23. Provocación pt1.
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Los días transcurrieron y lejos de ser normales, Mina los sintió fantásticos; cada vez que se encontraba con Nayeon no podía evitar sonreír mientras su corazón marcaba un alegre compás. Ambas compartían un secreto que, a pesar de ser una bomba de tiempo, ya no podían detener, y es que se necesitaban, se querían.
— Y Mina, tu madre nos comentó que estás en busca de una carrera universitaria. — El señor Im, Haneul, le sonrió mientras se inclinaba hacia atrás, apoyándose en el respaldar. — ¿Ya elegiste una?
Ambas familias se habían reunido una vez más, empezaba a hacerse una costumbre. Mina y Nayeon se habían envuelto en un juego de miradas y sonrisas discretas. Ambas, después de que el señor Im hablara, voltearon a la misma vez.
— No señor. — Confesó. — He revisado muchas opciones y todavía no me decido por una.
— Pensando en eso, quizá deberías revisar nuevamente el área legal porque, bueno... — El hombre sonrió con arrogancia. — Tu madre y yo tenemos contactos. Podrías tener grandes referencias y ocupar puestos importantes.
La japonesa apretó los labios, queriendo no reír ante la mueca que Nayeon había puesto. — Por supuesto. Es decir, puedo considerarlo.
— Chica inteligente. — Haneul buscó en el interior de su saco y de este sacó una pequeña tarjeta negra, muy elegante y simple con letras doradas, ofreciéndola a Mina. — Puedes visitarme mañana a mi oficina. Te enseñaré lo grandioso de ser abogado.
— Papá, no la presiones. — Nayeon por fin habló.
— Pienso que Mina sería una gran abogada. — Esta vez Jinyoung intervino, colocando su mano sobre la de Nayeon. — ¿No sería grandioso que trabajara en el área legal de la empresa, papá?
— Por supuesto. Tendría toda mi confianza.
La japonesa carraspeó su garganta, siendo honesta, las leyes y todo lo relacionado estaba lejos de su gusto personal. Sin embargo, no deseó verse irrespetuosa.
— Gracias. La guardaré muy bien.
Esta vez fue turno de Nayeon para contener su risa cuando Mina guardó sin cuidado alguno la tarjeta en su bolsillo. Las expresiones de los tres hombres allí presentes fueron épicas.
— ¿Y ya conseguiste un vestido para la boda? — La pregunta de Jinyoung le quitó todo rastro de felicidad a Mina, quien solo se limitó a negar. — Supongo que es más difícil que encontrar un esmoquin. — El chico bromeó ganándose solo la risa de Haneul y Siwon.
— ¿Y ya hay avances con el vestido de novia? — Esta vez fue Tiffany. Mina deseó tener un botón de mute para toda su familia.
— No todavía... sigo buscando uno.
— Sea cual sea, te verás preciosa. — Jinyoung se inclinó y la besó fugazmente. — Quién lo diría, en unos meses serás señora de Park. Mi bella esposa.
La japonesa se levantó disimuladamente y se alejó hasta la cocina. Los celos que invadieron su cuerpo casi lograron que lanzara todo al suelo, por suerte logró controlarse a tiempo; apoyó ambas manos sobre el lavaplatos y mordió su labio inferior.
Lo único que podía decirse a sí misma en momentos como ese era un simple "respira." Porque cada vez que Jinyoung abrazaba o besaba a Nayeon frente a todos, Mina perdía el aliento y solo podía concentrarse en el dolor extendiéndose por su pecho.
¿Debía seguir soportándolo? Ella había sido la primera en decirle a Nayeon que no necesitaba una respuesta o decidión rápida, pero empezaba a arrepentirse.
— ¿Puedo tener algo de agua? — Nayeon había buscado una perfecta excusa para asegurarse de que Mina estuviese bien. Y se sintió culpable al verla tan agitada y enojada.
