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jimsu

Esta historia contiene escenas sexuales explícitas (+18) sexo oral y narraciones que podrían ser perturbadoras para cierta gente.
Así que si no estás de acuerdo con esto te invito a irte porque aquí no eres bienvenidx :) gracias

El calor dentro del club es infernal. La poca ventilación que hay, más los cuerpos bailando muy cerca hacen que la temperatura suba. El olor a sudor, perfume y alcohol están presentes en el ambiente. La gente baila en la pista al ritmo de la música electro pop, con luces neón iluminando los cuerpos llenos de energía y fuego. En la parte trasera del lugar hay tres jóvenes con poca ropa bailando alrededor de un tubo de metal, del otro lado un bartender sin playera le da un shot a una chica directamente desde la botella de soju.

YoonGi se encuentra sentado en un sillón con la mirada puesta en su novio, pero a decir verdad, su mente está en otro lado. Ambos decidieron ir a pasar una buena noche en ese antro gay, pero al llegar, HoSeok empezó a platicar con gente desconocida —nada raro en él, pues se caracteriza por ser muy sociable— y a invitarlos a sentarse con ellos en ese espacio VIP que reservó. Entonces, la noche que idealizó YoonGi al lado de su media naranja se fue a la mierda, pues el rubio ahora está más entretenido bailando con un tal TaeHyung y su novio SeokJin. ¿Y él? Pues YoonGi sigue sentado, con cara de estar en el purgatorio y con una copa de gin tonic en la mano.

Odia estar en lugares excesivamente ruidosos, odia sudar y también odia bailar, es por eso que prefiere quedarse sentado perdiendo el tiempo en vez de ir a la pista de baile. Irónicamente, YoonGi consiguió un novio al que le gusta ir cada viernes de fiesta y ser el centro de atención gracias a sus pasos de baile. Al principio era increíble salir de fiesta con HoSeok, pues a pesar de estar en un lugar cerrado y lleno de gente desconocida, YoonGi se divertía. Pero la magia nunca dura por siempre.

El chico delgado toma de un solo trago lo que le resta de alcohol, después se quita el ligero suéter blanco que lleva dejando a la vista su blusa tipo corset, y saca su celular para jugar, pues no encuentra nada más interesante que hacer. No es la primera vez que HoSeok le hace eso: olvidarlo para irse a bailar con alguien más. YoonGi no va a gastar dinero en pedir un taxi, prefiere esperar a que su novio decida irse, así él pagará el trayecto a su departamento.

Con eso en mente, el de cabello menta se pierde en su burbuja, aunque de vez en cuando voltea su vista hacia donde está la gente bailando, tratando de ignorar cómo Jung HoSeok se pega al cuerpo de SeokJin y acaricia sin pena alguna esa pequeña cintura, mientras el mismo HoSeok es tocado por las manos grandes de TaeHyung. YoonGi se siente tan patético, a ratos le dan ganas de llorar pero no quiere arruinar su maquillaje, además muy en el fondo quiere encontrar a esa persona. A YoonGi le da vergüenza aceptar que el gran motivo de salir esa noche con su novio es que tiene la esperanza de verlo de nuevo. Todo lo que odia acerca de esos establecimientos nocturnos es reemplazado por el goce de sentirse deseado entre los brazos de él.

Sus encuentros son contados, pero lo bastante intensos y memorables para que YoonGi se diera cuenta de que eso es lo que necesita en su vida. Besos bruscos, calientes, miradas llenas de deseo honesto y manos que lo tocan como si fuera la octava maravilla del mundo. De solo pensar en las caricias de JiMin, YoonGi siente un calor inminente en su entrepierna y un escalofrío en sus brazos expuestos. No importa el calor que esté haciendo en el club, YoonGi sabe que el sonrojo en sus mejillas es ocasionado por algo más.

Mientras el chico pálido se pierde entre recuerdos y sensaciones, justo del otro lado del lugar está Park JiMin recargado en la barra, cerca de los baños. En la mano tiene su cuarta cerveza de la noche y mueve su cuerpo al ritmo de la música. Viste unos shorts cortos de mezclilla, un crop top negro de tela traslúcida y unas botitas negras estilo militar. Llegó hace casi hora una, desde que entró al lugar acaparó varias miradas llenas de interés, pues su atractivo y la sensualidad que desborda al caminar no es algo que pase desapercibido. Su piel ligeramente pálida resplandece gracias a su crema corporal con brillos y a las luces neón del lugar; piernas y brazos fuertes, abdomen ligeramente marcado y por último, lo que más llama la atención es su cabello corto y de un color rojo muy intenso.

