Capítulo 3: Cuentos extraños.
Definiciones:
Weird Tales: Electric Frost / Golgotha / Altar of Melektaus es un track compuesto por tres canciones que se conectan en un mismo punto. Tratan acerca de los relatos de H.P. Lovecraft, un escritor cuya "especialidad" era crear monstruos surrealistas que conducían a la locura. Básicamente verán parte de ésto en el capítulo, pero sin referencias específicas a las escrituras lovecraftianas xdxd
https://youtu.be/zab8tEWH57I
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La cueva era bastante espaciosa, por otra parte, la entrada tan pequeña que apenas entraba la luz. Kirk, echado en el piso, con la cabeza colgando hacia atrás, todavía con chorros de sangre emanando de su nariz. No le importaba en lo absoluto.
"Es estético, no sirve de nada. Si nos estrelláramos de esa forma con la carroza, estaría peor."
Rió por lo bajo, le parecía gracioso bañarse en dicho fluido mezclado con mucosidad nasal.
Lars entraba y regresaba al lugar, buscando madera, ramas... leña. Cosas para quemar y hacer una fogata, pero el ambiente que su imaginador le dio no era el más adecuado para buscar este tipo de elementos. Sus ropas juveniles pasaron a ser grisáceas por la enorme cantidad de tierra que cubría y algo de carbón también, fueron compasivos por medio segundo y le otorgaron un par de pedazos carbonizados allí afuera.
— Podrías haberme hecho aparecer carbón y leña desde el principio en vez de mandarme por dos horas a recoger palitos, ¿no? —rezongó jadeando de cansancio. Arrojó la última capa de material inflamable a la mini hoguera que construyó con mucho esfuerzo.
Pam. Fogata hecha en segundos, sin el asqueroso proceso de esperar que cada maderita se encendiera y arrojara molesto humo con cenizas en la cara. Al "trabajador" casi se le cayó la cara de impresión. Admiraron su cuerpo sudado y cochino, bíceps bien definidos, una manzana de Adán gruesa, venas sobresalientes en...
— Me duele todo —Cambió de tema Hammett en un murmuro, desviando al vista al techo, se aburrió de jugar con la sangre como si de una fuente de chocolate se tratara y decidió cortar su hemorragia también.
— Trata de pensar en cosas bonitas —Tomó asiento a su lado, lamió su pulgar y lo frotó contra la frente de su compañero para borrar el rastro de líquido carmesí—, afuera de tu cabeza todo está en la mierda.
— Es que... siento que hay un quiebre en mí —Confesó con una mano sobre el pecho, dándole a entender que tenía una presión en aquella área.
— No vas a morir —declaró con firmeza antes de acabar de limpiar su rostro—, no mientras yo esté para protegerte.
Sonrieron y él, no evitó sonrojarse.
— ¿P-por qué me haces a-actuar así ¿Q-qué clase de "imaginador" eres?
— Dijiste que pensara en cosas bon...
— Jódete. Tú y tu mente enferma.
La conversación murió ahí. El moreno se acomodó en posición fetal, los segundos pasaban y el llanto regresó, ¿cuántas veces lo ha hecho ya? Perdió la cuenta, las lágrimas no eran suficientes para canalizar su dolor interno.
"Recuerdo... recuerdo... No recuerdo nada, ¿y de verdad quiero recordar? Me aflige, me flagela, si es tan terrible, prefiero perder toda mi memoria, sin embargo... Hay cosas. Cosas que regresan de sectores obscuros de mi ser, no quería, no quería saber pero ahí está. Lars Ulrich. Vino a salvarme y cumplir con todos mis caprichos. Y, y... No sé qué es real. Lars no existe, ¿y lo que viví? ¿De verdad estuve en mi patio inhalando? ¿Nadie me acompañaba? Cuando llegué a casa herido... ¿Lo soñé? O esa vez que me perdí en el supermercado y pasaron horas hasta que me recogieran, ¿c-con quién andaba? ¿Quién me golpeó? El hospital... No siento la camilla, ni los cables, ni la anestesia."
"Una cuchilla. Me. Corta. Profundo."
"No lo soñé, ¿verdad?"
Su soliloquio fue interrumpido por el de ojos claros, que se acostó por detrás suyo, abrazándolo por la cintura, soltando risas inocentonas, como si no oyera los cuestionamientos difusos que su psique gritaba. Por el contrario, percibió en cuestión de segundos los potentes ronquidos de su acompañante.
"¿Cómo mierda pasa de cagarse de la risa a roncar de esa forma?"
A lo lejos, se oye, además, un violín desafinado, tocando un ruido agudo, penetrante, que sube el volumen de forma paulatina, desesperante. Imposible dormir se le hacía al moreno. Prefería suicidarse en ese caso. A la asquerosa sinfonía se añadió el coro del infierno, compuesto por desgarradores gritos de almas atormentadas. Agotado, rendido... Abrió los ojos. No conciliaría el sueño ni aunque su vida dependiera de ello. ¿De dónde venía toda esa mierda? ¿El exterior de la cueva, el fuego, su cabeza? Ese es el tipo de confusión más asquerosa que un ser humano puede vivir: Desconocer el origen de algo, preguntar si la propia percepción del espacio es real, entonces, viene la filosofía: ¿Qué es lo real?