Mina no respondió, irguió su espalda y tomó una de las jarras de vidrio para verter agua al vaso vacío que Nayeon cargaba con ella.
— ¿Ya no me hablarás?
— Estoy celosa. No quiero hablar, no ahora.
Y aunque la coreana se conmovió ante la sinceridad de Mina, le dolió que esta evitara su mano cuando intentó acariciar su rostro.
— Volvamos. — Pidió la japonesa antes de darle la espalda y regresar al comedor.
El resto de la noche Mina se desconectó de la conversión y esa actitud, para su familia, era muy normal en ella, por lo que no presionaron para que hablara. Sin embargo, Nayeon, ya acostumbrada a una Mina más alegre, más cariñosa y conversadora, le resultó una de las peores cenas, sobretodo porque Jinyoung se mostraba más atento de lo normal y se veía en la obligación de sonreírle, aceptar sus besos y mentir sobre su emoción por la boda.
Cuando la familia Im se fue, Mina se despidió de forma general y corrió a encerrarse a su habitación con la excusa de haber quedado con Chaeyoung para jugar en línea.
Un mensaje llegó a su teléfono pero al saber de quién se trataba, no respondió. Necesitaba calmarse, calmar sus celos, estaba segura de que hablar con Nayeon esa noche resultaría en una pelea.
La noche siguió su curso y Mina, sin darse cuenta, se quedó dormida sobre el cubrecamas mientras miraba el techo de su habitación y pensaba en lo desastrosa que era su casi relación con Nayeon. Empezando porque ambas engañaban a un buen hombre, su hermano.
— Mina, Mina, despierta hija. — La japonesa rodó sobre el colchón. Tiffany había dejado de despertarla tan temprano por la mañana, pero ese día pareció hacer una excepción. — Llegarás tarde.
— Para qué. — Preguntó entre balbuceos. Su frente le dolía, sentía frío y su humor no era el mejor.
— La visita a Haneul, ¿recuerdas?
— ¿Iba en serio? — Fue un completo martirio levantarse, apenas podía mantener sus ojos abiertos. — ¿Debo de ir? ¿Ahora? ¿Qué hora es?
— Seis en punto. Te dará tiempo de bañarte, desayunar y estar puntual en su oficina.
— Mamá...
— Nada. Ya te comprometiste, debes cumplir. — Y con eso, salió de la habitación.
Mina se dejó caer nuevamente sobre el colchón pensando que había sido muy estúpido de su parte no inventarse una excusa la noche anterior.
— Debí decir que no me importaba. — Se reprochó a sí misma, miró su teléfono que reposaba a lado de la almohada y lo tomó, encontrándose con varios mensajes y dos llamadas perdidas de Nayeon.
Algo, muy en el fondo, le decía que se había ganado un gran problema con la coreana.
Con la mente un poco más despejada, escribió: ¿Nos vemos en la hora de tu almuerzo?
Y como lo supuso, minutos después Nayeon miró el mensaje, pero no lo respondió.
— Merezco eso. — Dijo con media sonrisa.
Una hora y media después se encontraba bostezando mientraas Haneul la presentaba a su personal. Mina creía que el hombre se esforzaba bastante en querer agradarle y tenerla trabajando para él incluso sin estudios previos. Siwon no la había presionado tanto, ni siquiera conocía las instalaciones de la empresa familiar.
— Mina, quiero presentarte a Park Jihyo. Es una nueva pasante, pero pronto será una de las mejores abogadas bajo mi tutela.
La japonesa y Jihyo se miraron, obviamente se conocían, pero fingieron no hacerlo al momento de intercambiar respetuosas reverencias.
— Ella es hermana de mi futuro yerno. — Haneul palmeó el hombro de la japonesa. — Intento contagiarle el amor a esta profesión.
— ¿Y lo está logrando? — Preguntó Jihyo con una agradable sonrisa.
— Bueno...
