1-"El comienzo de todo"
Fuego cruzado resurge desde un iluminado cielo nocturno. Situación en donde se perciben a lo lejos, los fuertes sonidos provenientes de las armas utilizadas para tratar de ponerle freno a las sedientas alimañas que intentan comerle los sesos a un par de pseudo guerrilleros que intentaron saquear el abandonado lugar.
Freno totalmente innecesario, ya que a menos de que le revientes la cabeza de frente o le entierres un cuchillo al costado del pútrido infectado, esto solo los retrasa. Dándote un pequeño márgen de tiempo para que te alejes antes de que se agrupen en manada y te extraigan las entrañas como si fueras un indefenso animal de caza.
Lejos quedaron los tiempos en donde tenías una vida común y ordinaria. Ahora, eres preso de todo esto, pero por supuesto, solo si estás metido en el medio de la más concurrida avenida repleta de caminantes sedientos de fresca carne.
Maldiciendo por dentro y escondido debajo de los restos de un viejo cacharro, se encuentra el joven que debería haber entrado, tomado el encargo y salir completamente aireado.
Se supone que para el ex militar, este encargo debía ser fácil de no ser por esos inadaptados que quieren ganarse lápidas con sus nombres grabados diciendo: "Aquí yace el idiota inmolado". Medita asertivo en cuanto observa a una distancia considerable y entre el tumulto de hambrientos caminantes, a uno de los guerrilleros que quiere separarse del resto como si pudiera salvarse de no ser alimento.
Maldice por dentro ya que se supone que el encargo debía ser relativamente fácil, llegar hasta la altura del 800 sobre la gran avenida y extraer unos retratos... Tan simple como eso.
Maldita mala suerte la suya al encontrarse con la situación más adelante, pero lejos de amedrentarse o sin importarle si pudiera ayudar al que corre desaforado llevando al malón hacia otro lado, aprovecha cuando la calle se despeja para salir de su escondite, acomodando sus prendas y tanteando sus herramientas de trabajo.
Y con herramientas de trabajo, se refiere a un par de cuchillas de diversos tamaños, un bate de béisbol y una pequeña pistola, arma que se declina en usar a menos que sea estrictamente necesario ya que llama como abeja a la miel a las sedientas alimañas.
Es que en esta abandonada ciudad, y una vez que estás dentro, o eres un superviviente o te conviertes en una máquina de comer sesos.
"A-ayu-uda..." Escucha el pedido de auxilio en sus últimos suspiros a unos metros más adelante. Y refunfuñando por dentro ya que sabe que nadie acudiría en su ayuda de ser la situación invertida, decide moverse y pasarse de largo. Pero cuando se enfrenta al que llama desgarrado su estómago se revuelve al verlo completamente destrozado, con sus viseras desparramadas, un caminante prendido de sus entrañas y su mano estirada en una especie de clamor desesperado.
Rápido se le cruzan diversos escenarios. Y aunque quiera seguir de largo, su cabeza le juega una mala pasada al imaginarse siendo él, el agónico desahuciado.
Y pegándose mentalmente ya que no puede no actuar y dejarlo tirado como si nada, desenvaina velozmente su cuchilla siendo sigiloso como pocos y enterrando -profundamente- el filo sobre el costado del muerto vivo para luego repetir la operación con el que pide "házlo" sin necesidad de palabras.
Luego, se queda quieto y cierra sus ojos por un efímero momento, reuniendo las fuerzas necesarias para seguir con su único objetivo, recuperar el objeto perdido.
Estos monstruos son seres demasiado torpes en su andar, aunque eso no le quite velocidad, provocando un sonido que asemeja al rechinar de los dientes cuando están cerca de uno. Ruido que en más de una ocasión, le ha dado la oportunidad de escapar.
En sus últimos encargos ha observado como si tuvieran algún deje de razonamiento dentro de lo que es su sanguinaria cabeza. Ya que, últimamente, los muertos vivientes parecieran que olfatean con alguna especie de desarrollo extra sensorial.
Así que, levantándose atento a los característicos ruidos que avisan que tienes compañía, se mueve rápidamente entre los automóviles fantasmas mientras observa acercarse a la dirección del encargo.
Perdiendo su enfoque en cuanto escucha los aterradores tañidos de los infectados que ya conoce. Ecos que retumban en su cabeza como si fueran un malvado sonido dispuesto a dejarlo sin audición por el simple hecho de que lamentes estar en esa situación.
Engendros sedientos de tus entrañas y dispuestos a derramar sangre por el simple hecho de matarte.
A lo lejos, se incrementa el asqueroso ruido de la horda de caminantes más algún que otro sonido que nunca antes había percibido, pareciera como si se comunicaran en alguna especie de nuevo dialecto. Alguna forma de habla que provoca que solo le den náuseas de imaginarlos andando como si nada, afuera de las barricadas.
Pero, entonces, abruptamente se detiene alertado por un característico crujido que percibe a su costado. Y mientras la noche pareciera hacerse aún más oscura, su estado de alerta crece a medida que se aferra con fuerza al filo de su navaja.
Un ruido...
Un sonido parecido a una agitada respiración en medio de la oscuridad, llama su atención de inmediato.
Y precavido, se arrima hasta una columna para resguardarse del posible ataque y ver si puede reventarle los sesos a la alimaña.
"Malditas mutaciones de mierda" Susurra para sus adentros a medida que aprieta con fuerza la empuñadura de su filo, dispuesto a reventarle los sesos a aquella bestia que lo rodea como si fuera una condenada presa.
Percibe una acelerada respiración...
Una especie de bufido, aún más grave, que corta el silencio repentino a sus espaldas y se congela...
¿Será que ahora son más hábiles para ocultarse?
¿En qué momento pasó de ser esquivo a presa fácil para el caminante?
Y en el segundo en que traslada su escasa visión hacia la empuñadura de su filo, observa un oscuro manchón. Y ahí, finalmente se da cuenta de su error, rojo carmín chorrea desde alguna parte de su mano haciéndolo quedar expuesto como un primario cebo.
Entonces, se aferra con más fuerza a la empuñadura de su letal compañera, pero cuando quiere darse la vuelta, un fornido cuerpo hediondo lo aprisiona contra la pared. Aplastando su cabeza de costado y deteniendo con suma fuerza, la mano que tiene la navaja por encima de su cabeza.
Un quejido de dolor lo atraviesa de lado cuando la asquerosa lengua de la bestia barre sobre el camino que denota la sangre hasta llegar a la lacerada herida de sus dedos. Y aunque utilice todas sus fuerzas para quitárselo de encima, resulta ser un esfuerzo en vano ya que la bestia lo sobrepasa en fuerza.
—¡Maldito engendro! — Expone en un lastimero susurro cuando su rostro comienza a dañarse por la presión ejercida sobre el frío cemento. Pero, contrario a todo mortal y ensangrentado escenario que se hubiera imaginado, recibe una asquerosa lamida en su cuello y una distorsionada y asquerosa voz que le dicta al oído: "De qué sirve luchar, si les queda poco tiempo..."
Palabras que sonaron como un descabellado déjà vu en su cerebro... Cerebro que trata de procesar que éste podría ser el último momento con vida mientras percibe el pútrido aliento de la bestia, pegarse de lleno sobre su magullado rostro.
Nuevamente, se aferra con fuerza a la empuñadura de su navaja hasta que duele el simple hecho de tener su mano apoyada sobre ella, ya que su extremidad es aprisionada de tal manera que pareciera que el monstruo quisiese fundirse sobre su dermis.
Siente el asqueroso vaho del aliento del caminante, posarse sobre su piel. Y decide dejar de resistirse para tener alguna mínima posibilidad de escape o matarlo, en su defecto.
Y mientras los segundos se suceden a cuenta gotas como en un añejo reloj de arena, el rostro del ex militar quema como el infierno aunque conserve por dentro, una calma de admirar. Es que de nada sirve alterarse y provocar a la bestia si existe la mínima posibilidad de usar los movimientos del caminante a su favor.
Segundos después, James nota como la bestia afloja el agarre que estaba teniendo sobre su cuerpo. Hasta el punto de pensar en golpear sus costillas, si es que todavía conservase alguna forma humana dentro de lo que es la asquerosa alimaña.
Pero grande es su sorpresa, cuando la bestia amasa por encima de las telas, sus nalgas con extremada prensión. Provocando que por dentro, James exprese su total desconcierto aunque no le salgan palabras dado a la actual conmoción. Pero aprovechando, en ese momento, lo alicaído de la guardia de la infame bestia; eleva su brazo pegando de lleno con su codo sobre su asqueroso mentón.
Un gruñido animal se sucede sobre que el ex militar se aleja para darse la vuelta empujando el cuerpo del caminante de una firme patada a lo que supone fue alguna porción de su pecho. Y sacando su arma de inmediato, atina a apuntar a su cabeza, si es que la inmensidad de la noche favoreciera el poder ubicar la condenada extremidad de la bestia.
Pero entonces, un "¡ayuda!" retumba algo a lo lejos. Y maldice para sus adentros, porque en ese preciso momento podría haberle matado, pero para su buena o mala suerte, el monstruo se aleja.
Así que tomando una profunda bocanada de aire y haciendo un mal gesto al sentir como duele su magullado rostro, se incorpora para tratar de llegar hasta el valioso encargo que tiene pendiente.
Demasiado ha tenido que soportar esta noche al darse cuenta, de que no son simples muertos vivos a lo que se enfrenta... Sin contar lo desorientado que lo dejó el accionar del asqueroso caminante.
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