Con su undercut y ese color fantasía, su presencia no puede pasar desapercibida. Además, JiMin tiene uno de los rostros más bellos del mundo; o al menos eso cree él y bastante gente a su alrededor, pues su mandíbula definida junto a esos dulces y gruesos labios son la tentación de muchas personas. En lo que va de la noche, ya ha bailado cuerpo a cuerpo con dos chicos que le parecieron lindos. La manera en la que Park baila es otro de sus encantos, deja extasiada y con ganas de más a cualquier persona que fuera su pareja en la pista de baile. Incluso con sólo ver ese movimiento de caderas, JiMin ha provocado miles de suspiros y temblores en varios chicos y chicas. El pelirrojo es un hombre que disfruta los ojos lujuriosos en su cuerpo, le encanta hacer contacto visual y morderse el labio seductoramente mientras se pasa la mano por el cabello. Le gusta ser deseado, notado, no le importa ser descarado y mientras más miradas lascivas estén sobre él, mejor.

Siempre llama la atención a donde quiera que vaya, aún más en la pista de baile. De hecho, lo conoció bailando.

El de cabello rojo termina su cerveza y deja la botella en la barra. Se acomoda el cabello con las manos y se adentra al centro de la pista. La música ha cambiado, ahora los cuerpos bailan a un ritmo un poco más latino y sensual. JiMin empieza a bailar, cerrando los ojos y dejando que su cuerpo se mueva por sí solo, sus caderas se mueven en círculos y sus manos pasan por su pecho. Le encanta el efecto que tiene el alcohol en su cuerpo y siente tanto calor que desea quitarse la estorbosa ropa, pero todavía tiene un poco de sentido común. Puede percibir su propio perfume y aún con los ojos cerrados, siente las miradas de interés sobre él. La gente se mueve a su alrededor, haciendo un círculo mal formado para que él quede en el centro, empiezan a gritar y aplaudirle, JiMin pasa a ser el centro de atención y eso lo hace sonreír y ver a los demás con una mirada juguetona.

Los chicos que estaban bailando junto a HoSeok se alejan de él para presenciar el baile del joven guapo de cabello como el fuego, lo cual pone molesto a Jung, pues él también disfruta que la gente esté al pendiente de él. Se queda parado, observando de lejos al bailarín y piensa Qué vulgar baila, no sé porqué la gente se fija en él, parece un idiota. Entonces regresa junto a YoonGi, puede ver que pidió otro trago más que ya está a la mitad y su vista, oh sorpresa, en el de cabello rojo, que baila junto a TaeHyung.

 —No sé porque están como zombies viéndolo. Yo bailo mejor que él, ¿no, Yoonie?

Como respuesta recibe un "Mmh", después el de cabello menta se toma de un trago el líquido transparente. Sus felinos ojos no dejan de ver el cuerpo y los movimientos de JiMin, envidiando al chico que baila con él, queriendo estar en su lugar. YoonGi quiere sentir el tacto caliente sobre su pequeña cintura y pegar su espalda al pecho del atractivo bailarín. La vista de Min está en las tersas piernas, subiendo por el trasero de JiMin hasta llegar a sus labios, esos labios que le roban el aliento y con los que ha soñado miles de veces. Después se encuentra con la mirada chocolate, esos ojos lo ven con atención y con una invitación a pecar.

El sonido de la música desaparece, la gente a su alrededor se inmoviliza, todo se pone en pausa cuando sus miradas se encuentran. Es tal el efecto que el menor causa en él. YoonGi jadea y chupa sus labios, se pone nervioso y comienza a rascar detrás de su oreja. Está consciente que HoSeok está a su lado, probablemente se ha dado cuenta de cómo se están mirando, y por nada del mundo HoSeok debe enterarse que lo engañó. Pero una fuerza ajena a él le impide retirar los ojos de JiMin, su cerebro le dice que se levante y vaya hasta él, reclamando su lugar en esos brazos.