— ¡Claro que sí! — Intervino de nuevo el hombre. — Pero vengo a pedirle, señorita Park, que termine el recorrido por mí. Tengo una reunión importante y eres la única aquí que parece no intimidar a esta chica.
— Claro que sí, señor.
— Te dejo en buenas manos, Mina.
Las dos se despidieron de él y el silencio que se formó fue tan incómodo que Mina estuvo dispuesta a fingir un paro cardíaco.
— Entonces, Mina, ¿crees que las leyes son lo tuyo?
— No realmente. — A decir verdad, ninguna carrera parecía ser lo suyo. — Pero mamá es abogada, el señor Im lo es. Supongo que esperan lo mismo de mí.
— ¿Y qué te gusta?
Tu amiga.
Mina se encogió de hombros. — En Japón era buena en ciencias... tal vez, no lo sé. ¿Me ves como una futura abogada?
— Bueno, con una preparación previa no lo veo imposible.
Mina siguió a Jihyo para terminar el recorrido; era un edificio de cinco pisos, con diversas oficinas, secretarias atendiendo llamadas, hombres y mujeres en traje caminando de aquí para allá mientras revisaban diversos casos y muchos pósters pegados que alentaban a la justicia en Corea.
La japonesa recién caía en cuenta el poder que la familia Im poseía.
Los temas de interés estrictamente profesional se acabaron y Mina supo que Jihyo se preparaba para recriminarle.
— ¿Puedo confiar en ti? — Preguntó Jihyo por fin mientras se sentaban frente a frente en una de las mesas desocupadas de la cafetería. — Nayeon me ha hablado mucho sobre ti.
— Sé lo que piensas... y hasta lo que dirás.
— ¿Ah, si?
— ¿Qué más podrías pensar de alguien que se enamoró de una persona comprometida?
Jihyo escondió muy bien una sonrisa. — No estoy de acuerdo en lo que hacen, al menos hasta que ella hable con Jinyoung.— La menor bajó la mirada dándole la razón y es que, ¿cómo defenderse? — Pero por alguna razón que no logro entender, ahora Nayeon está recuperando su propia esencia.
— ¿A qué te refieres?
Se vio dudosa por un momento, sin embargo, decidió explicarle, sentía que Mina tenía ese pequeño derecho. — Verás. Estando con Jinyoung su comportamiento cambió. No para mal, por supuesto, simplemente sacó a relucir su lado más... conservador. Sus gustos, sus pasatiempos, todo quedó en segundo plano para dejarlo a él como prioridad. — Jihyo podía recordar a la perfección la transición que su mejor amiga había tenido a través de los años, apoyó sus antebrazos sobre la mesa y miró a Mina que escuchaba atentamente. — Cuando se lo hice ver quizá fue muy tarde... hasta ahora, supongo.
— ¿Dices que estoy ayudándola?
Jihyo se encogió de hombros. — Sigue sin gustarme tu relación con ella. — Sentenció con seriedad y Mina se intimidó por breves segundos antes de verla sonreír, fue un cambio abismal, ahora Jihyo parecía un ángel. — Pero su felicidad es la mía. Si quieres hacer algo por ella entonces ayúdala a tomar una buena decisión, porque apenas alguien salga herido ella se culpará y... tú no la has visto todavía en sus peores momentos. Supongo que tampoco querrás hacerlo.— Se levantó, apoyando ambas manos sobre la mesa. — Aquí finaliza mi guía turística, ¿te convencí de elegir esta carrera?
Mina le siguió, todavía pensando en sus palabras, estaba ligeramente preocupada por el bienestar mental de Nayeon.
— Apenas puedo hablar coherentemente cuando estoy con Nayeon. — Afirmó sobando su nuca. — Imagíname frente a un juzgado. Mi cliente terminará con una cadena perpetua. ¿Tú qué crees?
— Creo que podríamos elegir otra carrera.
— ¿Podríamos?
— Te ayudaré. Necesitarás un buen trabajo... Nayeon tiene gustos caros. — Bromeó guiñándole un ojo, Mina le sonrió al fin.
— Tomaré en cuenta tu propuesta.
Ambas se despidieron y Mina estaba segura de que no sería la última vez que vería a Jihyo.
Esa conversación le había servido bastante para replantear sus propias acciones. El cariño que sentía por Nayeon se había incrementado lo suficiente como para asumir la culpa, el remordimiento y la ansiedad ella sola. No deseaba que la coreana pasara las mismas noches en vela, que recurriera a un vaso de vodka o un cigarrillo para relajar sus propios pensamientos, o que simplemente dejara de comer gracias a la preocupación constante.
Esa tarde, a las dos en punto, la japonesa se encontraba esperando por Nayeon; con una sonrisa y una tentadora invitación a un restaurante lujoso.
— Me ignoras toda la noche, ¿y piensas que aceptaré ir contigo? — Nayeon pasó de largo, notablemente molesta. Mina no tardó en darle el alcance a través de la calle.
— ¿Por favor? — Pidió. — Déjame hacer esto por ti, siempre tenemos que escondernos y ciertamente nunca te he invitado a un lugar que realmente te mereces. Hay uno muy cerca de aquí, así que no llegarás tarde a tu trabajo.
Nayeon se detuvo, ni siquiera sabía a dónde iba, solo quería alejarse de la presencia ajena. La miró de pies a cabeza. — ¿Hoy fuiste con mi padre? — Preguntó mientras se cruzaba de brazos.
— Sí. Y fue lo más incómodo que he podido vivir. — Mina se acercó a ella después de cerciorarse de que no había gente alrededor, sus brazos atraparon la cintura ajena y apegó ambos cuerpos. — Yo pagaré todas las langostas que tú quieras.
— Mi hora de almuerzo acaba en cuarenta minutos. Espero que sepas cómo aprovecharlo.
Mina le dedicó una sonrisa, una que por algún motivo lucía muy diferente.
— También me encontré a Jihyo. Una de tus mejores amigas, ¿verdad?
— Si hubieses contestado anoche, te habrías enterado que ella trabaja para papá. — Le recriminó con el ceño fruncido, la menor solo pudo reír ante lo tierna que se veía. — Deja de actuar como si estuviéramos bien.
— Es que es inevitable. Eres muy adorable. — Se inclinó para besarla y le encantó ser correspondida de inmediato. Al separarse tomó la mano ajena entrelazandola con la propia y partieron rumbo al restaurante preparado por la japonesa.
Probablemente se gastaría todo lo que había ganado en las pocas carreras, pero valía la pena.
A Nayeon le gustó poder estar con Mina sin tener que esconderse ni portar máscaras; podían ser ellas y dejar de fingir que apenas se conocían. Abrazó el brazo de Mina y mientras caminaban una sonrisa apareció en su rostro.
Ignorando el hecho de que seguía fingiendo molestia y Mina parecía seguirle el juego tratando de convencerla, ese fue el mejor almuerzo que había tenido. Ambas conversaban de cualquier cosa que se les ocurría, ¿Que si el clima estaba bien? Según Mina, el calor era insoportable. ¿Que si había tráfico? Mina aprovechaba para cantar en el auto a todo pulmón. ¿Que si la comida japonesa era mejor que la coreana? Mina terminó diciendo que prefería las hamburguesas.
Aprender de ella y vicerversa era de los momentos favoritos de Nayeon porque podía sentir esa conexión entre ambas, porque podía estar sentada por horas solo escuchando las diversas historias de la japonesa y no aburrirse jamás.
— Nayeon... — Ambas habían terminado de comer y Mina decidió posar su mano sobre la ajena.— Tengo que decirte algo.
— ¿Debo asustarme?
Mina negó. Tomó un gran respiro y se aseguró de mirar fijamente a la mayor. — Te quiero.— Esas dos palabras nunca las habían pronunciado y es que, en sus mentes, ya se daba por hecho.
— ¿Y eso, por qué tan repentino?
En todo el camino Mina fue planeando lo que diría una vez estuviera frente a Nayeon, y sobretodo había estado recolectando poco a poco la valentía suficiente para detener esa relación antes de que las consumiera por completo. Era la mejor decisión y la más lógica, sin embargo, el tan solo imaginar que dejaría de besarla, abrazarla o hablar con ella su corazón se rompía.
Su plan de hacer lo correcto se había ido directamente a la basura tras ver esos ojos brillantes y emocionada sonrisa.
— Solo me nació hacerlo. — Le contestó con tranquilidad. — Disfruté tomar tu mano o besarte sin preocuparnos de que alguien nos vea.
— Somos dos pero... ¿Por qué siento que hay algo más? — Incursionar en los pensamientos de Mina a veces podía ser una tarea muy difícil, por lo que se tomaría el poco tiempo que le quedaba para conseguir las respuestas que quería.
— ¿Qué más podría haber?
— Es lo que trato de averiguar.
Mina se recargó en el respaldo de la silla. A veces no le gustaba cuando Nayeon lograba intuir que algo le molestaba.— Solo estoy apenada y siento mucho ignorar tus mensajes ayer. A veces me enojo fácilmente. Esta es mi forma de disculparme.
La mayor arrugó el entrecejo. — No las acepto. — Y ante la expresión de Mina, tuvo que agregar:— Cada vez que Jinyoung hace algo malo siempre hay un regalo detrás para que yo lo perdone. — Su explicación fue simple, pero se notaba la molestia en su voz. — Nunca me gustó que lo hiciera. Prefiero una plática con explicaciones y soluciones. Si querías que te disculpe con solo pedirlo habría sido suficiente.
— ¿Él hace eso... siempre? — Nayeon asintió. — No fue mi intención imitarlo... solo quería pasar tiempo contigo y disculparme. — Su mano tomó la ajena y no dudó en besar el dorso con sumo cuidado. — Escucha, tú mereces esto y más, y una elegante comida no es mi soborno para que me perdones.
— No me mires así, sabes que no puedo negarme a nada si lo haces. — Una sonrisa amenazó destruir su seriedad. — Está bien. — Era tan fácil rendirse a los encantos de la menor. — Sé que eres diferente a él... lamento compararlos, de verdad.
— Pierde cuidado. Todavía hay mucho que debemos aprender la una de la otra. — Volvió a besar su mano y se levantó. — Déjame pagar y después, ¿podré acompañarte de vuelta a tu trabajo?
— No es necesario que lo preguntes Minari. — Nayeon guiñó su ojo derecho, la menor fungió no haberse avergonzado y le dio la espalda.
De regreso caminaron juntas con las manos entrelazadas, ignorando el hecho de que lo que hacían no estaba bien.
— Por cierto, Jinyoung quizá te lo diga mañana, pero el sábado nos volveremos a ver.— Dijo mientras su pulgar acariaba el dorso ajeno, como queriendo aminorar la reacción que Mina solía tener cada vez que el muchacho salía como tema principal.
— ¿Irás a casa? — Preguntó un tanto relajada.
— Sí. Jin quiere una revancha. ¿Recuerdas cuando jugamos baloncesto?
— ¿Jugamos? Solo te recuerdo a ti gritar y correr. — Bromeó y Nayeon amenazó con su puño. Mina dejó escapar una risa y bajó la mirada. — ¿Quiere jugar nuevamente?
— Llamará a sus amigos. Pedirá que tú llames a los tuyos.
— ¿A qué se debe eso?
— ¿Orgullo, quizá?
— Está bien. Es una buena excusa para verte. Pero con una condición.
— ¿Cuál?
— Que tú estés en su equipo.
