3.1. Re-verse (Time flood)
Importante escuchar: S.O.S de un terrien en détresse by Daniel Balavoine (Dimash performance)
🚫Contenido sensible.
🦋
DOPPELGAÄNGER
El sonido de un piano llena el salón al aire libre del Central Park Conservatory Garden en el inicio de un majestoso otoño en Nueva York. El joven sentado a la banqueta del hermoso instrumento cierra los ojos otra vez mientras sus pálidas manos acarician cada tecla.
Es un espectáculo exquisito y aparentemente simple de interpretar cuando la cadencia del Claro de Luna de Debussy mece las expresiones de alrededor de quinientos asistentes. Min Yoongi acaba de cumplir veintidós años y ha aceptado la invitación de Marion Gavotte, la responsable de los conciertos de la temporada en el Hall neoyorquino, solo para que su padre le dejara de insistir.
A una primera apreciación todos quedaríamos hasta cierto punto hechizados por la destreza del joven y la manera que la música fluye en su rostro. Es un momento eclipsante aderezado por la expresión ensimismada de todos los presentes y la sonrisa complacida de Madame Min.
Una mujer que ha sabido esperar mucho tiempo porque su hijastro finalmente tuviera el peso de un hombre y no de aquel chico delgaducho y malcriado que su esposo recogiera del tugurio donde su amante le abandonara unos años atrás.
Helena Kim
Aquel fantasma con rasgos etéreos le seguía afectando profundamente aunque en su fuero interno le agradecía por haber traído al mundo a semejante espécimen. Por eso había dejado caer algunas pistas desde que el niño fuera a vivir permanentemente al número 224 de Mayfair.
Una puerta abierta mientras se entregaba a la pasión desenfrenada en brazos del mayordomo o pedirle que le ayudara en el cuarto de baño cuando evidentemente Yoongi comprendía demasiado para su edad solo fue el principio de su empresa. Sugestionarlo de aquella manera le había valido algunos inconvenientes, sobre todo con un esposo celoso por naturaleza que le aventajaba en diez años, pero Josephine Min no tenía miedo.
Los años habían convertido a Yoongi en un exótico diamante que ahora explayaba sus dotes en el piano y en el inicio de una prometedora carrera de medicina. Una verdadera fruta prohibida que hubiera sido completamente suya si no hubiera descubierto lo que su hijastro prefería en realidad.
Si cerraba los ojos aun podía recrear la escena. Cómo el más pálido envestía furiosamente a un chico de cabello castaño dorado y ojos increíblemente azules. Cómo los ruidos a media noche en la habitación de Yoongi cuando regresaba de la universidad tenían una explicación y un nombre.
No le fue para nada fácil asumir aquello y más de una confrontación dio lugar a que su relación con el joven se deteriorara aún más. Pasó de ignorarla a despreciarle flagrantemente. Por eso una parte de Josephine se regocijó al saber que la razón de sus posibles males había sufrido un accidente por lo menos unos años atrás y que probablemente no recordara ni su nombre producto al coma inducido por el desastre del yate en el que se había visto involucrado su hijastro.
Min Hyun Chul, el padre Yoongi, había sido tajante con aquel hecho, cortando de raíz la historia que tuvo su hijo producto a un encaprichamiento de juventud y ella solo contaba los segundos para que las vacaciones de otoño del chico comenzaran. Ya nada la detendría de finalmente paladear en sus labios la ambrosía peligrosa que prometía ser Min Yoon Gi.
Del otro lado de la estancia la música se detenía desvaneciendo la burbuja nebulosa alrededor del joven Min. Una elegante reverencia acompañó el multitudinario aplauso mientras aquel chico se preguntaba si su habilidad en el piano podía ser considerada más una maldición que un don.
El tiempo había pasado dolorosamente y aunque había evitado regresar a Nueva York por el miedo de caer en la tentación de perseguir aquel rostro que siempre le acompañaría, su padre había impuesto una vez más otra ridícula restricción.
"Deja de comportarte como un chiquillo mimado. Esta presentación es importante para Josephine, así que vendrás y tocarás con la misma habilidad que heredaste de tu madre."