Lo único que puede hacer es excusarse con ir al baño y dejar ese lugar, dejando a un HoSeok desconcertado. Camina lo más lejos que puede de JiMin, aunque le cueste avanzar entre la gente bailando. Cuando llega al otro extremo del antro, agradece al universo porque no hay fila para entrar a un cubículo. YoonGi se encierra y comienza a respirar agitado, como si acabara de correr un maratón. Parece como si estuviera en el infierno, de repente su cuerpo se pone caliente y se muerde los labios para que ningún sonido extraño salga de su boca.

Sabía que era muy probable ver a Park JiMin, lo deseaba. Pero de la imaginación a la realidad había una extensa diferencia. No importa cuántas veces haya visto a JiMin, la sensación siempre es como la primera vez. YoonGi se siente tan estúpido que a sus veinticinco años su cuerpo reaccione como un vil adolescente hormonal al ver a JiMin. Lo peor era que el chico era tres años menor que él, eso lo avergonzaba mucho; pero al mismo tiempo un bulto nacía en sus pantalones al saber que un niño podía dominarlo a su antojo.

Después de haber encontrado a HoSeok besándose con alguien más, en una de esas tantas salidas, el amor se fue extinguiendo en el frágil corazón de YoonGi. ¿Por qué tenía que ser siempre lo mismo?, ¿acaso sus parejas veían en él un cartel con la frase "engáñame, no pasa nada"? Lo peor no fue ese beso, lo peor fue que semanas antes, YoonGi empezó a notar a su novio más distante y desinteresado en la relación, pero como siempre, lo dejó pasar. Al igual que dejó pasar la escena del beso e hizo como si nada hubiera pasado. Hobi seguía con su sonrisa de siempre y YoonGi tenía que fingir que todo estaba bien cuando el rubio coqueteaba con otros chicos. Pero cuando guardas muchas emociones algún día tendrán que salir, sólo hace falta un detonante para que explotes y dejes fluir tus sentimientos.

El detonante de YoonGi fue Park JiMin.

Irónicamente, lo conoció bailando. Un viernes por la noche, después de una semana asquerosa gracias al estrés de su nuevo trabajo, al enojo interiorizado y su insatisfacción sexual, YoonGi salió de fiesta con su mejor amigo Kim NamJoon. Kim se sorprendió cuando fue arrastrado fuera del departamento que compartía con el pálido, con la excusa de que ambos necesitaban una buena dosis de alcohol; y él no se podía negar a una propuesta así.

Horas después, YoonGi se encontraba entre la gente, sintiendo que él y la música eran uno solo. Tenía los ojos cerrados y sentía su cabeza dar vueltas, producto de la media botella de vodka que había tomado y unos cuantos shots de soju; su cuerpo bailaba siguiendo el beat. Se sentía tan bien estar ahí, sin la compañía de HoSeok y sin ese sentimiento en su pecho que lo hacía querer vomitar. No le gustaba sentirse triste ni usado, odiaba que la gente que él quería lo tratara de la mierda. ¿Acaso no era suficiente?

Pero eso no importaba, lo único que YoonGi quería era pasarla bien esa noche.

Y cuando sintió un cuerpo detrás de él y unas manos en su cintura, pensó en la traición de Hobi. La imagen de su novio tocando a alguien más lo hicieron apretar los puños, los besos que le pertenecían a él, HoSeok se los regalaba a alguien más. Aunque desde un inicio nunca le pertenecieron. Entonces con el corazón roto YoonGi se dio la vuelta y vio al demonio en persona. Esos ojos oscuros lo veían con deseo y sus labios gruesos parecían una dulce y jugosa manzana roja, lista para ser mordida. YoonGi se dejó llevar, aceptó la invitación de la serpiente y probó esos labios de seda roja.

Después de eso las cosas fueron borrosas. Recuerda que bailó bastante con él, con el chico de cabello azul; sus cuerpos se acoplaron al instante, acercándose instintivamente como si de un imán se tratase. Después fueron a los baños y se encerraron en un cubículo. Se quitaron la ropa, o al menos la mayoría de ella; para este momento sus bocas parecían una sola, sus manos no dejaban de tocar el cuerpo ajeno, sus respiraciones eran reflejo de la intensidad de su encuentro. El desconocido le dio el mejor sexo oral de su vida, o al menos eso pensó YoonGi bajo los efectos del orgasmo y del alcohol. Después dejó que el chico de labios gruesos le follara su pequeña boca, casi vomitaba por la agresividad de sus movimientos, pero al mismo tiempo una nueva erección comenzaba a nacer en su propio cuerpo. Y cuando el otro eyaculó en su boca, comenzaron una nueva ronda de manoseos y penes frotándose entre sí.

Esa noche fue bastante intensa, algunas partes son más claras que otras, pero lo que YoonGi recuerda muy bien es la pasión del encuentro, el olor de la piel del chico de cabello azul y que lo disfrutó totalmente.

Disfrutó estar con alguien más que no fuera su novio. Al final Yoongi también lo traicionó, pero HoSeok lo hizo primero, ¿no?

Después de calmarse un poco, YoonGi sale del cubículo y se acerca al lavabo para mojar su cara. El agua fría lo hace jadear, pero no le ayuda a bajar la temperatura de su cuerpo; necesita satisfacer ese deseo, liberarse de una vez por todas. Cierra los ojos y trata de pensar en algo más que no sea el cuerpo de JiMin encima de él, con sus caderas moviéndose frenéticamente contra su pequeño cuerpo mientras sus besos mojados lo llevan al límite. Claro, en vez de ayudar, YoonGi suelta un gemido involuntario y aprieta sus piernas. Para colmo, escucha como la puerta se abre y percibe un olor bastante familiar. Sus manos comienzan a temblar, y una vez más trata de relajar su cuerpo. Antes de poder decir algo, HoSeok habla primero. 

—Vámonos.

Lo jala del brazo y YoonGi chilla de la sorpresa. Su novio está enojado, no sólo su expresión seria lo afirma, sino también el tono demandante y grave. Sin poner ningún pero, YoonGi lo sigue y salen del baño, atraviesan el club y se detienen a un lado de la salida. Fue imposible para el menor no buscar a JiMin con la mirada, pero con toda la gente no pudo encontrarlo por ningún lado. Desea verlo una vez más, pero sabe que lo mejor es irse a casa, no quiere armar un alboroto o hacer enojar más a su novio. El susodicho está hablando por teléfono, YoonGi no entiende qué dice por el ruido de la música, pero seguramente está pidiendo un taxi o algo así. Sigue sin soltarlo del brazo, YoonGi se da cuenta de eso porque esa parte de su cuerpo empieza a doler. HoSeok lo está apretando sin darse cuenta, porque ni siquiera lo está viendo.

YoonGi no le dice nada, no quiere interrumpir su llamada. Pero recuerda que dejó su suéter en el sillón, ese que le regaló HoSeok sólo por ser bonito. "Mi novio debe vestirse bonito, te lo regalo para que te veas aún mejor" le dijo con una gran sonrisa de corazón, una sonrisa que no le llegó a los ojos. Y con ese recuerdo le viene otro "Te ves bonito con ropa, pero sin ella eres aún más precioso" fue lo primero que le susurró JiMin al despertar después de pasar la noche juntos. Luego de eso le sonrió y su rostro se veía tan diferente, YoonGi se atreve a decir que hasta JiMin parecía inocente.

HoSeok lo suelta y habla un rápido "Quédate aquí" mientras se aleja y sigue hablando por teléfono. YoonGi mira su brazo rojo y tiene ganas de llorar.

Quiere caminar a la zona VIP pero no tiene ganas de pasar entre toda la gente que se pega una contra la otra, está seguro de que no podrá avanzar ni un metro entre la masa de personas. No le queda de otra más que esperar a que HoSeok regrese, si es que lo hace. Y mientras se soba su brazo enrojecido, siente un suave contacto en su hombro, tan sutil que si no fuera por el olor familiar no se hubiera dado cuenta.

—¿Me acompañas?

Voltea su cara y se encuentra de frente con el dueño de sus sueños y pensamientos. JiMin lo ve expectante, con una pequeña sonrisa y YoonGi no tiene que preguntar a dónde, simplemente toma su mano y deja que el menor lo guíe a donde sea.