Nayeon fingió estar dolida por esas palabras y soltó su mano solo para apresurar el paso y evitar verla. Pudo escuchar a la japonesa reír y trotar tras ella. Su corazón se aceleró en cuanto Mina la detuvo abrazándola por la cintura, besado su mejilla repetidas veces.
— Era broma Nayeon.
— No. Estaré en un equipo en el que realmente me quieran.
— ¿No quedó claro que yo te quiero?
La mayor, al escucharla, se giró entre los brazos ajenos. Besó repetidas veces a Mina y sus manos acomodaron el cuello de la camisa contraria. — Me has convencido. — Dijo dándole pequeñas palmaditas a su hombro. — Y que quede como constancia, yo también te quiero.
Cuando llegó el momento de despedirse Mina no tuvo tiempo de reaccionar cuando Nayeon tomó su rostro, besándola con ímpetu. Ella misma se quedó casi congelada al sentir la lengua contraria delinear su labio inferior y después de eso recibir una sutil mordida.
— Wow. ¿Y eso? — Preguntó un tanto acalorada.
— Una despedida, ¿no es obvio? — Y sin más, antes de ingresar al edificio y cumplir con su horario, se despidió dedicándole un beso volado.
Mina solo atinó a alzar su mano y despedirse, nunca antes se había sentido tan pequeñita al recibir un beso. Sonrió tontamente y se giró llevando esa misma mano a su pecho. — Cálmate amigo. — Le pidió a su corazón.
Desde ese martes Mina empezó a contar las horas para volver a ver a Nayeon. Fueron cuatro días en total llenos de aburrimiento para ella y por qué no, de martirio continuo. Sabía que el horario de la mayor era un poco ajustado, entre su trabajo, los deberes como hija de Im Haneul y como novia de Jinyoung, nunca lograban encontrar un buen momento para verse. A la japonesa le molestaba no contar con la libertad de llamarla e invitarla a salir, mensajes y llamadas nocturnas no eran suficientes; pero no tenía derecho a reclamar, ella misma se lo había ganado.
Entonces. ¿Cómo lograba calmar sus propios pensamientos? La respuesta no era su favorita. Odiaba aceptar que solo necesitaba un poco de hierba y la pipa que Chaeyoung le había regalado para mantenerse serena y adentrarse a un infinito mar de relajantes sensaciones.
Ya se había dado cuenta que, si no empezaba a controlarse, pronto estaría sumida en una adicción... si es que no lo estaba ya.
El sábado llegó, toda la semana tuvo que soportar a Jinyoung presumir que había estado entrenando y que él ganaría sin la necesidas de estar en el mismo equipo que su hermana.
— Jackson y los demás estarán pronto aquí, tranquila. — Chaeyoung bebió de un solo trago el agua que Mina le había servido. — Ah. Pero están con resaca, estuvieron en el club hasta las tres o más.
— ¿Y tú no estuviste con ellos? — Preguntó la mayor cruzándose de brazos.
— No. Fui a comprar algo de pintura, pinceles y todo eso, será necesario- ¿Qué? ¿Por qué me miras así?
— ¿Ahora eres pintora? — Mina alzó ambas cejas.
— Por Dahyun seré Picasso.— Dijo revelando sus verdaderas intenciones. — Supe va a una escuela de artes. Así que, ¿por qué no encontrar algo en común?
— Quiero ser la primera en ver tus dibujos.
— Trato. Pero tendrás que pagar.
— No voy a pagar una mierd-
— Chaeyoung. Mina. — Nayeon ingresó a la cocina, con su ropa deportiva y una gran sonrisa.
— ¿Qué ibas a decir, Mina? — La voz burlona de Chaeyoung hizo que la japonesa le diera un codazo. — Ay genial. Nayeon, ¿puedes decirle que deje de sonreír como estúpida? Me da náuseas.
