humo desde sus labios.
—Vaya manera de arribar a los veintiséis. Soy un idiota.
Sonrió de aquella forma que le hacía lucir más masculino pero que no alcanzaba a iluminar sus ojos café oscuro. Para complicar más la situación y producto de su estado de ebriedad, Jungkook había mencionado a otra persona al terminar perdiéndose dentro del cuerpo ajeno.
Tenía ganas de aventarse por la escalera de incendios de solo recordar cómo Taehyung casi le asesinaba con la mirada a pesar de la posición en la que se encontraban.
Había dicho solo el inicio, pero el otro chico sabía que ese Jim se refería a cierto detective de cabellos casi dorados y ojos azules. Confirmando su peor sospecha. Jeon Jungkook estaba enamorado casi de forma ridícula de su superior.
Después de eso hubo silencio y cada parte intentó distraerse con cosas triviales como que era muy tarde para que Jeon estuviera en las calles y que era mejor que se quedara a dormir.
Taehyung fue tan amable que aquello dolía. Pero cuando el oficial despertó abrazado a la cintura del de ojos color ámbar… ambos comprendieron que todo estaba jodidamente mal.
—Un dólar por tus pensamientos. Dios, siempre quise decir esa frase aunque en la vida real creo que es ridícula…
Sin pedirle permiso, el de cabellos castaños se sentó al lado de Kook y le arrebató lo que quedaba del cigarrillo en sus manos. No vaciló en mirarle de aquella forma que ponía al más joven a temblar. Tan directo como la noche anterior, con la única diferencia de que Taehyung ahora no estaba bajo los efectos del alcohol.
—Tae… yo…
—No tienes que empezar otra vez. Lo sé. De hecho me di cuenta desde que les asignaron la misma oficina. No me importa mucho la verdad. Quise tener esta especie de affair contigo y salió hasta medio agridulce. Soy un adulto Kook, no un adolescente hormonal que te va a poner una marca para que nadie te toque. Olvida ese momento, ya yo lo hice… y… feliz cumpleaños.
Una pequeña cajita quedó entre los dos y los ojos de Jungkook se expandieron para dejar filtrar el inicio del amanecer en la ciudad que nunca duerme.
—No te va a morder, ábrelo, por favor…
Taehyung insistía y el más joven no pudo evitar sonreír. Era demasiado bueno para ser verdad, era demasiado irreal para tratarse solo como una aventura de una noche.
Jungkook contempló la pulsera de plata con sus iniciales grabadas en un fino motivo en caracteres coreanos. Sus ojos se cristalizaron al recordar que estaba solo en este mundo.
Sus padres habían fallecido cuando él tenía catorce años en uno de esos viajes que debían hacer a Afganistán como parte de la misión humanitaria que apoyaban. Su padre había sido militar de altos rangos y su madre doctora de emergencias.
Ambos le enseñaron sobre el amor y el deber sin fronteras. Jungkook había sido feliz hasta esa edad, luego el mundo le había tratado con mano dura. Condenándolo a ser la sombra en la casa de su tía paterna.
La historia era tan similar a la de Jimin que quizás por eso se creyó más cercano al detective y aquel sentimiento comenzó a transformase en otra cosa. Ahora Taehyung le entregaba esa parte de su corazón en forma de presente y unas traicioneras lágrimas amenazaban con salir.
Por lo visto para el mayor de ambos no había mucho que ocultar. Leía a ese chico pelinegro como si fuera un reflejo de su propia alma. Sin pensarlo un solo segundo le limpió las rebeldes lágrimas y se deleitó respirando el mismo aire de quien le calentaba el espíritu y le hacía perder el lado racional.
—Feliz cumpleaños, mi adorado Kook.
Fue lo que dijo y a pesar de saber que amaba a otra persona que no le correspondía lo besó.
🦋
DOPPELGÄNGER
Como si las mentiras fueran parte de las alas de una delicada mariposa los tres días previos al regreso a Nueva York se convirtieron en una nube idílica para Park Jimin. No estaba seguro al cien por cien, pero sí le gustaba creer en todo lo que Yoongi le susurraba y prometía al oído.
—¿Crees que por eso no trajo una manta para mí? Tendré que encadenarte cuando lleguemos a Nueva York y así me aseguro que nadie más te mire de esa forma.
La broma del detective hizo que el médico arrugara la nariz. El viaje en avión había tenido algunas sorpresas un tanto picantes para la pareja. Comenzando por el hecho que la azafata sufriera una especie de crush con el doctor y que Jimin le hiciera notar que ese puesto estaba actualmente ocupado por su persona.
El primer interludio había ocurrido en el pasillo cuando la chica repartía algunas confituras y no había dudado en ser atenta en demasía con Min. El catedrático leía uno de los diarios en alemán que se habían mezclado en la correspondencia mientras apuntaba en la agenda electrónica de su teléfono móvil algunas de las cuestiones más importantes, entonces Jimin se ofreció a ordenar por él y la chica literalmente le ignoró.
El rubio lo dejó pasar pues estaba más ocupado en la conversación que Yoongi y él sostenían. Tema principal, el divorcio del médico con Haruna. Una verdadera conmoción y el miedo de Jimin a que la sociedad no les aceptara siendo una pareja donde ambos tenían el mismo género.
—Sabes que eso no me importa. Incluso aunque pueda levantar cierta ola de comentarios negativos para ambos, nuestra conexión es más profunda que esa pequeña limitación.
Fue la respuesta de Min y Jimin estuvo tentado a abandonar su lugar y sentarse en su regazo para darle el beso que tanto necesitaban. Por lo visto la forma intensa en la que se miraban fue captada por la azafata y en el horario de la cena nuevamente se las arregló para dejar a Jimin prácticamente sin nada.
Yoongi lo solucionó dándole de comer literalmente a su prometido, y esa era otra sorpresa para ambos. Un día después del encuentro en Vergessen Bar, Yoongi había recibido una caja con dos anillos a juego en Manchester Lake.
Jimin no se había podido contener, al punto de mandar hacer dos alianzas plateadas con los nombres de nacimiento de ambos. Un detalle hermoso pero que fue la causa de una patética discusión por el coste y otras cosas que terminó como solo podría hacerlo una pareja en estado de luna de miel: haciendo el amor frente a la chimenea.
—Esa mujer me odia y me odiará más después de esto.
Jimin había esperado que su prometido fuera al baño para seguirlo bajo la atenta mirada de la azafata. Yoongi se quedó en blanco cuando la puerta que había bloqueado fue abierta con habilidad probablemente con algún clip de los que usaba para mantener las páginas de la correspondencia en su lugar.
Solo tuvo que ver la sonrisa maliciosa en el rostro del rubio para comprender su plan. Un beso ilícito mientras la mano de Jimin aseguraba la puerta y el médico se perdía en la boca ajena.
—¿Nos está escuchando verdad? No pierdes la costumbre Jim.
Yoongi le mordió el abultado labio inferior solo para oír la risa del rubio al escuchar las quejas de la azafata del otro lado de la puerta. Una travesura que le dejaría sin manta de viaje y con un soberano puchero. La mujer era una bruja que a pesar de todo le seguía tirando los tejos a Yoongi.
—Lo único que ha conseguido es que nos acerquemos más. Dame la manta, tú no eres tan sensible al frío como yo.
Jimin se apropió de la prenda como si tuviera tres años. Yoongi refunfuñó antes de reclinar el asiento en el que estaba y sin pedir permiso tomó una de las muñecas del rubio para que se sentara en su regazo.
—Duerme conmigo y de paso compartimos la manta.
Jimin sonrió antes de verse reflejado en aquellos ojos donde bailaba la diversión. Si así iba a ser su vida en común cuando regresaran no le importaba mucho tener que enfrentar el proceso de divorcio o el hecho de que deseara abandonar Cuántico para ser feliz con Yoongi.
Sabía que estaba siendo un iluso pero el estado de euforia no le dejaba pensar en otra cosa que no fuera el mayor.
—No podía ser mejor idea. Buenas noches, nene.
Se despidió con un ligero pico en los labios antes de refugiarse en el cuello ajeno. Yoongi se estremeció al sentir la tibia respiración de su chico, para acto seguido rodearle la espalda y colocar mejor la manta. Otra chiquillada que sería condenada por la azafata y los pasajeros cuando la llamada para desabordar llenaba los altavoces del avión.
—Al menos fue divertido.
Expresó Jimin mientras se recolocaba los mechones de cabello que escapaban del pequeño moño en lo alto de su cabeza. Aun cuando había recortado las puntas su melena lucía reluciente y casi del mismo largo que la de Yoongi que en esos instantes se acercaba a la zona de los equipajes.
—Tengo que ir a mi departamento por algunas cosas, creo que es una pérdida de dinero y tiempo rentar una habitación de hotel... pero si insistes tanto.
El médico terminó de recoger el equipaje para encarar a Jimin. Ambos habían combinado hasta sus ropas y a pesar de no estar tomados de la mano en ese instante, si el curioso les observaba mejor, podía notar que eran más que dos hombres hablando del itinerario que seguirían en la ciudad.
El corazón del más joven se saltó varios latidos cuando observó al doctor alzar la mano para enmarcarle la mejilla en otra cálida caricia. Un rubor furioso incendió el semblante de Jimin al punto de huir de aquel contacto. Ganándose las cejas enarcadas de Yoongi.
—¿Jim?
—Lo siento ¿sí?… es que… aun cuando digas que no importa, tú eres una personalidad reconocida aquí. Tienes un prestigio, te van a comer vivo todo porque yo… No me malinterpretes Yoon, pero hasta que lleguemos al hotel voy a guardar una distancia prudencial de ti. Aun cuando deseo arrojarme a tus brazos y comerte a besos por lo hermoso que te ves así. Voy a controlarme.
Yoongi tuvo que sonreír de aquella manera que hacía perceptible sus sonrosadas encías. Jimin era demasiado adorable en su rol avergonzado y nervioso. Su chico favorito era todo un caso.
—Entonces nos tocará sufrir una media hora más. Hagamos el segundo checking y de ahí al hotel, ya tendrás tiempo para ir a tu departamento y de paso yo busco un sitio más confortable para nosotros.
Una sonrisa gigante iluminó el rostro de Jimin antes de asentir y abrir la marcha camino a la terminal tres del aeropuerto John F. Kennedy en Queens.
Ninguno de los dos podía ser consciente de que aquella felicidad estaba a punto de ser quebrantada por una mujer que se ajustaba las gafas de sol detrás de la zona de escaparates de la tienda de Zara en ese piso.
—Señor Namjoon, sus objetivos acaban de arribar por la terminal tres. Buena suerte.
La sonrisa de Haruna no podía ser más escalofriante mientras la línea del otro lado de su móvil se apagaba por completo.
🦋
DOPPELGÄNGER
Notas:
Stumfrei: en alemán se refiere a la libertad de estar solo y hacer lo que uno más desee.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro