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08. Firework



📌

Con toda la pereza que su cuerpo podía cargar, Mina bajó las escaleras mientras frotaba su ojo izquierdo. Su deseo de sentarse a comer algo de tocino con tranquilidad en la cocina fue arruinado cuando vio a toda su familia reunida allí. ¿Se había despertado dos horas antes de lo normal? Su padre le dio la bienvenida con una sonrisa y su madre besó su frente antes de poner sobre la mesa un plato lleno de panqueques.

— ¿Hoy es día festivo? — Cuestionó la castaña mirando con desinterés el desayuno puesto frente a ella. — ¿O por qué están aquí?

— Primero que nada...—Dijo Jinyoung inclinándose hacia adelante. —Buenos días para ti también. Y segundo, no, Mina, en unos minutos iremos a trabajar.

La japonesa bostezó y asintió, algo debía pasar para que esos tres no se encontraran en sus respectivos trabajos pero tampoco tenía la intención de preguntarles sus razones, así que se dedicó a comer en silencio.

—¿Y? — Siwon tomó la palabra llamando la atención de su hija menor. — ¿No nos preguntarás por qué estamos aquí?

—¿Porque se despertaron tarde? — Respondió con otra pregunta. — Aunque dudo mucho eso, mamá es algo paranoica con la puntualidad... ouch, oye. — Llevó su mano hacia su nuca que había recibido un "sutil" manotazo por parte de Tiffany. — No era necesario...

Siwon intercambió miradas con su esposa y, con la alegría que lo caracterizaba, puso sobre la mesa diversos folletos. Mina arrugó el entrecejo dándole una rápida mirada a esos coloridos papeles que su padre intentaba alcanzarle.

—Queríamos estar aquí para ayudarte a escoger la universidad a la que irás, obviamente aquí en Seúl, ya te tuvimos mucho tiempo fuera.

Mina por primera vez desde que se sentó se sintió atraída por las palabras de su hermano. Ella ni siquiera sabía lo que quería estudiar, ¿cómo elegir una universidad tan rápido? Un momento. Alzó la mirada y se dirigió a todos. — ¿Dices que debo decidir ahora?

—No cariño. — Tiffany se sentó a su lado. — Pero tal vez quieras ir pensando en lo que harás. Las inscripciones están próximas a abrirse, ya tienes diecinueve, debes empezar a pensar en tu futuro.

—¿Dices que mi sueño de ser jugadora profesional de minecraft no sirve? — Preguntó con sarcasmo mientras tomaba el primer folleto. Por supuesto, era la SNU, Jinyoung había estudiado allí y estaba segura que sus padres deseaban que siguiera su ejemplo.

—¿Qué es minecraft? — Preguntó Siwon a su hijo que solo giró los ojos.

—Un juego... no tiene mucha importancia. Mina, tómatelo en serio. — Advirtió el muchacho. — Tus notas en Japón, a pesar de lo que dices y tu desinterés, fueron excelentes.

Inteligente pero floja. Sus profesores muchas veces se habían referido a ella de esa forma y aunque sonaba como una frase cliché que se usaba para levantarle el ánimo a cualquier estudiante, en ella aplicaba a la perfección. Incluso había ganado una beca para un programa especial en Japón pero, por supuesto, nadie de su familia tenía que saberlo porque lo había rechazado un día después de recibir la carta. Quedarse en el país nipón estaba fuera de sus planes y con muchas razones.

—Lo pensaré. — Dijo por fin la menor mientras reunía todos los folletos para darles un vistazo después en su habitación, tal vez los vería con Chaeyoung, después de todo ella también tenía que buscarse un futuro antes de que su padre se enterara de todo el dinero que despilfarraba en fiestas y alcohol. —¿Algo más? — Cuestionó al ver que no le quitaban la mirada de encima, se sentía incómoda siendo el centro de atención, generalmente ese puesto lo ocupaba su hermano.

—¿Hay algo que te guste hacer, Mina?

Dormir.