Cuando llegan de nuevo al baño y se encierran en un cubículo, YoonGi puede respirar. Aunque no por mucho, porque los jugosos labios le impiden decir palabra alguna, en vez de eso JiMin lo besa con ansias, dejando en claro lo mucho que extraño tenerlo entre sus brazos. YoonGi le corresponde con la misma intensidad y sin pensarlo comienza a tocar la entrepierna de su amante, acaricia con brusquedad y rapidez, con la otra mano toma a JiMin de la nuca y lo acerca más a su cuerpo, como si eso fuera posible.

JiMin lo abraza aún más fuerte, apresando al menor en su pecho y sus labios viajan a ese cuello blanco y delgado, donde pasa su lengua caliente. Siente cómo YoonGi quiere desabrochar su short y contra todo deseo, lo detiene.

—Ey, espera —susurra.

—Por favor —le suplica con voz temblorosa. En cualquier situación JiMin le dejaría hacer lo que quisiera, pero sabe que YoonGi está actuando por impulso.

—¿Y tu novio?

YoonGi se congela en su lugar, de manera instintiva se toca donde hace rato HoSeok lo estaba apretando. Pero la manos de JiMin le ganan y lleva el brazo delgado a su boca, besa con lentitud y cariño la zona que aún sigue levemente roja. Pasa sus labios hinchados por toda la piel y acaricia con delicadeza. YoonGi no se da cuenta de que está llorando hasta que JiMin ahora besa sus mejillas húmedas.

El pelirrojo lo abraza y sigue dejando pequeños besos en la cabeza del pálido. No importa que estén en ese pequeño espacio con poca iluminación, ni que la estridente música se cuele por la puerta, o que alguien entre en cualquier momento y se de cuenta de que dos personas están en un mismo cubículo; YoonGi podría quedarse así por horas.

—Deberías dejarlo, YoonGi.

—No —responde firme, queriendo convencerse a sí mismo.

—Sí, ya no le mientas. —Se alejan y JiMin toma del mentón a YoonGi para poder verlo a los ojos—. Ya no te mientas más a ti.

¿Mentir? YoonGi es experto en eso, a diario se miente a sí mismo y crea su vida deseada para ver si se hace realidad. Sin embargo, por más que quiera engañarse a sí mismo, nunca puede. JiMin descubrió el teatro, o más bien, YoonGi bajó el telón para él. ¿Por qué? El pálido tiene tantas preguntas de las que no quiere saber respuestas, necesita seguir siendo el idiota al que sus novios engañan, le gusta ser un estúpido y ser usado por sus parejas. ¿Es así?

—No lo mereces —habla Park JiMin con determinación—. ¿Vas a seguir dejando que ese cabrón te vea la cara? Si esta misma noche besó a alguien más, YoonGi.

—Cállate...

—Bien, haz lo que quieras entonces. —El pelirrojo se muerde los labios mientras toma de la cintura a su mayor.

No sabe por qué está diciendo eso, no es su problema ni debería importarle. Sabe que será difícil hacer cambiar de opinión a YoonGi, pero simplemente no puede cerrar la boca.

—Perdónalo, a fin de cuentas no te cuesta nada, ¿no? —YoonGi cierra los ojos al sentir esos dedos traviesos tocar sus nalgas, la tela de su pantalón es tan delgada que siente el tacto caliente a través de la prenda—. Queda en tí perdonarlo, aunque puedes olvidarlo — JiMin acerca su boca a la oreja llena de aretes y jala del lóbulo con poca fuerza, sonríe al escuchar un jadeo—, o puedes abandonarlo.

En un rápido movimiento, JiMin voltea el cuerpo ajeno y lo recarga contra la pared, poniendo una de sus piernas entre las del chico. YoonGi grita al sentir el frío en su cara y lo caliente del pecho de JiMin contra su espalda. No le da tiempo de procesar nada porque JiMin simula embestidas contra su trasero y deja besos mojados en su nuca, su zona más sensible.

—Ya no le mientas más a esa mierda y admite tu error —la voz gruesa hace que YoonGi tiemble—. Dile que lo engañaste conmigo.