Las sombras de las llamas danzaban por las rocosas paredes.
El calor más que abrazar la confianza, abrasaba la consciencia.
Las sombras pasaron de ser delicadas llamas a... entes. Mutaron a entes abstractos, imposibles de descifrar para el cerebro humano, la transformación era rápida, eran una cosa y luego la otra, si es que el concepto de "cosa" aplicaría para algo que es indescriptible en el lenguaje. Lo suficiente escabroso para causar heridas mentales que dolían como físicas. Gruñó agobiado. Formas, familiaridad...
Divisó. Adquirió la capacidad de divisar y, en consecuencia, reconocer.
Lobos volando con alas de murciélago, leones desplazándose en dos patas de forma de esvástica, pescados con pies humanos danzando de atrás para adelante, cabras de cuernos fálicos... Figuras saliendo de la pared, ahora danzando como las llamas, con la excepción de que realizaban tal acto alrededor de la fogata.
Un mar brotaba de sus ojos, no podía creer que de un simple quejido de un instrumento de cuerdas, pasó a presenciar un juego de ronda surrealista. Quería pararlo todo.
Temblores desplazándose por su completa anatomía, los movimientos del espectáculo se le hacían tan anti-naturales... Los monstruos agrandaron el círculo, para joderle la existencia, obviamente, puesto que pisoteaban su cabeza con las veloces vueltas que daban, ardían, lo más parecido a esa tortura sería que le clavaran fierros ardiendo en el cuerpo desnudo como al rebaño en el matadero. ¿Cuánto rato pasó desde que Ulrich se durmió?
Explotó empujando a la mierda a su protector.
— ¿Qué pasó? —Observó que jadeaba con violencia. El mal desapareció justo cuando habló.
— Tienes razón, estoy exagerando, junto a ti todo estará bien —Esbozó una sonrisa tímida tras pronunciar a la velocidad de la luz esas oraciones.
— ...¿qué te fumaste, Kirk?
— Qué no fumé antes de llegar acá —Lanzó un coqueto guiño.
— Kirk —Trató de frenarlo, sin éxito.
— ¿Sabías que soy un reprimido? —Acotó mientras acariciaba esas pálidas mejillas que adquirieron calor en milésimas de segundo.
— Te falta amor, ¿sabes? —Arqueó una ceja, dubitativo, aunque, aparentando una falsa seguridad.
— Eso mismo iba a...
— Oh, verdad —dijo con ironía, no tan odioso, más bien, ahora sonaba como si quisiera bromear—, que me imaginaste como el Adonis perfecto en tu adolescencia, de acento europeo, para protegerte de quienes te hacían daño y mimarte en todo aspecto, que me acostara a tu lado antes de dormir y te abrazara por detrás para que dejaras de llorar por los abusos de...
— Baja estatura, ojos claros —Interceptó, quedándose en la parte "positiva" del recuerdo—, de brazos fornidos, adinerado y que siempre se queje en mi cara, diciendo la mierda que jamás tendría valor de decir, incluso para odiarme a mí mismo.
El crush imaginario se posicionó encima del hombre de rizos, acostados sobre las piedras, con una mano apretó su garganta, justo por debajo de la manzana de Adán, en un movimiento vertical que la presionaba, privándole del aire.
— Eres un cobarde, ésto no va a solucionar nada —Aprieta, pero no ahorca.
Escupió en su cara, el otro, se lamió encima de los rastros de saliva cercanos a la boca.
— El placer carnal no hace más que empeorar tu psique, Kirk —Volvió a escupir.
— ¿Sí? —Susurró en una voz lujuriosa.
— En vez de ponerme como tu novio, me tienes humillando y haciéndote daño.
Al no recibir un gargajo, Hammett cerró los párpados y extendió la lengua hacia fuera para recibir.
Lars resopló, con la mano libre, sostuvo la cintura de su reprimido creador, y con la otra continuó quitándole el aire, ahora con mayor fuerza.
— Eres un bodrio de ser humano —Reveló la verdad absoluta previo al acto de disparar contra él y comenzar a devorarlo a besos.
Para ser francos, el enfermo sabía que la excitación no causaría más que suplicio adicional a lo horrible que se sentía, mas, no le interesaba. Si podía transformar el mal en placer momentáneo, a pesar de que tuviera como consecuencia un infierno completo, lo tomaba. Se aburrió de llorar como imbécil. Era su universo y lo controlaría a su modo, si quería sentirse "bien", lo haría a sus reglas y no lo que es considerado "sano" dentro de la moral social tanto como médica.
Abrió la boca otra vez y el castaño atendió la orden implícita de escupir allí.
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