—Mamá...—Llamó a la mujer suavizando su expresión. — Prometo que empezaré a interesarme en...esto, ¿sí? Hoy mismo buscaré cada facultad que haya y consultaré con ustedes cuando algo llame mi atención.

Para Tiffany fue suficiente, creía en la palabra de su hija por lo que solo asintió. Todavía luchaba para poder acercarse a Mina, así que había decidido darle su propio espacio para no presionarla. La mujer le hizo una señal a su esposo que estaba a punto de reprochar las palabras de su hija, y este guardó silencio dejando escapar un suspiro.

—Está bien, Mina, no olvides que puedes llamar a mamá si tienes alguna consulta. — Tiffany besó la frente de la menor como despedida y Mina le sonrió, agradeciéndole por la comprensión. — Ahora debemos irnos.

—Tengan un buen día. — Se despidió la castaña.

—Oh, por cierto, Mina. — Jinyoung se quedó parado en el umbral de la entrada de la cocina y se volteó a verla. — El fin de semana iré con Nayeon a la feria de los "Hermanos Lee", es el último sábado que estarán en la ciudad y harán todo un espectáculo, como todos los años. Ven con nosotros, lleva a tus amigos para pasarla bien.

—Aguarda. ¿Esa feria sigue existiendo?

Llamada así por sus fundadores, iban de ciudad en ciudad brindando los mejores juegos, shows musicales y ni qué decir para el último día de su estadía, era todo un divertido espectáculo. Mina recordaba a la perfección todas las veces que había ido junto a su hermano a divertirse allí antes de que él ingresara a la universidad y ella partiera a Japón. Si tenía que escoger los mejores momentos que vivió junto a Jinyoung, definitivamente, esos se llevan el primer lugar.

Mina sonrió y asintió. — Cuenta conmigo.

—Perfecto. — El mayor se despidió con su mano y salió de su hogar para encaminarse a su trabajo, no sin antes llamar a su amada novia para contarle sus planes.

Cuando Mina estuvo sola se quedó viendo la puerta por donde sus tres familiares habían salido, pensándolo muy bien, llegó a conmoverse de que hayan querido estar a su lado al momento de elegir algo que para ellos era muy importante. Mi carrera. Tal vez se había mostrado muy desinteresada. Sus dedos golpetearon la fina madera de la mesa y mordió su labio inferior llevando su atención a los folletos que tenían como portada el logo de cada universidad.

—Supongo que debo hacerlo. — Se dijo a sí misma resignada.

Los días pasaron y Mina cumplió su promesa de buscar algo que llamara su atención, sin éxito alguno por supuesto. Algo decepcionada de no poder hallar una profesión, decidió que pediría ayuda a Tiffany.

Pero esa noche se dedicaría a pasarla bien con su hermano, Chaeyoung y cuñada. Nuevamente tuvo que limitar a su mejor amiga: no cigarrillos y mucho menos pipas con hierba de dudosa procedencia dentro. Mina se miró al espejo y acomodó la bufanda gris sobre su cuello. Estaba lista, justo a tiempo. Chaeyoung ya se encontraba en el primer piso conversando con su hermano y Nayeon mientras la esperaban.

Los cuatro abordaron el auto del muchacho y partieron. Chaeyoung molestaba a Mina en la parte trasera, llamando la atención de Nayeon que no dudó en girarse sobre su asiento.

— ¿Qué tanto pelean? — Preguntó, sonando como una madre a punto de regañar a sus dos inquietas hijas.

— A Mina le gusta alguien. — Dijo con diversión la rubia antes de empujar a su mejor amiga que le devolvió el gesto pero con más fuerza.

— No es cierto. — Se defendió. — Solo fui amable. — A la japonesa no le quedaba claro por qué su amiga asumía tal cosa solo por haberse comportado amigable con Solar, una de las tantas camareras que tenía el Club de Chaeyoung.

Esa conversación sí que llamó la atención de Jinyoung que miró por el espejo retrovisor. — ¿Te gusta alguien, hermana?

— Que no. — A Mina realmente no le gustaba dar explicaciones, y esa no sería la excepción. Así que lanzó una mirada de advertencia a su hermano para que este no volviera a preguntar.

Nayeon entrecerró los ojos cuando miró la sonrisa burlona de Chaeyoung y se dio cuenta que su comentario solo buscaba molestar a Mina, no había ni un ápice de verdad en su afirmación. Además, a la coreana le resultaba difícil imaginarse a una Mina enamorada.

Las cosas volvieron a calmarse los próximos minutos hasta que escucharon la música proveniente de la feria. Las luces eran fuertes y la gente recorría todo el lugar con una sonrisa en el rostro por lo bien que se la estaban pasando.

— Y llegamos. — Anunció el mayor.

La pareja salió del auto y sus manos se encontraron casi de inmediato, por otra parte, Mina y Chaeyoung bajaron mientras una empujaba a la otra y viceversa, parecían dos niñas pequeñas que no podían llevarse bien.

— Será mejor que se comporten. — Dijo Jinyoung con una sonrisa, escuchó a su hermana reír cuando Chaeyoung se tropezó e hizo de todo para que su bello rostro no se estampara contra el suelo. Él tuvo que tragarse las ganas de reír también. — ¿Y bien? ¿Qué es lo que quieren hacer primero?

Habían muchas posibilidades, pero llegaron al acuerdo de iniciar con lo más sencillo. Los cuatro se detuvieron frente a uno de los tantos puestos y cada uno compitió para ganarse el primer premio. Tanto Mina como Chaeyoung se sintieron humilladas cuando Nayeon, con una sonrisa confiada, tomó la la pistola y dio en el blanco en las cinco oportunidades que tenía. Jinyoung solo pudo reírse del rostro de ambas chicas cuando su prometida recibió el enorme oso.

— Te dejé ganar. — Comentó Mina.

Las tres esperaban a Jinyoung que había regresado al auto para poder dejar allí el enorme oso para que este no se convirtiera en un problema.

La coreana la miró por varios segundos antes de mostrarle la lengua. — Si eso te hace sentir mejor...

La mandíbula de la japonesa cayó y Chaeyoung comenzó a reír aplaudiendo a las palabras de Nayeon.

— Uh, te mandaron a callar. — Molestó.

Y contradiciendo lo que pensaba Nayeon, su cuñada no se molestó por su comentario, por el contrario, alzó ambas manos en señal de derrota mientras sonreía.

La noche se volvió más amena, iban de aquí para allá probando todas las atracciones que no incluyeran grandes alturas. Todos esperaban a media noche para ver el gran espectáculo de fuegos artificiales que el lugar ofrecía, sin embargo, una llamada al teléfono del mayor arruinaría sus planes.

— ¿Es necesario que vayas? — Preguntó Mina.

Jinyoung suspiró. — Sí, al parecer adelantaron su vuelo y ya no llegará mañana. Sabes que he esperado esta oportunidad. — Y esta vez se dirigía a su prometida que lucía algo desanimada por la próxima ausencia de Jinyoung. — Era uno de mis profesores. — Explicó a las otras dos chicas que no estaban al tanto. — Él está iniciando una pequeña compañía distribuidora, le propuse ser su proveedor. Se suponía que llegaría mañana de Tailandia y yo lo recibiría.

Mina asintió, bien, lo comprendía. Ahora él tenía otras prioridades que no incluían salidas a parques de diversiones, pero ella también se sentía desanimada por no tener a su hermano esa noche.

Después de que Jinyoung besara a su novia y chocara puños con las otras dos, salió de allí apresurado, temiendo llegar tarde al aeropuerto.

Las tres chicas restantes se miraron las caras y a pesar de que Nayeon creyó que se volvería incómodo, fue todo lo contrario. Siguieron buscando nuevas atracciones, obviamente, siendo la mayor entre las tres quien ganaba casi todos los juegos.

— Debo dejar de apostar con ella o me quedaré sin calzones. — Comentó la rubia a Mina quien pensaba exactamente lo mismo.

— De hecho, Mina ya los apostó y también los perdió.

— ¡No lo dije en serio! — Se defendió la japonesa. — No te daré nada.

— Las dos son unas tramposas.

Mina tomó la mano de Nayeon para ver la hora en su reloj y después la soltó con poca delicadeza, por supuesto, ignoró sus quejas por completo. — Es mejor que vayamos preparándonos, pronto empezará-

— Oh por Dios, Mina. — La rubia sujetó el brazo de su mejor amiga y lo sacudió. — Mira, mira. — Señaló hacia uno de los puestos de comida, la japonesa entrecerró sus ojos e intentó hallar la razón por la que Chaeyoung se comportaba así.

— ¿Qué?

— ¡Es DaHyun!

— Oh no... — La castaña suspiró, Dahyun se había convertido en el amor imposible de su mejor amiga. Y le daba ese nombre porque solo en sueños de Chaeyoung esa pequeña coreana le haría caso. — Si sigues buscándola te pondrá una orden de alejamiento.

— ¿Quién es DaHyun?

— La futura señora de Son. — La rubia se giró para ver a ambas chicas. Posó una mano en el hombro izquierdo de Nayeon y la otra en el hombro derecho de Mina. — Diviértanse. — Y sin dar más explicaciones salió corriendo en dirección de Dahyun.

— Iré preparando un abogado para ella.

— ¿En verdad le gusta?

Mina se encogió de hombros. — Ni siquiera yo lo sé. Chae es algo impredecible.

Nayeon estiró su labio inferior en un claro mohín. — Supongo que querrás que volvamos.

— Supones mal. Ven conmigo.

Nayeon no preguntó y siguió a la menor que se hacía campo entre las personas. Todos empezaban a buscar buenos lugares para ver los fuegos artificiales y dejaban de lado las atracciones, la coreana arrugó el entrecejo cuando Mina pagó al encargado de la gran Noria (rueda de la fortuna) por el lugar de ambas.

— Creí que querías ver el espectáculo...

— Y eso haremos, pero desde los mejores lugares. — Mina invitó a su cuñada para que esta ingresara a la cabina. — Jinyoung le teme a las alturas... — Dijo lo obvio, ambas conocían la acrofobia del mayor. — Cuando él y yo veníamos siempre nos quedábamos abajo. Yo sabía que desde aquí era mejor pero no deseaba hacerlo sentir mal.

Nayeon sonrió y se sentó en su lugar antes de que Mina cerrara la puerta de metal y luego tomara asiento frente a ella. — Es tierno de tu parte.

— Él me cuidaba y yo intentaba hacer lo mismo.

La cabina en la que ambas se encontraban fue subiendo mientras otras pocas personas se subían a la atracción. Ninguna hablaba porque no tenían temas de conversación, de hecho, en el intento de Mina por no querer que todo se tornara incómodo se tomó la molestia de ver con detenimiento a la mayor.

— ¿No sientes frío? — Cuestionó. A diferencia de ella, Nayeon llevaba solo una blusa blanca cubriendo su torso.

— No realmente. — Mentía. Estaba congelándose.

— Ya. Deberías llevar una chaqueta contigo. — Y Mina se la habría proporcionado si no hubiese dejado la suya en el auto de su hermano que, por cierto, ya no volvería ver hasta en un par de horas más. Soltó un suspiro y con calma se quitó la bufanda. Fue un acto reflejo o tal vez Nayeon se veía como alguien que necesitaba protección, no lo sabía con exactitud, pero no se detuvo cuando estiró sus brazos para envolver la cálida lana alrededor del cuello de su cuñada.

Sus miradas se encontraron justo a media noche y Mina no sabía si era una simple casualidad o el destino realmente quería ponerlas incómodas. Los fuegos artificiales empezaron y la japonesa pudo ver el reflejo de estos en los ojos de la mayor.

Rápidamente alejó su manos sintiéndose avergonzada por lo que acababa de hacer.

Su corazón se agitó en cuanto vio la enorme y sincera sonrisa de Nayeon cuando admiró el juego de luces en el cielo.

Mina de verdad se aterró por el sentimiento que la embriagó con solo ver a la coreana.

Qué me pasa.

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