Solo recordar aquel tono en las facciones pálidas y endurecidas de su padre le desconcertaba aún más. Sin embargo, sabía que era más conveniente obedecer, precisamente siendo un día donde le gustaría estar en otro sitio. Habían pasado dos años y solo tres meses de enterarse que Jimin había regresado de un profundo estado comatoso.
Gracias a sus contactos en el Hospital Universitario de Columbia y por sus sesiones con el Dr. Thomas, su actual tutor y amigo cercano de su padre, había tenido acceso al registro médico de Jimin después del alta, cometiendo una grave falta que de ser descubierta sería penalizada con más que una expulsión del colegio médico pero que para él había sido muy instructiva.
"¿Se podrían recuperar los recuerdos de una persona que había vivido un año y medio en coma? ¿Podría volverlo a ver?"
Esas eran las cuestiones básicas para un ensimismado Yoongi que ya no escuchaba a su padre ni a la arpía que tenía por mujer, de camino a la seguridad del Mercedes Benz en el que solía trasladarse toda la familia solo para unirse al baile de máscaras en una cena de beneficencia donde prefería estar a solas la mayoría de las veces.
Una mascarada igual de insípida que la vida social y unas cuantas horas adelante, servirían de excusa perfecta mientras fumaba en el balcón de la mansión Min, rememorando otro trece de octubre donde solo contaba con diez años y se había atrevido a entregarle el primer beso de su vida a quien consideraba una parte física de sí mismo.
—Sería bueno que dejaras de poner en ridículo a tu padre. A fin de cuentas le debes todo lo que eres hoy.
Ya lo veía venir, pero fingió sordera mientras otra calada emanaba de sus pulmones. Josephine Min perdería la paciencia y en un movimiento brusco le arrebataría el cigarrillo de los labios, ganándose las cejas enarcadas de un orgulloso Min Yoongi.
Aquella endemoniada mujer que solía acosarlo desde pequeño. Un verdadero martirio cuando pudo comprobar después de ser adolescente lo que realmente quería su madrastra detrás de esas "ayudas y visitas a la habitación" que compartía con su padre. Nunca lo tocó, no directamente pero ahora entendía lo que significaban esas miradas entornadas o la forma en la que su humedecía los labios antes de llevar el cigarrillo a su boca.
—No voy a follarte si es lo que quieres saber. Para eso tienes a mi viejo y a cuanto idiota te pase por delante. Nunca has sido más que una bruja resentida con complejo de superioridad. Mi madre sí era una dama.
Aquel comentario consiguió que Josephine riera casi histéricamente antes de empujar al más joven contra la columna que separaba la sala de estar de la terraza para amenazarle tomando las solapas del traje de gala que se había visto obligado a usar.
—Mira niño tonto, lo único que se interpone entre que eso suceda y tu permanencia en esta familia es el idiota de tu padre. Pero su enfermedad del corazón ya me está ayudando en eso. Le perdoné que estuviera con la ramera de tu madre. Le he perdonado mil cosas más pero pronto estaré libre de ello. Entonces tú solo caerás por tu propio peso. Veremos cómo te sienta una vida volviendo a la miseria extrema tal como cuando te sacó del orfanato.
Lejos de acobardarse Yoongi sonrío irónico. Casi respirando el mismo aire que ella y llevando sus manos más allá de la cintura fina de Josephine, decidió mover la primera pieza de aquel juego de ajedrez.
—Si tan desesperada estás solo elije el lugar y la hora. De todas formas no estaré mucho tiempo en esta jodida ciudad. Pienso quedarme indefinidamente en Londres. Manchester Lake me sentará mejor.
Aquello colocó una arruga en el rostro delicado de la mujer, aun siendo unos trece años mayor que el pálido seguía siendo muy atractiva, pero seca como un hueso e insufriblemente codiciosa. De la pobreza de un prostíbulo a la abundancia bajo la tutela de un magnate.
No le importó que su flamante esposo mantuviera al mismo tiempo un amorío con una reconocida pianista y menos que recuperara a su único hijo de las garras de Long Island. Hasta cierto punto lo único que le importaba era el dinero, y eso no cambiaría aunque los años le adjudicaran más riesgo que beneficios.
—No tendrás que esperar mucho. Mañana temprano tu padre sale para Boston a firmar el contrato con la Compañía de Tabaco que se acaba de asentar en La Habana. Solo quédate en casa y entonces ajustamos cuentas.