— Yah. No la molestes. — La mayor entre las tres se acercó a Mina y, asegurándose de que Jinyoung todavía no bajaba al primer piso, le dio un rápido beso. — Si sonríe bonito.
— ¿Lo ves? Ella dice que tengo una bonita sonrisa.
— Lo dice por pena. — Añadió antes de reírse de la expresión de su mejor amiga. — Como sea. ¿Ya llegaron los ñoños?
— Que sean amigos de mi hermano no significa que sean-
— Sí lo son, cariño. — Cortó Nayeon.
— Ya sé.— Admitió bajando la cabeza.
— Lo admito. Ustedes juntas me agradan. — El teléfono de la rubia vibró y esta lo sacó de su bolsillo. — Bien. Ya están cerca. — Dijo leyendo el mensaje de Jackson. — Tuvieron problemas para acomodarse, es que vienen Yeri y Somi. Quizá nos sirvan como animadoras. Ya vuelvo, los esperaré afuera si no les molesta.
La alegre expresión de Nayeon se rompió. — ¿Escuché bien? ¿Somi?
— Ah. Qué graciosa Chaeyoung. Creo que se equivocó y quiso decir... Ahm. So-Ni.
— Soni. Claro. — La mayor golpeó el hombro de Mina y se puso frente a ella. — Espero sepa comportarse.
— Mi amor. Los chicos ya vienen. — Jinyoung se asomó en la cocina. — Oh. Mina, veo que también estás lista. Espero que hayas practicado.
— No pude. — Dijo mientras saltaba y terminaba sentada en la isla de la cocina. — Alguien acaparó la cancha esta semana. — Se encogió de hombros restándole importancia.— Un verdadero loco, pero no diré quien eres.
Nayeon se rió y palmeó el pecho del muchacho. — Déjalo así. — Recomendó al más alto.
— Okay. Okay. Lo admito. Pero estaba emocionado. — El bullicio en la entrada del hogar Park solo indicaba la llegada de los invitados. El muchacho le sonrió a Mina y, tomando la mano de Nayeon, ambos abandonaron la cocina.— Nos vemos en la cancha, hermana.
Mina apretó los dientes pidiéndose a sí misma autocontrol.
Al menos no tuvo que verlos besarse. Ya era algo.
Había una diferencia marcada entre el grupo de Mina y el de Jinyoung, y aun así todos parecieron llevarse bien al momento de presentarse. Hubo algunas bromas que aliviaron la tensión, apuestas suaves y una ya proclamada parrilla después del partido.
La japonesa, en cuanto vio las condiciones en las que Jackson, Bangchan y Mark se encontraban, supo que habían perdido. Por otro lado, al notar que Jinyoung no soltaba a Nayeon, se resignó a no tenerla en su equipo.
— ¿Qué tanto festejaron? — Preguntó mientras se alejaba de la cariñosa presencia de Somi.
Ambos equipos se encontraban en el patio trasero, discutiendo su estrategia para el partido.
— Mark le ganó a Bobby ayer, ese tipo es uno de los corredores más experimentados, se merece una buena celebración, ¿no crees? — BangChan llevó el balón bajo su brazo. — Mejor dicho, ¿dónde estaban Chaeyoung y tú? Se perdieron de un gran espectáculo.
— Ella comprando, y yo en casa. — Explicó con simpleza.
— ¿Qué espectáculo? — Esta vez fue turno de Chaeyoung para preguntar.
— Ellas dos y un par de chicas más bailaron, y de qué forma. — Jackson le sonrió a Yeri y Somi, recordando el momento y la sensualidad con la que lo habían hecho. — Debieron verlo.
— Tal vez después puedan verlo en privado. — Somi guiñó un ojo y dio un paso cerca de Mina. — ¿No quisieras tener una espectáculo sólo para ti? — Le preguntó muy cerca de su oreja.
— Ay, perdón, perdón. ¿Limonada helada? — Nayeon pasó entre su japonesa y la alta chica. No podía creer lo que había escuchado. Fue muy buena idea buscar algo de beber para ofrecer a todos... el problema es que la jarra se encontraba vacía.
Mina reprimió una risa y extendió su brazo quitándole la bandeja. — Te ayudaré a traer más. Ven.
— Apúrense. Que ya empieza. — Jinyoung aconsejó mientras estiraba sus brazos y piernas. Su hermana se limitó a alzar su pulgar.
Esta vez y como un impulso, apenas ambas tuvieron la privacidad anhelada, Nayeon dejó sobre la mesa la bandeja y, con el ceño fruncido, empujó a Mina logrando que esta chocara la espalda contra la pared.
— Hey. Eso dolió. — Y a pesar de su queja, una sonrisa adornaba su rostro. — ¿Qué pasa contigo Nayeon?
— ¿Estás feliz porque ella bailará para ti?
— No sé de qué hablas. — Y le resultaba gracioso que Nayeon adoptara esa actitud solo por Somi, todo sin saber que la chica gustaba de molestarla de esa forma, siendo coqueta y provocativa. Todo el mundo sabía que Somi iba detrás de Chaeyoung. — Nayeon no me digas, ¿estuviste escuchando una charla privada?
La mayor sujetó el cuello de la camiseta ajena y acercó el rostro de Mina al propio. — ¿Tratas de ponerme celosa?
— No realmente. — Confesó. Las expresiones de ambas eran un perfecto antónimo. — Yo no hice nada. Ahora, ¿podemos volver con las bebidas? ¿o deseas interrogarme?
— ¿Te gusta?
— No.
— ¿Crees que es bonita?
— No tanto como tú.
— ¿Estarías con ella?
— No es mi tipo.
— ¿Quién es tu tipo?
— La novia de mi hermano.
Ambas se miraron fijamente, fácilmente la tensión creada hubiese podido ser cortada.
Mina viró los ojos cuando notó el rostro disgustado de la mayor, por lo que se inclinó sólo un poco para alcanzar los labios ajenos, aprisionando con sus manos la cintura ajena.
No hubo resistencia alguna, el beso que compartían tenía un aire desesperado, como si ya no fuese suficiente para apaciguar las aguas de lujuria en la que amenazaban con sumergirse. Estaba mal, sí. Pero la sola posibilidad de ser descubiertas lograba darles la adrenalina suficiente como para dejarse llevar.
Nayeon emitió algo parecido a un jadeo cuando sus bocas se separaron. Pudo detallar la intensidad con la que Mina la miraba, al igual que ella, deseaba más que un solo beso. Tuvo que morder su labio inferior para evitar lanzarse sobre ella y besar cada rincón de su hermoso rostro, su tiempo en esa cocina era limitado.
— ¿Deberíamos volver? — La menor preguntó en voz baja, sin embargo, se notaba que la respuesta más obvia le molestaba.
— Deberíamos.
— Pero no quiero hacerlo.
Nayeon, lentamente, soltó la ropa de Mina y un suspiro bajo se escapó de sus labios. — O lo hacemos o Jinyoung pronto vendrá a apurarnos.
— De acuerdo. Solo intenta no gritar cuando vaya por ti en el partido. Soy un poco competitiva. — Mina advirtió antes de separarse y sonreírle con arrogancia. — Sirvamos esas bebidas y regresemos.
La coreana tragó saliva, la expresión y palabras confiadas de Mina le habían resultado completamente ¿seductoras? Mina podría haberle pedido que se arrodillara y ella, tan feliz como obediente, lo habría hecho.
Tuvo que sacudir su cabeza, empezaba a asustarse de sus propios pensamientos y ocultos deseos.
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Lo dejo aquí porque ya se hizo muy largo y no me di cuenta. Este capítulo tendrá una segunda parte, no se preocupen.
Denle las gracias a 97zlisa por la nueva portada. Preciosa está.
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