Por un momento YoonGi olvidó cómo es el verdadero Park JiMin. No es quien le sonrió amable ni aquel que besó con ternura su brazo. JiMin es una perversión andante. El pelirrojo ha hecho de él un desastre más de una vez, haciéndolo ver como un simple muñeco traga pollas. Lo peor es que con JiMin, YoonGi descubrió una parte de él que creía perdida.

JiMin disfruta ser el centro de atención, someter y escuchar los gemidos de sus parejas, su ego se llena al oír las súplicas y ver los ojos llenos de lágrimas por el placer. Y YoonGi es la persona perfecta para eso, no le importa sentirse humillado mientras escucha su nombre salir de esos labios rojos.

No le importa gemir sin pena cuando las manos de JiMin masturban su pene con rapidez. La ropa le estorba tanto que quiere desnudarse y ponerse en cuatro ahí mismo, pero la risa de su menor le regresa un poco de sentido común.

—Deberías decirle que te encanta cómo te toco. —Un dedo travieso se cuela en la ropa y acaricia el glande húmedo—. Dile que te pone duro sólo escuchar mi voz.

—Ah, JiMin...

—Dile que me conociste bailando. —El menor baja el pantalón junto con la ropa interior y acaricia sin descaro alguno. Él mismo se desabrocha el short—. Dile que bailo mejor que él.

Las piernas de YoonGi tiemblan y recarga su pecho a la pared, lo excita tanto que JiMin no ha dejado de hablarle en el oído y cada que dice algo sus labios rozan su oreja y parte de su cuello. Aprieta las piernas en un esfuerzo para no perder el control, pero cuando siente la erección de JiMin restregarse en su culo no puede más.

—Cógeme, por favor —habla en un grito ahogado, justo cuando se abre la puerta del baño. Escucha risas fuera del cubículo y JiMin tiene que taparle la boca para que no se escuchen sus gemidos.

El de labios gruesos masturba el pene rápido, le encanta ver cómo YoonGi se retuerce con su tacto, su mano se está empezando a llenar de saliva y está seguro de que puede escuchar los latidos acelerados por encima de la música. JiMin disfruta ver cómo su pareja pierde el control con el pasar de cada segundo.

—¿Le vas a decir a ese imbécil cuánto te encanta mi polla? —Con un poco de dificultad pasa la cabeza de su pene entre las nalgas ajenas, ensuciando la piel con el líquido preseminal. Se mueve rápido y le es imposible soltar una risita cuando YoonGi ya no puede más y se desploma. Si no lo estuviera sujetando de la cintura hubiera caído al suelo.

Sin dejar de taparle la boca, JiMin voltea al peliazul y lo recarga en su pecho, mientras él mismo se sienta en el inodoro. Sigue tocando con movimientos lentos el pene hinchado, evita tocar la punta y desde su posición deja caer un hilo de saliva, que cae directo en la polla de YoonGi.

Se escuchan pasos fuera y de nuevo la puerta se abre y cierra. JiMin quita la mano del rostro del pálido y lo primero que escucha es un:

—Por favor, déjame sentirte dentro, por favor —solloza con dificultad y se mueve desesperado sobre la erección.

—¿Acaso no estás escuchando lo que te digo, precioso? —vuelve a susurrarle al oído, sin necesidad de alzar la voz—. Primero debes de decirle que te encantan mis besos, que prefieres mis caricias y no las de él.

Reafirmando esas palabras, YoonGi expone su cuello, ansioso por sentir esos labios sobre su nívea piel. Nunca entenderá por qué Park JiMin lo descontrola tanto, pero percibir el olor de su piel y sentir esas manos tocarlo con tanto deseo es algo a lo que no quiere renunciar.

—Ah, lástima que tu novio no está aquí para ver cómo lloras por una polla que no es la suya.

Con esa simple oración YoonGi vuelve a gritar mientras su semen sale en grandes cantidades, ensuciando la puerta del cubículo. Los labios de JiMin lo sobreestimulan ahí donde más le gusta, y la polla que su culo está aplastando se pone aún más dura.

Mientras el cuerpo de YoonGi sigue temblando, JiMin gime al ver la expresión de éxtasis que tiene el pálido, se ven tan sensual y lindo al mismo tiempo, con sus mejillas y labios rositas y el maquillaje corrido.

—Ayúdame, ángel.

YoonGi no necesita escuchar más para arrodillarse y comenzar a chupar el pene erecto. No le importa sentirse mareado, la idea de tener a JiMin en su boca es motivación suficiente para meterse el falo en su pequeña boca.

—Tan lindo como siempre, hyung.

Los ojos llorosos de YoonGi lo miran con reproche, pero su mirada cambia cuando recibe caricias en su cabello.

—Esa mierda tiene el cielo a su lado pero le gusta quemarse en el jodido infierno, qué patético —habla con una sonrisa.

Desde su posición, YoonGi puede ver el abdomen marcado de JiMin y el sudor que baja por su cuello. Baja el short hasta los tobillos para apreciar el tatuaje que tiene JiMin en la cadera y baja por su muslo, una serpiente de color rojo. Desde que lo vio, YoonGi pensó lo bien que combinaba con el aspecto de cazador del pelirrojo y con su personalidad seductora. Con eso en mente, mueve más rápido la cabeza, en busca de su premio.

—Mira cómo te pones, cariño. Te diría que le dijeras a tu novio que te traigo loco, pero me gustaría hacerlo yo mismo. —Otra risa más mientras JiMin escupe en su propio pene, su saliva se mezcla con la del pálido y sus propios fluidos. —Ya casi llego, ¿lo quieres?

Sin sacarse el pene de la boca, YoonGi asiente rápido y entre suspiros, JiMin sostiene ambos lados de la cara pálida.

—Buen chico.

El mayor no necesita mucho tiempo para escuchar su nombre de los labios ajenos, JiMin gime sin descaro mientras llena a YoonGi de halagos y su semen caliente llena su boca. Lo llena tanto que por la comisura se escurre el líquido blanco, lo demás se lo traga con una sonrisa de satisfacción.

La puerta vuelve a abrirse y entre miradas cómplices, se arreglan la ropa y JiMin ayuda a YoonGi a peinarse un poco. La adrenalina del orgasmo sigue ahí, y ninguno de los dos puede negarse a otra ronda más de besos mojados. Podrían estar así toda la noche si no fuera por él.

—¡Ya te dije que no lo encuentro! Estoy seguro que no se ha ido, tengo su estúpido suéter y su celular. ¿Crees que se iría sin nada? —grita HoSeok fuera—. Sí, claro, a menos que se haya ido de puta con cualquiera, me da igual, al final siempre puedo conseguir a alguien mejor.

Se escucha el sonido del lavabo y la risa cínica de Jung HoSeok, unos segundos después sale del baño y el espacio se queda en silencio, para YoonGi ni siquiera se escucha la música de fuera.

JiMin besa de nuevo los labios que ahora están rojos e hinchados, pero ahora deja picos y presiona con suavidad. Quiere decir tanto, pero no puede descifrar los ojos de YoonGi, menos cuando habla.

—Tengo que irme.

El peliazul sale del cubículo y camina rápido hacia la salida, pero JiMin es más rápido y lo toma por la muñeca, teniendo cuidado de no lastimarlo. YoonGi voltea y se miran por casi un minuto, ninguno de los dos dice nada, pero no dejan de verse a los ojos. YoonGi tiene miedo y JiMin mentiría si dijera que todo está bien. No quiere dejarlo ir pero no sabe qué hacer o decir para que ese chico con cara de ángel se quede a su lado, ni siquiera sabe si esa sería la mejor decisión para los dos.

Así que con una última caricia, suelta su mano y el menor de ambos habla.

—¿Me vas a dar otra más de tus noches?

YoonGi le sonríe como no lo había hecho en mucho tiempo, le sonríe con los ojos, pero se queda callado y lo único que hace es darle un beso en la mejilla antes de salir del baño.

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Hola ♡ gracias por leer~
¿Qué les pareció la historia? Es la primera vez que escribo jimsu 🥰 la verdad no estoy satisfecha del todo porque sé que puedo hacerlo mejor, pero no me quiero romper la cabeza en esto, así que perdonen los errores.

La canción que inspiró la historia me gusta mucho, espero haber capturado aunque sea un poquito su esencia ♡

Espero estén bien, nos estamos leyendo.

Besos, Moon

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