Josephine no resistió el impulso de rosarle los labios al chico con los suyos antes de volver al lado de su esposo, como la magnífica polilla que podía revolotear alrededor de una luz tan falsa como sus apetitos.
Yoongi chasqueó la lengua y volvió a la frialdad de la terraza. Era trece de octubre y en algún sitio de Nueva York el alma que más añoraba arribaba a un nuevo cumpleaños.
Jimin... un recuerdo que parecía grabado a fuego en su cerebro. Cómo era posible que aún le pretendiera de aquella forma cuando había prometido no mirar atrás. Cuando su deseo de cambiar se había impuesto a la realidad.
No tenía remedio. La mayoría de las páginas de aquel diario que ahora se había hecho su eterno compañero contenían al castaño en días de travesuras y peleas sin sentido. Observarle sonreír y crecer como la más exuberante mariposa, la mariposa azul que guardaría por siempre en sus sueños.
Esa noche Yoongi no durmió. De hecho contó los segundos para que amaneciera y el ruido del convertible que había pasado por su padre para conducirle al aeropuerto no fuera perceptible y con ello llevar a cabo su plan.
Solo le tomó unos segundos para convencerse a sí mismo de la magnitud de lo que estaba a punto de hacer antes de comprender cómo existiría un antes y un después en su intento por ajustar cuentas con el pasado. Josephine Min solo cayó rendida en el engaño cuando el joven se presentó en su habitación solo usando un pijama antes de asaltarla con el beso más oscuro que hubiera podido recibir en su vida.
—Lo sabía pequeño pervertido... siempre me has deseado...
Canturreaba la mujer al oído del más pálido, mientras sus manos estaban desesperadas por retirar cuanta prenda fuera posible en el joven.
Qué vulnerable nos vuelve la codicia y el deseo. Qué ingenua polilla atrapada en la red de un depredador que había medido todas las consecuencias mientras con una habilidad digna del médico que sería en un futuro, la fina aguja de la jeringa que ocultara todo este tiempo era insertada en el torrente sanguíneo de Josephine Min, administrando una dosis lo suficientemente potente de fentanilo con heroína para que la dilatación en las pupilas de la mujer fuera casi instantánea.
—Tú...
Yoongi rio de aquella manera un tanto tétrica antes de empujarla contra la cama matrimonial que presidía la habitación de su padre. Con una expresión adusta se posicionó sobre ella. Para el observador era muy similar a presenciar las acciones de un devoto amante antes de besar a la persona codiciada, cuando en realidad Yoongi se acercó al oído de la fémina para murmurar algo que llevaba cargando en su pecho por años.
—Yo... el niño que siempre pretendiste de la manera más asquerosa posible. El que creías ingenuo pero que sabía exactamente cómo funcionaba todo aun con diez años. La naturaleza es cruelmente sabia, que seas estéril es la prueba que un ser tan repugnante como tú nunca podría amar a sus crías. No voy a negarlo. Gracias a tus indiscreciones comencé a darme cuenta que podía experimentar algo parecido al placer con mi propio cuerpo, pero adivina qué... eso es poco y mezquino en comparación a lo se puede sentir con la persona correcta. Algo que lamentablemente no eres capaz de comprender, arpía de mierda.
Una sonora bofetada fue el inicio para que las lágrimas hicieran su aparición en el rostro de la mujer. Yoongi se apartó antes de sentarse en el diván que enmarcaba la alcoba con el único fin de contemplar su obra.
—Tenías razón cuando hablaste de mi madre, pero es preferible ser hijo de una ramera con clase que de una zorra de la alcantarilla. Mírate Joss... ni en mil años cometería el sacrilegio de irme a la cama con alguien tan podrido como tú. Disfruta tu pequeña dosis del paraíso. No saqué una calificación perfecta en intoxicaciones solo por azar, las alucinaciones comenzarán a atormentarte dentro de... o sí, quizás demore unos minutos más... por cierto, también me encargué de enviarle a mi padre ciertas fotos explícitas. Disfruta el viaje ahora que aun estás viva. Tengo fe en que te pedirá el divorcio o de lo contrario se le jode el acuerdo con los de la compañía.
La mujer no podía siquiera terminar de procesar cómo aquel chico conocía tanto de ella. Cómo había calculado tan fríamente que su último amante era el socio comercial de su esposo o que la compañía de exportación de opio y ahora tabaco, que lideraba el mayor de los Min estaba en la quiebra. Yoongi era un demonio de piel alabastrina y ojos verdes que sin piedad alguna le había cegado.
—Maldito mocoso... solo espera. Tu padre aun me necesita. Ser su esposa le garantiza no quedar mal ante una sociedad que desprecia a los asiáticos...
Yoongi puso los ojos en blanco. El espectáculo deprimente que era Josephine en camisón mientras intentaba hacer frente a la taquicardia inducida por la droga le resultaba divertido y molesto a partes iguales.
—Disfruta de tus demonios una vez que la mezcla haga efecto. Hasta nunca Josephine...
La mujer seguía sin comprender hasta que observó cómo el más pálido le daba la espalda de camino a la escalera. En un impulso trató de seguirle. Las manos temblorosas y frías por el sudor se asían al pijama del chico pero Min se apartó a tiempo solo para completar la caída desde el descansillo de la escalera, justo donde horas después las autoridades periciales le declararían muerta.
Para la policía local quedaría como un intento de suicidio del que el joven Min no tendría nada más que añadir a excepción de haber escuchado un ruido en la escalera y que fue muy tarde cuando intentó reanimarla. Obviando por supuesto cómo había disfrutado murmurando al oído de una jadeante Josephine todos aquellos pecados que la acompañarían al otro lado.
—Estamos reunidos hoy para concederle el último adiós a Josephine Anne Min, hija adoraba, madre y esposa que...
El sermón sobre un epitafio que consideraba tan falso como su destinataria solo le aburría. Su propio padre esperaba con ansiedad a que aquellas honras que no sentía para nada culminaran.
Solo pensar en la marea de acuerdos que le podrían liberar de perder la empresa por completo lograba cerrarle la garganta. Las fotos que le habían llegado tiempo después del deceso de su esposa aún descansaban sobre la mesa del despacho de la mansión.
—Yoon... no te quedes más tiempo del debido, a fin de cuentas no tienes que mentirme, sé que nunca te agradó, pero de una forma u otra estuvo a tu lado.
Min Hyun Chul apretó el hombro derecho de su hijo en señal de una solidaridad tan superficial como había sido toda su vida. No podía explicarlo, pero cada vez que observaba a Yoongi era como si Helena estuviera sonriéndole irónicamente por nunca admitir que la amaba.
A pesar de todo seguía siendo su único hijo. En alguna parte del corazón que solía tener albergaba la esperanza de que su heredero pudiera solucionar la especie de guerra interna que siempre libraba desde que lo encontrara en Long Island Home usando un bozal para así garantizar que no agrediera a los demás críos.
Min Yoon Gi había cambiado mucho desde ese tiempo y en parte le comprendía, aun cuando el chico se le hubiera ido de las manos.
—Solo estaré cerca del panteón familiar. Los días de octubre me traen muchos recuerdos.
Fue la seca respuesta antes de rehuir del contacto del mayor.
—Como quieras hijo. Nos veremos en casa antes de que regreses a Londres.
Yoongi asintió. El mayor de los Min presentía que sería la última vez que vería aquellos ojos verdes, y como si el destino le estuviera mandando alguna especie de señal se atrevió a expresar algo que por años había estado muy dentro de su alma.
—Yoongi...
El mencionado enarcó una ceja antes de voltearse en dirección de su progenitor.
—Siempre he estado muy orgulloso de ti, hijo mío...
Una sonrisa verdadera. Una sonrisa que solo puede tener un padre para levantar una ola de sentimientos extraños en el pecho del más joven.
Esa misma tarde después de llegar a su casa, Min Yoongi también se despediría de aquel hombre al encontrarle suspendido de una de las vigas de la biblioteca.
🦋
DOPPELGAÄNGER
"La oscuridad siempre ha sido mi amiga, la soledad un lugar seguro, pero... si ya estaba condenado desde el inicio... ¿Por qué sigo teniendo sueños idílicos donde tú me amas?"
🦋
DOPPELGAÄNGER
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro